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sergiodeleonlopez
CAPÍTULO 2 DE 2
NUESTRA SEÑORA DE LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN
Cuando la riqueza es cuestión de geografía
Los buscadores escarban,
los descubridores encuentran
Después de ese intringulis, el navío cayó en un olvido pasional, -como a novia que se embaraza de casualidad y al primer intento,- durante casi tres siglos hasta que en 1960 mi maestro Jacques Cousteau intentó localizarlo pero el noble mar le dijo que no, pues lo tenía destinado para que lo investigara y diera a conocer todas sus maravillas. Al final de todo el asunto, fué el cazatesoros americano, Burt Webber, quien encontró la pista del galeón, aunque ya había fracasado en la búsqueda de otros galeones pero el muy listillo accedió en El Archivo de Indias de Sevilla, a un estudioso del Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción que había encontrado el diario de Phips, que no indicaba la posición del pecio, pero la información debía estar en el diario del singular Rogers, el marino que dirigió el rescate a bordo del Henry, pero su rastro se había perdido, hasta que en abril de 1978, Webber recibió una carta sellada de urgente de Peter Earle, profesor de Economía aficionado a la historia naval, proponiéndole escribir un libro sobre el Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción y al final escribió:
-“Dicho sea de paso, tengo el cuaderno de bitácora de Francis Rogers”
-“No me interesa la búsqueda del tesoro sino la historia. ¿Le interesa a usted?”
Y cuando Webber leyó el diario de Rogers, se le atizaron las brasas de la ambición. El capitán describía la posición del pecio con todo antojo de detalles como que estuviera describiendo el cuadro de Trigal con Cuervos de Van Gogh. Burt Webber organizó el rescate, transando con las autoridades dominicanas entregar las piezas de valor histórico y llevarse el cincuenta por ciento de lo rescatado. El 30 de noviembre de a 1968 después de meses de exploración, Webber y sus buceadores encontraron el Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, recuperando 60,000 monedas, joyas, cadenas de oro, instrumentos de navegación y objetos curiosos como un baúl con doble fondo donde se escondían monedas de contrabando para no pagarle impuestos a la Sat, que de todos modos se queda con ellos. La operación fué un éxito económico, Unos pocos cien millones de euros, pero hay quiénes por la tiña de la envidia lo calificaron como un desastre para la arqueología marítima, pues Webber no había seguido ningún tipo de metodología, ni registro científico, ni protocolo marino y destrozó el yacimiento, según ellos. De estas acusaciones el cazatesoros se defendió:
-“¿Es un sacrilegio rescatar y comercializar tesoreros como estos?
-¿Cuántos miles de monedas se puede usar y exhibir en un museo?”
Así Webber le dió palo a la política del Gobierno español -con lo cual coincido subrepticiamente,- contra aquellos que encuentran restos arqueológicos españoles diciendo:
-“Honestamente, existen muchos, muchos naufragios ricos en la costa española y el Gobierno español no tiene ninguna misión de rescate en ninguna zona.” De verdad ellos no quieren ni pura rebanada de queso con ajo.
“La vida es un naufragio en el que, a última hora,
sólo se salva el barco”
Una empresa cazatesoros trata de hacerse con su carga valorada en 100 millones de euros. El galeón apodado sólo La Concepción será ¿un antes y un después en la gestión del patrimonio subacuático? La recuperación de monedas de oro y plata que portaba la fragata La Mercedes más conocida como la Meches, ha supuesto un éxito para el patrimonio subacuático, aunque otros navíos de bandera española hundidos en aguas internacionales siguen siendo objeto de interés por parte de las empresas cazatesoros. Es el caso del galeón Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, una almiranta que se fue a pique en 1641 en aguas del Caribe con un cargamento valorado en 100 millones de euros, como ya ha sido ampliamente informado en este su matutino.
Como latido de ola cuando se estrella en el naufragio
Rascando en busca de un galeón para expoliar, este caso explica los temores de un experto en búsquedas que lleva a cabo la empresa Marine Explorations Inc del navío Nuestra Señora de la Concepción, que no es el de Nuestra Señora Purísima y Limpia concepción, también de bandera española como La Mercedes, pero hundido en 1641 en aguas del Caribe, como citado fué párrafos arriba.
