monorote.com
Página de historias contadas de manera diferente
Accede a ella completamenta gratis
CAPÍTULO 2 de 2
INCITATUS
CÓNSUL Y SACERDOTE
Para volar debemos tomar las riendas
Como la Macarena no le ha dado alegría a su cuerpo, en el ludis circenses, que no es el espectáculo sino el circo, en que la posición de los caballos que tiraban del carro era muy importante. El del extremo izquierdo era el más fuerte y veloz, porque corría del lado de la spina. El carro más cercano a ella jugaba con ventaja, recorría menos metros en sus giros y tenía más posibilidades de ganar si no se estrellaba contra la spina o con cualquier otro carro que quisiera invadir su espacio o revasarlo. Todavía me pregunto ¿en qué lado corría Incitatus? El auriga dirigía al caballo con sus caderas, -por eso eran nalgones,- donde tenía atadas las riendas, así tenían libres las manos para utilizar el látigo. Por supuesto, habían corruptos como aquí y las apuestas tenían mucha culpa, como también la tienen aquí. El sabotaje e incluso la magia, como también sucede aquí, eran algo inherente a las carreras por la rivalidad entre las facciones y sus seguidores. Se escribían peticiones de maldiciones a los Dioses para traer la desgracia a los conductores de los carros de la facción contraria y así fué como el bello Incitatus perdió una única carrera, pues fueron 73 maldiciones que le echaron en los cuartos traseros, que lo hicieron resbalar en la última curva. A veces los caballos y los aurigas eran envenenados, lo que no tarda en volver a pasar por estas tierritas. El espectáculo comenzaba con el desfile que recorría las calles, los foros partían del Capitolio hasta la entrada del Circus Maximus, en una gran procesión en la que participaba el representante del Estado pues era el erario público el que asumía los gastos, de los aurigas, músicos, coros, vecinos de la ciudad y las estatuas de los dioses, entre ellos, las de Marte, Júpiter y la santísima. El desfile era ruidoso y vistoso y en él las facciones se exhibían con sus emblemas. Ya en el circo, cada corredor se situaba en su lugar, el puesto de la carcer o puertas de madera, después del sorteo con unas balotas entre un bombo, se mezclaban, se sacaban de una en una. La primera dependiendo del color, determinaba qué equipo decidía su lugar para la salida. Cuando el editor daba la signum mittere, dame la señal chiquita, comenzaba la carrera. El patrocinador dejaba caer una tela blanca, mappa al suelo y el sonido de trompeta, pues no todos podían ver la señal. El sistema de cierre de las carceres que contenía a los caballos se abría y arrancaban. La competición era dar siete vueltas en torno a la espina del circo. Ganar dependía tanto de la velocidad como de la estrategia, la habilidad y la astucia de los aurigas. Cada vuelta era de 560 mt, para un total de casi 4,000 m de recorrido. Las vueltas se contaban con un sistema de huevos de dinosaurio, creo, porque eran grandotes, ouarium y delphinium, delfines, situados sobre la spina y disponían de siete elementos móviles que accionaba un operario en cada vuelta. Los choques de los carros, o naufragia, no eran raros. El conductor del carro llevaba sobre la cabeza un yelmo de metal, una túnica corta muy ajustada, que hasta se les miraba el bikini, del color que representaba y una faja ceñida con correas. Entre estas tiras portaba un puñal, si por accidente tuviese que cortar el correaje para evitar ser arrastrado y pisoteado por los animales de los otros. El auriga vencedor era el que primero pisaba la línea de meta. Se le premiaba con una palma, una corona de laurel y recibía un premio en dinero que repartía entre la familia quadrigonia, el equipo. El auriga Aurelio llegó a ganar 34 millones de sestercios, hoy a 2.2 dólares cada uno, saque su calculadora. Tras la ceremonia, el ganador daba una última vuelta por el circo, alrededor de la spina, para recibir los aplausos del público. Con César y Augusto el número de carreras al día podía llegar a doce. Con los Flavios llegó a cien.
Desde la cámara de nuestro señor el emperador no te ha de dar ese contento, pues entre las tantas cosas del listado nacional trajo un gigantesco y muy pesado obelisco egipcio a Roma, que es el maravilloso símbolo al asunto entrepiernal del hombre, el que tiene colgando una cuarta abajo del ombligo, que se ubicó en el centro del Circo de Nerón. Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula comenzó el proyecto, pero lo terminó Nerón tras los fugarones del 60. Muchos siglos después de la caída del Imperio Romano, en el siglo XVI, el obelisco fué transportado a la Plaza de San Pedro gracias a un monumental esfuerzo de ingeniería solventado por el papa Sixto V, al que le gustaban ese tipo monumentos, sobre todo si eran verdaderos.
