viernes, 23 de mayo de 2025

UNA CONTINUA PESADILLA DE UN CADÁVER EN CONSTRUCCIÓN. Primer acto. 273

 UNA CONTINUA PESADILLA DE

UN CADÁVER EN CONSTRUCCIÓN


EL ÚLTIMO EN PIÉ

La guillotine sèche

Requiem por una vida

EL 46635

“La historia no es la historia a menos que diga la verdad”

Abraham Lincoln


PRIMER ACTO DE LA TRAGEDIA

INICIO DEL DRAMA



"La guillotina seca mata más lento, 

pero con la misma certeza que la afilada cuchilla de la justicia"

Rene Belbenoit


Desde el 10 de abril de 1973 tuve en mis manos el libro Papillón de Henri Charriere y al terminarlo de leer, lo volví a empezar y me dí a la tarea de hacerlo todos los años al final de los mismos y así por unos 40 años, hasta que esta otra historia lo cambió todo según me dijo El Ciudadano. Era buena hasta que apareció ésta en el radar.

Escuchando la Danza Macabra de Camille Saint Saens, que es una lucha entre la vida y la muerte, me vino a la mente uno al que le tocó eso mismo por muchos años. Éste es un poema sinfónico que describe una danza de la muerte en un cementerio tras la medianoche a los sones de un diabólico violín de linda voz. Tiene como objetivo el de recordar al espectador su condición mortal, independientemente del estatus social con el que se encuentre. Alberga un sentido de sátira social, contemplando a la muerte como un elemento unificador. Describe a la Muerte tocando el violín a medianoche y, a su ritmo, los esqueletos bailan alrededor de una tumba. Al amanecer, con el primer canto del gallo, los muertos vuelven a sus tumbas. La incomparable melodía de la quejumbrosa musa está estructurada en forma de rondó con orquestación rica y variada en un ambiente sombrío y misterioso. La melodía principal es una serie de frases cortas y agudas que evocan la idea de la muerte bailando, en una armonía compleja con acordes disonantes para crear tensión y ansiedad. Tiene un sentido de ironía y sarcasmo mientras la muerte ríe reclamando a sus víctimas. Provoca sentimientos de miedo y ansiedad, fascinación, atracción y una amplia gama de emociones y reacciones.

https://www.youtube.com/watch?v=FIrpp-inOpM


Seguidamente cae en el reproductor la siguiente.

Seguramente, has escuchado On the Nature of Daylight en varias ocasiones, aunque no te suene el título. En el cine, en una serie de televisión o en algún anuncio. La más reciente de ellas ha podido ser en Mucho, mucho tiempo, el aplaudido tercer capítulo de The Last of Us. Aunque no conozcas la obra por su nombre, lo más seguro es que al escucharla se te haya encogido el corazón y la emoción te haya invadido, pues es un intento de hacer una especie de música luminosa con los materiales más oscuros posibles, con negros acorde de suave sonido, acordes haciéndose lentos con humo de aroma a perfume fino. Impecable armonía con coreografía de notas bailando. El sentimiento fluye por su vida musical. 

Max Richter - On The Nature Of Daylight (Entropy)

https://www.youtube.com/watch?v=b_YHE4Sx-08


Como curiosamente me suele suceder, ambas obras tienen mucho que ver con la relación que toca hoy en este matutino y que desarrollo a continuación tal y como me lo afirmó El Ciudadano.

Sin tiempo son algunos de los actos que en la vida pueden ocurrir y, Jules René Lucien Belbenoît, RB -pronúncielo grene belbenwá,- fue un personaje notable por su vida turbulenta, marcada por su encarcelamiento en la isla de la Reunión, una de las colonias penales francesas más temidas en el siglo XX. El purgatorio es un chiste comparado con ellas. Fue un convicto francés famoso por escapar de la notoria colonia penal en la Guayana Francesa. Su historia se convirtió en un símbolo de la brutalidad del sistema penitenciario francés y de la resistencia humana y tuvo que arreglárselas para seguir tirando. 

René Belbenoît fue alumbrado en París un martes 4 de abril de 1899 a las 3:27 am, cuando su mamá se compuso porque estaba algo descompuesta, una supuesta Christine Louise Daumiere. Su infancia estuvo llena de dificultades, ya que su madre lo abandonó cuando apenas tenía tres meses de nacido -para no darle de mamar teta y por eso no creció,- al irse a Rusia a trabajar como preceptora de los niños de los Czar´s de Rusia, diciendo “mintamos que mañana moriremos” y se fue a la chingada, en parte porque su marido le doblaba la edad y porque ya no muy se soplaba la flauta, pues sabía que una mujer con los zapatos adecuados puede conquistar el mundo. Fue criado en parte por su padre un supuesto Louis Belbenoit -que se casó muy tarde en la vida,- un apoplético hijo de la gran puta -con una vida muy ocupada por ser conductor del Expreso de París a Orleans,- y su madrastra. Su vida familiar no fue estable. Lo enviaron con sus abuelos para deshacerse de él pues tenían un pequeño restaurante cerca de la estación del tren, hasta que ellos murieron, primero la abuela y cinco días después el abuelo y, ya nadie se hizo cargo de él y, a la edad de doce fue a vivir con su tío patizambo que se había trasladado a París para administrar un club y trabajó con él en su club nocturno entre 1913 y 1916, el Café du Rat Mort en la Place Pigalle siendo mensajero de amor entre los playboys y las elegantes mariposas nocturnas. Los playboys más famosos de Europa se contaban entre la clientela de su tío, así como también las más deseadas y costosas mujeres, lo que le granjeó mucho dinero y el club prosperó gracias a sus habilidades. No tuvo educación formal más que en los primeros años. Se crió en un entorno complicado, lo que lo llevó a involucrarse en actividades extracurriculares desde joven pues no hay reconciliación si antes no hay separación. ¡UAJÁ!



“El escape es imposible si el prisionero ignora que está en prisión”

Fiódor Dostoyevski


El Rat Mort, Rata Muerta, de París tomó su nombre de un personaje legendario y un símbolo de la ciudad de París, que se remonta al siglo XIX y se ha convertido en una parte integral de la cultura y la tradición parisina con su vida bohemia. La leyenda del Rat Mort se originó en el barrio de Montmartre, en el norte de París, barrio conocido por sus bodegas y tabernas, donde los artistas y los escritores se reunían para discutir y beber. Rat Mort era un personaje misterioso que se aparecía en las bodegas y tabernas de Montmartre, era un hombre pequeño y delgado, con un rostro pálido y ojos brillantes. Llevaba un sombrero de copa y un abrigo largo, y siempre estaba acompañado de una rata negra que llevaba en el bolsillo, representaba la libertad y la creatividad, y se decía que tenía el poder de inspirar a los artistas y escritores que se reunían en las bodegas y tabernas de Montmartre. Es un personaje legendario, su imagen se puede encontrar en las paredes de las bodegas y tabernas de Montmartre, y su espíritu sigue inspirando a los artistas y escritores que visitan la ciudad. Se convirtió en un personaje popular en la literatura y el arte de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Era un personaje real que se había inspirado en un hombre que vivía en las cloacas de París. La imagen del Rat Mort se ha utilizado en la publicidad y el marketing para promocionar la ciudad de París y su espíritu bohemio.

RB, hijo de un arrebato de colchón, enigmático, pálido de nacimiento con carita de yo no fuí, cara enjuta sin ángulos, de tono austero, frentialto, rostro insulso, ojos perplejos grises, naríz de punta salida, orejas ¾, boca menuda sin simbolismo alguno para pocas palabras destinado al silencio, rastros de agujero en la barbilla, poco pelo, menudo de 1.42m de altor porque su nana no le dió de mamar como la antes lo anotó El Ciudadano, pero nunca cerró la bolsa. Todo eso aumentando la gravedad de su fisonomía. Era todo un juelgo desde patojo, cuando le fue bajada la membrana prepucial por una de las alcanzacatrices del Rat Mort y se le mojaba la cuenca, pues hijo de pecueca sale enpecuedado, mientras sonaba la Baracunatana del dúo colombiano Aterciopelados.

https://www.youtube.com/watch?v=bttFOOzcIHc

Apresurarse es atormentarse la inmoralidad del alma o algo así con entonación melódica.