“Se trata de una almiranta, en concreto el segundo buque en el mando de la Flota de Nueva España que, protegido por una división de galeones de guerra, se disponía a regresar a la Península procedente de La Habana"
Hugo O’Donnell, historiador militar de la Real Academia de la Historia
Su papel fue significativo, ya que “constituía el núcleo defensivo de la flota” junto con la capitana, con su final “estremecedor”, ya que lo hundió un terrible huracán. “Dos terceras partes de su dotación y pasaje perecieron intentando salvarlo a última hora." Lo mismo sostiene Claudio Bonifacio en el libro Galeones con tesoros, en el que detalla que fallecieron 300 personas de "sed, hambre o devoradas por los tiburones" mientras que otras 150 fueron capturadas por los ingleses y "abandonadas desnudas en la costa." Sólo se salvaron 190. Esta almiranta era un tipo de galeón de unas “300 toneladas y 20 metros, pequeño en cuanto a capacidad con respecto a La Mercedes, circunstancia que no impidió que llevara piezas de porcelana china y monedas de oro y plata valoradas en 100 millones de euros. “Se procuró que los buques de guerra como La Concepción llevasen el menor peso posible a bordo pero, cuando la situación lo requería, portaban las piezas más valiosas por considerar que iban así mejor protegidas, el tipo de cargamento de este navío lo podían llevar a bordo también otros muchos”, ya que era habitual transportar monedas o alimentos desde América hasta España. “La protección que podían proveer era mayor que la de los mercantes, aunque estuvieran también más o menos armados.”
“El naufragio de los naufragios el galeón Jesús María de la Limpia Concepción se va a pique. La Capitana Jesús María de la Limpia Concepción, hundida en 1654 en las afueras de Chanduy, Ecuador. Este naufragio de 1654, fue la mayor pérdida experimentada por la flota española de los mares del sur del Océano Pacífico, siendo el navío Jesús María de la Limpia Concepciónel barco capitán, La Capitana. Los registros oficiales informaron de la pérdida de 3 millones de pesos de plata, 2,212 lingotes, 216 cofres de monedas, y 22 cajas de plata labrada, aumentado la pérdida a un total de hasta 10 millones de pesos, al tomar en cuenta los envíos de contrabando y privados oficialmente no consignados. Para comparación, debe tenerse en cuenta que toda la producción anual de plata en el Perú, en esa época, era de unos 6 o 7 millones de pesos de plata. Obviamente, todo ese metal precioso oficialmente no consignado, sobrecargaba la embarcación. Técnicamente, La Capitana se hundió debido a un error del piloto, que condujo el barco hacia los arrecifes al sur de la península llamada Punta de Santa Elena, un accidente geográfico que el piloto pensó que había superado. Veinte personas murieron en el desastre.
Por ocho años, rescatistas españoles, recuperaron oficialmente más de 3 millones de pesos en monedas y lingotes de oro, probablemente fue recuperado mucho más, sin ser declarado ni consignado, dejando sólo una sección inferior inalcanzable, para que los buceadores de nuestro tiempo, intentaran rescatar. Irónicamente, el rescatador principal de La Capitana, entre la década de 1650 y principios de la década de 1660, no fue otro que el segundo al mando, Bernardo de Campos, quién tuvo la culpa de que el barco estuviera sobrecargado con contrabando.
El pecio fue descubierto a mediados de la década de 1990 y rescatado por completo en 1997. Después de una repartición 50/50 con el gobierno ecuatoriano en 1998, los inversores colocan la mayor parte de su mitad, de las más de 5,000 monedas recuperadas, a la venta, en una subasta en 1999. Las monedas, casi exclusivamente de 8 y 4 Reales de Potosí, eran una mezcla armoniosa de acuñaciones del 1649/1652, monedas de transición de 1652, y monedas post-transicionales de pilares y olas de 1653 a 1654, muchas en excelentes condiciones y expertamente conservada. Como nota interesante, consignamos que las mismas monedas recuperadas de La Capitana por los españoles en 1654, se perdieron de nuevo en el naufragio del Maravillas de 1656 y algunas de esas monedas rescatadas del Maravillas se perdieron de nuevo, en el naufragio del buque de salvamento Madama do Brasil en las afueras del Cayo Gorda Cay, Bahamas en 1657. Las calamidades del Reino de España, allí no acabaron, la historia registra la destrucción de otra flota del tesoro en 1657 por los merodeadores ingleses, recién lograda la victoria en la Bahía de Cádiz, frente a Santa Cruz, en la isla de Tenerife, en las Canarias.”