“Gaius Iulis Caesar Augustus Germánicus nombró a Incitatus sacerdote y cónsul
para evidenciar la ineptitud a los senadores y de los otros”
Suetonio
Yo afirmo en mi soliloquio, salvo mejor parecer que asigún algunos historiadores que nunca lo vieron en vida, pero su solo nombre les daba escozor en el entrepierna o por ahí, escribieron que en sus últimos años estuvo envuelto en escándalos como mantener relaciones incestuosas de sábana húmeda con sus hermanas -lo que retarda con su tardanza el derecho consuetudinario de los afligidos,- e incluso obligarlas a convertirse en perendengas, además del arrimón de las casadas, porque eran necesarios los impuestos, pero consabidamente esa siempre fué la más noble profesión desde el inicio de la humanidad y si no lo creen pregunten. Mientras se gane algo, no se pierde nada. Otro historicidor, Juvenal, -que ya tenía demencia senil, porque de joven sólo el nombre,- el emperador bebió una poción de loroco que lo volvió loco. Haciendo realidad un auspicio formulado a principios de su reinado por el brujo Giordano Bruno de la Boca del Monte, le bajó una enfermedad, en un revolucionario 20 de octubre del 37, que descrita por el afilado Filón se debía a que, tras convertirse en emperador, se hizo demasiado compadre de los excesos, sin decir cuáles eran, ni qué eran. Yo sigo afirmando que lo escribieron en los diarios de la época a doble columna por la tiña de la envidia y previa coima. El Imperio se paralizó cuando recibió la noticia de su malpadecer, pues su monarquito les había llevado a un tiempo de prosperidad como la de este país con los últimos 24 gobiernos. Él era como un castor que es el único otro animal capaz de modificar su entorno y el paisaje a su conveniencia de acuerdo al canon 23. Aunque logró restituirse por un pelo de ceja, pues en ese negocio le iba la vida, la honra, el alma y hasta su imperial culo, al haber estado acariciando los bigotes de la muerte, lo que marcó un quid en su modo de reinar, así pintiparadamente, tal y como indica Flavio Josefino el judío tuerto que era más agarrado que una hiedra a una pared de roca y que le la traía sobada contra los romanos. Pero a pesar de todo con sus heridas que tan tiernas estaban, continuó siguiendo el norte como fiel marinero. Así, ordenó cepillarse a varios bastantes que habían prometido sus vidas a los Dioses si el emperador se recuperaba y como políticos en campaña no cumplieron, por lo cual tuvo que echarles una manita para que efectuaran lo ofrecido, lo cual se hizo con efusión de humor linfático. Forzó a traspasar el Helesponto a miembros de su familia, como su suegro, el senador Marco Silano, Maquito para los yernos, y a su primo Tiberio Gemelo, Tiberito con cariño y salivita, por traidores de lesa majestad y, el segundo dispuso apretarse él mismo el cuello y aguantando la respiración hasta morir por sofoco, pues instigó una conspiración mientras el emperador estaba enfermo con convulsiones de colmoyote. Antes de suicidarse, Marco Silano fué juzgado por el mismísimo emperador, -lo cual es el más grande honor al que se puede aspirar sin ser coca,- que era el pintor de cantos de alcoba, pues Julio Grecino juez del Juzgado Tercero de Alto Riesgo y Delitos contra el Medio Ambiente, el encargado de juzgarle, se negó a hacerlo, siendo transpuesto como corresponde de acuerdo al libro de Pepe y Polita. Bene quidem.
“Donde la envidia siempre fue pecado nacional y
donde el rencor, tóxico destilado de siglos,
envenenó cualquier intento hecho por hombres y mujeres
buenos que acabaron, como no podía ser de otro modo,
en el cadalso, la cuneta, la tapia del cementerio o el exilio”
Arturo Pérez-Reverte
Porque a veces tan buena suele ser una gata como una rata para que el entusiamo nacido del hígado crezca a la velocidad del bambú, en el 39 organizó un espectacular trabajo de arquingenio poniendo a su mejor equipo a diseñar, planificar y construir un puente flotante temporal que conectaba los puertos de Baiae y Puteoli usando barcos y caoba del Petén según los leguleyos, que no tenía nada que envidiarle al que levantó el rey persa Jerjes I, Jerjitos para su abuelita, para cruzar el Helesponto. Gaius Iulius Caesar Augustus Germanicus, Calígula, que no sabía nadar porque de pequeño el cura Franciscus Bergoglious lo quizo ahogar en la pila bautismal porque le sacó la lengua, así que atravesó el río a lomos de su fiel, maravillos y bello jamelgo Incitatus como un dulce hipógrafo y, portando la coraza de Alejandro Magno, Alejo para los muchachos, de la que había despojado a su momia, -que era algo feíta y no le lucía,- cuando visitó su mausoleo en Alejandría, para cumplir la predicción del astrólogo Tiberio Claudio Trasilo, el hermano cume de Tiberio, que leyendo el humo de la hierba había dicho que:
-“Nadie tiene más posibilidades de convertirse en emperador que aquel que cruce a caballo la Bahía de Baiae.“
Y el mero mero lo hizo y se convirtió en tal, encaramado en Incitatus, sin temor al éxito. Toda mi admiración sinóptica para él.