Perdición y tinieblas.



"El instinto de libertad es lo único que no pueden quitarte, incluso en la peor de las prisiones"
RB


En un apretado silencio siendo la primer alma del período final, RB no creía en augures y así durante la Primera Guerra Mundial, sirvió en el ejército francés como sargento y mensajero durante un año y, sobrevivió largos 10 meses a la batalla de Verdum en 1916 cuando sólo tenía 17 años. Se presentó como voluntario antes del llamado a filas en 1918 cuando tenía 19 años y, estaba cumpliendo su servicio militar mientras el ejército francés firmaba el armisticio entre Francia y Alemania el 11 de noviembre de 1918, poniendo fin a la Primera Guerra Mundial. Abandonó el ejército en 1920. Entre 1920 y 1921, RB cometió varias actividades extracurriculares en comercios, en Tours, Saint-Nazaire y Chartres, en compañía de amables y honradas personas que había conocido complaciendo a sus ninfas, hechos que se sucedieron durante un período de traslación de la Tierra. No tenía ningún criterio particular para seleccionar. En junio de 1921 comenzó a trabajar en un restaurante de Besançon como lavaplatos por ocho francos al día, además de alojamiento y comida y, después de 11 días, una cartera que contenía 4,000 francos le hizo ojitos para que la hiciera suya y, luego una motocicleta le hizo lo mismo y la tuvo que usar para salir de Besançon y mudarse a Nantes. Empezó a trabajar como ayuda de cámara en el castillo de Ben Ali, propiedad de la condesa de Entretremeuse. A pesar de la benevolencia de su patrona, sólo trabajó un mes en el castillo y, en agosto de 1921 tomó prestadas para siempre las perlas de la condesa de Entretremeuse, así como algo de dinero de su tocador que era para pagar la planilla al día siguiente. Se trasladó con la cara llena de vergüenza y el cuerpo saliéndosele por los poros en un tren hacia París y, finalmente llegó a Dijon, después de sólo dos días en París, como que hubiera ganado un premio de la academia con los pantalones puestos en la dirección correcta.

Único no es igual que valioso y el 18 de agosto de 1921, fue contratado como camarero en un restaurante situado en Dijon. Al día siguiente, entró en la oficina de su jefe e hizo un préstamo perpétuo de 2,800 francos de la caja, luego se trasladó a París en tren. Al llegar como todo ser consciente, educado y amable, le envió una carta a su jefe para agradecerle los 2,800 francos. El jefe -por la Roca de Pedro,- ardido en su orgullo presentó una queja ante el MP y la Semper Fidelis policía logró, utilizando el sello postal, identificar al que publicó esa carta como René Belbenoît, de 22 años, buscado por la policía en Tours, Saint-Nazaire, Chartres, Nantes y Besançon. Fue detenido en París el 21 de agosto de 1921 y puesto en prisión preventiva. Durante su estancia en prisión, tras una primera acusación de la sustracción en el restaurante de Dijon, fue acusado también de las múltiples sustracciones, estafas y fraudes por los que se le buscaba. Aunque los actos cometidos eran delitos menores, fue enviado de nuevo al Tribunal de lo Penal de Dijon, por considerar que se encontraba en situación de reincidencia ocupacional. Compareció el 22 de mayo de 1922 ante el Tribunal de lo Penal de Dijon por los delitos de estafa, sustracción y hurto cometidos en Tours, Saint-Nazaire, Chartres, Besançon, Nantes y Dijon. Ya tenía un pasado pesado a sus espaldas respirándole en la nuca que no le hacía ninguna gracia. Además, durante el proceso, se comportó sin mostrar ningún remordimiento ni arrepentimiento cristiano y con rectitud en la nuca. El Tribunal de lo Penal consideró también que estaba lejos de estar en condiciones de enmendarse debido a su reincidencia, pues no se había confesado desde niño y se había vuelto una verdadera espina en el culo de justicia. Con sortilegios en los ojos garantizando toda clase de actividad ilegal, con sus sedosas pestañas y oscuras cejas guardando su mirada periférica siempre alerta con sonrojo científico.

El trabajo del gobierno era atraparlo, el de él, no dejarse atrapar.

Una Francia violenta es una Francia libre. 

Había agarrado la oreja de la marrana equivocada. 



La sangre en las manos de los políticos nunca se lava


Ratón y queso amigos son.”

Dos hombres habían comparecido ante la misma corte por graves delitos. Galmot, el Comisionado de la Guayana Francesa, acusado de haber planeado el famoso escándalo del ron, negociado que le había hecho ganar cuatro millones de francos y, Vilgrain, a quien se acusaba de haber obtenido seis millones de francos vendiendo al ejército pertrechos en malas condiciones. Ambos fueron absueltos. La justicia sesgada que no envejece. Sirva de comparación entonces, pues RB fue declarado culpable por el jurado con metempsicosis bajo la influencia del anochecer y, condenado a ocho años de trabajos forzados en la colonia penal de la Guayana Francesa una jumenta a la que muchos habían montado ya. Esto cifrado por El Ciudadano, de extremo a extremo. Con la virtud de la duplicación, esta pena implicaba que, tras cumplir la pena de trabajos forzados, el condenado debía permanecer en la Guayana Francesa durante un tiempo igual al de su condena antes de poder regresar a Francia continental, -sólo diezyseis años,- junto con muchos otros vertebrados gaseosos.

La capital de la colonia del pecado

¡Santo Niño de Atocha ruega por nosotros! 

Se les murió la vaca vieja.

Se le quemó la canca.

RB, gimiendo, gruñendo, rechinando los dientes como un gnomo huérfano, se opuso a la condena que le obligó a permanecer en la Guayana Francesa hasta su muerte y resurrección -incluso después de su liberación,- presentó un recurso de casación, pero el Tribunal de Casación desestimó el recurso unos meses más tarde por artículo mortis con patada entusiastas en el culo.

Ya es hora de irme. 



“Un hombre sin miedo, es un hombre sin esperanza”


A punto de romper aguas, fue internado, en enero de 1923, en la prisión de Saint-Martin-de-Ré, a la espera de cumplir su pena en la Guayana Francesa. En la mañana del 7 de junio de 1923, Belbenoît abandonó la prisión de Saint-Martin-de-Ré a bordo del carguero Le Martinière. El viaje duró 14 días durante los cuales fueron transportados todos los presos condenados a la Bagne, asesinos, violadores y ladrones, la cumbre de esa refinada sociedad el top de top y, algunos de ellos -desagradables con caras de gárgola,- mataron a otros presos liberados durante el viaje, -que tan sólo fueron ocho- y, a él por su tamañito ya le habían encontrado aplicación. Desembarcó el 21 de junio de 1923 en la colonia penal de Saint-Laurent-du-Maroni con el estatus de "deportado." Llegó con los pulmones como chimenea sin deshollinar.

Siempre hay un alma confusa en riesgo de la democracia. 

Por tanto optó por el artículo de la Desobediencia Civil en una forma de protesta pacífica. La resistencia que le dicen es más pacífica que el pelotón antimotines.

No se aguantaba un cólico.

Sabiendo que era logarítmicamente loco, con tan solo 24 años, RB propuso un primer plan de fuga a uno de sus compañeros de prisión, Léonce, -quien también estaba impulsado por un fuerte deseo de escapar. Era objeto de incesantes propuestas homosexuales por parte de los presidiarios más antiguos y más viciosos del campamento, porque era buen mozo y tenía menos de veinte años. Por este motivo tenía apuro por salir de ese lugar,” quien aceptó como huérfano de amor y como propuesta de matrimonio. A pesar de las advertencias de prisioneros más experimentados y de El Ciudadano, prepararon provisiones y una maltrecha balsa. El 14 de agosto de 1923, se embarcaron pero la corriente del mar que es más rebelde que la lluvia, los hizo encallar unos kilómetros más abajo de la costa francesa. Pasaron la noche allí en circunstancias dramáticamente dispersas. 

