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Sitio de historias verdaderas contadas de otra forma
sergiodeleonlopez
CAPÍTULO 1 DE 2
MARY CELESTE
Lleguéle, vila y vencila
Cementerio de ilusiones, entierro de esperanzas
En horamala in primo castello y en perjuicio y descrédito de esta historia y sin ser jurisperito ni ponerle hipérboles de más, cuando no hay madre a la que su hijo le parezca feo, pues hablar del mar y de los vehículos que los recorren en todas direcciones con displicente humor, es un ejercicio que no se acaba en esa inmensidad de agua salada y ahora shuca y contaminada con basura y otras cochinadas que tanto daño le hacen sin que el cielo le ponga remedio y, con corrientes que van y vienen sin tener fin. Como todo basculeante eso lo hace interesante, porque asigún Tessa Young “la ficción es un escape de la realidad,” aunque aquí no estoy refiriendo ficciones sino verdades desnudas, así a lo puro Rambo, sin ropa. Enantes los sitios verdaderos no aparecían dibujados en los mapas, lo cual corrobora Ismael sobre la lejana isla de Rokovoko, ya que los sitios de verdad no lo están nunca, pero está situada entre el oeste y el sur, en las coordenadas de las páginas de Moby Dick y marcadas en la bitácora por la pluma de Herman Melville y que viva mil años y si se puede dos si fuere necesidad. Y para los preguntantes, los marinos saben mucho de esas cosas extrañas y raras que ocurren en la niebla que nubla los sentidos, que puede hacer que un continente se esfume o que una isla surja para volver a la nada cuando el vaho desaparece. La verdad no está en los mapas, es cierto, como pueda pervivir durante muchos años en los dibujos de la mente. En la Antigüedad era plausible la creencia de pensar que el Atlántico -de ahí que los marineros del siglo XVI le nombraran como el Mar Tenebroso,- estaba lleno de muchos monstruos que destruían los navíos y devoraban a los tripulantes que se atrevían a aventurarse mar adentro y en este caso algo parecido ocurrió sin que desapareciera el barco. La pura magia sin arreboles circunstanciales. En cualquier momento podían establecerse tempestades y tormentas o ser engullidos por un remolino, así que con paciencia y a barajar sin echar endechas.
“A la mujer y al viento,
con mucho tiento”
Ladrar no te convierte en perro en el intersticio pues del dicho al hecho hay un gueguecho, pues estudiando las sombras sé que lectores ustedes le darán su sabor individual con atrevidos deseos a esta materia oscura y terminarán de escribirla en su mente hasta darle fin concluyente, si es posible a su propio aire y antojo, sabiendo que mayas, aztecas e incas costeaban con olor a sal y algas en barcas escasamente marineras o se trasladaban en canoas monóxilas por ríos y lagos en rutas marítimas e intrincados laberintos, como la de Veracruz a Honduras para llevar miel, copal, cera, esclavos, plumas vistosas o mantas de algodón y conseguir a cambio alabastro, cristal de roca, cobre, oro, turquesas, obsidiana y cacao, aunque todos sabían que el mal llegaba casi siempre por mar y con nombre y apellido, señalados por las profecías como gente barbada y de piel blanca que llegarían para comenzar un período torcido. Los caribes hacían incursiones en canoas y barcazas rápidas con el fin de robar lo que encontraran a su paso, matar y llevarse a las mujeres para uso individual o colectivo y niños para adoctrinarlos como ilotas, pero si con prosa funcional los comparamos con los vikingos del siglo X, éstos fieros guerreros que poblaron el norte europeo y asolaron las costas europeas eran un encanto, todos unos querubines y con un corazón como el de la madre Teresa de Calcuta sin alabanzas ni coritos. Figúrese.
“La principal virtud de marino es una saludable incertidumbre”
Joseph Conrad
Como macho viejo no agarra maña nueva, no he encontrado una forma decente de que la esfera terrestre se mantenga en posición estable, o sea que el huevo no se dé vuelta, mientras me acostumbro al bamboleo y al pérdida de equilibrio y a los mareos. Náuseas, sí y lo que sigue, todavía no. Una paloma grisblanca con elegancia rústica acompañaba al barco como creyéndose rosa de los vientos, mientras que de vez en vez veía en la mar la silueta de una sirena, de esas que con cantos sicaliptosensuales enamoran para luego fliletear al que se atreva a seguir su melodía sinuosa en el área estival.
-“Tierra a estribor isla de Cabo Bretón,”
gritó el vigía Brigid Sánset, el sacabuches, desde la cofa del trinquete. No sabía que aquello era una extensión grande de Nueva Escocia, que lo que en ese momento se ocultaba era una península, ni que la tierra firme continuaba hacia el sur formando un continente mayor, sin cosa digna de contarse en el formato de esta escritura y eso que aún está pálida la narraciòn.