Como se ha dicho en su emperadorafolia no era un hombre de carne y se caracterizó por la anexión de la provincia de Mautitania, a cuyo monarca que era peresozo y tardío con la pereza de las mofetas, que no parecía ser de suyas estas informaciones no del todo católicas, más al estilo de la nigromancia y así lo invitó al banquete en el Hades como debe ser en una de sus visitas a Roma, por el fracaso en la conquista de Britania y por tensiones de las provincias orientales del Imperio, dado que a él no le azotaban dados cargados y mucho menos meneárselos. En Oriente, dió muestras del valor de su amistad con la concesión de los territorios de Betanea y Traconnítide a su cuaz Herodes Agripa que era toda una mercadería vendible y, por su grandeza ordenó que se erigiera una estatua en su honor en el Templo de Jerusalén que ya no era el original, sino el construido por los romanos, lo cual fué cumplido y nadie dijo nada y la Biblia calla con toda mansedumbre.
Las deudas hay que pagarlas y, así adóbenme los jamones
Si al muladar no le falta basura nunca le faltarán zopilotes, pues trabajó con mucho sudor para acrecentar su autoridad de princeps, porque el que destaja no baraja, haciéndole de tripas al calzón o algo así, a varias conspiraciones que tenían a tiro de onda a su principalidad, surgidas para derrocarle y, echándole ganas para reducir la influencia del Conhueso de la República en la novena avenida, aplastando la oposición que este órgano legislativo continuaba ejerciendo, tal como ahora, porque la senda del vicio y el pecado es longana y espaciosa. Se convirtió en el primer emperador en presentarse ante el pueblo como un Dios y casi le llegaba. Fué generosos con el pueblo y el glorioso, concediéndole a la Guardia Pretoriana y a las tropas urbanas y fronterizas una alta recompensa por los servicios prestados, como se hace aquí casi a diario. Destruyó documentos registrales de los nombres de los acusados de traición durante Tiberio, declaró que los juicios por traición eran cosa del pasado y llamó a los exiliados a Roma. Les echó mano a los afectados por el sistema imperial de impuestos, desterró a los delincuentes sexuales mandándolos a los Yunaites y celebró lujosos espectáculos de combates de gladiadores, ganando el apoyo del pueblo al que le encanta el circo, el pan, el lazo y el cebo. Recogió los cadáveres de su madre y sus hermanos y los depositó en el Ara Pacis. En el 38, su administración centró su atención en las reformas públicas y políticas que necesitaba el Imperio. Se publicó un documento con los registros de los gastos que había realizado el emperador, algo nunca hecho antes, ni en Guatemala donde no se sabe que vía toman los recursos. Ayudó a los afectados por los incendios, abolió impuestos y, se impulsaron los espectáculos deportivos. También se admitió a nuevos miembros en los órdenes senatorial y ecuestre. Lo más significativo de este periodo es la reanudación de las elecciones democráticas. Dion Casio, que era pagado por la UNE especulando como era su mala costumbre aprendida en la escuela canina, dice de esta decisión del emperador que:
-“…aunque hizo las delicias de la plebe, no era un acto sensato, pues las oficinas volverían a caer una vez más en manos de muchos, haciendo que los fondos se emplearan para fines privados en lugar de para obtener ingresos, de lo que derivarían muchos desastres.” Me suena conocido eso.
