LA ENFERMEDAD DE LA BELLEZA
Cuando te veo me da el SS
¡Cuando la belleza, el arte y la cultura te enferman!
Cambiando de página, hoy entrémosle a otro asunto.
Te ví
y no me pude resistir
tu belleza me hizo temblar
pero no de miedo
sino de admiración y
no me contuve,
tú me enseñaste el amor
de repente y sin razón aparente
aluciné
De la pluma inédita del Zope
La ví y supe que algo iba a pasar.
Caí en algo así como un trance y no me pude mover.
Una pesadilla hecha realidad con fatal aceptación y una fragilidad serena.
Sentí mi alma desmoronarse oyendo el eco de los gritos internos.
Fue como ver el ojo del cíclope apuntándome directo al cerebro.
Fue alucinante.
Se me doblaron las rodillas.
Fue abrumador.
Estaba mareado en un vacío lleno de sentimientos.
Era como si se hubiera abierto el cielo y estuvieran descendiendo las Walkirias.
La piel me temblaba, erizada y sudando.
Se había abierto una puerta a otra dimensión.
Sí, había entrado a la Acrópolis Central de la majestuosa ciudad ancestral de Tikal.
No podía respirar, el pecho me retumbaba. Se sentía la presencia de una energía poderosa que envuelve y emociona al límite.
No estaba el paisaje para ponerle marco.
Me cuesta hablar en pasado mirando hacia el futuro. Pero me sentí inmensamente felíz a pesar de todo, aunque estaba al filo de la navaja. Incapaz de hilvanar pensamientos. Me tuve que tomar un buen tiempo largo para reponerme, pero no pude. Quise tomar agua y no pude tragar.
Algo se había fracturado por dentro.
Me había alcanzado la ubicuidad.
Todo ese pasmoso evento me hizo recordar al buen Henri-Marie Beyle, sobrenombrado como Stendhal, durante su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia, Italia, que al verla comenzó a sentir palpitaciones, mareos y sudores, hasta tal punto de tener que retirarse a descansar hasta que esto pasara y, lo anotó así en uno de sus libros:
“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme.”
“El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla
al borde de un precipicio”
Stendhal
Stendhal, es el seudónimo de Henri-Marie Beyle, nacido un 23 de enero de 1783 en Grenoble. Su madre, Henriette, falleció cuando Beyle tenía 7 años y con su padre, Chérubin Beyle, abogado de profesión, jamás conectó bien, por lo que, tras la muerte de su madre, la educación de Henri recayó, -ayudada por un sacerdote jesuita,- en su tía, una mujer de exageradas creencias religiosas. Posteriormente cursó estudios en la École Centrale laica de Grenoble. Viajó a París y con 17 años se alistó en el ejército de Napoleón Bonaparte. En 1802 abandonó el ejército y volvió a París. En 1806, por falta de recursos económicos regresó al ejército, donde desempeñó misiones diplomáticas y tomó parte en la fracasada campaña rusa de 1812. En 1814, viajó a Italia, donde durante siete años se dedicó a escribir la Historia de la pintura en Italia en 1817 y un libro de recuerdos personales y estudios académicos titulado Roma, Nápoles y Florencia en 1817, la primera obra publicada bajo el seudónimo de Stendhal. Acusado por el Gobierno austriaco, -que entonces mandaba en el norte de Italia,- de apoyar al movimiento independentista, fue expulsado en 1821. Regresó a Francia y se estableció en París, donde llevó una vida social e intelectual muy activa en los salones literarios. Un año después finalizó Del amor en 1822, un tratado original y agudo sobre este sentimiento, para él el verdadero motor del mundo, en el que trata sobre el matrimonio, la mujer, la moral y la política. En 1830 fue nombrado cónsul de Francia en la localidad italiana de Trieste. En 1831 se le destinó a Civitavecchia, cerca de Roma, donde escribió sus dos principales novelas, Rojo y negro en 1830 y La cartuja de Parma en 1839. Permaneció en Civitavecchia hasta que falleció el 23 de marzo de 1842 de un ataque al corazón.
“La buena música no se confunde,
va directamente al fondo del alma en busca de la pena que la devora”
Stendhal
La emoción a través del arte con El Síndrome de Stendhal, SS, es un proceso psíquico-emocional, reconocido médicamente con este nombre por ser el escritor francés el primero que lo describió después de haber vivido esa situación. De manera sencilla e informal se puede explicar como, emocionarse más de la cuenta a través del arte. Viene a consistir en que, a través de la contemplación, sobre todo de la pintura, la arquitectura, la escultura y la música, se siente tal gozo interior ante la belleza artística que se entra en un estado febril que puede hacer llorar y provocar sensaciones como aumento del ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones. Stendhal ya adelantó una primera descripción en uno de sus libros de crónicas de viaje Nápoles y Florencia: un viaje de Milán a Reggio, como ya anotado fue:
“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dados por las bellas artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme.”
Esta emoción actualmente está tipificada.