“El agua en el barco es la ruina del barco,
pero el agua bajo el barco es su soporte”
Rumi
Como el estado de derecho anhela que lo violen en este país despotizado que resultará ostentando los atributos de un Adán desterrado del Paraíso, “no crean que a todos les gusta el mar, muchos que le tienen miedo. Al océano Atlántico lo llamaban el Mar Tenebroso, porque si navegaban hacia el oeste, en un momento determinado ese mar que era tan plano como la tierra se acababa y los navegantes se precipitaban hacia un vacío que nadie sabía qué era. Si navegaban hacia el sur, las aguas se tornaban tan calientes que bullían a temperaturas extremas, cociendo en ese horno a todo aquel que traspasara el límite de lo prudente, es decir, de lo conocido. Nadie quería probar la sopa de marino valiente hasta que los portugueses del cuatrocientos se atrevieron a visitar las aguas caldas.”
“La represión de los gobernantes,
la intransigencia fanática de los vencedores,
la humillación de los vencidos,
la pobreza con detalles de la situación económica,
del hambre y del estraperlo”
AP-R
Hoy me ocupare entre el mito y la historia, -aunque dice mi buen amigo Koki que sólo las putas se ocupan, pero bueno entonces diré que lo pondré por oficio en las siguientes horas,- amable lector, esta no la dejes ir, tomando la historia como escenario sin telón que nos cambie la escena y de mi propia acutalidad, del ziguángango Mary Celeste un bergantín comercial americano que fué encontrado desierto y vagando como sonámbulo a la deriva en el Atlántico, entre las Azores y Portugal, un 5 de diciembre de 1872, hace cintocincuenta años, como que se hubiera capiado de la escuela porque no había hecho las tareas. Otro bergantín de Canadá el Dei Gratia lo encontró de malas pulgas, porque la mosca siempre busca carroña, pero en buen estado navegacional, las velas estaban medio desplegadas y uno de los botes salvavidas se había esfumado por encanto ziguamónticamente. La última entrada en el cuaderno de bitácora había sido fechada diez días antes del encuentro bergantilista. Había zarpado de New York rumbo a Génova -Costa Cuca, creo,- el 7 de noviembre y al momento del hallazgo tenía bastantes provisiones. Su carga de alcohol desnaturalizado*, -ese alcohol es desnaturalizado como muchos gobiernos que han pasado por aquí,- estaba casi intacta y los objetos personales del capitán y de la tripulación dormían en sus lockers. Nunca más volvió a saberse nada de alguno de los tripulantes, aunque se siguen rastreando sus huellas sobre las olas con los sabuesos del MP.
*También se llama alcohol metilado, es producto de etanol que tiene aditivos para convertirlo en venenoso, con mal gusto, con un olor repugnante que causa náuseas para desalentar el consumo recreativo y, a veces se tiñe de manera que se pueda identificar visualmente.
Este caso virtual contradice lo que asigún Mehmet Murat Ildan afirma que “un barco sin capitán no puede permanecer mucho tiempo en la superficie.”
“Había una gran diferencia de barcos, por supuesto. Durante mucho tiempo estuve en un barco tan lento que solíamos olvidar en qué año salíamos del puerto”
Mark Twain
Para hacer más comprensible el asunto, diré que un bergantín es una embarcación de dos palos, el mayor y el trinquete, con bauprés y velas cuadras, que por vela mayor tiene una gran cangreja y, a veces otra mayor redonda y, así se llama bergantín redondo.El Mary Celeste fue construido en el astillero de Joshua Dewis de Spencer Island, Nueva Escocia, con madera talada en la localidad y la saqueada del Petén por los kaibiles, con dos mástiles y aparejado como bergantín, con el casco estilo carabela -en el que los tablones del entarimado se colocan borde con borde en lugar de superpuestos.- Sus documentos de registro lo tildaban como un barco de 30.3 mt de eslora; 7.8 mt de manga; 3.6 mt de calado y 198.42 toneladas de registro bruto, botado con registro británico en 1861 y nombrado Amazon, de donde Jeff Bezos se fusiló el nombre. Era propiedad de un consorcio local formado por nueve personas y encabezado por Dewis y entre los copropietarios estaba Robert McLellan, el primer capitán del mismo y viva la gallina que le hace huevos.