-”¡Mira allí! —susurró—. 

-¡Un tigre! Dos ojos brillantes nos observaban. Eran hipnóticos. La lengua se me pegó al paladar y Leonce se puso a temblar violentamente contra mí. Los ojos parecían estar fijos en nosotros; luego se movieron un poco. Entonces, de repente, los ojos se separaron, ¡uno por un lado, uno por el otro! Dos luciérnagas habían estado cortejándose sobre una hoja, y eso era lo que en medio del silencio y la soledad de la selva desconocida nos había asustado hasta que, alternativamente, nos corrió frío y calor por la columna vertebral.” 

Con olor a drama, la mañana siguiente, René y Léonce volvieron a su balsa y lograron llegar a la costa de la Guayana Holandesa, pero obligados a caminar a través de la jungla, fueron rodeados por una tropa de indios traidores del partido republicano, que los condujo de regreso a la colonia penal de Saint-Laurent-du-Maroni, por treinta monedas. Los dos fueron enviados a la mitarda de Bagne, un lugar para otros prisioneros que habían intentado escapar y, donde era común que un prisionero matara a otro enmierdadamente. Belbenoît escapó de la muerte como macho dedoarriba. Los cuerpos de los forzados eran bolsones de piel que albergaban almas desnutridas. Después de salir de la mitarda, todavía preso en Cayena, se convirtió en enfermero en la prisión y preparó un nuevo plan de fuga.

Ni siquiera William Shatner lo pudo explicar.



"Prefiero morir en el mar intentando ser libre, que pudrirme en una celda como un perro"

Henry Charriere


Voces desde la Bagne, relatos de la mitarda

La mitarda era una celda de castigo extremo, muy pequeña, una celda de aislamiento, sin ventilación ni luz, para encerrar a los prisioneros más indisciplinados, desobedientes o reincidentes. También se conocía como, La cachot, en francés para calabozo. Eran celdas de aislamiento punitivo, con oscuridad total, no tenía ventanas, el prisionero vivía en la oscuridad en un espacio reducido apenas suficiente para acostarse a menudo con piso de tierra. La alimentación era mínima, pan seco mohoso y agua con orina, cada dos o tres días, con duración variable desde unos días hasta meses enteros. Las condiciones eran inhumanas, calor sofocante, humedad, insectos, ratas, y sin acceso a higiene. Aislamiento absoluto, no podían hablar ni ver a otros reclusos. Se les enviaba ahí por intentos de fuga, agresiones a guardias o a otros presos, insubordinación o desacato, ser considerado peligroso o incorregible y, en muchos casos, simplemente por tener actitud rebelde o caerle mal a un funcionario hijueputa.
El castigo de la mitarda era brutal, y muchos prisioneros salían enfermos, locos o morían en el intento embriagados de silencio. Además llenos de colmoyotes. El aislamiento, el hambre, las enfermedades y el deterioro físico y mental eran comunes. Era una forma de tortura "legalizada" en el sistema carcelario francés colonial. Belbenoît menciona varias veces la mitarda en su libro Dry Guillotine. Él mismo fue encerrado varias veces allí, y describió la experiencia como: 

-"El infierno dentro del infierno. Allí se iba a morir, poco a poco, sin que a nadie le importara." También en Papillon, Henri Charrière describe la mitarda como uno de los castigos más temidos, que rompía el espíritu incluso de los más resistentes.

RB: -“La mitarda me recibió con un silencio más aterrador que los gritos. Era como estar enterrado vivo. La humedad caía por las paredes y mi cuerpo temblaba, aunque el aire fuera caliente. No sabía si era de fiebre, miedo o simplemente de locura.” 

Fue encerrado varias veces por intentar escapar. En sus relatos, menciona haber permanecido días enteros sin comida, recibiendo pan mohoso y agua sucia solamente cuando los guardias se acordaban de él.

Testimonio del preso anónimo citado por Albert Londres un periodista francés, que en 1923 visitó la colonia penal y denunció sus horrores en Francia. Él entrevistó a varios reclusos en secreto y documentó el estado de los castigos como la mitarda

-“No ves nada. Sólo escuchas tu respiración. El primer día gritas, el segundo lloras, el tercero no sabes si estás vivo. Al cuarto día te haces amigo de las ratas, porque son lo único que se mueve.”

Henri Charrière, Papillon, dice sobre la celda de aislamiento: 

-“La oscuridad total era peor que los golpes. Las cucarachas me subían por los brazos, y el olor a orina y podredumbre era lo único constante. Contaba los segundos con gotas de agua que caían de las piedras.” Describió su estancia en la mitarda como una prueba de voluntad. Para no enloquecer, se inventaba ejercicios mentales, como imaginar partidas de ajedrez o revivir recuerdos con detalle.

Un Testigo no identificado, recogido en archivos franceses: 

-“La mitarda era el lugar donde enviaban a los que ya no querían ver vivos. Algunos morían allí, y los enterraban sin nombre, como si nunca hubieran existido. A veces, los guardias apostaban cuántos días duraría uno antes de volverse loco.”

Este tipo de brutalidad institucional se mantuvo durante décadas, hasta que los reportes como los de Belbenoît y Londres comenzaron a llegar a la opinión pública, de los presos que intentaban conservar su humanidad en medio del horror.

Guayana Francesa, 1932

-”No sé cuántos días han pasado. Quizás cinco. Quizás quince. Aquí, el tiempo se disuelve como el pan en agua podrida. Estoy en la mitarda. Una caja de piedra del tamaño de un ataúd, con paredes que sudan humedad. No hay luz, salvo cuando abren la trampilla y me lanzan un mendrugo de pan. Lo mastico despacio, no por hambre, sino por miedo a que sea el último. Las ratas vienen de noche. Son más valientes que yo. Algunas me ignoran. Otras me huelen. No sé si ven en mí un igual o un cadáver en construcción. Para no enloquecer, juego con mi memoria. Recorro la calle de mi infancia en Marsella, imagino el olor del pan recién horneado, la risa de mi madre. A veces invento historias como que soy libre, estoy en una playa de arena blanca, el sol me acaricia y nadie me llama por un número. El silencio pesa como una piedra en el pecho. Pero peor es cuando oigo gritar al vecino de celda. No lo conozco, pero sus alaridos me acompañan en la oscuridad. No sé si llora por el dolor, la soledad, o si simplemente se ha roto. Todos nos rompemos aquí. Sólo es cuestión de tiempo. La última vez que vino el guardia, me miró y dijo: -"Si sobrevives una semana más, tal vez te saquemos." No lo dijo con esperanza. Lo dijo como quien contempla a un animal herido y se pregunta si vale la pena rematarlo.

No sé si me sacarán.

Pero si salgo, lo contaré. Aunque sea con la voz quebrada. Aunque nadie escuche. Lo contaré, porque el infierno existe, y tiene nombre: mitarda.”


Guayana Francesa, Isla Royale, 1936

-”Me llamo Louis, tengo 47 años y llevo 19 vigilando almas rotas.

Dicen que la mitarda es para los peores. Los indomables. Los que no entienden que aquí uno ya está muerto, aunque respire. Pero he visto entrar allí hombres con ojos de niño, presos por robar pan, o por no agachar la cabeza a tiempo.

Cada mañana abro la compuerta de hierro y lanzo un trozo de pan duro al suelo. A veces también un poco de agua, si el calor no me ha secado la conciencia.