“El barco más rico que jamás había zarpado de las Indias Occidentales”
Rogers
En su libro de anotaciones de bitácora, que ningún otro buscador de tesoros leyó hasta 1978, Rogers describía con mucho detalle y datos la posición del Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción. Los dos barcos pasaron 59 días en el lugar del naufragio y luego zarparon para Inglaterra con casi 30 toneladas de monedas, barras y planchas de plata, más de once kilos de oro en lingotes y varios sacos con piedras preciosas. Aunque Phips y Rogers sabían que aún quedaba parte del tesoro en el Concepción, aquella fue su última expedición, pero la leyenda y el atractivo perduraron y, durante unos trescientos años, el barco fue señuelo de cientos de buscadores de tesoros, como la de mi maestro Jacques Cousteau. Nadie le atinó hasta que un patpjp americano, Burt Webber, se interesó en el asunto, el que se crió en una pequeña localidad de Pennsylvania, que además tenía una salud precaria. A los dos años tuvo un eccema crónico que no respondía a ningún tratamiento, padecía también asma bronquial, que a menudo le dejaba sin aliento, pero a pesar de esas dolencias, disfrutaba de las actividades físicas y la búsqueda de naufragios, con fracasos como la búsqueda del tesoro del carguero Atocha o el Galeón Nuestra Señora de las Maravillas, naufragado en 1656, dejaron a Burtangustiado. Se hizo experto en el manejo de instrumentos electrónicos submarinos, hizo investigaciones en la Biblioteca del Congreso, en la capital y en los archivos españoles y allí conoció a Haskins Eduard, que durante años había investigado acerca de Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción en España, en el Museo Británico y archivos de Inglaterra, halló el cuaderno de bitácora de William Phips del Henry, barco que acompañaba, el que guardaba el secreto del tesoro bajo el agua. No había pistas del otro cuaderno, pudo haberse perdido o destruido en los bombardeos de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Pero como dice la regla de oro que el que busca encuentra, en abril de a 1978 un profesor de la facultad de economía de Londres, Peter Earle, quien se proponía escribir un libro sobre el tema, envió a Haskins una carta, donde apuntó, “dicho sea de paso, tengo el cuaderno de bitácora de Francis Rogers, no me interesa la búsqueda del tesoro sino la historia. Tiene usted algo de eso?” Y allí estaban detalles de latitud, puntos de referencia del buque fondeado, descripciones de la cresta del arrecife que enmascaraba el tesoro en el profundo seno guardado por las nereidas, todo con una minuciosidad que excedía lo esperado. Y como todos los caminos llegan al tesoro que es una estrategia más grande y audaz de condigna, un 30 de noviembre después de meses de exploración con equipos de alta tecnología, Webber y los buceadores encontraron el Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción. Los restos se encontraban en una grieta submarina entre los corales, unos grandes obstáculos para la navegación que salían a la superficie durante la marea baja. El descubrimiento fue noticia del mundo mundial. Un total de 60,000 monedas de plata fueron recuperadas, además de multitud de artefactos y cadenas de oro. Los artefactos y el oro fueron entregados al gobierno de la República Dominicana como parte de su patrimonio cultural, proclamando a Webber héroe nacional, que afirmó que “si todo esto desaparece en manos privadas, no es beneficioso para el interés público, no hay oportunidad de estudiarlo y admirarlo.” En este caso parte de lo que allí se recuperó paso a formar parte del patrimonio del país, conservado por el Museo Nacional. Webber y sus socios no entraron en detalles acerca de la cuantía del tesoro. El peso de la plata en sus distintas formas se calculó en toneladas. Cálculos extraoficiales lo estiman en miles de millones de dolares. Si contamos las 30 toneladas de monedas y parte del tesoro que fue rescatado por el capitán William Phips en 1687, indudablemente bien podría ser el mayor tesoro encontrado en todo el siglo pasado… ¡Sin lugar a dudas sí era cierto que las bodegas no bastaban para contener todas las riquezas, quizás la avaricia pudo romper el barco!