Se aprende demasiado tarde y se muere demasiado pronto
¿A qué huele el horror? me pregunto, aunque siempre hubo justos en Sodoma, pues siempre hay excepciones hechas reglas, como que en los cercanos tiempos las costumbres del puerto de New York eran como las de un mercado de esclavos, una casa de putas o de un penal pues eran todas unas bestias asnales, ya que de acuerdo a la oficialidad el conchabo de marineros para buques mercantes se tramitaba por medio de un comisariato especial de Codisra, pero el meollo de la cosa de eso es que agentes particulares lo hacían -y coimiaban con el estado sangrando dinero,- como los propietarios de fondas e impuros tugurios frecuentados por marineros enviados por el encajador. Pues sí, al buen pagador no se le endurece la bolsa. De común práctica remitían a los barcos gente que jamás habían sido marineros, chusma peligrosa y criminal, que también les dejaban su diezmo, lo cual le convenía mucho a la policía de New York, a la que le habían cortado su hombría, que se libraba de ellos y mejor si se quedaban atrapados entre las olas. Esa gentuza era la causa y razón de ser del naufragio de numerosos barcos. Aún así es humano, si lo cortan, sangrara. En un solo mes, el de Noviembre de a 1872 se fueran a pique nada menos que 180 veleros que habían dejado el puerto de New England. Es como tener una fortuna en el banco. ¿Cómo la ves? Muchos dramas causados por esos elementos raleosos se ubicaron en alta mar, originando la destrucción de esas siluetas siniestras. Hubo tiempos en que también en puertos ingleses existían esas prácticas consuetudinarias y, en la joven América esas tierras que carecen de entrañas, se mantuvieron hasta durante la segunda mitad del siglo pasado. Los capitanes y propietarios de barcos se hallaban a merced de los agentes -del Fbi- y temían su venganza si se dirigían al comisario oficial. El capitán del Mary Celeste cometió esta temerosa insensatez. No contrató los marineros remitidos pero no aminoró el rencor de Duncan Finley, el suficientista con leucismo, el más peligroso y temido de los agentes y qué con anterioridad había ofrecido sus servicios al bergantín. Cerca del Mary Celeste se hallaba fondeado el bergantín inglés Dei Gratia, que merecía su nombre tan poco como el Mary Celeste, que obedecía a que la Mary fué una de las queridas nocturnas del capitán y que usaba ropa celeste como señuelo para informarle que estaba desocupada, antes de quitársela al anochecer. Ese otro bergantín pertenecía al poco estimado tipo de los barcos mendigos, que se hacían a la mar con provisiones insuficientes y con tripulación reducida, se fingían víctimas de una catástrofe y mendigaban a los barcos que cruzaban su ruta, como mendingante de atrio de iglesia y, tenía un capitán digno de su aspecto y de sus métodos, Moorhaus con el ojo izquierdo medio apagado y con barba puliquera y de carácter hosco. Per dejémoslo pasar así como dejamos pasar tantas otras cosas. Durante la larga estadía en puerto se hizo cuaz del capitán Briggs, y al notar las dificultades que éste tenía para conseguir tripulación con estugo, le ofreció tres de sus marineros y este como galgo aceptó la oferta de al 3 x 1, sin saber que había un arreglo de botella entre Moorhaus y sus tripulantes, de acuerdo al cual éstos debían volver al Dei Gratia en el puerto de San Miguel de las Azores, donde ambos buques recalarían más o menos al mismo tiempo. Estos tres siervos -por los cuernos,- sirvieron de base a la tripulación. Otros dos más le consiguió Finley y uno de éstos, Karl Wellholdt, tuvo una actuación crepuscular importante en la tragedia que se desarrollaría a bordo. Este Wellholdt, típico representante del hampa del puerto, borracho y pendenciero, fué realmente robado por los agentes de Finley, lo que no era ninguna excepción y quedó la soga en la casa del ahorcado. Durante una refriega armada en la fonda marinera Cheshire Cat fué arrestado y arrastrado al Mary Celeste, consumido por los humos del alcohol hasta los toles. Finley pensaba que la presencia de este individuo a bordo era la mejor venganza por el desaire sufrido por Briggs. Esa semejante chusma no era nada nuevo para los capitanes y luego que los agentes de Finley habían tirado al chancho mal capado sobre cubierta y le hubieran cortado la parte baja de los pantalones a modo de recibo, así el ayudante del capitán pagó el precio convenido. Calculaba que este montón de vigorosos músculos tomarían forma humana utilizable si el cerebro se lo permitía una vez despierto de su borrachera, aunque no hubiera trasegado el bolo alimenticio al exterior. El ayudante, Hellock, tenía un apodo apropiado, el Back of Baltimore y, no era flecha de aljaba. Era hábil marino y orgulloso consumidor final de su extraordinaria fuerza física por lo cual llevaba chaquetas tan apretadas que se podía soplar el juego de sus poderosos músculos. En la tragedia del bergantín tuvo una sonora actuación escénica preponderante, mientras que los demás tripulantes eran sencillamente comparsas de la estación montados en las no prístinas aguas. Per signum crucis.