“Porque el grande que fuere vicioso, será vicioso grande”
Don Quijote de la Mancha
Durante este mismo año fué duramente criticado por la OEA por ordenar ejecuciones sin juicio previo que aprendió de Pablo Escobar y Jorge Ubico. La más significativa fue la del ex prefecto del pretorio Sutorio Macro, que andaba queriéndole hacer temblar la silla. Las fuentes contemporáneas que tienen más resquicios que una mocheta o sean Filón el afilado de Alejandría y Séneca el Joven que ya pintaba canas, dicen que era demente y no de frese, irascible, caprichoso, derrochador y enfermo sexual, que alardeaba de aparearse con las esposas de sus súbditos, de matar por diversión, de provocar una hambruna al gastar demasiado dinero en la construcción de su puente, y de erigir una estatua de sí mismo en el Templo de Jerusalén para ser adorado, tal y como corresponde en esos casos. Fuentes aposteriores, Suetonio y Dión Casio, escribieron relatos repetitivos de los hechos narrados por los anteriores y añadir nuevas historias de locura. Se le acusó de tener relaciones incestuosas con sus hermanas y que las obligó a perendengarse. Además, estos historiadores le acusan de enviar a algunas tropas a efectuar ejercicios militares absurdos y, de convertir el palacio en un burdel, pues para algo bueno habría de servir. Suetonio perjudicó a aquellos emperadores que no eran favorables a su partido patricio de Vamos y cuenta que:
“-Lávase con esencias unas veces calientes y otras frías; tragaba perlas de crecido precio disueltas en vinagre; y hacía servir a sus convidados panes y manjares condimentados con oro, diciendo que era necesario ser económico o vivir como César.” Eso no me fastidia porque amaba a su caballo sobre todos los humanos.
“Coger con pinzas es la idea de la sed de sangre y excentricidades
mal atribuídas a Gaius Iulius Caesar Gemanicus”
O sea que la idea era joderle su imágen a lo Zamora. Otra de las historias explica que, cuando se disponía a conquistar las Islas Británicas, llevó a sus tropas a la Galia, y mirando hacia el Canal de La Mancha, les ordenó que llenasen sus cascos de conchas para así saquear el mar, que es otro de los muchos errores de traducción proposital, dado que la palabra musculi en latín significa conchas, cabañas militares y genitales femeninos, pues irían a los prostíbulos del lugar con la divina licencia y luego a pernoctar a las cabañas. Haga usted desde su sillón sus deducciones y tómese otro cafecito. Pero no todas las historias son falsas. Una de las obsesiones del emperador era ser Dios, y estaba dispuesto a profanar templos si hacía falta para conseguirlo, lo que me suena bien. A pesar de todo amaba su caballo.
“Calígula extendió el palacio hasta el foro;
convirtió el santuario de Cástor y Póllux en el vestíbulo;
y se colocaba de pie entre estos divinos hermanos
para ser venerado por todos los visitantes”
Suetonio
Para desacreditarlo los chismosos del Peladero decían que mantenía relaciones incestuosas con sus hermanas, especialmente con Drusila, su favorita y con Incitatus, pues ellos miden la tierra con sus mismos zapatos, pero es indudable que su relación era estrecha, y que ella tenía un gran poder de influencia en él, pero es claro que no fuesen compañeros de sábana, aunque era bien chula la condenada, pero la retratataban como poco más que una pelandusca. Cuando ella murió, con sólo veintiún años, Gaius Iulius Caesar Germánicus, Calígula quedó despedazado como carne molida, su falta le afectó tanto que declaró un período de luto y la deificó, como Diva Drusila y se convirtió en la primera mujer romana en recibir tal honor, el temible se marchó un tiempo de Roma y obligó a sus habitantes a mantener el luto oficial. Cuando volvió parecía otro, estaba descuidado, flaco, hundido, arrastraba ojeras y una enorme barba y con todo y eso, amaba a su caballo.
Asigún Casio, el de los relojes, el Imperio fizo frente a una grave crisis económica en 39 y Suetonio lo contradice diciendo que fué en 38, pues ambos eran tontos de culo pagados por los yankis. Sus detractores dicen que la política, marcada por la generosidad y la extravagancia, agotó las reservas financieras del Imperio y reaccionó acusando a algunos senadores y caballeros para multarlos o ejecutarlos para tomar su patrimonio y ponerle lienzos tibios a las arcas. Para hacer frente a la crisis, puso a desfilar medidas angustiosas, como limosnear al pueblo en los actos públicos. Estableció impuestos a los juicios, bodas y prostíbulos cuando hacían dos por uno y posiciones extravagantes, organizó subastas de venta de gladiadores y putas en los espectáculos. Los testamentos de romanos que habían dejado sus bienes a Tiberio fueron reinterpretados para que la Senabed recibiera dichos bienes con extinción de demonio. Obligó a centuriones que habían adquirido propiedades durante saqueos a devolver su botín al erario y, los oficiales responsables de cobrar los impuestos relativos al uso de calzadas de VAS fueron acusados de incompetencia y malversación, y multados hasta el dolor. Asigún don Pedro de Macorís fué por el calentamiento global y las emisiones de carbono pues el hoyo de la capa de ozono les quedaba encima, porque ya lo había afirmado un chino japonés que invento la confusión llamado Confusio por su máma, “el hombre que persigue dos conejos no atrapa ninguno.” Amaba a su caballo.