PURÍSIMA CONCEPCIÓN
Las huellas de una fragata española en el fin del mundo
Y que se quede el virrey con el castillo y con la mujer del rey
Como que le hubieran escondido su chancla a Apolo, hace 253 años, 193 tripulantes cenceños de la fragata española Purísima Concepción le hicieron ojo pache a la muerte por poco y en gerundio. En la madrugada del 10 de enero de 1765, la embarcación naufragó frente a las costas de Tierra del Fuego, en el extremo sur de las América y los pájaros habían volado al sur. Había visibilidad negativa y el barco encalló en las rocas, a sabiendas que se tiene que estar en la teta que tiene leche. A pesar del parecido no es la ya relacionada Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción, en todos los párrafos superpuestos encima de éstos. Sí, no me equivoqué, la riqueza es cuestión de geografía y comienza el 1765, cuando una embarcación española en el Atlántico empezando en Cádiz, le hacen una parada por señas en Montevideo y va a Lima, rodeando el continente por el extremo sur y subir por el violento Pacífico. El 10 de enero, mientras pasea por las costas de Tierra del Fuego, en el devenir de la sagrada oscuridad encalla entre unas rocas que borrachas de sol se le atraviesan imprudentemente sin pedir vía y, comienza a entrar agua en la embarcación y los 193 tripulantes saben que se les acabó la fiesta y ya no llegarán a Lima en la munificiencia. Casus belli.
“El necio sólo conoce el mal cuando le ha llegado”
Menelao Átrida, alumno de Júpiter
Es la época en que la conquista del mundo se juega en el mar, pero lejos de desesperar, porque no hay de otra, los hombres del Purísima Concepción también apodado la Pura Chon, se organizan, abandonan el barco y se las arreglan para llegar a la costa sin diletantismo. Sobrevivieron todos. Es una escena real que bien podría haber escrito Stevenson. Durante tres meses viven instalados en la hoy Caleta Falsa, en Tierra del Fuego. Mientras arman campamento ven que la zona está habitada por nativos y, lejos de levantarse en armas, logran convivir con los dueños originales de las tierras, que los vieron llegar sin barco desde el mar, como langostas humanas que salían del agua. Una escena que bien podría haber escrito Defoe. En su estadía en el continente se la pasan yendo y viniendo al barco perdido para recuperar víveres, madera, armas, y así construir otra embarcación que los lleve hasta el puerto de Buenos Aires, adónde efectivamente desembarcan en el mes de abril de 1765. Hasta acá, la primera proeza de esta historia.Muchos años después, 249 para ser exactos, la investigadora argentina Dolores Elkin reconstruye la historia, al descubrir restos de una civilización mientras recorría la zona. Arqueóloga y exploradora de National Geographic, es parte del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL, del Ministerio de Cultura), e investigadora del CONICET. Su vínculo con el Purísima Concepción nació con un programa arqueológico que se proponía, estudiar naufragios acontecidos en la región. Este la atrapó por la doble misión que implicaba encontrar restos del navío y restos del campamento. En 2014 encontró una bala de cañón de hierro, con un diámetro de 9 centímetros. "Esa es la medida que se utilizaba para cañones de 6 libras. Y es el calibre de cañones que pidió el Purísima Concepción.
Como en Indiana Jones, llegar a Caleta Falsa es una verdadera travesía, hay que volar a Ushuaia, desde ahí andar 200 kilómetros hasta Estancia María Luisa, donde acaba el camino. Luego, tres días a caballo hasta Caleta Falsa, que Esto lo hicieron a fines del 2017 con el apoyo de National Geographic y encontraron elementos claves.
Uno de los elementos más importantes de la investigación fué la copia de un diario del naufragio con el que lograron reconstruir detalles que ayudaron a tener una idea acabada de lo que sucedió con el navío mercante del imperio de Carlos III, el Rey de España en ese entonces. Según un documento que llegó a las manos de la arqueóloga, el Purísima Concepción habría pedido unos 20 cañones de hierro de 6 libras. Y según las estimaciones, estos podrían estar a un máximo de 5 metros de profundidad.
"Es una historia de éxito más que de fracaso. Normalmente los naufragios vienen con tragedias y finales tristes, pero acá se salvaron todos los tripulantes. Hubo algún fallecido, pero por otras razones. Además, ellos convivieron armoniosamente con la población nativa local. Y con los restos del navío, más madera de la zona, construyeron otro barco para volver a Buenos Aires"
“Los nativos antes hacían puntas de flecha de piedra y que cuando llegaron ellos las empezaron a hacer con vidrio”
Del diario de los náufragos
“Con las conchas marinas con que los atenienses votaban el exilio -de ahí la palabra ostracismo- para aquellos ciudadanos que no les eran gratos, como el político Arístides, castigado en una de esas votaciones populares, a quien un ciego que no sabía escribir ni lo conocía pidió que escribiera por él su propio nombre en la concha. «¿Y qué te ha hecho de malo ese hombre?», preguntó Arístides al ciego. «Nada –respondió éste–. Pero estoy harto de oír decir que es sabio y justo.”
FIN
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