“No huye el que se retira”
Don Quijote de la Mancha
Viendo en claroscuro y bajorelieve en el antecedente capítulo dije, no dije, no es cierto, escribí porque es contigible, que el modelo de salud autonómica debía ser a prueba de bala pero el capitán Briggs era un hombre enteco, enclencle, neurasténico de culo, de divertidos pensamientos, una gran máquina de disparates al que no se lo cocía el pan, porque no se puede oler el aliento de un pez. Aún sabiendo que la supersiticón de llevar de cola a su mujer en el viaje y que era la quinta puerta para la desgracia, se la llevo y era fea, con el centro de gravedad cerca del suelo, cejijunta y chata con su risa de jumio, que ya antes le había entregado las llaves de la fortaleza que guardaba pues se habían aprovechado de su cuerpo como si fuera trapo mal lavado, además acarreó a su niña de dos añitos y, para su entretenimiento un piano porque la doña andaba aprendiendo la tocada. Mrs. Briggs, una pobre ración de carne que era una prosopopeya con su mente de colmena, mal aficionada a la música con voz gangosa y discordante. Su actitud había hablado. Ella y su piano, fueron factores insignes del drama a desarrollarse en el foro del escenario, aún a sabiendas que el mar es una ruta. La fresca brisa tuvo la virtud de despertar al salvaje Well-holdt, de mala catadura, porque a veces no sale el ahorcado que se espera, -y si no, pregñuntenle a Barrabas,- el cual comenzó inmediatamente a debatirse como un loco, exigiendo imperiosamente que se le volviera a tierra y, es de imaginarse la contestación que tuvo esta pretensión, la cual no se puede publicar aquí. Pélidas y troyanos conjugándose. Y mientras se hizo entrar en razón al marinero semidesnudo, lo molieron a golpe seco encadenándolo, pero como marco de referencia se oyó desde camarote la voz chillona y cencerril de Mrs. Briggs -una platónica incontinenete, a la que no le faltaba yogar, con pasos quedos y el cuerpo agradecido, porque no hay dueña de tierra que tenga buenas carnes,- que comenzaba a dar salida a sus sentimientos musicales con algunos gallos incluídos y más destemplada que una muela cariada saboreando helado. Toda una mentira autorizada que iba en curso con el muchacho de buenos pañales abrumando el circunloquio. Sainte nitouche. Los marineros veían con malos sentimientos la presencia de una mujer a bordo por vista de ojo y estaban de acuerdo en que ella acarrearía la desgracia sobre el barco, sin faltarles razón disformal, pues la ropa sucia se lava en la vecindad para resaltar la honestidad. El teniente Hellock, interpósita persona con incitativos melindres, un bestión indómito con pedigree criminal y que el diablo lo sufra, la detestaba por su figura fantasmagórica de cebolluda labradora desde el primer momento, además el puto piano que achicaba el salón estrecho tapando el armario que contenía las bebidas espirituosas para santificar el cuerpo y endulzar el alma, el puro huesario que le dicen. Hellock, que quería salir de la sombra pero no había sol con ganas de darle un vápulo, como verdadero lobo de mar porque se mantenía aullando por todo, no podía vivir sin su whisky artesanal por ser un hiperestesiado, el cual formaba la principal parte de su alimentación. Cuando el primer día tormentoso el cabeceo del barco arrastraba al piano a través del salón, Hellock el masecoral desuellacaras lo clavó al piso, pero al revés con el teclado hacia la pared y dieron el hecho por concluido por lejos, sin imaginar las consecuencias de esa jugada maestra y que no se haga bruto el puto, pues el cuello de botella siempre está en la punta de la misma. Mejor es no menear el arroz aunque se pegue, así que desembaúle.