EL MacNIFICIDIO
“Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres,
pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”
Sancho Panza
Como artesano de las letra, pero aquí en contra de los giros terrestres le metemos a la verdad en puros cueros sin decoraciones de tulipán con encajes, pues con tantita sandarriaga no le quedaría hueso sano, pues asigún como el maestro AP-R dice que dijo el emperador, “soy mais grande pringao do universo,” pero la tibia narrativa relativa del asesinato del emperador Gaius Iulius Caesar Augustus Germánicus, Calígula la escribió Tito Flavio Josefo, Chesefo el tuerto bojiganga como bausán, líder judío que hipócritamente se rebeló contra los romanos, pero que acabó formando parte de la corte imperial porque le sonaban los cestercios y, otros mayores embustes le gruñían en las entrañas, “con más ligereza que jamás prometieron los huesos de su anatomía,” pues para él aziguambadamente como todo un evangélico que era, el asesinato había sido un castigo divino del Dios malo y vengativo a un emperador que se había burlado de los tacaños judíos invasores de Roma y que cuando sube la marea compran y, que había cometido sacrilegio en contra de la mamá de don Josefito. Fué todo un mes más largo que una guerra sin mujeres y no cesaron en trincar viruta dándose de palos, pues el jude era un saco de maldades, costal de maldiciones respondiendo a infinidad de memoriales impertinentes, pues quien te cubre te descubre. Su crónica con arrequives y pazpuerca es cincuenta años posterior a la muerte del bendecido emperor, -otra vez échenle al cálculo de dónde fastidios sacó sus noticias, porque en ese momento no circulaba Prensa Libre,- pero se abundó en detalles que por su tirria del escafoides se los inventó pues no come el pan de balde y con pié enjuto. El 24 de enero del año 41, la capital del imperio celebraba el festival anual dedicado a la memoria de Augusto, pues del dolor de la cabeza han de participar los miembros. Gaius Iulius Caesar Augustus Germánicus, Calígula, todo un carcoma de virtud sin infame forma, asistió a los espectáculos organizados por el Mcd en la Colina Capitolina, y cuando terminaron se dirigió a unos jóvenes actores que participaban en los juegos florales de Quezaltenango y, luego fué a caminar él solo desde el teatro hasta sus baños privados, porque ya se hacía bish y tenía algo revuelto el estómago y, cuando atravesaba un pasaje estrecho entre edificios, dijo:
-“No comeré bocado que bien me sepa.”
Y en el ínterin tres guardias pretorianos de la NavySeals se le acercaron y por la espalda, como lo establece la Ley del Monte, comenzaron a apuñalarlo, la primera incisión la dió Casio Querea, líder del grupeto -que antes tenía cuerpo de avispa y ahora lo tiene obispo,- corto de razones y que le tenía ojeriza fué el primero en dar la puñalada trapera por la espalda al emperador en el lado izquierdo justo entre la segunda y tercera esternales interesándole el pulmón que se derramó en lagrimas coloradas, y Titus Aulus con Kaeso Marcus se sumaron a la fiesta atrás de él. Más puyones en el espaldar. Hubo otros, Maercus Numerios y Quintus Servios se implicaron en el crimen según lo afirma el Incacif. En total fueron 17 puyones de sica que lo dejaron como trasmallo y así cayó el telón de sus párpados, pero antes chorreando sangre de la glotis balbuceó:
-“Te amo Incitatus.”
Los quereres del espíritu exceden a los corporales.
Cuando otro grupo de guardias germanos pretorianos llegó en auxilio del emperador, ya había transpuesto la Puerta Quinta. Había muerto santamente y sin confesión, ni los santos óleos. Lo elemental, asesino prostituído que encendía más candelas a la virgen conforme más había ejercido sus negros artes, con los conocimientos de las causas primeras y los fines últimos. Asigún el mentirosazo de Chesefo, Casio Querea que era un vestiglo, lo odiaba hasta el esputo, lo había protegido y acompañado transitando como agente sicario y torturador, había hecho todo lo que le ordenaron, pero no sólo no le mostraba agradecimiento por su dedicación, sino se burlaba de él y lo insultaba, lo chingaba sin estrego por su voz amariconada de proxeneta y lo llamaba Príapo y Venus por el colodrillo. Así, el guardia se cansó del recibir el desprecio de la persona cuya vida protegía, y decidió quitársela, como todo fiel servidor que se precie de serlo, pero lo cierto es que formaba parte de un complot más amplio. Y aunque lo hayan asesinado, amaba a su caballo.
