viernes, 5 de enero de 2024

LA SUMA DE TODAS LAS CÓLERAS. AQUILES. Segunda parte. 230

 CAPÍTULO 2

 

LA SUMA DE TODAS LAS CÓLERAS

Le llamaban Pirra o sea La Rubia por sus cabellos de un rubio de fuego

 




Aquí todo es tan auténtico como pepián de pura pepitoria

 

Les saludo cordialmente con gritos de hombres que mataban y que morían, pues lujos podían darse, excepto elegir el lugar y el modo de acabar sus tiernas vidas, pues la terrible cólera décimo sexta de Aquiles y sus funestas consecuencias, que es el motivo primordial de esta acción escritural, que se auna al resplandor de ese semidios hijo de la nereida Tetisla de los pies argénteos, de cuya figura mítica da razón para quien ha trazado un destino cargado de acentos trágicos y, los bordes eran agudos y entre esos bordes hay profundas grietas pues cuando Atenea se le aparece al Pelida, este ciego de rabia desenvaina su espada listo para disparar. Mejor esto que poco pan y mucha liebre, pensó, creo. No había otra regla a que acogerse cuando se conocía el paño de que estaban hechas las banderas. Ya había empezado a hacer aguas y, con su berrinche no comprende el mensaje de la hija de Zeuspater deorum et hominum como en un sueño clandestino, quien al manifestársele, sólo desea guiarlo hacia una sensata reflexión en el rincón de lo prohibido: 

-“Vengo del cielo para apaciguar tu cólera, si obedecieres; y me envía Hera, la Diosa de los níveos brazos, que os ama cordialmente a entrambos y por vosotros se interesa. Ea, cesa de disputas, no desvaines la espada e injúriale de palabra como te plazca. Lo que voy a decir se cumplirá. Por este ultraje se te ofrecerán un día triples y espléndidos presentes. Domínate y obedécenos.” Como que estaba aguardando la ejecución de una sentencia sin apelación.

-“Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquileo.” Era todo un mierdecilla.

 

La libertad humana siempre se mueve en el campo del destino

 

Todo el farullo colérico se originó en un día de violencia que inicia cuando Agamenón como duro espartano seguro de no dar cuartel en caso de tenerlo a mano pues era un pelanas, más decrépito que viejo, -rey de los aqueos de hermosas grevas- durante una expedición contra Misia, ciudad de Tebas, tomó como parte del botín de guerra a Criseida, la hija de Crises, sacerdote del flechadorApolo. Hacía nueve años que los aqueos asediaban Troya la ciudad de anchas calles y, para satisfacer sus necesidades, requerían víveres, animales y mujeres, abandonaban el sitio y saqueaban las ciudades vecinas que les quedaran a sus pasos, acarreando cuanto podían llevar consigo. Las consecuencias fueron karmáticas. Una señal de mal agüero pues conviene más visitar la horca antes. El flechador Apolo castigó al ejército con una peste de jiote mortal y para salvarlo de la ruina, el Atrida tuvo que devolverla a su tierra en una nave con Ulises, porque no tuvo los arrestos para ir en persona. Estaba marcada la distancia que separa de la muerte y el abuso. Entonces, el rey Agamenón -por su ruda tosquedad y su mal aspecto y a causa de él siempre estaba emputado,- que tenía cara ruín y peor alma, envió dos mensajeros, Taltibio Euríbates el más sobrado como gallo de madrugada, a la tienda de Aquiles -el parido de corta vida, porque los Dioses ciegan a los que quieren perder,- y le arrebató a la chulada de belleza de Briseida, la esclava favorita del héroe, la de pies lindos, la de hermosas mejillas pues era cachetona. Una buena hembra en edad de parir, ambladora y bachiller de abrocho diestra en menesteres de presición que no están en el mapa y que no tenía malos pasos ni peores antecedentes pues no era limosnera de rosario y comunión diaria, con atención obstinada a cosas de ínfima apariencia. Y para evacuar consulta el hecho golpeó al guerrero en lo más profundo del escafoides. La actitud del soberano de los aqueos obedecía al deseo de demostrarle que él era más poderoso y cabrón, a pesar de no ser hijo de una Diosa, queriendo ajustar asuntos pendientes en aquella frontera turbulenta. Todos mojaban pan en el mismo caldo. La cólera décimo séptima en retroactivo, pues enfurecido, el mejor de los mirmidones sin poderse zafar el arma blanca sin reparo y, sin llegar a las últimas fronteras, con rabia altisonante le vaticina a quien en su posición de soberano de hombres, es la majestad misma: 

 

-“Algún día los aqueos todos echarán de menos a Aquileo, y tú, aunque te aflijas, no podrás socorrerlos cuando muchos sucumban y perezcan a manos de Héctor, matador de hombres. Entonces, desgarrarás tu corazón, pesaroso por no haber honrado al mejor de los aqueos. Así dijo el Pelida; y tirando al suelo el cetro tachonado de clavos de oro, tomó asiento.”

El despojo de Briseida le enfureció tanto al Pelida y hasta el píloro y, sus consecuencias reveladas pues la hija de Briseo, el rey de la Tróade, era la esclava y concubina de Aquiles. Contra su voluntad, habían llegado los heraldos a su tienda a cumplir la misión encomendada por el bruto soberano de los aqueos. El hijo de la diosa Tetis, ofendido y enfurecido, con el apoyo de su madre decide en adelante oponerse a todo mandato: 

-“…yo misma iré al nevado Olimpo y hablaré con Zeus, que se complace en lanzar rayos, por si se deja convencer. Tú quédate en las naves de ligero andar, conserva la cólera contra los aqueos y abstente por entero de combatir…” Tetis partió dejando a su hijo con el higado irritado a causa de esa hermosa mujer que le había sido arrebatada. El poderoso Zeus el que amontona las nubes, no consoló a Tetis, sino fue Hefesto, hijo suyo y de Hera, quien le aconsejó: 

-“Sufre, madre mía, y sopórtalo todo aunque estés afligida; que a ti, tan querida, no te vean mis ojos apaleada, sin que pueda socorrerte, porque es difícil contrarrestar al Olímpico.” 



"Se rumorea que las voces de los muertos tienen el poder de enloquecer a los vivos"

 

Navegando por la líquida llanura, provocan el momento culminante, cuando Aquiles colérico con un fastidioso juro al cielo y sin pelos en los aparejos, se ausenta de la lucha y pone a los griegos en el mayor apuro de sus vidas que no era su ocupación favorita. La fuerza física y el ímpetu del ofendido implican un ser así, y no poder actuar de otro modo. La retirada del héroe más sobresaliente de los aqueos, obliga a los suyos a realizar esfuerzos supremos por mantenerse vivos ante las acometidas troyanas aunque eso no estaba en su sueldo. En esos momentos críticos, los adversarios animados por la ausencia, aportan todo el peso de sus fuerzas, hasta que el creciente riesgo de los griegos, mueve a Patroclo el de jobial linaje y tremolante casco a intervenir en la contienda. La guerra es deslumbrante, de lejos brillan las corazas y de cerca los cuerpos sudados en lucha, en el último año de la guerra de Troya, con los sucesos más significativos y definitorios de las cóleras con la muerte de Patroclo. La sentencia estaba clara. Has sido tú cocodrilo.

-“Los que antes eran los más fuertes, heridos unos de cerca y otros de lejos, yacen en las naves. Si te abstienes de combatir por algún vaticinio de tu venerada madre, enterada por Zeus, te haya revelado, envíame con los demás mirmidones, por si llego a ser la aurora de la salvación de los dánaos, y permite que cubra mis hombros con tu armadura para que los teucros me confundan contigo y cesen de pelear.” Aquiles que le era devoto hasta las trancas, lo escuchó con atención. Se notaba que su ruego lo desconcertaba y perturbaba: 

-“Patroclo, échate impetuosamente sobre ellos y aparta de las naves esa peste; no sea que, pegando ardiente fuego a los bajeles, nos priven de la deseada vuelta.” Eran esos usos de buena costumbre entre las naciones civilizadas, lo que no era ramita de salviasija.

 

“Quien a los Dioses obedece, es por ellos muy atendido”