“La valentía que no se funda sobre la basa de la prudencia se llama temeridad”
El hidalgo ingenioso don Quijote
Como no es lo mismo de tripas corazón que corazón de tripas, buena noche se les aparejaba en los primeros días de la travesía que hizo tiempo calmo y si el descontento había hecho presa de la tripulación se debía más bien porque se le alimentaba con provisiones podridas, más negras que el alma de Hellock el vagamundos con soplos de perversión, comiendo mal y bebiendo peor y, porque el capitán quería subyugarlos con curros necesarios e innecesarios, pues se creía que este modo de chicanear era el mejor remedio contra el espíritu de rebeldía críptico, “desde la punta del espinzo hasta la nuca del celebro.” El 21 de Noviembre un marinero hurtó sin freno que lo corrija parte de las provisiones del capitán y Briggs, como un mirlo blanco entre cuervos, lo amenazó con hacerlo desembarcar en el próximo puerto y hasta con enviarla a hacerle reverencias a San Pedro. Pero el buen tiempo como lo dicen las inclemencias del cielo y, la proximidad del puerto le bajaron los humos del hígado al capitán y los próximos tres días transcurrieron sin trastorno oculto. Briggs anotó el punto en el diario:
-“Proximadamente 100 millas al noroeste de San Miguel.”
Como blind date yendo pues desta manera pero por el espacio de un rosario, en ese oscurecer se les vino una tormentona arrastrando el viento en popa y sólo la sangre fresca y la práctica del teniente Hellock, que era el único comandante del bergantín, aunque anduviera prevaricando, salvaron a éste de ir a visitar el fondo del océano. Válganme mil satanases. El pequeño velero apenas se mantenía sobre los picos enormes de las olas, que en realidad eran olas monstruo y, que a su pesar invadían la cubierta y el camarote sin que nadie las pudiera detener y, en la estiba rolaban los tambores y, en el salón se habían extinguido los sonidos musicales apagados con extinguidor oleácico, pues se le había acabado la virtud. De la nada, sin qué ni para qué retumbó en los tímpanos un aullido severo, sin poder precisar de donde, un espantoso grito fémino y, al precipitarse el cocinero Pemberton dentro del salón se presentó a sus ojos un escandaloso desorden, el piso estaba inundado, todos los chunches estaban regados bondadosamente por los suelos y el piano con contrapunto volcado que como enemigo instintivo cubría el cuerpo inanimado de la chiquitilla con mal aliento de Mrs. Briggs que no era tan tierna de carnes. El instrumento había apachurrado a la pequeña mujercita como rata caída en trampa. Se quedaron con su gusto, la habían borrado del mapa. Esto bastó para que el capitán Briggs, con voz doliente y gemebunda aullara como coyote viendo la luna y ya de por sí fuera de sus madrugadas más que el sol, perdiese el sentido de la irrealidad frontispicia. Sabía bien que Hellock no quería a su consorte, la cual, por otra parte, le había devuelto el mismo desprecio secular y, acusó a Hellock de haber causado la muerte de la mujercita, pues habría puesto intencionalmente al instrumento en tal posición peligrosa que debía dar vueltegato y catapultear a la mechuda occisa. Hellock aprovechó el estado del capitán, que había abandonado por completo el comando, para congraciarse con la tripulación. Toda la noche la pasaron ingiriendo los severos humos del alcohol. Eran todos unas cobardes criaturas de corazón de mantequilla. A la mañana estaban de acuerdo de que el cadáver no podía quedar a bordo, porque esto traería aún más desgracia porque ya empezaba a soltar el olorcito de licuadora. Briggs con su ánimo de ratón de cocina y atrevidos murmullos, se opuso al funeral en alta mar, pero la tripulación subió el cadáver a la fuerza sobre cubierta, y a la noche, después de envolverlo con una lona, lo lanzaron al mar y ya descansa en pez y el mar no devolverá a sus muertos. Lo que sigue sin aclararse es qué hicieron a la pequeña niña. Hellock repuesto de los vestigios del alcohol en el hígado, murmuró algo sin conexión en vez de decir las oraciones al viento y, los marineros borrachos que lo rodeaban entendieron sólo algo de que él era inocente de la desgracia y ella la culpable y algo respecto a su mamá, lo cual no fué audible, como el asesino y la prostituta que encienden más candelas a la virgen cuanto más han ejercido sus artes oscuras, con el conocimiento de las causas primeras y los fines últimos. La batahola a bordo duró también los días siguientes como que aquel se las estaba cobrando a dos menos cuartillo. En el Mary Celeste mandaba una horda zumbándoles los alcoholes hasta las cejas, ávida de devorar toda la galana provisión de agua atarantosa enloquecedora, pues el macho de bolas defiende con más ardor la bolsa que la vida por la moral sublime del dolor. En su enjuague eleccionario en el proceso de sedición ficticia en el libro de los destinos, Hellock bañado de brumas alcohólicas con la ficción de los sentidos y los fantasmas de la imaginación, tuvo la brillante e inigualable idea de hacerle el proceso judicial al piano por asesinato en primer grado con pretensión, alevosía y ventaja como causante de la desgracia, enviando un e-mail de denuncia ante la Fiscalía Contra los Delitos Conexos del MP, que en su encabezado rezaba:
-“Debo declarar con la franqueza que acostumbro.”