Tenía gran talento y su facilidad para escribir era sorprendente, y por tanto, la variedad de géneros por los que se movió con su prosa sencilla, clara y precisa. La naturalidad en la escritura moderna es probablemente y seguramente una invención de Stendhal. Sus diarios de hace dos siglos justos se leen como si acabaran de escribirse, o más exactamente, como si se estuvieran escribiendo ahora mismo, delante de nuestros ojos. El nombre de Stendhal pertenece con toda justicia al panteón más exigente del arte de la novela, pero él es algo más que un gran novelista, es el escritor que escribe como habla y como respira, de vez en cuando se embarca en el proyecto de una novela, pero de un modo u otro está escribiendo siempre, sin propósito, por afición y por vicio, por el simple hábito de hacerlo. Fue un extraordinario escritor de cartas, su epistolario es enorme, con cartas escritas desde su juventud hasta su madurez; publicado en varios libros, abarca miles de páginas. Y esas cartas constituyen hoy fragmentos extraordinarios de literatura, con el valor añadido de que reflejan instantes reales de su vida, el presente mismo en que las estaba escribiendo. “Esta es la gran ventaja de las cartas sobre las biografías. Las cartas existen en el tiempo real, las leemos casi a la velocidad a la que fueron escritas,” dice Julián Barnes, novelista inglés gran admirador de Flaubert y de Stendhal. Su prosa excluye la retórica de lo literario, tanto da que esté escribiendo una novela que una carta, o un diario, o un libro de viajes o una biografía sobre cualquier artista. No hay afectación ni más elaboración que la que exige la expresión correcta y pulcra. Por eso, en sus páginas, lo que se cuenta, sea un chisme o una gran historia novelesca, fluye con sencillez y mantiene siempre el interés de lo natural y verdadero, de las cosas reales y comunes de la vida y por eso interesa en cualquier faceta literaria. Porque una voz no impostada es siempre singular e interesante. Era amante de la música, de la pintura y de la arquitectura, además de, por supuesto, la literatura. En sus libros de viajes y en los diarios habla de lo que le va sorprendiendo de cada una de estas artes, pero nunca lo hace desde el punto de vista de un crítico especializado, sino que muestra con toda naturalidad lo que él siente ante ellas. Muestra sus emociones, lo que a él le sugiere, más que hacer un análisis especializado de este cuadro o de aquella composición musical. Uno de los grandes admiradores de Stendhal fue el alemán Nietzsche, que, con la gran valoración que hizo de su obra literaria, contribuyó a su renacer moderno entre críticos y lectores de todo el mundo. Nietzsche apreciaba en este escritor sobre todo la actitud romántica, pero empeñada en evitar el sentimentalismo, así como la concisa frialdad de su forma de escribir.
“Descubrir una obra de arte puede ser una experiencia transformadora,
una conexión íntima con la belleza que trasciende l
o meramente visual para tocar el alma”
Pasado el tiempo del suceso de Stendhal se conocieron otros que podrían estar relacionados, siempre en Florencia y mientras las personas contemplaban sus innumerables obras de arte, como la Galleria Degli Uffizi. Pero no fue sino hasta 1979 que la psiquiatra Graziela Magherini que anotara y estudiara más de 100 casos parecidos entre los turistas que visitaban Florencia, definió el Síndrome de Stendhal SS, como una enfermedad psicosomática breve que se produce cuando una persona ve una obra de arte, un paisaje, un conjunto arquitectónico, una bella persona o música especial que lo llega a abrumar con su belleza, de tal manera que le provoca ciertos síntomas.
Es un cruce entre belleza, psicología y medicina
En saber y ganar hay cabida para todo tipo de temáticas, desde artes y ciencia, pasando por geografía o naturaleza, también enfermedades y síndromes, como es el de Stendhal. Resulta curioso que se produzca por un exceso de belleza, pero quien lo siente en sus carnes no pasa, precisamente, un buen rato y, puede presentarse de muchas maneras. Es una patología más frecuente en los viajeros y turistas, ya que están expuestos a más estímulos de lo normal como el cansancio por las largas jornadas para visitar lugares. Magherini, según sus estudios, entre los ochenta y los noventa, clasifica según los síntomas producidos hasta tres tipos de SS, distintos, Trastornos de Pensamiento un 66 % de los viajeros experimentó alteraciones en la percepción de los colores y sonidos así como diferentes sentimientos como culpa o ansiedad. Trastornos predominantes de afectos, angustias depresivas, sentimiento de inferioridad, precariedad o insuficiencia, superioridad, euforia y exaltación además de pérdida del criterio propio de la realidad según el 29 % de los encuestados y por último, Angustia y pánico, tan solo un 5 % de los pacientes sufrieron crisis de pánico o desvanecimiento, taquicardias malestar epigástrico y dolor precordial o síntomas de ansiedad.
Los efectos de esta afección son variados, fatiga, cansancio, taquicardias, elevación del ritmo cardíaco, sudoración, sensación de desorientación, ahogo y presión en el pecho, mareos y visión borrosa, emociones extremas de alegría o tristeza, delirios, alucinaciones, ansiedad y estrés descontrolado, llanto doloroso.