“Perversi difficile corriguntur et stultorum infinitus est numerus”
Los malvados difícilmente se corrigen y es infinito el número de los necios
Sin haber nacido por los quereres del cierlo, cuanto más trabajoso es algo, más mérito tiene pues cuando los guardaespaldas germanos del emperador se dieron cuenta de que estaba siendo emboscado, este ya estaba más tieso que un flamenco gitano. Embergonados por la rabia y el dolor, además del terrible ahuevamiento por haberlo dejado solo mientras ellos les veían el culo a unas perendengas que andaban ofreciendo sus servicios sicalípticos, los germanos respondieron asesinando a conspiradores, senadores, transeúntes e inocentes por igual y hasta dos pobres chuchos de barrio bajo que andaban buscando comida. No hablaría más como un mudo graduado en cánones. “Cuidados ajenos matan al asno.” El servilismo y cobardía de los senadores romanos, -léase diputados,- junto al pensamiento de avanzada de Cayo Julio César Augusto Germánico, Calígula motivó que acabara nombrando cónsul a su caballo, para demostrar su muy merecida falta de respeto hacia las instituciones públicas del Imperio, tal y como deberíamos hacer aquí. Su asesinato fué liderado por alguien de su círculo más cercano, pero lo cierto es que no fué sólo un puñal el que se hundió en su espaldar. Ser el líder del imperio romano era una actividad peligrosa. Y es que, cuanto más poder se tiene, más enemigos salen de las cloacas. El emperador de Roma era el hombre más poderoso de Europa, así que necesitaba protección, mucha protección. Y para eso se creó la Guardia Pretoriana o sea la Saas. Pero nunca dejó de amar a su caballo.
Las finanzas son el medio y la política es saber cuándo tirar del gatillo
Fué un azote en las partes pudendas para los órdenes senatorial y ecuestre, que eran las que hacían daño y que no le suene raro el asunto. Asigún Flavio Josefino, el judío tuerto, sus acciones concatenaron conspiraciones en su contra, hasta que que le dieron mastuerzo, integrantes de la Guardia Presidencial Pretoriana, Saas, por sus siglas en español, liderados por Casio Querea, aunque el complot fué planeado sólo por tres hombres muchos senadores, soldados, équites y partidos políticos en contienda habían financiado el mismo. Las motivaciones de Querea para cometer el asesinato eran putamente políticas. Suetonio escribe que el motivo del asesinato fué que Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula le decía maricón a Querea, por ser afeminado, copulador de pretorianos y un recaudador de impuestos incompetente. Suetonio queriendo descubrir la piedra filosofal señala las similitudes entre el asesinato de Calígula y el del viejo Gaius Iulius Caesar y el joven Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula fueron asesinados por 30 conspiradores liderados por un hombre llamado Casio, Cayo Casio Longino y Casio Querea, como víctimas acorralada y una lluvia de puñales a su alrededor. Como suele pasar cuando el pollo ya está muerto, el Senado trató de usar la muerte de Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula para restaurar la República y, por su parte, Querea intentó convencer al ejército para que apoyara a los senadores, pero ¡oh sorpresa! los militares permanecieron leales a la figura del emperador, lo que no era usual ahí, ni aquí, y la plebe unánimemente pidió que los asesinos fueran llevados ante el MP. Viéndose sin apoyos, los asesinos apuñalaron a la esposa de Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula, Milonia Cesonia, y a su hija, Iulia Drusila que era una apenas una bebé, a quien rompieron el cráneo golpeándole la cabeza contra un muro de piedra los infelices cobardes y, fueron incapaces de encontrar al tío Claudio, que se escondió, pero tras haberse asegurado el apoyo de la Guardia Pretoriana, fué nombrado emperador más rápido que el aleteo de un colibrí y, al nomás sentarse en la silla, ordenó por Decreto Gubernativo 027-41, la ejecución de los asesinos de su sobrino. El cuerpo del emperador fue escondido hasta que sus hermanas pudieron incinerarlo y sepultarlo, así permaneció en el Mausuleo de Augusto hasta que en 410 y durante el saqueo de Roma sus cenizas fueron dispersadas por los aires y de ahí nació el polvo del Sahara. Pero amaba a su caballo.