No los miro a los ojos. No puedo. Porque una vez lo hice. Era un joven, Jean se llamaba. Delgado como un poste, con cicatrices en los brazos y un tatuaje de ancla en el cuello. Le habían atrapado intentando fugarse con una balsa hecha de bidones. No llegó ni al arrecife. Lo metieron en la mitarda por treinta días. Dijo que aguantaría. El primer día me pidió un lápiz. Dijo que quería escribir cartas en su cabeza. Al décimo día dejó de hablar. Al decimoquinto empezó a cantar en voz baja. Era una canción infantil. No sé por qué me estremecí. Al vigésimo lo encontramos arrodillado, con la frente apoyada en la piedra, murmurando palabras que nadie entendía. Tenía los ojos abiertos, pero ya no estaba allí. Al día treinta, abrimos la puerta y no se levantó. Respiraba, pero su alma había salido antes que su cuerpo. Ese día pedí mi traslado a la cocina. Me lo negaron.

Desde entonces sigo aquí, tirando pan a las sombras, vigilando espectros que respiran. A veces, en las noches húmedas, escucho cantos apagados desde las celdas de castigo. Y me pregunto ¿quién está realmente encerrado aquí?

Guayana Francesa, 1937
Desde la voz del fugitivo.

-”Yo era el número 46635. No fui a la mitarda por matar a nadie. Me encerraron por mirar a un guardia a los ojos demasiado tiempo. Aquí eso basta para que decidan que hay que “doblarte el carácter.” Me encerraron un 3 de agosto. El aire era tan denso que se podía beber, pero no servía de nada. Era como respirar barro caliente. La primera noche en la mitarda no dormí. La segunda, soñé que volaba sobre París. La tercera, ya no supe si dormía o si la fiebre me hablaba. Escuchaba voces que no eran mías, aunque usaban mi voz. Sobreviví comiendo pan mohoso, bebiendo agua turbia y usando mis recuerdos como escudo. Mi madre cantándome al oído. El olor a café en Montreuil. El sabor de un beso robado a una muchacha que ya debe haber olvidado mi nombre. El día 27 me sacaron. No sabían que, en silencio, yo ya me había fugado mil veces en mi mente. Un mes después, cuando aún olía a encierro, me escapé de verdad. Me escondí en una barcaza de pescadores que zarpaba al anochecer. Comí raíces, dormí bajo lluvia, me hice pasar por muerto más de una vez. Pero llegué a Brasil. De allí, pasé por Colombia, por Panamá, crucé medio continente como un fantasma que se negaba a desvanecerse. Un año después, puse los pies en suelo norteamericano. Libre. Ahora escribo en una vieja máquina, en una pensión barata de Nueva Orleans. No soy escritor. Pero si no dejo esto escrito, los muertos de la mitarda me lo seguirán susurrando al oído hasta el fin de mis días. Que se sepa: uno puede escapar de la celda. Pero la celda… a veces escapa contigo.



"La prisión no solo destruye tu cuerpo, también intenta quebrar tu alma"

Henry Charriere


Era más salado que el culo de la mujer de Lot.

Abisma y deslumbra.

El Ciudadano vigila y contempla.

Era como la menstruación, salía en el momento menos indicado.

Un 18 de noviembre de 1924, hacia las 21 horas, con el semblante arrugado de jaquecas, se escapó de nuevo, en compañía de una banda de otros siete tipos duros, la troupe, Lulu, un bastardito de traidor, Gipsy adicto a la tafia y amputado de una pierna usaba una pata de palo, Robert, Jojo -que era cantante y tenía una voz maravillosa, el compañero sentimental de Gipsy, -el bruto sexual que lo había convertido en su víctima,- Le Basque, -un bastardo epiléptico, resentido y amoral sin densidad humana,- que se autodenominaba connaisseur, el conocedor, que estaba tuberculoso y con malaria se ofreció como piloto sin serlo, sólo para que lo llevaran con ellos, el Marsellés -con su cara de durazno ruboroso,- El Viejo Poletti que estaba haciendo su noveno intento de fuga, El Gordo Marcell y su hermano Dedé, todos flor de resumidero. A la mañana siguiente, los fugitivos fueron arrastrados por el viento hacia la costa de la puta Guayana holandesa otra vez, con la tormenta se les quebró el mástil, perdieron el timón y la vela. Las tormentas con su humor de mierda de siempre lanzando gruesas carcajadas de truenos en situaciones casi patológicas. Con la rompiente el Gordo Marcell se dislocó la muñeca. Así el Marselles se cobró su primera víctima matando a Le Basque por el engaño que casi les cuesta la vida a todos. Pasaron días lidiando con los apestosos pantanos, los zancudos y los chiques que se les metían en las patas, se les deformó la cara de tanto piquete y andaban llenos de sangre de las heridas de los arbustos. Gypsy con su pata de palo y Robert, Jojo, que era muy pequeño se habían quedado atrás en el sendero. Los seis restantes nos reunimos y procuramos calcular dónde estábamos. Habíamos recorrido sólo la mitad de distancia que nos separaba del Maroni, lo cual resultaba desalentador, debido al estado de cansancio y hambre. Decidimos comenzar a marchar hacia el este no bien saliera el sol. En el Maroni teníamos la posibilidad de hallar una aldea india, donde podríamos abastecernos de comida y canoas, ya que todos teníamos dinero. Pronto Gypsy salió del sendero y se reunió con nosotros. Estaba solo. -¿Dónde está Robert? —le preguntó el Marsellés. Dijo que Robert se había rezagado porque se sentía mal y que enseguida llegaría. Lo llamamos, pero no hubo respuesta. Entonces el Marsellés decidió ir en su busca. Recorrió casi un kilómetro. Ya estaba por volverse cuando le llamó la atención una pila de ramas cortadas al costado del camino. Debajo de las ramas estaba el cuerpo de Robert, ¡todavía caliente! Tenía la cara ensangrentada, y cuando le dio vuelta vio que le habían destrozado el cráneo con un feroz golpe; el Marsellés recordó el grueso palo que Gypsy llevaba siempre consigo para afirmar su pierna de madera. Junto al cadáver vio la bolsa de comida de Robert. Estaba vacía. ¡Gypsy había matado a su pequeño amigo y compañero por unos pocos puñados de tapioca y de leche! Volvió al campamento y nos dijo que no había hallado rastro alguno. Llevó aparte al Gordo Marcel y, le reveló lo que había descubierto. El Marsellés y el Gordo Marcel, Lulú, -que podía mamar una ubre entera,- debido al gran tamaño de éste, eran compañeros íntimos. Observé que miraba constantemente al Marsellés y que cada vez que éste se acercaba, le preguntaba con aire inocente qué podría haberle ocurrido a Robert. -¡Era mi amigo! -decía Gypsy casi gritando-. ¡Era mi buen amigo! El Marsellés se puso a cortar hojas de palmera para protegernos de la lluvia. Iba de un lado al otro abatiendo ramas con el machete y acercándose cada vez más al lugar donde estaba Gypsy. De repente pasó por detrás del árbol donde estaba Gypsy. En este instante el Gordo Marcel saltó sobre él gritando: ¡prepárate para ver a Dios! y saltó sobre él y le clavó un largo cuchillo derechamente en el músculo cardíaco. Gypsy se derrumbó a tierra. -¡Me agarraste, Marcel! -dijo en un último resuello-, quédate con mi comida… Su último pensamiento fue que lo asesinaron por la misma razón por la que él había matado a su mejor amigo: ¡por comida!” Gypsi -que fue doncella, concubina y viuda el mismo día,- y lo destripó, duodeno blanco, colon, intestino ciego y apéndice, así los cinco supervivientes se comieron sus restos con su carne sabor dulzón y muy suave como que fuera filete de pescado marinado con miel y pudieron comprobar que El Calmador no existe. 