Aquiles



Como en todas las habas se cuecen lados, “¿Quién era yo para detenerlo? ¿Será que puede un maestro, un padre o un amigo detener el destino?” Pues las costumbres de buena crianza anotadas en cuaderno de vialidad establecen que nunca se pida la vida a quien venció, ni se la niegue a quien la pida, así que Patroclo -viendo se soslayo a sus consortes,- se vistió con los bronces refulgentes de las armas de Aquiles, en el pecho colocó la coraza de aquél que centelleaba como la estrella del amanecer con la anuencia del primero. Se echó a los hombros la espada adornada con plata y luego el escudo grande y más pesado que nuevo político. Sobre su cabeza brillaba el yelmo bien labrado. Aquiles no sabía que le estaba suplicando morir, porque ya ni coco le ponía. Debe perder a Patroclo y al vengarle en Héctor, también sobre él se cernirá la sombra de su muerte. Está dispuesto a jugarse el último naipe. La Diosa Destino usando el lebeche permite al Pelida seleccionar entre dos posibilidades como en ciaboga, o gloria inmortal con vida corta, o larga pero sin fama. Al frente de todos, iba Patroclo deslumbrante en su carro al lado de Automedonte, como en un abordaje en el que ni siquiera los Dioses conocían a los suyos. ¡Es Aquiles! Y se les encogieron las hipotenusas a los troyanos y hasta los artejos a pesar de que eran como chingomilchigocientos de ellos y no querían heredar dos metros de tierra subterránea. Habían esclavos, herejes, falsarios, renegados, perjuros rufianes, salteadores, adúlteros, blasfemos, asesinos y ladrones, creo. El eco de sus chillidos resonaba al viento cubierto de polvo muy cerca de la playa Arumaghora y las filas de los guerreros se cerraba, escudo contra escudo, yelmo contra yelmo, hombre contra hombre, nalga contra nalga. El olor a nube era de pronóstico, patas sin lavar, ingles polvorientas y sudadas con humor a pescado y otras cosas no definibles y, de las chilacas ni hablar, además del olor ferroso a sangre coagulada, curtidos de hedor y las mesas se habían quedado con esperma de candelas. La turbación se les metió bajo los sobacos a las tropas y el desbarajuste devoró sus almas que empezaron a penar como ánimas en celo en una ejecutoria fascinantemente convincente. Era como que Soledad Bravo cantara allá viene un corazónPatroclo gritaba y mataba aplastando tiñendo de rojo el suelo como alfombra de semana santa, como que fueran zompoponas de mayo, pero lo que él quería como perro a su hueso, era encontrarse con Héctor, su letal enemigo y, así justificar su orgullo propio que se le había subido hasta la parte innombrable entre sus muslos. Su opositor, hijo de simples mortales, poseía las cualidades de un hombre más que las de un héroe, aún en su bravura deliberada, el deber le inspiraba pelear por Troya la ciudad de anchas calles. Corrió tras el hijo de Príamo y el mejor de sus guerreros. Acorralado y sobrio era cuando más peligroso era, pues se volvía loco como chucho rabioso espumeante acometiendo ciego sin razón ni esperanza. Al fin, el velo de la muerte derrumbó al aqueo que quizo dormir cansado profunda y eternamente y vivir soñándo porque no quería estar llorando aunque su cosecha de escrúpulos no fue abundante. Había dejado la piel en el asalto y disponía de todo el tiempo del mundo para hacerse morir. Una historia de guerra escrita por los vencedores, Aquiles, el protagonista el que más tarda en ingresar al combate y, ante su actitud por sus hermanos que mueren por racimos parece inhumana, a pesar de su posición beligerante, las palabras salidas de su boca ante la embajada enviada por el sopenco de cara calaceada de Agamenón con su papada tipo gueguecho, con el fin de deponer su cólera y su berrinche, que es el más enérgico e indiscutible grito de paz que no fue entendido, pues no creo que valga lo que la vida, pues no es posible prender ni aprisionar el alma humana para que vuelva, una vez que ha traspasado la barrera formada por los dientes incisivos, que es como morder un tamalito de chipilín. De tal manera balbuceó Íñigo Balboa, “den vuestra mercedes a Marte lo que a Venus daban, y hagan cosas que sean increibles de espantosas.” Había llovido mucho y Dios estaba ocupado en otras cosas, así que el alma al infierno y el cuerpo al mar, pues duelos y serenos con libros son menos y yo que lo vea, lo goce y lo beba.

 

Aquiles el destructor de hombre y ciudades, ataviado con su divina armadura, 

estaba loco, y de rabia también

 


 Como el diablo escurrido de carnes, mete la cola donde no puede meter la mano o metería otra cosa como degollar hombres dormidos, que es más rápido y cómodo que degollarlos despiertos, aunque luego hace falta mucho más cantidad de vino para lavarse la sangre de la memoria y, así cuando Aquiles que estaba forjado para esos chubascos y no tenía ni media astilla de palo de santo, el rubio hecho cecina al descubrir la tragedia enloqueció de rabia colérica tan sediento de sangre que no había carne para tanto diente, pensando, a espada, daga o estoque y a cuchillo cualquiera que me tope, con más ganas de menearlos y que el alma de los gusanos ayunen. Ahora lucharía y tomaría una terrible venganza por la muerte de su amigo dado que una moneda de plata suena idéntico a otra. Inmediatamente le pidió a su madre Tetis -la de buen mascar y mejor sorber,- desde donde lo trajo. que le diera una nueva armadura y ella reclutó a Hefestos, el Dios de la metalurgia, para que forjara para el héroe la armadura más magnifica jamás hecha, el escudo reluciente representaba todo tipo de escenas en oro, plata y esmalte, las grebas eran de estaño brillante y el casco tenía una cresta de oro. Armado hasta los dientes con ganas de brega dando chuchilladas hasta nocturnas hasta el abismo de horror que no eran seguras ni para el mismísimo diablo en el relieve de las sombras de aquella luz indecisa y fanfarrona, pasada la hora de las ánimas. El destructor de hombres, ataviado con su armadura divina y todavía inflamado el cólon de rabia, volvió una vez más al campo de batalla y puesto fuera de filas derrotó al enemigo por la izquierda, la derecha y el centro, adviento, enviando a una larga fila de héroes troyanos al Hades y todos con el riesgo de que les descosieran las asaduras con el odre lleno. Cometió el sacrílego que rompió con todo código de etiqueta de la guerra. ¿Cuántos preceptos había quebrantado desde que era soldaro? Todos los que pudo, pues la guerra es engañosa aunque no tenga edulcorantes y que Dios disimule si es que atiende a tales cosas.

 

“Y que la viuda enlutada

les jure a todos por cierto

que de miedo de un muerto

duerme siempre acompañada”



Los ángeles sin luz muriendo entre sus alas y como siempre hay escondrijos entre líneas de los párrafos como hombre apretado de bolsa, Patroclo, de gentil aspecto, propicio a la melancolía, el guerrero y amigo íntimo de Aquiles, -que hasta parece por ratos ser una relación lgtb, porque ya tenía antecedentes con mucho de lonja para la venta,- es su voz la que se escucha y en ella prima la supuesta relación de amistad y amor raro entre los dos guerreros y la fuerza de esta relación, más allá de la amistad, es lo que desamarró la ira de Aquiles, con el ronco rumor de su garganta mezcla de gemido y resuello como que vomitara el ánima por la boca echando los bofes, pues  el día que Patroclo siendo un niño debilucho y desnutrido como patojo chapín, conoce a Aquiles este apenas le pone asunto ni queriendo tomarle las hechuras porque le alborotaba la venta, ya que era feíto, aunque luego se compuso y ni el fuelle soplaba su nombre y, a la primera vuelta del cordel Patroclo asistió como pretendiente precoz -porque ya se le alborotaban las hormonas,- para desposar a la bella Helena, pero ella con más ojo en el bosillo elige a Menelao, que aparte de robar a su madre el vuelto, asesinar a sus carnales y prostituir a sus hermanas, no había hecho nada malo en su pecadora vida, porque era rey pistudo, viejo, algo panzón y que ya no se ayuntaba continuamente como debería ser, pues el sitio era angosto para danzas y para tocar los cascabeles pero podía olerse su miedo que parecía mojarle la mojarra. Y así bolsearon a Chusita en el imperio inmobiliario de las hormigas. Pero para el efecto teatral no era lo mismo y ahí radicaba el arte. Lindo de puro ridículo. Los hilos están puestos y los mortales harán el resto aunque la verdad adelgace y quizá no hubiera que llegar al punto. En algún momento del pasado asoma el futuro y en algún punto del camino entra el destino que habrá de ser, cuando el deporte nacional es el chisme. El sin par héroe Aquiles el de los pies ligeros, porque era el más rápido de todos, hijo del mortal Peleo rey de los Mirmidones én Ftia al sureste de Tesalia, y de la nereida Diosa Tetis, que se tuvo que rifar a un mortal porque había que cumplir la profecía. Aquiles al que se le subía la cólera hasta el desván y le cagaba el páncreas, que fue un hombre muy fuerte, bello, valiente y muy buen guerrero del ejército griego por lo que le dieron la denominación el de los pies ligeros, porque según la Biblia es pecado poner apodos en esa criptocracia. Era inmortal de todo su cuerpo excepto arriba del tobillo izquierdo en el meritito tendón porque su nana lo bañó en la laguna Estigia -que era uno de los ríos-laguna infernales, situado entre los Campos Elíseos y el Tártaro eran los dominios de Caronte y constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos, el Hades,- cuando era bebé, sosteniéndolo sólo de ese tendón inmunizando todo el cuerpo excepto ese pinche punto y todo porque le dió culillo que se le zafara, tragara agua shuca y se ahogara contaminado como que fuera el Motagua. Debido a su inmortalidad y otros factores era el único guerrero que podía sobrevivir la cólera con galima. Es quien desataba su furia cuando era el momento de hacerlo y, una buena muestra reverencial de su furia funesta sin dar cuartel con mucho coraje y mucha decencia que causó infinitos males, precipitando al Orco muchas almas escondidas en cuerpos de héroes a quienes hizo presa de los chuchos callejeros hambrientos y de los nobles zopilotes que se dedican dentro de sus quehaceres a limpiar de carroña, dejando la tierra teñida de rojo corinto y que el diablo se harte si le place, es cuando Héctor mata a Patroclo antes de que se muera por su cuenta, su íntimo y a consecuencia Aquiles lo va a buscar sin que se le tuerza la hipotenusa y, cuando lo encuentra lo mata muy decentemente como se mata a una res, en combate duro y reñido de doce rounds sin señalar a sus consortes. Pena de vida. Todo era un conversatorio de espada y lanza con una cuarta de acero en las asaduras con la oscura tenacidad de un perro. Por ser nieto de Éaco e hijo de Peleo le llaman a menudo Pélida y Eácida. El poema de Estacio afirma que era invulnerable en todo su cuerpo salvo en su talón izquierdo por donde le alcanzó la inmortal Muerte en batalla, al ser alcanzado en ese tendón del talón por una flecha disparada por su rival el lindo Paris, el de arco fácil. Es de aquí donde la expresión talón de Aquiles, -aunque en realidad debería ser el Tendón de Aquiles,- toma forma para aludir a la máxima debilidad de un fulano o fulana nomás pa´guardar el lenguaje inclusivo, que no sé qué es, pero hay que seguirlo por si acaso y, en el campo de la anatomia se llama Tendón de Aquiles, al que está en la parte posterior baja donde termina la canilla antes del puritito talón. Por las cinco llagas o las que tuviera Cristo.