Y que bien está San Pedro en Roma pues en la época historiada, el instrumento con todo y teclado fué encontrado culpable por los remiendos a la ley y condenado a muerte por inmersión por los efectos de la racha pestilente, sentencia que debía cumplirse de inmediato para evitar que siguiera cometiendo fechorías, porque el apotegma es dirigir y gobernar tener mando con calofríos en la médula. Bajo el griterío de los marineros fué ayudado sin compasión a bajar a las olas y, no sin un esfuerzo fué tirado al mar para seguirlo ensuciando. Las raspaduras y astillamientos a proa en la reeling de madera de babor encontrados en la auditoria de la CGC del juicio, fueron causados por esta ejecución, además que tuvieron fantásticas interpretaciones de culo por la prensa mediática del mediodía. A la vuelta de la cantina de a bordó estalló una pelea entre Hellock y Wellholdt el que se las tenía tiesas a todos, porque el primero quería quedarse con el marfil del piano y este último se cayó al mar sin saberse cómo, quizá la fuerza de la gravedad que era muy fuerte en la novena ola. Luego hubo una disputa tormentosa entre el capitán y el teniente, el primero recriminó al segundo por el accidente ocurrido a Wellholdt y en la noche del 26 de noviembre el capitán Briggs fué elevado a la desaparición misteriosa de a bordo de su velero, sin que las nubes pudieran dar razón del hecho como testigas adhesivas solapadas. Nunca se supo, nunca se sabe, ni se sabrá, si el capitán resbaló o si, su ayudante, perdido por completo el control sobre sí mismo, lo ayudó amablemente a bajar al mar para que aprendiera a nadar en medio de la bruma de media noche, avalado por los demonios del medio día. “A quien cuece y amasa no le hurtes la hogaza.” Y como nadie nace enseñado, a pesar de la borrachera reinante a bordo que sobrepasaba el nivel del plimpsol por dos palmos, el Mary Celeste avanzaba en su rumbo y cuando aparecieron las islas Azores se presentó a los siete tripulantes restantes el intringulis de cómo explicar a las autoridades la desaparición de los otros tres, especialmente la del capitán, su mujer y su hija, “ya que por su mal le nacieron alas a la hormiga.” Llellock y dos de sus marineros resolvieron el asunto muy sencillamente desembarcando en el próximo puerto, que no era San Miguel como ellos suponían, sino Santa Alaría. A los tres marineros del Dei Gratia que se quedaron a bordo, como también al cocinero Pemberton, no les pareció buena la solución por su elegancia rústica y atrevidos deseos. Prefirieron seguir en alta mar, esperanzados de encontrar a su barco nodriza cuyo capitán los podría sacar del abismo. Se hicieron a la mar y tuvieron la suerte de avistar el 4 de diciembre al barco ansiado. Cuando refirieron al capitán Moorhauslos sucesos que habían tenido lugar a bordo, éste se dió cuenta de que podía echarse a la bolsa un buen negocio. Para llevarlo a cabo volvió a su barco a los supervivientes e inventó la historia del barco sin tripulación, que ocupó por medio siglo la mente de los aficionados a los casos misteriosos. Bueno, todo esto es lo que supone la invención de la prensa dependiente patrocinada por la ONU. El capitán Morehouse decidió tomar el Mary Celeste y arriarlo a Gibraltar. Dividió su tripulación en dos y envió a algunos de sus hombres a bordo del bergantín. Este rescate debería reportarle una jugosa recompensa según las leyes del mar y así es como allegó a Gibraltar el 13 de diciembre de 1872. ¿Para qué mortal no es destino final la muerte? Su actitud en la busilis a hablado sin socaliñas.