“Hombre y dinero no van por el mismo sendero”


“Mis compañeros eran todos fornidos, bestiales, corrompidos por la vida que desde tanto tiempo soportaban en ese infierno y por las primitivas necesidades que los acuciaban en ese momento. Estaban totalmente famélicos. No sabían exactamente dónde se hallaban, ni cuándo podrían comer. Yo era el único que no sufría demasiado por la falta de comida. Fue Dédé, el hermano del Gordo Marcel, quien lo propuso: -Deberíamos asar su pie. El Marsellés estuvo de acuerdo: -¡Era una bestia, y las bestias pueden comerse! Los otros aprobaron. Yo no me uní en la tarea de abrir a Gypsy. No tenía estómago ni corazón para semejante labor. Media hora más tarde, el hígado de Gypsy, atravesado por un palo, se cocinaba sobre el fuego que, irónicamente ardía gracias a su pierna de madera. -Podríamos pensar que era un cerdo salvaje -declaró el Gordo Marcel que fue el primero en probar la carne. Luego todos se pusieron a comer… En una situación como ésa, con hombres de semejante calaña, la propia vida está en peligro si uno rechaza ser como ellos. Aunque no estaba tan atormentado por el hambre, no quería exponerme a su disgusto y su odio. Por lo tanto y hasta con algo de curiosidad, probé un pedazo de carne humana. Ninguno de nosotros sabía lo que le esperaba en el futuro y yo no podía correr el riesgo de convertirme en un marginado del grupo, porque de esa manera, cuando la próxima necesidad se presentara, yo sería el primero en caer. El Marsellés cortó la pierna sana de Gypsy y la puso a asar sobre las brasas. Dédé, que era un tipo ordinario y degenerado, dijo que iba a descuartizarlo. Se agachó junto al borde de brasas y colocó sobre las cenizas calientes dos latas vacías de leche. -¿Qué estás haciendo? -le preguntó el Gordo Marcel. -Es su sangre… Pensé que podríamos beberla para ir tirando. ¡Mañana volveremos a tener hambre! Estábamos cortados, cubiertos de sangre y nuestras heridas comenzaron a infectarse. Habían cortado el tronco de Gypsy y cada uno llevaba en su bolsa un pedazo de carne humana. Se estaba descomponiendo debido a la humedad de la selva, y de tanto en tanto me llegaba un nauseabundo olor proveniente de los que marchaban delante. Pero ninguno se atrevía a sugerir que arrojáramos lo que llevábamos con nosotros, pues nos desesperaba el miedo al hambre,” bajo la mirada de El Ciudadano."

Una dieta cero gravedad.

Fue una gran sarta de horrores.

Todo eso aumentaba la gravedad de su fisonomía.

Papillón cuenta que en las noches siempre alguien gritaba: -lo asaron con su propia pata de palo.

Piedra que rueda no tiene moho


Con la confusión que sufrió la naturaleza, se robaban y mataban para sacarles su recipiente de dinero insertado en el culo, -el cual se conoce como plans en la jerga criminal francesa, es un cilindro hueco de alrededor de ocho centímetros de largo por tres de diámetro, hecho, generalmente, de aluminio, pero a veces, incluso de oro y marfil. Está dividido por la mitad y ambas partes se unen atornillándolas. En este pulido estuche que se oculta metiéndolo en el ano, los presidiarios llevan su dinero y pequeños objetos de gran valor para ellos. Estos plans no pueden hacerse de ningún metal vulnerable a la corrosión, ya que podría dañar físicamente al individuo,- pues eran como mulas transportando coca. Sí, la reliquia sagrada se la guardaban entre el culo. 

De ahí nació la expresión metetelo en el culo.

Los plans eran tesoros escondidos entre el lugar más apropiado pues era un cosmético orgánico con maligno júbilo.

Llegaban hasta el duodeno blanco y eso que no usaban ProstaMax.

Símil de la iconoclastia.

En el universo brutal de la bagne de la Guayana Francesa, donde la vida humana valía menos que una migaja de pan, el dinero significaba supervivencia, poder… o muerte. Pero tener dinero en un entorno donde el robo, la delación y la violencia eran moneda corriente obligaba a los prisioneros a recurrir a métodos extremos para esconderlo. Así nacieron los célebres plans. Los  plans son pequeños contenedores que los convictos usaban para esconder monedas, billetes, piedras preciosas, fragmentos de joyas o mensajes secretos. Se fabricaban de forma artesanal, con gran ingenio, usando madera, hueso, caucho o metal. Los más comunes eran Plans dentales, cápsulas diminutas ocultas en dientes huecos o empastes. Suelen mencionarse como “coronas” improvisadas. Plans anales, pequeñas cápsulas de metal o caucho a menudo hechas a partir de tubos de tinta o municiones vacías, que se insertaban en el recto hasta el duodeno, para que al ensuciar les saliera con facilidad, pues en un estreñimiento era brutal. Era una forma dolorosa y peligrosa de ocultar dinero, pero eficaz.  Plans nasales u orales: escondidos entre la lengua y el paladar o en cavidades nasales, a menudo con piezas redondeadas de oro o piedras pequeñas envueltas en tela encerada. Plans mecánicos, compartimientos secretos en mangos de herramientas, sandalias talladas, bastones huecos o incluso hebillas de cinturón con doble fondo. Estos “bancos personales” eran celosamente guardados y, si eran descubiertos, podían acarrear golpizas, saqueo o semanas en la mitarda. Algunos presos murieron por negarse a revelar la ubicación de sus plans. Otros lograron sobornar, comprar favores o preparar fugas gracias a ellos. A otros les habrían la panza para sacárselos. En las memorias de René Belbenoît, relata cómo escondía monedas de oro en un plan anal sellado con cera y tela, llevándolo consigo durante meses en su camino hacia la libertad. Henri Charrière, en Papillon, también describe esta práctica con detalle, aunque muchos dudan de su autenticidad. Los plans eran más que escondites, eran actos de voluntad, de resistencia. En un mundo donde todo podía ser arrebatado, llevar un plan era una forma de decir "aún conservo algo que es solo mío."

En la artesanía de la supervivencia además de los plans de ocultamiento corporal, existían los plans de viaje o plans de fuga, objetos especialmente diseñados para ayudar a los prisioneros a escapar del bagne o sobrevivir durante su travesía hacia la libertad. En el infierno de la bagne, escapar era casi una fantasía. Pero algunos convictos, movidos por la desesperación o una determinación sobrehumana, preparaban durante meses -incluso años- sus fugas. Y en ese proceso, el plan tomaba otra forma, no solo como escondite, sino como herramienta de supervivencia. Los plans de viaje eran objetos cuidadosamente elaborados o modificados para permitir el escape o la subsistencia fuera del penal, incluían Cinturones-caja, cinturones de cuero grueso con un compartimento interior sellado, donde se guardaban monedas, cuchillas pequeñas, brújulas o mapas dibujados en tela encerada.  Mangos de herramientas huecos, martillos, sierras o gubias cuyos mangos ocultaban objetos esenciales como cerillos, dinero o incluso limas para cortar barrotes.  Zapatos falsos: suelas talladas a mano donde se escondían monedas, semillas comestibles o papel encubierto con información vital. Ropas modificadas, forros con compartimentos secretos, costuras dobles que ocultaban dinero o provisiones secas. Cantimploras de doble fondo que ocultaban alcohol, morfina o incluso pólvora seca. Mapas y rutas tatuadas, algunos reclusos grababan rutas de escape o nombres de contactos en la piel, bajo capas de tinta o cicatrices.

La pura geomancia que le dicen en el axis mundi.
Los fugitivos más preparados solían colaborar con otros prisioneros artesanos o con corruptos miembros del personal que, por un soborno, les ayudaban a fabricar plans más elaborados. RB, en su fuga de 1935, escondía su oro en un plan anal, pero también llevaba una suerte de cinturón camuflado, lo que le permitió sobornar, conseguir transporte y avanzar por Sudamérica. Muchos otros murieron con sus plans aún cosidos en sus camisas, como crueles testimonios de una libertad que nunca alcanzaron.