“En la vacada el buey más excelente es el toro”

La Ilíada


Como suerte y destino son la misma cosa en la luz parva del crepúsculo, bien lo anotó Bertolt Brecht en su poema A los hombres futuros, “pero ustedes, que sobrevivirán a la marea en la que nosotros perecimos, recuerden que también el odio contra la bajeza endurece los rasgos, que también la cólera contra la injusticia enronquece la voz." Como en un cuarto lleno de espejos de algunos lugares ocultos que me han contado, pues yo no conozco esa letra ni su música, los siempre sicalípticos hermanos rivales Zeus y Poseidón siempre ensanchando los límites buscando pecatrices, habían echado a las cartas a Tetis, -aquella joya de la braveza enhebrada,- hasta que Temis  profetizó que ella pariría un hijo todavía más grande que su padre y, por eso fue obligada a casarse con el mortal Peleo y, de paso les aguó la merienda. Aquí lo de virgen es por epíteto no por sentencia probada. La prensa amarillista y CNN dicen que fue Prometeo el que hechó las runas y otra parecida dice que fue Momo​ el que mal aconsejó a Zeus que casase a Tetis con un mortal. Pero las Argonáuticas publicaron en su matutino, que Hera elude a la casta resistencia de Tetis y a los avances sicalípticos de Zeus, montador de mortalas, por lo que fue leal al lazo matrimonial de Hera rechazándolo secamente. Según el poema incompleto Aquileida, taipiado por Estacio, cuando Aquiles nació, Tetis, algo viva de genio, intentó hacerlo inmortal sumergiéndolo en la laguna Estigia, como ya fue informado por este matutino en el párrafo de arriba, pero por andar abriendo la boca se le fue la onda de mojar el tendón por el que lo sujetaba, dejando vulnerable ese punto con la resignación propia del oficio, aunque ya le había remojado la canal maestra. En otra cara de la historia, Tetis ungía al niño con ambrosía  y lo ponía al fuego del hogar de la chimenea para quemar las partes mortales de su cuerpo, pero fue interrumpida en estos quehaceres por Peleo, que venía algo alumbrado de uvas, que arrancó de sus manos con violencia al niño y este quedó con un talón carbonizado con el tono mate de las cenizas. Tetis, enfurecida, abandonó a ambos y Peleo sustituyó el talón quemado por la taba del gigante Dámiso, célebre por su velocidad en la carrera y de allí que se le llame el de los pies ligeros. Bien lo afirmó Sebastián Copons, “¡por Belcebú, la puta que lo parió y a todos los diablos luteranos de invierno!”

 

Todos tenemos un talón de Aquiles,

que en realidad es un tendón literal y figuradamente

 

Como la invulnerabilidad quedó  imperfecta La única divinidad a la que no le alegró la decisión fue Tetis, ungida de la cólera décimosexta, quien no se resignaba a aceptar que algún día a su hijo sería tan cruelmente arrebatado por la despiadada Muerte, algo que a ella, por ser una Diosa, no le ocurriría. Así que hizo todo lo canjeable para evitarse el dolor más grande, aquel de sobrevivir a su hijo. La Diosa del mar intentó inmortalizar a Aquiles a través de un largo ritual de purificación que consistía en quemar poco a poco su mortalidad en el fuego todas las noches y ungir su cuerpo con ambrosía. Cuando estaba a punto de completar la tarea, Peleoalumbrado en ese instante por la dipsomanía fuente de disgustos en el el acto fatal, la sorprendió con las manos en la masa del niño, la cagó y le horrorizó tanto verla poner a su hijo para rostizarlo a fuego lento, que no quizo escuchar las explicaciones por la enfermedad de la carne dispuesto a entretenerse. Esa no fue la única precaución que tomaron sus padres para evitar su muerte. Se aseguraron de que lo educara nada menos que Quirón"el más sabio y justo de todos los centauros", mentor de muchos de los grandes héroes de la mitología, como Jasón y Peleo, los argonautas, y Asclepio el Dios de la medicina y la curación. Bajo su cuidado, se alimentaba con una dieta de entrañas de leones y cerdos salvajes, y médula de lobos para fortalecerlo mientras que aprendía de cacería, así como de música y actividades intelectuales. Cuando Peleo recibió un oráculo de que su hijo moriría luchando en Troya, la ciudad de las anchas calles, lo escondió en la corte de Licomedes en Esciro, disfrazado de niña con trencitas, faldita y tanga entre las numerosas hijas del rey, para evitar que se uniera a la batalla y ellas le decían Pirra, La Rubia, de ahí que a veces se le saliera el lado femenino. Deidamía, una de ellas se encargó de bajarle el prepucio y lo ayuntaba para enseñarle a ser hombrecito y se le quitaran las mañans y, con ella tuvo a su único hijo, Neoptólemo también llamado Pirro, por el apodo de su tataEl destino estaba escrito y otra profecía se ocupó de que se cumpliera. Cuando el adivino Calcas le dijo a los griegos que no podrían ganar la guerra para rescatar a la juída Helena de las manos del príncipe Paris de Troya sin la ayuda de Aquiles, lo buscaron y lo encontraron. Se me hace que Luis de Góngora tenía razón y lo escribió por ella como a zorra bermeja:

“Mujer de muchos, y de muchos nuera,

¡oh reina torpe, reina no, más loba

libidinosa y fiera!”

 

“El ladrón que va a hurtar,

para no dar en el lazo

debe ir sin embarazo

para huir, para alcanzar”

Miguel de Cervantes y Saavedra




Arreboles por la noche, a la mañana son soles y a la tarde son agua, cuando encaramado en el monte Pelión, Peleo confió a Aquiles y Patroclo al centauro Quirón  alque le tenía confianza, -como ya les había contado antecito,- para que los criase y los alimentó con fieros jabalíes, entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía, les enseñó tiro con arco, el arte de la elocuencia y la curación de las heridas. La musa Calíope les enseñó el canto, y el profeta Calcante predijo que a Aquiles se le daría a escoger entre una vida corta y gloriosa o larga en años y anodina. Odiseo -que en versión romana es Ulises,- supo por el profeta Calcas, que era un poco chismoso como vecina ventanera, que los aqueos de hermosas grevas serían incapaces de capturar Troya la ciudad de anchas calles, sin la ayuda de Aquiles, por lo que raudo fue a Esciro con ropas y joyas para obsequiar a las mujeres pero entre las mismas puso un escudo y una lanza. Entonces, Odiseo ordenó que sonara la trompeta de alarma de Golán y, vacilado buscando un su collar y una faldita de cuadros rosados Aquiles encontró las armas y se preparó para defender la corte cogiendo el escudo y la lanza y se arrancó sus vestidos de señorita, se quitó la faldita y el brassiere, se dejó sólo la tanga y desveló así su identidad y ya no se pudo esconder el Pirra. Ese de cargo refugiarse era sobrado para que lo empalaran sin manteca ni cebo para aliviarle el trámite pues nadie escarmienta con palabras o su futuro se hubiera podrido como carroña al sol. Al final todo se va en juego, vino y putas con las sotanas siniestras. Todos de la peligrosa variedad con que Dios y el diablo adornan el género humano. Cuando los griegos partieron hacia la guerra de Troya se detuvieron en Misia, donde gobernaba el rey Télefo. En la batalla resultante, Aquiles hirió a Télefo. La herida no sanaba, y Télefo pidió un oráculo, que dijo “el que hirió sanará. Télefo fue a Argos disfrazado de mendigo y pidió a Aquiles ayuda para curar su herida y, había secuestrado a Orestes, que entonces era un niño, y pidió como rescate que Aquilessanase la herida, éste se negó alegando no ser paramédico, ni bombero, menos enfermera. Odiseo señaló que la lanza era la que había infligido la herida y que por tanto debía ser capaz de curarla, aasí que se rasparon unos trozos de la lanza sobre la herida, y se curó con magia empática. Una vez que los barcos griegos llegaron a Troya la ciudad de anchas calles, Aquiles luchó y mató a Cicno, rey de Colona,que significa cisne, hijo de Poseidón y la ninfa Cálice, que era invulnerable al hierro, excepto por su cabeza por lo que lo ahorcó con la cuerda de su casco y golpeándolo gruesamente con una piedra y, acabó perdiendo con mucha desidia, vergüenza y desdicha. Y Poseídón quedó abrumado y sediento de venganza y no se podía ahogar por no soltar el tesoro.

 

“El hombre sin importar si héroe, su linaje o condición, 

es presa de los designios divinos hasta el punto de ser 

una marioneta de los caprichos de los Dioses.”

Sara G. Peláez



Mientras Troilo, el hijo menor de Príamo y Hécuba que la meritita verdad su padre era el flechador Apolo, y el otro ni cuenta se había dado que lo cuerniaron mientras dormía, estaba abrevando sus caballos en la Fuente del León fuera de las murallas de Troya y, Aquiles le echó la 105 y se enamoró de su belleza cuya bondad de formas era como oro tres veces refinado. El bravo Aquiles ya estaba mostrando su inclinación del lado amable. El joven rechazó sus proposiciones sicalípticas y se refugió en el templo de Apolo, pero Aquiles lo persiguió hasta el interior del santuario y lo decapitó en el mismo altar del Dios, por negarse a hacer de aquellito. Usaba menos la espada que las uñas. A Troilo le faltaba un año para su vigésimo cumpleaños, y si hubiera alcanzado esa edad, Troyahabría sido invencible según la profecía. O sea que todo iba cuadrando, poco a poco se iba cocinando la cosa.