“Aperibus credite et non verbis”
Da crédito a lo que digo y no a lo que hago
El caballero de los leones
Como ésta es toda la verdad sin faltar migajas, la fortuna admite que “no ocupa más pies de tierra el cuerpo del Papa que el del sacritán,” y “con el ánimo de los desmayados, arrimo de los que van a caer, brazo de los caídos, báculo y consuelo de todos los desdichados,” en el asalto al bergantín los marinos del Dei Gratia que lo abordaron, encontraron un sable cerca de una de las escotillas abiertas y su hoja estaba machada por algo colorado que parecía humor sanguíneo, pues las virtudes adoban la sangre, además de la pistola de chispa del viajero francés Rafael Adolini fabricada en 1715, quien en 1719 se la entregó a Naru tras haber sido herido por Feral Predator de carnes blandas, siendo carga digna de otros hombros. Sí, atrás de la cruz está el diablo con jaez. La burda volante se hallaba enredada, la driza de la cangreja se había roto, y la vela de sobregavia y la trinquete se encontraban arriadas, pero andaba a la deriva zigzageando por el alcohol regado en su bodega por los bebientes, estaba totalmente abandonado, más sólo que un marido abandonado y, había restos de comida medio fresca en los platos bien colocados sobre la mesa y habíanlos pequeños objetos que habían caído por el temporal. La ropa del capitán y de su familia permanecía ordenada en sus baúles y lockers. El dinero y los equipajes de la tripulación seguían en sus lugares. No es oro todo lo que brilla. Tan sólo faltaba un sextante y la documentación del barco, pero el diario de a bordo sí estaba en su lugar, y faltaban algunas provisiones alimenticias que debieran encontrarse en la Despensa Familiar. Tan pronto el Mary Celesté allegó a Gibraltar, el MP fabricó una comisión investigadora instigadora, dirigida por Solly Flood, procurador del Almirantazgo, que llevó a cabo una inspección al dedillo del barco, pero para variar como es el cánon establecido no se halló nada que pudiera aclarar el motivo de la misteriosa desaparición del capitán, de su familia y de los tripulantes, además el análisis del sable manifestó de acuerdo al radiocarbono13 que estaba cubierto de óxido en vez de sangre. El informe oficial de la comisión -como en el caso de todos los hechos de corrupción gubernamental,- no sirvió para disipar el misterio y, Flood opinaba que la tripulación consiguió apoderarse por el cogote de la carga de nueve de los barriles de alcohol que estaban vacíos o en mal estado y que los marineros en plena borrachera asesinaron al capitán y su familia, huyendo luego a bordo de otro barco con la ayuda del Consumador y, la Maga andaba sin ser buscada, pero sabiendo que andaba para ser encontrada. El día de su regreso no amanecerá jamás. Ni Calcas Testórida lo podría saber.
“El mal ajeno del pelo cuelga”
Como el que larga vida vive, mucho mal ha de pasar en el vodevil, eso me lo inspira el ánimo, cuando la teoría de que se hubiera cometido un delito a bordo, desanudó una cuerda larga en una serie de macabras hipótesis de ese lazo, algunas de las cuales son quiméricas. En su gordofobia no estaban políticamente educados para vivir el conflicto, pues en enero de 1884, amendrentando al que pensara distinto, el Cornhill Magazine publicó un relato de J. Habakuk Jephson, según el cual el Mary Celeste viajaba hacia Lisboa al mando del Capitán Briggs con varios pasajeros a bordo, entre los cuales figuraba el autor del artículo y un tipo especialmente equívoco, un cual por tal Septimius Goring un canalla malvado y peor aconsejado, puto y gafo con la añadidura de meón incontinente, como todo un menesteroso en la mitad de la abundancia. El relato de J. Habakuk Jephson que además era un prevaricador de las ordenanzas, es incomprensible a partir del punto de hecho que desaparecieron misteriosamente la esposa y la hijita del capitan y éste, desesperado, se suicidó por inmersión alcohólica. El cocinero asumió el mando del barco y puso rumbo a África, donde todos los blancos fueron aniquilados, luego fileteados y asados en parrilla para ser comidos en la pollada del domingo, pero el autor consiguió salvarse gracias al amuleto de piedra negra que llevaba en el bolsillo que le había dado su concubina mulata que era medio bruja. Sus carceleros creyeron que se trataba de la parte que faltaba al ídolo principal y por el milagro de completar la estatua de piedra chay le perdonaron sus partes y, de este modo Jephson sobrevivió mientras el barco quedaba a la deriva sin nadie a bordo. Pero en menos de lo que pestañea un cocodrilo se descubrió la identidad del afortunado relato, nada más era de Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes. que y así se pendejeó a muchos desprevenidos. El escritor logró cautivar el interés del público morbosamente e inspiró una serie de otras explicaciones extravagantes sobre la suerte del Mary Celeste. Dado que cuando el valiente huye la superchería está descubierta pues se sostuvo la hipótesis de que Briggs y Morehouse estaba de acuerdo y lo habían preparado para conseguir la indemnización por el salvamento, que luego se repartieron tablas, sin saber que Briggs era propietario de parte del barco, y asigún la ley hubiera tenido que pagar parte de los gastos de salvamento. A mayor riesgo, mayor recompensa. Además, tanto él como Morehouse eran personas de buena reputación, y así esta teoría especulativamente resultó subida de tono sin sentido sostenible. Según otros, el barco colisionó con un gigantesco pulpo, el kraken y fué abandonado en un momento de ahuevamiento total ventilado. En 1924, el capitán Millet, que era el saco de boxeo de sus amigos, supuso que salió de su ruta debido a fuertes vientos y se dirigió a África y fue abordado por una banda de piratas dirigidos por William Teach, mientras estaba encalmado. El capitán y la tripulación abandonaron el barco en el bote auxiliar, intentando huir, pero habría sido seguida y hundida por los malhechores, mientras el Mary Celeste, empujado por la ligera brisa que entretanto se habría levantado, se alejó a la deriva huyendo para que no le hicieran daño como con la elocuencia de las bayonetas medianamente nutridas.