Cuando la ley es injusta, desobedecerla es un deber ciudadano


Albert Londres había llamado al Campamento Nouveau, La Cour des Miracles, pues “Había allí alrededor de cuatrocientos hombres de los cuales por lo menos cien eran lisiados, les faltaba un brazo, tenían elefantiasis, eran ciegos o jorobados. En una palabra, todas las deformaciones humanas imaginables andaban por allí en harapos y a ninguno se le eximía de trabajar en una u otra tarea.”

La administración era una mezcla de corrupción, ineptitud y desbordante violencia.

La administración era el plans de los presos.


Si no está roto, para qué componerlo


Cargando la sombra del siniestro, las prácticas sexuales eran algo que impregnaba profundamente la vida y los pensamientos de todos los presidiarios llenos de anoxia, que entraron en un tipo de vida donde les sería imposible ver o tener una mujer cuando la necesitaran, aunque el viril les saliera oliendo a shishu. Una existencia antinatural aguijoneando a los hombres por el deseo y no tendrían oportunidad de mitigarlo naturalmente. Siempre buscando la calefacción humana de su môme, que es como denominaban los presidiarios al miembro pasivo de una relación sexual entre dos hombres para la consumación del deseo más antiguo del hombre en la cámara de los horrores, sacudiéndose la mondá. Contínua basura salada.

No se les permitía féminas, ni mujer, ni hembra, ni gallina, ni ganza, ni cabra, pero anhelaban el resultado de todas las maneras posibles.

Les daban en la fiesta al aire libre, o la eliminación manual de la soledad nocturna rememorando a Onán.

Un involucrado enigma multiforme involuntario abusando conyugalmente sin ser un aoristo.

¡Bonne chance!

Había empezado la fiesta brava.

La debilidad ante el placer sensual y los vicios.

¡La cagó el gallo, hizo cuác! 

Se les aceleraba de más el conducto de bottallo.

Al día siguiente, bajo la mirada de El Ciudadano, la tropa reanudó su marcha pero fueron rodeados por los indios más traidores que diputado en campaña, los chasseurs d’hommes, los cazadores de hombres, que recibían una jugosa suma como recompensa por cada capturado, que llevaron a la banda de vuelta a la Bagne de Cayenne con pálido murmullo inclinado al mal que no es un extraño y, ahora por sesenta monedas. Regresaron con andrajosos atavíos. La sentencia de RB que era tan frágil como un himen, fue aumentada en seis meses, mientras que a los otros fugitivos supervivientes se les añadió un año a sus sentencias superando los límites de lo posible. Sabiendo que las reglas son para atravesarlas, Belbenoît admitió más tarde en su libro que ya no era él mismo, después de varios días de escapada con hambre vomitando lo que nunca comió y en el simpático viaje eyaculando frases obscenas.

Aquí los muertos gozan de muy buena salud.

La isla del miedo.


El país que estableció los Derechos Civiles y Humanos 

con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1879, 

libertad -que suena a chiste,- propiedad, seguridad, resistencia a la opresión, 

jugando a ser peores que los malos.

 ¡Alosonfón de la patríe!


Al retornar a la Bagne de Cayenne, la ciudad del delito, -una pústula en el rostro de la humanidad,- sulfuro de celo y estiércol, con su notable fétida atmósfera, RB -que se sentía más relajado que cuando se estaba ahogando,- firmó una petición de protesta contra las condiciones de detención. Sus revueltas le irritaron el calcetín a la administración, lo que le llevó a ser puesto bajo vigilancia de los guardias de la prisión en 1925 y 1926, noticia que suscitó un vivo debate entre los periodistas sobre el tema. 

Se había vuelto una verdadera calía en el culo de la administración. 

En julio y agosto de 1927, un periodista británico, tras haber entrevistado a RB, publicó artículos de prensa sobre la vida cotidiana de los presos de Cayenne. A continuación, Belbenoît, que ya tenía 28 años, intentó dos nuevas evasiones, pero no tuvieron éxito y su pena aumentó 13 meses desde su condena, pasando a ser ahora nueve años y un mes de trabajos forzados en lugar de los 8 años de trabajos forzados a los que había sido condenado originalmente, hecho suscitado por los hijos de Belial, de acuerdo a la ortodoxia samaritana nada bebestible.

Poniéndolo bajo la lámpara del sentido común, era una verdadera cagada.


“Le forçat vit sur sa faim” 

¡El presidiario vive de su hambre!

Albert Londres


¿Será que los juristas nos explican que heredamos del Nuevo Testamento?


En debida consecuencia, René Belbenoît fue liberado de la Bagne de Cayenne el 21 de septiembre de 1930, después de cumplir nueve años de prisión. Había caducado. Antes de que el director Siadous fuera trasladado de nuevo a Francia, le dio un permiso de un año para salir de la colonia penal. RB que siempre fue una protuberancia combativa, pasó la mayor parte de ese año trabajando en la Zona del Canal de Panamá como jardinero. Siempre pintando sobre sus sabores eclécticos y, como el permiso de un año estaba a punto de expirar, decidió volver a Francia para defender su caso. En noviembre de 1931, se embarcó hacia Le Havre, pero fue detenido al nomás llegar a su destino y acusado de violar su libertad condicional y las condiciones de su liberación y volvió a prisión mientras esperaba el juicio. El 14 de octubre de 1933, fue condenado a tres años adicionales de trabajos forzados por su regreso clandestino a Francia. 

La que es vuelve con más ganas con minifalda y diente de oro.

Sabían de qué lado le apretaba el zapato.

Cualquier calificativo queda corto.

Estaba por ser botado a la eternidad.

Viajó de regreso a la Bagne de Cayenne, en la Guayana Francesa, en el mismo carguero en el que viajó Henri Charrière, Papillon

Bienvenido a Hollywood ¿cuál es tu sueño?


"Yo no soy un asesino. Soy un ladrón, y lo seguiré siendo hasta el final. 

Pero no maté a nadie"
Henri Charrière


Con propensión al asado de brujas, con comentarios especialmente desagradables, el 2 de noviembre de 1934, fue liberado oficialmente, pero eso significa que se convirtió en un libéré, un prisionero libre al que todavía no se le permite regresar a Francia hasta que cumpla un período igual al de su condena. 

La verdadera barbaridad sin nombre y afectado de sarcopenia.

Se ganaba la vida capturando y vendiendo mariposas y fabricando artículos de caucho natural. Durante los años de su encarcelamiento había perdido todos sus dientes gracias al escorbuto y, así sholco planeó otra fuga de la Guayana Francesa. 

Según El Ciudadano se unió con otros cinco convictos, sobrenombrados Bébère, Dadar, Cap, Panamá y Chiflot -presidiarios con cara de cerradura,- espectros que respiran, quienes también fueron obligados a permanecer en la Guayana Francesa hasta el final de sus vidas, por la bondadosa mano de la inmejorable justicia francesa. El 2 de mayo de 1935, RB y su pandilla escaparon de la colonia por mar, -siendo su última noche en una botella,- haciendo estornudar a los más devotos. Los seis fugitivos viajaron durante diecisiete días en una endeble balsa de 19 pies o sea 5.971 metros de eslora y luego llegaron a Trinidad. Los fugitivos pudieron permanecer en la isla bajo la protección de los ingleses durante tres semanas y recibieron nuevos suministros, e incluso un nuevo barco. El 10 de junio, continuaron su viaje, bajo lluvias torrenciales que se escapaban de las compuertas de los emputados cielos, con ensordecedores golpes de truenos y deslumbrantes destellos de relámpagos que iluminaban la horrible escena, testimoniando que la artillería del cielo no andaba para juegos de naipes. Dieciséis días después encallaron en una playa de Colombia y los narcos lugareños de Pablo Emilio Escobar Gaviria les hueviaron la ropa, que era lo único que tenían y los dejaron en pelota. Llegaron a Santa Marta, Colombia, donde un general local los alimentó, pero también notificó al cónsul francés y los llevó a la prisión militar local sólo para incordiarlos. Pero demasiado orgullo puede matar. Algunas autoridades locales separaron a Belbenoît de los demás pues habían telegrafiado a la prisión y les dieron detalles de cada uno y, los otros cuatro eran peces gordos, no así RB, que con la cooperación de las autoridades penitenciarias locales, un periodista comprensivo lo ayudó a escapar en abril de 1936 a cambio de escribir sobre las condiciones de la prisión. RB viajó lentamente hacia el norte y robó veinte canoas nativas para continuar su viaje.