 

“Cuando redobla el tambor, nunca faltan espadas”

Sebastián Copons en Corsarios de Levante. Arturo Pérez-Reverte

 

Esto visto en primera persona y que me ahorquen si estoy soñando, pues después de que Aquiles, el mejor de los aqueos, diera muerte a Héctor, el mejor héroe de Troya, la ciudad quedó abatida hasta el cencerro, esperando los feroces asaltos de los contras. Pero cobró nuevos ánimos al recibir el socorro de una aguerrida tropa foránea, brutales y bellísimas  amazonas, que no le tenían miedo ni al diablo, capitaneadas por su reina, la bella sin par e intrépida Pentesilea, hija de Ares, el Dios de la guerra. No eran unas daifas animosas que no llegaron precisamente a aliviar de picores a la tropa. Venían a mostrar de nuevo su valor ganado a pulso y no a los naipes y, se lanzaron con furia contra los aqueos de largas grevas, causando asombro y espanto bajo el mando de su subsónica soberana. Eran una carga para ellos. Pentesilea causaba estragos y destrozos fileteando en las filas griegas, pero salió a buscarla Aquiles acompañado de Baco al que frecuentaba mostrando un sed del infierno, para chipotearla en un trabado y fiero combate, pero la puta lanza de aquél dando un salto raro atravesó el caballo y el pecho de Pentesilea de un mismo golpe desde lejos, y la amazona se desplomó muerta a los pies de su ejecutor y el polvo calléndole en el rostro sin poder sacudirse. Ya no quedaron recursos para cegar a la tuerta. Aquiles el que siempre supo forrajear en buenos pastos, admiró su belleza al quitarle el casco, y lamentó su trágico desenlace que él había propiciado, pensando que bien hubieran podido encargar cuaches con la resuelta pasión de los pocos años de ambos. También los troyanos lloraron angustiados el desastre de las amazonas. Pero enllantados estaban cuando otro ejército acudió en su socorro, el de Memnón y sus etíopes llegados de lejos, para socorrer al rey Príamo, pues era hijo de Titonohermano de Príamo y de la Aurora de rosados dedos hija de la Mañana y, se presentaba como un rival digno de entrarle a Aquiles. También él era hijo de una gran Diosa, era un guerrero gigantesco y valeroso, y su oscura tropa era incontable. Pero también cayó en su duelo con el hijo de Peleo, que no dejaba ni uno esperando. Tras un tremendo combate, la espada de Aquiles traspasó la coraza del etíope. Divinos vientos recogieron y llevaron su cadáver hasta su divina madre, que lloró inconsolable, e incluso amenazó con dejar la tierra en tinieblas para siempre, hasta que Zeus logró contenerla, si no se tendría que haber esperado multitud de siglos hasta que a Thomas Alva Edison le diera la puta gana de inventar la bombilla. 

 

“Soy un soldado

que me he venido a entregar

por no poder tolerar

ser valiente y mal pagado”

Copla

 




Continuaron el asedio y los combates y muertes a granel cargados de zumo de uvas. Los aqueos reforzaron sus filas con la llegada de dos nuevas cuñas, Neoptólemo, difícil de verbos y fácil de acero hijo de Aquiles y de Deidamía la princesa de la isla de Esciros, la que le había bajado el escroto y Filoctetes, el héroe malherido y abandonado al principio de la guerra en la isla de Lemnos, que los aqueos habían rescatado, pues según la profecía, su intervención era imprescindible para la conquista de Troya. Otra condición para tomar la ciudad era sacar de ella la pequeña estatua de Atenea, el Palladion, que la protegía. De eso se encargó Ulises, disfrazado de pinche mendigo penetró furtivamente en el recinto y se la llevó, gracias al silencio de Helena, que lo había reconocido pero fingió demencia. 



    Pero la ciudad resistía firme tras sus fuertes muros. Se mantenía a pesar de que uno tras otro fueron cayendo sus héroes. Al fin pereció también el funesto y escurridizo Paris, el guaperas, que agonizó por las flechas de Filóctetes con rumbo dirigidas por Waze.  El cerco aqueo de Troya duró diez años, y durante este tiempo, Aquiles sobresalió en batalla y saqueó no menos de 23 ciudades en el área circundante. Los griegos no llegaron a mantener un cerco compacto y la ciudad podía recibir refuerzos desde lejos. Aunque la muerte se había llevado a muchos de sus hijos y a sus mejores guerreros, Príamo resistía. Así que no había alternativa, fue necesario recurrir a la trampa y el truco, ya que la fuerza no lograba la victoria final, así que intervino la astucia de Ulises rey de Ítaca, inspirado por Atenea, que propuso construir un gigantesco caballo de madera en cuyo vientre como que estuviera embarazado a pesar de ser macho, se emboscarían los más osados guerreros, que luego saldrían y abrirían las puertas del muro a los demás. La estratagema tuvo un éxito redondo, pues luego de discusiones el rey Príamo dispuso que lo entraran a la ciudad, pues según él los barcos aqueos se habían hecho al mar, lo que era cierto pero en ellos iban muy pocos que eran marinos. Así que se pusieron los troyanos una gran juma como la de ayer y, por la noche los combatientes griegos escondidos en la panza del caballo salieron, abrieron las puertas y emprendieron la matanza como un gran molino de carnes funcionando con toda acuciosidad, violando templos y mujeres y llevándose cautivos, mientras la ciudad, saqueada, se consumía en el incendio. Sólo Eneas -que no era precisamente el amigo de Benitín,- que era hijo de Afrodita escapó con su padre a memeches vendiendo cara la piel. Era lucha de mortales contra inmortales que habían hecho sangrar a dos Dioses, pues hasta ellos derraman líquido corinto sanguazoso. Ares contra Atenea, ambos Dioses de la guerra pero de distinto género y concebían la guerra de forma radicalmente distinta, él como un fin en sí mismo, ella como último recurso, y midieron sus fuerzas en más de una ocasión. Ares la consideraba débil, pero, como dice el refrán, más vale maña que fuerza, y Atenea le ganó siempre la partida, pues sufrió su derrota más humillante en Troya en un nudo que no se puede desatar, ni cortándolo. Aunque ya Zeus los había amenazado a ellos y a todos los Dioses poniéndolos a punto, que si intervenían los enviaría al Hades de la forma más amable y piadosa posible, de acuerdo a los cánones celestiales, pues en esas partes sobre la tierra los corazones laten más rápido y Hera lo durmió e hizo omisión de deberes para darle vuelta al guacal.

 

“De entre esta tierra estéril, derribada,

destos terrones por el suelo echados,

las almas santas de tres mil soldados

subieron vivas a mejor morada.

Siendo primero en vano ejercitada

la fuerza de sus brazos esforzados

hasta que al fin, de pocos casados,

dieron la vida al filo de la espada”

Miguel de Cervantes y Saavedra

 

Como que estuviera en Walmart no encontró Aquiles nada que lo detuviera cuando en un nuevo ataque de cólera décimo octava que puso en fuga a los troyanos, como que fueran los pollitos en fuga y, cubierto de sangre coagulada de otros, llegó hacia las murallas, con las ganas rascándole la bisectríz por lanzarse al asalto. Pero ahora iba a enfrentarse a un enemigo más peligroso, el Dios flechador Apolo, el divino protector de los troyanos que le ordenó detenerse con duras amenazas, pero el soberbio Aquiles replicó con desdén despreciativo, desafió al Dios, y siguió implacable, empedernido y despiadado. Apolo se retiró y desde lejos envió a través del lindo Paris el guaperas, una rauda la flecha que se hincó en el único punto vulnerable del cuerpo del héroe, el talón izquierdo. Desangrándose a chorros como que tuviera la mensual lunar por la herida se cayó como bolo con el hígado remojado en alcohol santo, sintiendo como se cumplía su trágico destino profetizado,  primero su caballo Janto*, que era inmortal hijo de Céfiro Dios del viento y Podarge  la harpía, hablando el idioma de los mortales por única vez  y, luego Héctor, ya a punto de morir se lo habían profetizado, Te matarán Paris y Apolo. Y CHAS, oferta cumplida, porque era viernes.

*Janto junto a su hermano Ballo fueron el regalo de bodas del Dios Poseídón a Peleo y Tetis.

En torno al cadáver de Aquiles se armó la de Troya, pues trabó un espantoso y terrible combate, Áyax detuvo a los furiosos troyanos, que acudieron en muchedumbre en bandadas torbellinescas y, Ulises peleó hinchando sus bolas como que fueran de beisbol, hasta que lograron retirar el cuerpo del Pelida y llevárselo al campamento aqueo. El forzudo Áyax lo transportó sobre sus lomos doblando la cervíz, mientras Ulises contenía a los troyanos. Desproporcionado fue el dolor de los griegos por la pérdida de su mejor guerrero, hasta el cielo llegó resonando el planto fúnebre, junto a los compañeros de armas sollozaban también por él Briseida y las cautivas. Y desde el fondo del mar acudió inconsolable la Diosa Tetis para velar el cadáver de su único hijo, seguida de sus hermanas, las cincuenta acuáticas Nereidas que representa todo lo bello y hermoso que hay en el mar pues son hijas del insigne Dios del Mar, Nereo, además también representan la belleza y seducción más compasión por los navegantes y la humanidad. Luego los aqueos quemaron el cadáver con todos los honores sobre una alta pira, y celebraron espléndidos juegos atléticos según el noble rito funerario, y repartieron en ellos magníficos premios a los vencedores. En el reparto surgió una dura contienda con bronca, al tratar de otorgar al mejor guerrero las famosísimas armas de Aquiles, la armadura, el escudo y el casco que forjó el Dios Hefesto, a petición de Tetis, que se necesitarían capítulos aparte para hablar de ellas, que eran algo nunca visto. Quien las obtuviera quedaría señalado como el más digno heredero del héroe, y los primeros que se pusieron en la fila para reclamarlas en razón de sus méritos fueron Áyax y Ulises. Los jefes del ejército, los Atridas, hicieron sus cálculos en el ábaco y decidieron entregárselas al segundo, desairando así al fuerte Áyax. Éste se retiró como la gran puta escupiendo esputos de  rencor, tan enloquecido que hasta el tuétano le cambió de color, y esa noche hizo una matancinga de corderos, cegado por el odio oprobioso, del campamento confundiéndolos con los jefes aqueos y luego, avergonzado de su desvarío, apoyó la empuñadura de su espada sobre el suelo, puso la punta en su panza y se abalanzó sobre ella. No recibió Áyax grandes honores fúnebres, pues Agamenón Menelao deseaban castigar su locura dejando insepulto su cadáver, pero Ulises intervino para que fuese depositado en una tumba fría, como correspondía a un rey y un guerrero tan valiente y de ahuevo. 