Todo jinete se ha preguntado alguna vez cómo llamar a su caballo
-“Calígula quería parecer cualquier cosa excepto un ser humano y un emperador” asigún Suetonio pero lo que pasa es que él y Dio le tenían tirria porque eran unos envidiosos de culo, que ni siquiera vivieron en su época, pero tenían que vender sus crónicas a la prensa de color amarillo. Era megalómano como los 28 presidentes anteriores de esta nación. Disfrutaba del sufrimiento ajeno, y creía que todo el mundo estaba a su merced, maltrataba a los senadores haciéndoles perrerías como obligarles a correr delante de su carro y recordarles de qué madre habían nacido, todo porque estaban gordos y, se furulaba a sus esposas que ya no querían con ellos por panzones. Su leyenda fué escrita por sus enemigos, y, no es fiable ni de sirica. Pero, era de temer y amaba su caballo.
“Recuerda que tiene el derecho de hacerle lo que quiera a quien quiera”
Suetonio
LA NOTICIA CORRE
La Guardia Pretoriana tenía grabado a fuego en la entrepierna su deber de lealtad al emperador, y su reacción a la noticia del asesinato fué la prueba incendiaria, pues cuando se enteraron, empezaron a loquear como el debido proceso, matando a su paso a cualquiera que les pareciese sospechoso o que no, da lo mismo. Un senador tuvo la buena fortuna de pasar por allí con la toga manchada de sangre, pues venía de hacer un sacrificio animal con una cocha cuina que no se dejó aparear porque le era fiel a su coche, y no se había cambiado porque era algo cochino. Al verlo, no perdieron el tiempo preguntando y lo filetearon así como había matado a la pobre cuina que no tenía mancha ni arruga y, sin pensarlo siquiera, sembraron terror entre los bocaabiertas y así fueron pasados a filo de espada 61 metiches aziguambados. Al conocer la noticia del asesinato de Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula, los senadores, llamados así porque se mantenían cenando a toda hora, se congregaron en el Templo de Júpiter, el gran monumento de la república romana. No había tiempo que perder y necesitaban pactar su reacción al MacNificidio, rediscutieron la posibilidad de reinstaurar la república y, acordaron premiar con la Orden del Quetzal a los asesinos. Pero la Guardia Pretoriana tenía un plan X, pues horas después del asesinato del emperador, su esposa, Milonia, y su hija, que era apenas una bebé, fueron asesinadas también por Sixtus Spurios. Claudio, el tío, corrió a esconderse en un callejón oscuro cuando le informaron sobre crimen. Al poco tiempo fué descubierto por la Guardia Pretoriana, y el hombre imploró clemencia, pensando que lo ayudarían a pasar al más allá a él también. En lugar de eso, lo aclamaron como el nuevo césar y se convirtió en el cuarto emperador de Roma, pues nadie sabe para quién gira la rueca. Los senadores dejaron de lado su idea de restaurar la república romana, que ya no volvería y, los asesinos fueron ejecutados colgándolos de sus partes pudendas de los postes de luz de la Vía Apia. Claudio, se mostraba renuente a ejercer el chance de emperador, como si lo hubiesen empujado al poder contra su voluntad, pero era una fachada con tachas para enmascarar su ambición. No tardó en mandar remodelar los bustos de Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula, para que se pareciesen más a él, dejando claro quién mandaba ahora en el gallinero. Las reacciones al asesinato entre la población fueron variadas. En general, los ricos se alegraron, y los pobres lo lamentaron. Y es que, al parecer y a pesar de todo, era un emperador tan popular como el Winak entre el pueblo. Este detalle es un motivo más para dudar de la veracidad de las historias sobre crueldad y locura que surgieron sobre él. “No es con quien naces, sino con quien paces.”
El asesinato fué un parteaguas en la historia del imperio. Claudio, su sucesor, también fué asesinado por su sobrina Julia Agripina, una de las hermanas de Gaius Iulius Caesar Germanicus, Calígula, cuya muerte abrió una nueva etapa de intrigas palaciegas y coronas envenenadas en la que el emperador ya no era una autoridad inviolable, sino una figura más en la estructura de poder, una figura que podía ser eliminada y reemplazada por otra parecida.
Los periodistas que le querían hacer la camita siguieron publicando que obligó a su suegro y a su abuela a matarse porque, sus cabezas no estaban equilibradas con respecto a sus cuerpos y esa descompensación le volvía irritable pues se parecían a ET. Y para darle más cuerda al reloj, a los senadores que le contradecían, directamente, les rebanaba el cuello o los marcaba con hierros candentes, tal y como lo establece el reglamento de la Procuraduría de los Derechos Humanos y, una de sus últimas ocurrencias fué cortarlos por la mitad, para que no encontraran su media naranja y, encerrarlos en jaulas o tirarlos a las fieras. ¿Su mayor hobby? Ver ejecuciones mientras comía, pues eso dá hambre. Y tener relaciones sexuales con las esposas de sus cónsules. Su ritual era invitarles a cenar amablemente y, en un momento dado, señalar a una de ellas para que le acompañase al dormitorio, lo que las hacía muy felices. Nadie podía rechistarle. Pero amaba a su caballo.