“En un ejemplar de La Prensa leí que mis cuatro compañeros habían sido embarcados en el vapor De La Salle rumbo a Martinica y de allí a la Isla del Diablo. ¡El diario decía que uno de los fugitivos había logrado escapar misteriosamente! También leí en un ejemplar del diario francés Excelsior que le enviaron a Gautier desde Francia que mi quinto compañero, Chifflot, que había obtenido dinero con el que compró un pasaporte falso y un pasaje de Trinidad a Europa en un barco alemán, había tratado de entrar nuevamente en Francia y había sido arrestado y enviado a la prisión de tránsito de La Rochelle para esperar el próximo barco-prisión que regresaría a la Guayana Francesa.”

“En la frontera entre Cartagena y Panamá me enteré de que había otro fugitivo de la Guayana Francesa, Charlot Gautier, quien había escapado en un bote junto con nueve compañeros, ocho de los cuales fueron capturados y enviados de vuelta a la colonia penitenciaria. Se trataba de un ex oficial de la marina francesa que había recibido una gran cantidad de dinero de sus parientes y que se había construido un solitario refugio en la selva. Se ocupaba de cazar mariposas.” 

“Gautier se mostró muy sorprendido cuando golpeé a su puerta; lo que menos esperaba era la visita de un francés. «Je viens de lâ-bas! —dije; se trataba de la contraseña y única introducción necesaria entre évadés.— ¡Vengo de allá!». Expliqué mi situación y me invitó a ser su huésped.”

En Panamá pasó siete meses con la tribu Kuna -después de haber robado 20 canoas,- “la existencia, cuando está desprovista de todo lo que no es esencial, se vuelve extraordinariamente serena.” Hasta mujer le dieron, se llamaba Rachi-ti, que en idioma kuna quería decir La-Flor-que-Duerme. “Durante horas me debatí entre quedarme o continuar. ¿Dónde podría hallar mayor paz que en este santuario primitivo? ¿De qué mayor libertad podría gozar que la de vivir sin temor ni preocupaciones día tras día?”  “Pero cuando cumplí treinta y ocho años comprendí que la vida en un paraíso primitivo no era lo que yo quería. Mi vida pasada había sido destruida. De ello no cabía duda. Pero tal vez me quedaran por delante otros treinta y ocho años más. Sentía que si podía llegar a los Estados Unidos estaría a salvo.”

Rachi-ti de buenas carnes, buen derriere, con las repisas golgando y ojos llenos de vida a futuro con calidad aerofónica y cacofonía de colores con energía cinética con la ligereza felina de su cuerpo y pechuga firme de mujer joven. Hermosa, esbelta, con una franja roja desde abajo de los párpados hasta abajo de la naríz, con muchos adornos de oro como todas las mujeres kuna. En la presentación de RB en la tribu, ella le llevó una canasta con alimentos, en señal que estaba dispuesta a ser su mujer y, como era la costumbre no la podía despreciar. ¡Gloria!

“Rachi-ti me dijo que me esperaría doce lunas. Si yo no regresaba, a la decimotercera luna, se convertiría en mujer de otro marido. En varias oportunidades había observado que los sentimientos no eran parte del temperamento kuna y ahora me sentía contento de que no hubiera lágrimas que más tarde pudieran acarrearme oscuras horas de pesar. Toda la aldea se reunió a la orilla del río para verme partir. El agua estaba muy tranquila. Cinco musculosos remeros se sentaron en la estrecha canoa. Ocupé mi sitio en mitad de la embarcación. —¡Ati, Nikat-chipu! —los nativos me saludaron gritando mi nombre y agitando sus manos—. ¡Ati, Nikatchipu…! ¡Adiós, Hombre Blanco!”



Perro viejo ladra sentado


Su nombre era Rachi-ti, la flor silenciosa del Darién. En la lengua de su pueblo -los kuna del Darién panameño- también significa algo parecido a “luz de la orilla.” Cuando RB la conoció, huía a pie, sin zapatos, con la piel quemada por el sol -despellejada como que fuera un palo jiote- de Colombia y la selva panameña. Él era un fugitivo, ella una mujer libre. Había llegado a una aldea kuna tras cruzar ríos infestados de caimanes y montañas cubiertas de niebla. Apenas hablaba unas pocas palabras del dialecto local, pero la comunidad lo acogió, quizá por compasión, quizá porque vieron en sus ojos la mirada de un hombre que había tocado el fondo del sufrimiento.

Fue en ese contexto que conoció a Rachi-ti. Ella lo curó con plantas, le untó ungüentos de resina para las heridas y le enseñó a pescar con arpón de bambú. RB contaría más tarde que “sus ojos eran como agua tranquila” y que su risa era “tan clara como el sonido de las aves en la madrugada.” Vivieron juntos muchas semanas. En la tradición kuna, el matrimonio no necesitaba papeles, sólo consentimiento y respeto mutuo. Rachi-ti compartió con él su choza, su lengua y sus costumbres. Cocinaba pescado con yuca, tejía redes y danzaba durante las lunas llenas. Él, por su parte, la observaba con una mezcla de gratitud, ternura y asombro. Pero su libertad aún era una quimera distante. Su destino no era la selva sino los barcos, los mapas, las ciudades. Un día, con el corazón dividido, se despidió de Rachi-ti. Ella no lloró. Le ofreció un pequeño colgante de hueso tallado y le dijo: -“Vete, hombre del hierro. Pero no olvides el agua dulce.” Nunca volvió a verla. 

Belbenoît menciona brevemente su existencia en su libro Dry Guillotine, pero sin dar demasiados detalles. La vida de Rachi-ti quedó fuera de la historia oficial, como tantas otras mujeres indígenas que amaron, curaron y protegieron a hombres que el mundo llamaba criminales, pero para ellas eran simplemente humanos rotos buscando una nueva oportunidad.

Rachi-ti no aparece en los registros. No se sabe si vivió muchos años más o si su historia se desvaneció en el verdor de la selva. Pero en la memoria de René -y en el silencio de una civilización olvidada- su nombre sigue flotando como un canto leve entre los árboles.

RB vivió aproximadamente entre 1937 y 1938 con la comunidad de los indios kuna o tule, en la región del Archipiélago de San Blas, en la costa atlántica de Panamá. Durante ese tiempo, según su propio relato en el libro Dry Guillotine, fue acogido por la tribu después de una difícil travesía tras su fuga de la bagne. Allí conoció a Rachi-Ti con la que mantuvo una relación sentimental. La duración exacta de su vida con ella no está totalmente clara, pero se estima que vivieron juntos entre ocho meses y un año. RB participó de la vida cotidiana de la tribu, ayudó en la pesca, construyó viviendas, convivió con los ancianos y fue respetado como un visitante persistente, aunque con costumbres extranjeras. La separación fue dolorosa, ya que sentía la necesidad de continuar su fuga hacia la libertad definitiva, lo que implicaba seguir su camino hacia los Estados Unidos. Rachi-Ti, por su parte, no deseaba abandonar su tierra ni su gente.

Esta historia, contada en tono nostálgico y tierno en sus memorias, representa uno de los pocos interludios de paz y humanidad en la odisea del prisionero fugitivo.



Continuamente me aconsejaban que no tratara de cruzar la frontera de Guatemala. El nuevo régimen de ese país, bajo el severo dominio de un dictador, había restringido la entrada y salida de extranjeros.”