Todos tenemos dos, que se llaman tendones de Aquiles

 

Son unas bandas resistentes de tejido fibroso que conectan los músculos de la pantorrilla con el hueso del talón. Cuando los músculos de la pantorrilla se flexionan, el tendón de Aquiles tira del talón y ese es el movimiento que nos permite estar de puntillas al caminar, correr o saltar. Y como si nada son los tendones más grandes y fuertes del cuerpo, lo cual es curioso pues se usa la expresión "talón de Aquiles" para aludir al punto débil de una persona.

 

Como lo dictó el destino Aquiles, ¿qué pecado puede enfurecer de tal manera a un hombre como tú? La ofensa de Agamenón, que le arrebata parte de un botín con faldas, Briseida. Finalmente, Agamenón se lo pensará mejor y decidirá devolverle a la mujer, junto a veinte de las mujeres más hermosas de Troya y a una de sus hijas, como que fueran plátanos. A pesar de esta oportunidad, Aquiles se niega a aceptar la oferta, demostrando que lo que importa realmente es que hayan cuestionado su fuerza y poder, fuerza terminará de transformarse en cólera cuando su amigo Patroclo muere. Preso de este sentimiento, será capaz de hacer las paces con Agamenón para acabar con Héctor. El héroe quiere demostrar que nadie debe cuestionarle. Así, las cualidades de fuerza y valor acaban convirtiéndolo en altamente impulsivo, capaz de desafiar a Dioses y hombres y de no mostrar respeto ante los muertos, sino que es dotado de valentía. ¿Debe ser el orgullo, la violencia y la ambición lo que guíe en la construcción del prototipo de héroe? Guiado por la voz de los dioses, el protagonista devuelve el cuerpo del fallecido a su padre y consigue vencer a sus intestinales instintos. Pese a todo lo que ha hecho, con actitud violenta es capaz de sentir compasión y rectificar errores y consigue enseñar que estos no son signos de debilidad, sino de humanidadEra “alimentado exclusivamente de entrañas de leones y jabalíes” para conseguir la fuerza de esos animales, por tanto, desde pequeño se esperaba que desarrollase la resistencia y energía de un hombre. Hay un detalle que sorprende, también se alimentaba con miel que le proporcionaba dulzura. Algo parecido ocurre con su enseñanza, pues se le instruyó en la caza y la doma de caballos, pero también aprendió a cantar y a tocar la lira. Desde muy pequeño, desarrolló el vigor con el que se identifica a grandes hombres, pero también la suavidad y la sensibilidad que a lo largo del tiempo se han asociado a las mujeres. Tras esta equilibrada infancia, fue llamado para partir hacia Troya. Su madre Tetis le advierte del fin que le aguarda, pues un oráculo le ha contado que morirá en Troya. Se oculta y permanece alejado de la guerra durante nueve años en la corte del rey de Esciro, Licomenes, y lo hará de una forma inusual, disfrazado de mujer. Era un bravo finitoEs indudable el fuerte espíritu guerrero que lo rodea, pero con numerosos rasgos en los que se unen al hombre y la mujer, como el varón Ashler, demostrando que la combinación de cualidades distintas, divididas por los géneros, son lo que lo hacen un verdadero hombre. 

 

“Más sabe el caballo que quien lo ensilla”

 

Como la pluma llega más lejos que la espada, en el Ponto Euxino herido mortalmente por una flecha en el talón, Aquiles no pudo ver como los griegos tomaban Troya la ciudad de las anchas calles y la reducían a cenizas. Con la natural inclinación que no se puede domar el semidios mismo sabía que su vida sería breve, y su apenada madre, la Diosa Tetisse lo recuerdó ya en su afectuoso encuentro en el primer canto. Por otra parte, también Héctor adviertió a su mujer Andrómaca que en un día no lejano la sagrada Ilión será tomada y destruida, y morirán Príamo y su gente, y ella será cautiva. Y como en Agua Prieta, Sonora, las profecías se iban cumpliendo porque eran las de antes, las de ahora no.

 

"Cuando el hombre se extinga,

cuando la estirpe humana al fin se acabe,

todo lo que ha creado

comenzará a agitarse,

a ser de nuevo,

a comportarse libremente

como los niños que se quedan

solos en casa

cuando sus padres salen por la noche.

Héctor conseguirá humillar a Aquiles,

Luzbel volverá a ser lo que era antes,

fornicará Susana con los viejos,

avanzará un gran monte hacia Mahoma.

Cuando el hombre se acabe

-cualquier día-,

un crepitar de polvo y de papeles

proclamará al silencio

la frágil realidad de sus mentiras."

Ángel González. Cuando el hombre se extinga

martes, 5 de diciembre de 2023

LA SUMA DE TODAS LAS CÓLERAS. 229

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CAPÍTULO 1

 


"El origen de muchas violencias directas

eran todas esas violencias indirectas

que sistemáticamente reproducen el código de la indiferencia

ante el dolor y de la insolaridad,

que hace tanto o más daño que la violencia física”

Johan Galtung

 

LA SUMA DE TODAS LAS CÓLERAS 

Le llamaban Pirra o sea La Rubia por sus cabellos de un rubio de fuego

 

A extrañas cosas me obligas,

transformaciones de amor 

dan a los Dioses valor

 

Hoy toca escribir sin métrica de esta que es una historia contada hasta en las camionetas que pasan por la cuadra y que junta, en una sola página a mortales y Dioses, revueltos como huevos con tomate y cebolla, ah, y un poco de ajo más orégano, pues los límites suelen ser delgados. La de Aquiles o Aquileo el de los pies ligeros, la del héroe de los tiempos lejanos que prefirió la gloria y la vida en la memoria de los mortales a la inmortalidad. Su historia narrada por Homero en Iliada que data del siglo VII aC, no sólo es una obra que sostiene la literatura y las artes y asomos a la Historia, sino que están plasmados los rincones de la condición humana movida por las pasiones intrínsecas y lo que estas desatan, incluida la triste guerra en su infinita brecha temporal que intenta dar luz a los más oscuros tiempos engullidos por la sombra. Si al comienzo es la huída de Helena, el amor, desamor y despecho lo que mueve a los ejércitos contra Troya, es la muerte de Patroclo de jovial linaje, el íntimo compañero de armas en el campo de batalla lo que lleva a Aquiles, descendiente de Jove a la guerra y la victoria con la pérdida del amor que desata la venganza inmisericorde. Las proezas de este singular semidios pasan en una etapa heróica de la humanidad, cuando los hombres hablaban con los Dioses y ellos se comunicaban con los mortales, lo que ahora no ocurre pues el Dios que la mayoría conoce se acostó a descansar el sétimo día y no ha despertado. En el momento de evocar a quienes vivieron en esas épocas tan atrás a la nuestra, basta el hecho de conocer su relación con el entorno para aprobarlos o censurarlos. Aquiles era audaz, intransigente, berrinchudo y tiende hacia la desmesura, lo domina pasión, peor que una mujer mandona,- y doblegado por ésta se vuelve sordo a cualquier llamado a la razón, sumido en la ira, encuentra las opiniones de los otros no sólo irrelevantes sino insultantes. Homerus basado en la cólera de Aquiles, escribió su épica obra sin tapujos, cuando el poeta simplemente cantó cuán asombrosa es la pasión de esos desordenados aspectos llamados cólera y venganza, que no es el llamado de un ganso a su marido. A su trágica figura debe la Ilíada el no ser solamente un manuscrito de espíritu guerrero primitivo, sino un monumento inmortal, útil para el conocimiento de la vida y del dolor humano. Yo sé que olvidarte es mi derrota, que es como un gallo tapado pasándole la cuenta al corazón que es el que manda en cuestiones de amor. Crassus errare.


“El horizonte no existe, lo fija la mirada, 

es un hilo que se rompe a cada parpadeo”

Alberto Ruy Sánchez

 

            Como el alcohol es malo para la respiración, así que no hay que verter el agua de fuego, sin ser ampuloso pues te hace tocar la guitarra y no importa lo que haces, sino con quien lo haces. Újule, tengo demasiadas cosas en la mochila, pero inicio con la cólera que es la protagonista y, la primer cólera esperando los ataques elementales con derramamiento de bilis hasta vaciar la vesícula, es cuando en las náuseas o nupcias que es lo mismo, de la Diosa Tetis la de los pies argénteos, -que es una ninfa del mar, ​una de las cincuenta nereidas, hijas del anciano Dios de los maresNereo, y de la oceánide Doris, y nieta de la titánide Tetis, con quien se la suele confundir,- versus Peleo, rey de los Mirmidones, que serían los futuros papaces de Aquiles el de los pies ligeros, pero ¡PUNGUCH! no le llegó su invitación a la Diosa Discordia o Eris la de buenas y abundantes carnes, porque se la robaron los hackers en el only fans por lo que no hay que confiar en su palabra y, encolerizada se presentó al asunto con una manzana de oro que sería el trofeo para la más bella de las Diosas, Hera, Elena o Afrodita, en el concurso de Mis Universo Celestial, pero el calientón de Zeus era casado con Hera, Atenea es su hija y Afrodita su cacerola, así que por tibio quedó fuera del ring en el conjuro. Y como no había de otra, llamaron al más bello de todos los mortales, el que más se parecía a un Dios y sólo él podía dar el fallo y escogieron a Paris -que era un putas,- el que no tenía vello en las partes berrendas no debutante en el lecho. Pero como la corrupción campea hasta en los cielos, para que las eligiera, Hera le ofreció el favor de todos los olímpicos. Atenea le ofreció sabiduría y sobre todo virtud al convertirlo en el mejor de los guerreros. Afrodita le ofreció a la más bella de todas las mujeres, tan bella como ella y por eso luego Helena se va ir con él felizona. Pero lleno de astucia Paris rechazo las dos primeras mordidas y se quedó con la tercera, porque los de tránsito no andaban cerca. Por eso se desata la segunda cólera y es repudiado por los Diosas y mortales también, que en ambos casos rebosan de cólera constante contra él. Hasta su hermano Héctor el de la más hermosa figura le echa penca antes de romperse el hocico con Alejandro, desatando la tercera cólera, pues Parisito tiembla y se esconde y por eso le dice: 