Estaba enamorado de su caballo, de hecho,
estaba absolutamente seguro que este le hablaba y
que sería el único que no lo traicionaría
Lo mismo creo yo
COLFÓN
Pero no sólo de bienes materiales sería Incitatus colmado, sino que además lo casaron con una hermosa y noble mujer de nombre Penélope con la que se ayuntaba y, -de ahí nacieron los centauros, creo,- y para gloria y honra que enloquecería al Senado, lo nombró Cónsul de Roma, -como ya relacionado fué, -porque él no era estúpido como ellos y, así Incitatus pasó a la historia como el único caballo en haber sido un elevado a dignatario de una superpotencia mundial, aquí no podríamos por respeto a los animales compararlos a ningún aziguambado político nacional, pues esos son seres de albañal hasta por su olor. Digan lo que digan, digan lo que digan los demás era el caballo más poderoso del mundo. Nombrar a caballos zopencos en cargos públicos viene desde antes del inexistente Jesupisto y que continúa hasta ahora. Los cargos se crean para satisfacer al preferido del gobernante de turno, pues para eso usan erario público indiscriminadamente y si no, vean a Giammagay como Calígula y a LuisMi como Incitatus. Y el próximo y el subsiguiente no serán la excepción, así lo demuestran los hechos históricos que reflejan las arbitrariedades con que los gobernantes, que eligen las mayorías que están llenas de inepcia. Es legítimo tener favoritos, aunque sean caballos. Lo que no se vale es que los recursos públicos sean usados para pagar las excentricidades del gobernante de turno y acostarse con su caballo, o sea el mimado de turno. En esta decisión tuvo tanto peso el trastorno bipolar como ya anoté, pero para que se les olvide, fué producto de una una meningitis de mi Emperador, como una fina ironía frente a un Senado servil y complaciente y, que desde hace 69 años nos pasa aquí.En nuestros días de tiempos de crisis sin fin, es importancia suma recurrir a la historia de Roma para comparar con la política actual, por lo que acuñaremos, con todo y cuña del mismo palo para que apriete, el nuevo síndrome que afecta a todos los niveles políticos, EL SÍNDROME DE INCITATUS en homenaje al equino que fué cónsul y sacerdote investido por el mismísimo Papa, que afecta a todo cargo público carente de toda insuficiencia para el puesto y al que éste mismo puesto da sentido a su existencia, con dos tipologías, el que ocupa el puesto por encargo de un superior o dueño, Gaius Iulius Caesar Germánicus, con el único fin de ocuparlo y obedecer ciegamente al jefe, modalidad propia de los grandes partidos políticos, este es el Incitatus Perfectus. Y el otro donde se conjugan en una sola persona las dos características definitorias, por un lado Incitatus y por otro Gaius Iulius Caesar Germánicus. En esta modalidad se da la incoherencia de la inutilidad para el cargo que es inversamente proporcional a la habilidad de este individuo para trepar metiendo zancadillas y mantenerse en el puesto y, su nivel de vida depende directamente de él. Este tipo es propio de los partiditos ubicados del lado opuesto de la linea trazada en el norte. Esta modalidad va unida al cultivo de una imagen de pureza ideológica de fachada, bien pintadita por fuera, pero llena de mierda por dentro. Se convierte en unos clásicos vicios privados y virtudes públicas.
En esta instancia es imprescindible fabricar un enemigo interior, que justifica la presencia del Incitatus en el cargo, la modalidad del Incitatus Centaurus. Ambas modalidades se enfrentan a un dramático final. Gaius Iulius Caesar Germánicus, cuando Incitatusperdió su única carrera, mandó matar al piloto lentamente para que sufriera sus culpas. Gaius Iulius Caesar Germánicus por el contrario fué asesinado víctima de una conspiración liderada por su un grupúsculo de la Guardia Pretoriana y el Senado de Roma. En la política del país, la traducción es la pérdida de confianza en el jefe y la consiguiente caída de una lista, o la eliminación de la escena política a cargo de los más cercanos al Incitatus, o en los caso más extremos por las propias urnas marcadas. Todo Incitatus caído tiene automáticamente su sustituto. ¿Qué hacer para combatir este síndrome? El remedio único es educar en contra de la pendez y el adoctrinamiento religioso. Aleluya, cada quién con la suya. ¡Pero amaba su caballo!
THE END
sergiodeleonlopez
Angélica Pérez
ResponderBorrarMuy bueno
Muchas gracias Angélica, de verdad lo aprecio mucho
ResponderBorrar