No es de extrañar, aquí siempre ha pasado eso y sigue pasando.
Vendió una gran colección de mariposas, -momorros en idioma kuna-, en la ciudad de Panamá donde conoció a Preston Rambo, quien trabajó para traducir su manuscrito al inglés. En el puerto de La Libertad, en El Salvador, se escondió en un barco que lo llevó a Los Ángeles, California, en marzo de 1937. 

A los treinta y ocho años de edad, terriblemente enflaquecido, casi ciego, sin dientes, consumido por el escorbuto y destrozado por la fiebre, es posible que no tenga muchos años más de vida.

“Llegué al puerto de La Libertad el 4 de junio. ¿Cómo podría lograr rodear Guatemala por mar? Si conseguía pasar Guatemala, estaría salvado, pues me habían dicho que las autoridades mexicanas eran indulgentes.”

Su historia senza fine.

En 1938, las memorias de RB sobre su encarcelamiento, Dry Guillotine, se publicaron en Estados Unidos con una introducción del destacado explorador y periodista sudamericano William LaVarre. Las memorias, que fueron un éxito de ventas, tuvieron 14 ediciones en menos de un año.

A los treinta y ocho años de edad, terriblemente enflaquecido, casi ciego, sin dientes, consumido por el escorbuto y destrozado por la fiebre, es posible que no tenga muchos años más de vida.

“El futuro puede afecta el pasado”

Morgan Freeman


Como a los grenchos del norte no se les escapa nada o casi, Dry Guillotine atrajo la atención de las autoridades de inmigración de Estados Unidos -la Migra que hasta el día de hoy sigue haciendo de las suyas y las de los otros,- y Belbenoît fue arrestado por un giboso borracho de bocio brillante y luego recibió una visa de visitante, pero le dijeron con toda la cortesía del caso que abandonara Estados Unidos en 1941 porque ya estaba muy lleno. Viajó a México e intentó volver a Estados Unidos un año después, pero fue arrestado en Brownsville, Texas, por otro hijo de puta de mala ralea y sentenciado a 15 meses de prisión por orden de Elon Musk. La puta migra no perdona. Después de su liberación, adquirió un pasaporte válido y se fue a Los Ángeles para trabajar para Warner Bros. como asesor técnico de la película Pasaje a Marsella de 1944 -que cuenta que cinco fugitivos de la Isla del Diablo, huyen en un barco hacia Francia para luchar contra los nazis.- En 1951 se mudó a Lucerne Valley, California, y fundó René's Ranch Store, donde también vivía. Los vecinos sabían quién era. Su nuevo libro, Hell on Trial de 1940, volvió a atraer la atención de las autoridades de inmigración y en mayo de 1951 fue convocado a Los Ángeles por un mierda de carapicuda llena de barros. 

No hay peor sordo que al que se le reventaron los tímpanos.

Sus antiguos compañeros de trabajo en el cine de Passage to Marseille hablaron en su nombre y por fin recibió la ciudadanía americana en 1956. Se casó con Lee Gumpert, una viuda que tenía un hijo, William Gumpert. Belbenoît -tan grande como la vida,- murió de un paro cardíaco sentado en su mecedora -por una pinche carótida que se cerró y no dejó pasar oxígeno al trabajoso músculo,- con la presión arterial hasta la mierda, en su tienda de Lucerne Valley el 26 de febrero de 1959, a los 59 años echando un penacho de humo. Así es la vida a la intemperie.

El goce de la creación. 

Tenía chifladuras en las venas.

No hay luz al final del túnel porque tiene tope.

Más pus que paz. 

A lo largo de su vida, fue un hombre que experimentó la criminalidad, la rebelión y la lucha por la libertad. Esto lo marcó profundamente y fue un factor clave para lo que le sucedería más tarde.

Así dice el Señor.


"No se trata de tener suerte, sino de hacer que la suerte funcione a tu favor"


Tu seguro servidor y, si la memoria no me es infiel, ¡turulú! un pasaje que nunca se me olvidará es que los presidiarios dormían atados con cadenas y eran picados por los murciélagos, contrayendo anemia, rabia y difteria, al día siguiente las hinchazones les impedían levantarse para realizar trabajos forzados a latigazos. RB logró sobrevivir a la antropofagia, la homosexualidad y a la celda oscura llamada Guillotina Seca porque mata sin hacer brotar sangre. Ahora que se habla de Guantánamo, eso es un jardín infantil comparado con lo que se revela en este libro que lleva la atrocidad en sus letras. El libro era inconseguible pues fue prohibido por mucho tiempo en Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Palabra de El Ciudadano.


“Sólo el que no intenta, no fracasa” 


Entre 1852 y 1953, Francia mantuvo una vasta red de colonias penales en la Guayana Francesa, destinadas a deportar a criminales comunes, reincidentes y opositores políticos. Este sistema, conocido como la Bagne, representó uno de los episodios más oscuros de la historia carcelaria moderna. Las condiciones eran inhumanas, calor sofocante, enfermedades tropicales, trabajo forzado y violencia sistemática, además de la aplicación de la guillotina. La tasa de mortalidad superaba el 75% en algunos periodos, de cada 600 que llegaban en un embarque, 400 morían antes de un año. De entre todas las instalaciones, las más temidas eran las celdas de castigo, conocidas como mitardas, espacios minúsculos, sin ventilación ni luz natural, donde los prisioneros eran aislados por semanas o meses, a menudo como castigo por simples faltas disciplinarias como sostenerle la mirada a un carcelero o intentos de fuga. El complejo penal de las Islas de la Salvación, Îles du Salut, compuesto por las islas Royale, Saint-Joseph y la temida Isla del Diablo, fue uno de los enclaves más infames. Allí estuvieron recluidos personajes célebres como el judío Alfred Dreyfus, René Belbenoît y, según su propia versión, Henri Charrière, Papillon.


“El maldito Comandante, M. Toutblanc a pesar de su nombre, era negro”

RB


“Toutblank que era más negro que el carbón, -con toda su experiencia visceral,-  juntó unas hojas de papel de mis informes, y leyó el primero: -Belbenoit, 46635: fue insolente con un guardia. Contestó a las palabras del guardia diciendo: -”¡Oh, deja de molestarme con tus malditas opiniones!” ¿Qué tiene que decir a esto? -preguntó el Comandante. -Nada, señor -contesté. El Comandante tomó otro informe: “Hizo que su ración de pan fuera pesada, afirmando que no tenía el peso estipulado por los reglamentos. Pesaba setecientos gramos. Queja infundada.” -¡Pero yo tengo derecho a setecientos cincuenta gramos, señor! - insistí. La injusticia de las cosas a las que me había visto sometido en San José me hizo perder la paciencia tontamente ante el juez negro. A los pocos instantes el Comandante me anunció: -”Treinta días en la celda por el primer informe y treinta por el segundo. -Después de una pausa añadió: -Presentaré yo mismo un informe contra usted por hablarme insolentemente y por dar sus opiniones fuera de lugar: -¡otros treinta días más en la celda por esto también!.” Tendría que pasar noventa días solo… por nada; noventa días alejado del sol y de la luz, ¡de la vida de los vivos! Sin nada que mirar excepto un trozo de tabla y un inmundo balde… y cuatro paredes. Puse la tabla parada y trepé por la pared hasta que pude agarrarme al enrejado sobre mi cabeza. Permanecí colgado todo el tiempo que pude resistir, para ejercitar mis brazos. Para mayor inri, -¡Belbenoit! -gritó un guardia del otro lado de la puerta de mi celda. -¡Si! -grité a través de la puerta de hierro.- ¿Qué ocurre ahora? La Comisión Disciplinaria había vuelto a castigarme. Habían presentado otro informe en mi contra. Quince días más por colgarme de los barrotes de mi enrejado para hacer ejercicios.” 

Una raya más al tigre.

Le habían puesto el cascabel al gato.

Y eso cambió la decoración del asunto.

Habló por los que no tenían voz.


Equivaldría a arrojar una rosa a un tacho de basura maloliente, 

y esperar que se mantenga fresca”

CONTINÚA
sergiodeleonlopez