 

-“Miserable Paris, el de la más hermosa figura, mujeriego, seductor. Ojalá no te contaras entre el número de los nacidos o hubieras muerto célibe. Yo así lo quisiera y te valdría más que no ser la vergüenza y el oprobio de los tuyos. Los aqueos de larga cabellera se ríen de haberte considerado como un bravo campeón por tu bella figura, cuando no hay en tu pecho ni fuerza ni valor.” Jolagranputa, peor no podría ser esa sentencia del broder. Hera y Atenea poseedoras de la segunda cólera, desatan una cuarta cóleracon su odio panocho, pues odiaban a la sagrada Ilión, a Príamo y a su pueblo por la injuria que Paris -más amigo de prevenir que de ser prevenido,- les infligiera cuando declaró vencedora a la que le ofreció funesta livianidad. Celos mujeriles vanidosos a quien los quiera de calentura de Diosas. Kawabunga. 

 


Tras la batalla con los Titanes, Zeus se repartió el mundo con sus hermanos mayores, Poseidón y Hades, echándoselo a suertes, Zeus consiguió el cielo y el aire, Poseidón las aguas y Hades el mundo de los muertos, el inframundo

 

Como ya son las seis y cuarto y se me hizo tarde, sólo diré que así con una profecía amenazadora Tetis madre de Aquiles, era una ninfa Diosa del mar de quien se habían enamorado los hermanos Zeus, el rey de los Dioses, y Poseidón, el Dios del mar, quienes estaban haciendo hasta guarumo para conquistarla, pero ella con buen ojo rechazó a los dos y Zeus se enfurecido como atolera sin venta, decretó que ella jamás se casaría con ningún Dios. Temis -la del buen consejola encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres- y Prometeo -el Titán amigo de los mortales- sabían que era vital para la orden olímpica que ninguno de los dos se casara con ella, pues estaba escrito "que la diosa del mar tendría un hijo principesco, más fuerte que su padre, que empuñaría otra arma en su mano más poderosa que el rayo o el tridente irresistible," algo que no le alegraría a ninguno de los dos dioses del Olimpo, pues la justicia viene en diferentes forma y tamaños dependiendo de la forma del frasco. Así que dando la vuelta, alertaron a los Dioses justo a tiempo, Zeus estaba a punto de hacer suya a Tetis que ya la tenía lista para el caso de puntitas para que no duela, cuando el pajarito lo enteró y, quedó tan preocupado que se aseguró de que se casara con un mortal para que su hijo no pudiera jamás desafiar el poder divino. Mucho de estrategia y nada de sentimientos. El elegido fue Peleo, rey de los guerreros de renombre, los mirmidones, quien, desde el punto de vista de los Dioses, tenía varios réditos a su favor, era el hombre más piadoso del planeta, era lo suficientemente digno como para tener una esposa divina y, más importante aún, era un mortal, así que no podía engendrar un hijo inmortal. Por magnífico que llegara a ser la criatura, su grandeza tendría fin. A lo lejos sonó el trueno cuando el cielo iba a llorar. Buena caza.



“Había una luna grande en medio del mundo”

Juan Rulfo. Pedro Páramo

 

En la telerrealidad usted sólo dígame vaya, y yo salto, porque nunca se ha visto que un pájaro tirarle a una escopeta estando más solo que zapato de vitrina porque el otro está adentro, así que manténgase enfocado porque los sinónimos de la cólera son la ira, la furia y la rabia, emociones que muestran sus colmillos a través de la irritabilidad, la agresividad y la violencia y son de lo  más primitivas y evangelizadas del humano, frecuentes como estafas y respuesta al estrés por la pérdida de control y de predictibilidad, o la preocupación por no poder satisfacer necesidades básicas como hacer de aquellito, caracterizada por un incremento rápido del ritmo cardíaco a son de merengue, de la presión arterial y de los niveles de noradrenalina y adrenalina en sangre, enrojecimiento, sudor mocoso agrio, músculos tiesos y respiración rápida, párpados brincantes, diarrea con la cabeza a dos dedos del verdugo y no es sólo un pié de página en la herencia colectiva. Esto no estaba previsto pero las cosas son como son y no hay más. Gracias por tu servicio.



“Era ardiente porque daba

calores de rojo hogar,

y era sol porque alumbraba

y porque hacía llorar”

Antonio Machado

 

            Entre las amarillentas hojas de mi cuaderno de Ciencias Naturales de sexto primaria guardado con cariño, respeto y admiración, -aunque mi mámá me decía: dejá de estar papalotiando y ponéte a estudiar,- me encontré que en la cola de las cóleras, lacólera quinta está haciendo fila como en los bancos del sistema, con Menelao junto a Agamenón el abúlico sin cacumen hijo de Atreo, quien es despojado de Helena a manos del bello Paris -que le acomodó los calzones para romperle el cántaro- por la huída de esta a la que se le calentaron las esfínteres y pegó el volído junto con el bello y eso generó derramamiento de bilis de la bolsa vesícular en los micénicos y en especial al feo de Menelao el viejo lesbiano, el pasmarote hecho un manojo de laurel y, luego a su carnal Agamenón de cuerpo gorilesco y barba bermeja, que les dolió ahí abajo donde está el amor propio como víctimas expiatorias, con el sortilegio que les amargaba la boca con sabor a derrota. Pero bueno así fue previsto por Afrodita en la celebración de la Miss Universo Celestial. Esos estaban listos. Por eso no te fíes de su palabra en la última angustia pues no es otra cosa que el acta de defunción.



“Primero que el valor faltó la muerte”

Miguel de Cervantes y Saavedra

 

Sufrí lo mío que es una insigne estupidez, una injusticia que subleva mi alma pero con una contingencia fantástica, pues Aquiles el desuellacaras -que bien podría medir tres metros por todo lo que se escribe de él y sin perjudicarle su Rh, como Dios sin cielo- de fuerza descomunal es un semidios hijo de la Diosa Tetis y Peleo el mortal, pero no es más que en realidad un niño, con cualidades de guerrero en combate, que son las mejores entre las tropas aqueas que habían buscado a los mejores pero no encontraron a Chewaka y, que se introduce al mundo adulto a causa del babieca Agamenón, que no era tan rico pero tiraba buenos estoques, más falso que papayo macho, -pues loro viejo no aprende a hablar,- que en un saqueo se apretuja con la bella Criseida hija de Crises sacerdote del flechador Apolo, y Aquilito se amanceba a Briseida la de hermosas mejillas, sin tentarse mucho la ropa, que era más chula que la primera, pero el quasimodo de Agamenón el caliente, no cuenta con que el padre se la reclame y ni modo, como buen ladrón de mujeres se niega a devolverla, así que Crises para mantener el fuerte en orden, suplica a Apolo que caiga una peste de rolla cacariza sobra las tropas aqueas, desastre con funestas consecuencias, hasta que tiene que torcer el brazo y regresarla. Abatido por el tullido. Entonces para aliviarse de flúidos le arrebata a Briseida al de los pies ligeros Aquiles y éste desamarra la sexta cólera, retirándose a su tienda echando espuma por la boca y no precisamente de cerveza y abandonando la batalla por Helena, como víctima propiciatoria, pero deja más claro que el alcohol etílico que los troyanos no le han hecho ultraje alguno y se lo somata en la cara:

            -“No he venido a pelear obligado por los belicosos teucros, pues en nada se me hicieron culpables, sino te seguimos a tí, grandísimo insolente para darte el gusto de vengaros de los troyanos a Menelao y a tí, cara de perro.” Vaya, eso estuvo gruesoPersignáte la boca.


 

Los guerreros micénicos eran un poco mas morenos y oscuros que los griegos actuales y mucho mas pequeños, tenían en promedio 163 centímetros los hombres, y 153 centímetros las mujeres

 

Se decide la muerte cuando elíjes como vivir, pues la cólera se hizo acompañar de un disgusto de índole social por la jerarquía y, esa desigualdad social, pues el encolerizado nuncapierde de Aquiles quebrándose el espinazo, que juraba como griego y bebía como troyano, al que con el ruido de la guerra no oía, pero manifiesta: 

-“Jamás el botín que obtengo es igual al tuyo, aunque la parte más pesada de la impetuosa guerra la sostienen mis manos, tu recompensa al hacerse el reparto, es mucho mayor, y yo vuelvo a mis naves con una pequeña, pero grata, después de haberme cansado en el combate.” Esta bien podría ser la cólera sexta A. De todo se extiende que la personalidad del de los pies ligeros es inmadura y prepotente talvéz, pero más bien obedece al encabronamiento que le hace temblar el ciático, creo, pues no pudo salvar su real gaznate para equilibrar el debe y el haber en el cuaderno de Conta.