En el Mary Celeste todo estaba en condición,
atesado como el parche de un tambor
¿Iremos bien? Queda un par de explicaciones plausibles que erizan nuestras pelambreras con excelentísimas prendas morales del misterio. pues había nueve barriles vacíos y dañados, que avala la hipótesis de que la acumulación de gases de alcohol pudo provocar una explosión y, pensando que podía estallar todo el barco, el capitán, su familia y la tripulación pudieron haberse embarcado en el bote remolcado con un largo cabo, con la intención de volver a bordo si sus temores no se cumplían, pero el cabo intencionalmente podrido se rompió y, la deriva del barco no los dejó volver a subir a bordo. La otra creíble es que una tromba marina, una columna de agua en rápida rotación parecida a un huracán, se levantó de su adormecido sueño de la superficie del océano impelida por un viento turbulento y, produjo la rápida acumulación de agua en la sentina, induciendo al capitán y a la tripulación a pensar que el barco se hundía, teoría corroborada por la barra de sondeo hallada en cubierta. Entonces, habrían dispuesto el bote, confiándo poder volver a bordo, pero se rompió el extremo del cabo y el el oleaje se llevó el bergantín como que fuera de él.
“A la guerra me lleva mi necesidad,
si tuviera dineros, no fuera, en verdad”
El mancebito
Lo que sí es cierto mi crédulo lector, es que los pescadores de Candás hallaron en la primera semana de mayo de a 1872 -seis meses después de la nave solitaria,- dos balsas con cadáveres aparentemente de tripulantes del barco fantasma desaparecido en las Azores, la llave de uno de los misterios más revolcados del último siglo y medio. ¿Qué sucedió para que las diez personas que viajaban a bordo del Mary Celeste abandonasen el bergantín como quién se quita una brasa del culo, dejando la mesa puesta del desayuno, una mañana de perros del otoño de 1872? El periodista Francisco García Novell escarbando entre papeles a contraluz dió con la noticia publicada en el periódico El Imparcial en Gijón en mayo de 1873, hace unos 150 años, que arroja iluminación de linterna sobre el asunto. En una de ellas ondeaba en la punta del mástil la bandera de los Estados Unidos de América y, a un hombre atado en la otra, cinco cadáveres en completa descomposición con olor bacalao. ¿Pero estaría la motomami y su niñita y los otros dos? ¿Esos náufragos serían los que habían dejado el Mary Celeste? García Novell cree que sí y labura como enajenado convulsivo para encontrar la solución definitiva de ese intringulis. Según anotó el corresponsal de El Imparcial en Gijón los candasinos remolcaron las dos barcas hasta el puerto. El Imparcial de estilo ácido dió cuenta del hallazgo en su edición del día 8 de mayo. A los pocos días, la prensa de media España se había hecho eco de la noticia. El día 16 el Liverpool Daily Albion publicaba la noticia, pero con una errata que agrandó el misterio: hablaba de Baudas y no de Candás. García Novell tiene la respuesta, el escritor escocés Sir Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, promovió la leyenda cuando publicó el relato La relación de J. Habakuk Jephson, una ficción a cuenta de un buque fantasma al que cambió el nombre por Marie Celeste, una trasposición ficticia evidente del vidente.
CONTINUARÁ…
sergiodeleonlopez
Aymara de León
ResponderBorrarGenial
Aymara de León
ResponderBorrar❤️ qué maravilla! Admiro el ritmo en que escribes, otra historia original que vale la pena sin duda
Muchas gracias, es una historia simpática que el tiempo no ha terminado de concluir
BorrarGucci Caper
ResponderBorrarAlaaaa que buen
Me alegra que te guste querida amiga
BorrarGucci Caper
ResponderBorrarLos otros me han gustado esté también será bueno
Eso espero
BorrarAngélica Pérez
ResponderBorrarAsombroso
Gracias amiga
BorrarSofy EC
ResponderBorrarMe parece interesante, voy a visitar la página
Espero te guste y de ser así, me ayudaría mucho tener tu comentario
BorrarTony Rodríguez
ResponderBorrarEstá calidad
Gracias Tony
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