Sí, la caza por la popa es más larga con los mejores guerreros de ambos bandos y, Aquiles el de los pies ligeros -que no puede morir cuando él quiera, sino cuando yo lo mate en esta obra de predistigitación, porque aplaudir no cuesta nada,- de los aqueos de hermosas grevas o largos cabellos, se careó con el troyano Héctor el de la bella figura y el flechador Apolo, el Dios de la Luz hijo de Latona la de hermosa cabellera y de ojos vivos, que siempre había auxiliado al segundo de ellos, lo abandonó sin antes haberle advertido, -como mujer astiada de su marido:

-“¡Héctor! Tú corres ahora tras lo que no es posible alcanzar, los corceles del aguerrido Eácida. Difícil es que ninguno, ni de los hombres ni de los Dioses los sujete y sea por ellos llevado, fuera de Aquiles, que tiene una madre inmortal.” Las palabras de Apolotrastocaron en el ánimo del Dios más poderoso del Olimpo, quien en su réplica a la divinidad de la Luz, expuso una de las mayores aristeias de la Guerra de Troya, el triunfo de Aquiles sobre el poderoso Héctor, que fue un crímen político con la derrota inminente de su adversario con la agonía de la victoria, pero fue más allá de la barrera del dolor, a pesar de todos los cadáveres que iban sembrando a su alrededor como nacidos de mancebía. Pero para quedar en regla con la otra vida un pater noster y tres aves marías antes de doblar el pescuezo para abreviar el trámite sin reconciliar su agnóstica alma.



“Pericles, La Suerte y El Destino dan a los hombres todo”

Arquíloco

 

Como la vida está llena de callejones oscuros sin salida a dos cantos de gorrión, la séptima cólera es más cabrona, pues desata la Patroclea, que provoca la muerte de Patroclo de jovial linaje a manos de Héctor el de la hermosa figura y eso hace que con la más sublime de las cóleras Aquiles el de los pies ligeros regrese al combate y, su finalidad es sólo dar conclusión a la estirpe de Príamo rey de Troya, pero en especial con Héctor, para vengar a su amado Patroclo y, no la de ayudar a las tropas aqueas, pues a su paso dejó desolación e innecesarias muertes puntualmente tal y como Dios manda, hasta que consiguió su propósito con la calma digna de quien era o de quien pretendía ser. Hay un mogollón de muertos echando los bofes regados por todos lados y el fuego sin quemarlo todo de forma aterradora, oscura y escalofriante y, el Dios en cuyo nombre los estaban haciendo pedazos sobre el capacete sin modificar mucho el paisaje en una corta luz entre dos noches. El nombre de Aquiles significa sufrir, enlutarquien profiere tristeza y, si no pregúntenle a Licaón cuya muerte es consecuencia de la funesta ira de Aquiles. Pasamos la vida al filo de la muerte porque saber de dónde vienes ayuda a morir y el hombre debe caminar mientras puede, así que no te vayas y déjate querer. ¿Me expresé claramente?



“No hay tratos entre hombres y leones”

Aquiles

 

Buena es la que va y mejor la que viene en el siglo que se pudre, cuando parentesiando aquí esa muerte dolorosa in crescendo para uno, tiene antecedentes, pues cuando Patroclo el del tremolante casco, le introdujo un palmo de acero afilado en el pecho y le quitó la vida a Sarpedón, éste quedó insepulto e irreconocible por la sangre y polvo mezclados a lo largo de su cuerpo y, hasta Héctor le valió un tallo de culantro, pues nada hizo en favor de sus aliados y se desantendió del insepulto rey de Licia, pero raramente, Zeus intercede ante el flechador Apolo para que por medio de los gemelos Sueño y Muerte lo regresen a su tierra untado con ambrosía para que no se pudra y se le erija un túmulo. Así, como compensación celestial como si acechase sus adentros, el del tremolante casco que prefería a los que sabían defenderse puesto a degollar infieles, cayó abatido por Héctor con la infame condición humana que acabó sazonando el asunto y, quien fuera de sí lo despoja de su armadura y armas y se las calza a punto y, no sólo lo arrastra sino que pretende llevarse el cuerpo para que insepulto sea la presa de los nobles y perfectos zopilotes y los chuchos callejeros del barrio, pues nadie se degüella mejor y más a gusto que aquel al que hay que cobrarle los platos rotos y, mejor si es vecino del mismo patio aunque nadie le haya dado candela en ese sepelio. Es sólo un trámite burocrático de higiene familiar. Lo había desasocegado la brutalidad y la omisión de la somatotípica burocrácia pues los premios mueven las cosas del hombre. Fue la cólera octava con buen, viejo y sólido odio entre el monte. Cagüenlasmuelas y los cirios pascuales. Eso dió más expansión al dolor del muchacho complicado en aventuras demenciales. Por eso los marinos navegan, los labradores aran, los monjes rezan, los soldados combaten y las amas de casa echan tortillas. Estaban para ser duros no para ternuras. Y su miedo crecía a medida que hablamos de esto por la alexia, en extensión e intensidad realmente penosas pues el dolor es en gran parte mental, si subyugar a las personas queridas o no con la fuerza avallasadora de la pasión es como amar a las amantes infieles igual que los viejos fantasmas del futuro como espumaderas de olla. Ese es el arte y la ciencia de un inquisidor. Bir mum.

Presentado el caso ante el MP del Cielo, Zeus el que amontona las nubes con una nota de exitación que fue rapidamente aumentando por el factor de seguridad, sentencia:

-“¡Ah mísero! No piensas en la muerte, ya que se haya cerca de tí y, vistes las armas divinas de un hombre valentisimo a quien todos temen. Has muerto a un amigo, tan bueno como fuerte y, le has quitado ingominiosamente la armadura de la cabeza y de los hombros. Más victoria como compensación de que Andrómaca no recibirá de tus manos, volviendo tú del combate, las magníficas armas del hijo de Peleo. Aquí hasta el Dios máximo se zampó la cólera novena y no es rezo de iglesia. Un loco delirante. El dicotómico Héctor el de la bella figura fue sentenciado por Glauco con la cólera décima y hay que reconcerle redaños para mantener vigente el rumor:

-“Muy falto estás del valor que la guerra exige, mientras estuvo con vida Sarpedón prestó grandes servicios a la ciudad y a tí mismo, y ahora no te atreves a apartar de su cadáver a los perros.” Con el olor a la resignación más impotencia de la certeza con el destino irrevocable sudando por los sobacos y, ese es un rasgo nacional, pues en cuestiones de dinero sólo pueden fiarse de los colchones, porque no había juego, ni vida, ni muerte que no tuviera sus reglas y hasta el guaro ayuda a digerirlo o vomitarlo.

Bien lo decía sin ambajes mi buen amigo don Miguel de Cervantes y Saavedra:


“siendo primero en vano ejercitada

la fuerza de sus brazos esforzados,

hasta que al fin, de pocos cansados

dieron la vida al filo de la espada”



Desconocedor del miedo, amante de la lucha, violento 

y hambriento de gloria rasgos de Aquiles

 

Con cambio de página, en la Odisea, Ulises baja a la mansión de Hades y se encuentra con Aquiles el de los pies ligeros que era joven pero no menguado y que todavía se le sentía el olor a calostro en los labios, que en partes parecía bien y en casi todas mejor, porque halcón joven a toda carne se abate, pero como ángeles gemelos y con la cólera undécima de las que sus víctimas fueron incontables, pues para variar no está conforme con su estado paralelo: 

             -“Preferiría ser labrador y servir a otro, o un hombre indigente que tuviera poco caudal para mantenerse, a reinar sobre todos los muertos.”

            Esto es como las que decían desmayarse por ver un ratón, pero se satisfacen de entrar a todo un pelotón de guerreros en la habitación.

 

“Leal vasallo de su rey, su espada

perdona vida a reyes y validos.

Ronda su huella por la encrucijada

donde su rey lo abandona al olvido.”

Al capitán Don Diego Alatriste y Tenorio



¿Para qué mortal no es destino final la muerte?


            Como en esta historia recientísima de muchos siglos y con el aparecimiento de la hija de la Mañana, La Aurora de rosados dedos, fina en la industria de tejer redes en la rifa de las cóleras la duodécima, cuando Aquiles el hedonista, -que no terminaba la batalla incruenta de cinco dedos contra uno,- pero movido en las entrañas y dolido en el tuétano regresa al combate por la muerte de próximo amado Patroclo el del tremolante casco -que no tuvo ni un sólo grano en su adolescencia,- y como si nada trae más pesar a Príamo con la muerte de Licaón que había estado bajo fuego de artillería, que le ruega por su vida abrazado a sus rodillas, pero al pélida le vale tres centavos de jengibre, quien no se conforma sólo con matarlo a sangre vil, hundiendo dos gemes de una peligrosa daga en su costado, sino arroja el cadáver al río para privarlo del entierro y que no suba a alguno de tantos cielos que existen y, no te imaginás la que se va a armar bajo su falda llevando su rencor con nostalgia, como reacios a comer tocino y, para burlarse dice: 

            -“Yaz aquí entre los peces que tranquilos te lamerán la sangre de la herida. No te colocará tu madre en un lecho para llorarte, sino que serás llevado por el vertiginoso Escamandro al vasto seno de mar. Y algún pez, saliendo de las olas a la negrura y encrespada superficie comerá la blanca grasa de Licaón.” Sí, no cabe la mínima incertidumbre los humanos en su dicotomia dual son capaces de lo peor y lo mejor sintiendo en ella los cálidos labios del acero, tajo a tajo apretando el negocio, cegando como guadañas con una lealtad y ferocidad extrema que tienen a punto de honra no rendirse. Tenía oficio en lo de meter mano como buen vivo de espada y estoque y ligero de pies. Pues sí, tu muerte viaja contigo desde siempre, y la mía conmigo, cada cual lleva la suya a cuestas, porque hay tantas muertes como personas cuando se riñe en el umbral de la otra vida. A veces se torna abyecto en la necesidad de sobrevivir a la derrota. Pues más estimado es reloj que da la hora que el que la señala que es lo más me atenaza el ánimo.

 


Hay que reír para no enloquecer

 

-El padre Zeus tomó la balanza de oro, puso en la misma dos suertes de la muerte que tiende a lo largo −la de Aquiles y la de Héctor domador de caballos,- cogió por el medio la balanza, la desplegó y tuvo más peso el día fatal de Héctor, que descendió hasta el Hades. Al instante Febo Apolo desamparó al troyano. Y se consumó la decimotercer cólera, en el auténtico linaje de Aquiles al que pertenece el triunfo, no su caída con cuanta acechona le esperaba en su mundo abreviado que es lo que hace correr un incómodo hormigueo en las ingles y miente como payaso quien diga que no conoce el miedo, que es como filetear un pescado en la oscuridad y, si no quiere, que sepa dónde se encuentra en el día del Juicio. Eso mismo va en el sueldo aunque no se sepa. El Pelida se resuelve ejecutar a Héctor, a como de lugar, en venganza por la muerte de Patroclo el de tremolante casco brillantemente iluminado, que tiempo atrás fue el chulo del barrio, -su amigo íntimo, su marinovio,- con resolución casi heróica, sólo alcanzable en su plenitud trágica, en su conexión con el motivo de su ira y en el vano intento de los aqueos, siempre ásperos, ingobernables y soberbios, de lograr una pronta reconciliación con el berrinchoso Aquiles, que ya había puesto las gallinas a la sombre, quien no se agota en hechos o datos inconmovibles, a pesar de las continuas derrotas sufridas por los suyos defendiéndose con mucha decencia. Libraba una extensa guerra simultánea en varios frentes. Aquiles acuciado por la cólera que le resplandece en la cervíz, rechinando los dientes y, no conforme de haber devuelto golpe por golpe, pues los golpes le llegaban ahora desde todos los ángulos inimaginables y el otro ya no se sentía con fuerzas suficientes para pararlos ni parpadeando, pues defenderse siempre es un duro empeño y, no conforme con haberle dado mastuerzo a Héctor, pensando con el culo con destreza inimaginable, le perforó los tobillos con su espada sin que le temblara el puño y de por ahí lo amarró a su carruaje y lo arrastró haciendo eses por el camino, y nótese que no es con h,- por todos lados y, le dió tres vueltas a la ciudad de las anchas calles, pero alrededor de los muros, ante la mirada de muchos, en la décimo cuarta cólera. Por el poder supremo, misiones gratas, misiones ingratas, acciones equívocas, pues existimos sólo por las divisiones cuando la brecha se ensancha demasiado porque cada cual es un mundo, dado que vivir o morir depende del azar, de dios o del diablo, ordenando el campanario por si vienen cigüeñas.

 

“Y libres de toda culpa

suben a la gloria eterna,

a gozar mayores premios

de los que hay en la tierra”



“Él mismo era una llama. Atraía las miradas porque brillaba”

 

            Como cada cual es para sí y, puto el último, durante la oscurocidad anochecida, los troyanos convocaron una junta de los Ceo´s con el lugarteniente Héctor y, todos aconsejan regresar a la ciudad para protegerse de la ira y la embestida de Aquiles, pero el comandante en jefe consideró por lo menudo la cuestión y al líder le valió tres cuartos de rama de perejil y como mandamás les ordena a los wachalales estarse sosegados en el campamento y ya se les había desgarrado el rancho:

            -“Mañana al apuntar la Aurora, vestiremos la armadura y suscitaremos un reñido combate junto a las cóncavas naves. Y si verdaderamente el divino Aquileo se propone salir del campamento, le pesará tanto más, cuanto más se arriesgue, porque me propongo no huir de él, sino afrontarle en la batalla horrísona; y alcanzará una gran victoria, o seré yo quien la consiga. Que Ares es a todos común y suele causar la muerte del que matar deseaba.” Si pues, ya las tripas habían quedado colgadas de los aparejos como feos adornos navideños sin despertar sospechas de que el gato acechaba la jaula del loro.



"Me bastaba un simple roce o el olor para identificarle; 

y si me quedara ciego, podría reconocerle por el modo en que respiraba 

o en que pisaba el suelo. 

Le reconocería en el fin del mundo, incluso en la muerte"

Escrito en algún lado que no sé cuál es

 

Menos matan las adversidades que la demasiada osadía debido a que los dos sordos a elogios, cada uno el campeón de su bando, luchaban ahora con el coraje de la desesperación, pues Aquiles ansiaba vengar a su amigo, -que como dijo Mommsen, era una mujer de carácter masculino,- mientras que Héctor sabía que el destino de Troya, -hermosa como el paraíso, donde ya se cocinaba el bizcocho- dependía principalmente de sus armas y que mala digestión les dieran los Dioses. El combate fue terrible. Fue contemplado por ambos bandos, y también por el anciano Príamo y las mujeres troyanas desde las murallas. A pesar de la bravura de Héctor, royéndose las uñas a pesar de su habilidad, estaba condenado a morir por el pronóstico proferido, así lo había dispuesto el que amontona las nubes, en la balanza de la vida desde que dejamos de ser anfibios, pues al nomás comenzar el día, Aquiles y los griegos que por no tener escuelas eran la gente más bárbara del mundo, con el valor que no ofusca lo prudente, avanzaron en un silencio que podía cortarse con navaja, empujando a los troyanos a su ciudad, como quien entra por viña vendimiada y todo a cuenta de lo mismo, como que Ícaro fuera cayendo al mar por terco. Tajaban recio o les daban por donde no tiene nombre. Ya daba lo mismo matar, morir o que se cayera la Torre del Reformador. Ya tenían a la mitad de la gente muerta, así que la vengarían con la otra mitad. A Héctor le empiezan a brincar las choquezuelas y el párpado izquierdo, aunque era perro viejo que podía leer las partituras, pero más asustado que político huyendo de la justicia y, se mezcló entre la tropa por consejo del flechador Apolo, pero Aquiles le da mastuerzo aPolidoro hermano de Héctor y, entonces deja de esconderse y entra de nuevo en la refriega, para que le drenaran los malos humores, pero el flechador lo saca del combate, pero en la reculada a la ciudad se queda afuera de las inmensas puertas y ni perezoso corto, o algo así, Aquiles le echa un ojo y lo persigue en su carro y el otro a pié, corren tres vueltas alrededor de los larguísimos muros, hasta que como los Dioses son los que deciden, Atenea en la forma de Deífobo, incita a Héctor a entrarle al asunto y, éste le pide al de los pies ligeros que se honre el cadáver del perdedor, pero el aqueo se niega a cualquier trato, pues así les toca a los deshauciados, porque antes de meter mano hay que pensar cómo te vas a ir. En una fiera lucha de titanes en el ring a dos tiros de flecha del muro, con crueldad por ambos lados, Aquiles por fin en un parpadeo le clava su lanza a Héctor en la base del cuello que era el único lugar desprotegido por la armadura y pagando la loza rota, todo a cuenta de lo mismo. Por fin encontró el hoyito. Desde sus palcos comprados en Todoticket todos los Dioses están gunaquiando porque no tienen nada qué hacer y cada uno tiene su favorito y están apostando. Para que su cólera décimo quinta sea completa, le perfora los tobillos con su espada, pasa un lazo -madeinGuate comprado en la tienda de jarcia de donña Guicha en el Mercado Central de la Cultura,- entre los agujeros y ata las puntas a su carro y va a dar un colazo largo arrastrándolo tres veces alrededor de las largas e inmensas murallas, para avergonzar al rey Príamo y, a Adrómaca la nueva viuda, entre muchas que el occiso había dejado a su paso, -algo que me suena conocido en este territorio que habito,- antes de volver al campamento a llorar ante los restos de Patroclo. Y para ajustar las cartas los griegos patean, escupen en sus partes pudenadas, clavan sus cuchillos y vejan al desnudo occiso. Tras varios días de hacer lo mismo se aparece Tetis, la madre de Aquiles para decirle que no es honrosa la forma en que trata el cadáver de Héctor, como que fuera unicornio en celo. Príamo el veterano de la tribu, recibe una revelación de Zeus en sueños para que vaya en secreto al campamento griego con regalos y, metiéndose en la tienda de Aquiles, que roncaba como si diese el ánima en cada resoplido y se arrojó a sus pies. hasta que Aquilesfinalmente permite que Príamo pague el rescate por el cuerpo para darle las exequias que se obligan en uso. Los Dioses habían protegido contra la corrupción el cuerpo de HéctorPríamo se humilla besando las manos de Aquiles. Emocionado por las lágrimas del anciano, y preparado ahora para hacer caso a sus mejores sentimientos, levantó amablemente al viejo, lo tranquilizó con buenas palabras y cariñito y, no sólo le dio el cuerpo, sino que también le prometió una tregua de unos cuantos días para que ambos ejércitos pudieran quemar a sus muertos en paz. Se celebraron los funerales, se quemaron los cuerpos, se organizaron juegos fúnebres y, cuando la tregua terminó, se reemprendió la larga guerra.  y Héctor recibió las pompas fúnebres en los once días de tregua que se obligaban. Pero al doceavo día, Aquiles montó nuevamente su carro de guerra en dirección a Troya. Cuando alguien muere, la historia que tenía que contar desaparece. Los incapaces nobles insolentes y ambiciosos estaban emputecidos y lo que siguió a continuación no hay pluma que lo escriba, pues en los apretados peligros toda razón se atropella, sin olvidar, por supuesto, al chancho que preño a tal o cual madre. Así que la antigua disciplina sigue poniendo naipes en la mesa sin adornos a pie firme y diente prieto peleando con harta algarabía.

 

Troya o Ilión está situada junto al estrecho de los Dardanelos, 

en la actual Turquía, era una antigua ciudad Anatolia 

situada en el emplazamiento hoy conocido como 

la colina de Hisarlik, en turco colina dotada de fortaleza


CONTINUARÁ...