Un fenómeno que se produce ante la visión de algo de extremada belleza
Se siguen produciendo casos de SS, sobre todo en Florencia, la cuna del Renacimiento, donde se dan cita obras de arte majestuosas que pueden abrumar al espectador por su belleza. Como asegura Simonetta Brandolini d'Adda, presidenta de la organización benéfica de arte Amigos de Florencia en una entrevista para la BBC, el SS “ocurre generalmente 10 o 20 veces al año en ciertas personas que son muy sensibles y tal vez han estado esperando toda su vida para venir a la Toscana. Estas obras de arte icónicas, los Botticelli, el David, son realmente abrumadoras. Algunas personas pierden el rumbo, puede ser alucinante. A menudo he visto a personas que comienzan a llorar."
Sí, la belleza abruma
Puede ser que si se está frente a La adoración de los magos de Leonardo da Vinci, en los pasillos de la Galería de los Uffizi de Florencia, ¡PUM! de repente, sin motivo aparente, se comienza a sentir que el estómago se encoge, que el corazón se acelera y que las rodillas ya no sujetan al cuerpo. Resulta que algo de ser tan bello puede provocarte malestar. ¿Suena imposible? Pues esto es precisamente, a grandes rasgos, lo que define el SS.
“En las artes, sólo lo vive lo que da continuamente placer”
Stendhal
Es un trastorno psicosomático que se produce cuando una persona se expone a obras de arte y arquitecturas consideradas extremadamente bellas. Se caracteriza por una respuesta extrema que puede incluir palpitaciones, aumento del ritmo cardíaco, mareos, vértigo, confusión, temblores, cambios bruscos de humor, ansiedad, alucinaciones, despersonalización. Ah, cabrón es. Puede llegar a catalogarse como una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardíaco, felicidad, palpitaciones, sentimientos incomparables y emoción. Más allá de su incidencia clínica como enfermedad psicosomática, el SS se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza y la exuberancia del goce artístico. Denominada así por el famoso autor francés del siglo xix, Stendhal seudónimo de Henri-Marie Beyle, quien dio una primera descripción detallada del fenómeno que experimentó en 1817 en su visita a la basílica de la Santa Cruz en Florencia, Italia, y que publicó en su libro Rome, Naples et Florence explicando su reacción de mareo, taquicardias y sudores que le obligaron a irse y dejar de admirar el monumento para recuperarse, que revivo de nuevo, porque es el principio de este asunto:
“Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme. Experimentaba una especie de éxtasis por la idea de estar en Florencia. Me sobrecogió una feroz palpitación del corazón. El manantial de la vida se secó dentro de mí y, caminaba con el miedo constante de caer al suelo.
Aparece al sobrecargar nuestros sentidos con una belleza
que se puede considerar desmesurada
Aunque ha habido muchos casos de personas que ha sufrido vértigos y desvanecimientos mientras visitaba el maravilloso arte en Florencia, especialmente en la Galleria degli Uffizi desde el principio del siglo xix en adelante, no fue descrito como un síndrome hasta 1979, por la psiquiatra italiana Graziella Magherini, quien observó 106 casos de sus pacientes, y describió más de cien casos similares entre turistas y visitantes en Florencia, la cuna del Renacimiento, y escribió acerca de él, sobre todo cuando miraban las esculturas de Miguel Ángel y los cuadros de Sandro Botticelli.
El Nacimiento de Venus de Botticelli parece ser un detonante particular, que representa el alma en el camino de la encarnación de los reinos espirituales.
“Tuvimos al menos un ataque epiléptico frente a la Venus,” dijo Eike Schmidt, director del Palacio y la Galería de los Uffizi. “Un caballero también sufrió un ataque al corazón.”
El caballero era Carlo Olmastroni de 68 años, de la localidad toscana de Bagno a Ripoli, que se derrumbó en la Uffizi el 21 de diciembre de 2018.
“Me acerqué a El Nacimiento de Venus de Botticelli y, mientras admiraba esa maravilla, mis recuerdos desaparecieron.”
Su historia fue tomada rápidamente por los medios de información en Italia y en el extranjero y se presentó como el último ejemplo de alto perfil del SS. Esto puede servir más bien para ilustrar otra cosa, la prisa de vender más de los medios al propagar la idea romántica del SS, a pesar de que es una afección difícil de precisar. El caso de Olmastroni, algó más estaba en juego, el diagnóstico no fue SS, como románticamente se había pensado, sino la oclusión de dos arterias coronarias.
“Quizás al admirar El Nacimiento de Venus, decidieron que no había nada más hermoso y se contrajeron permanentemente,” me dijo don Carlo Olmastroni.
Afortunadamente se recuperó por completo, en parte por un desfibrilador que se había instalado en la galería el día anterior a su visita y, en parte debido a la presencia cercana de cuatro médicos, incluidos dos cardiólogos sicilianos que estaban visitando los Uffizi ese día. Don Carlo los llama sus ángeles de la guarda. Si hubiera sufrido el ataque al corazón en casa, podría haber sido diferente, quizás lejos de enfermarlo el tesoro artístico de Florencia le salvó la vida. El problema que tienen muchos profesionales al describir el SS como un trastorno psiquiátrico propio es que sus síntomas son muy difíciles de diferenciar de los de afecciones más generales que comúnmente afectan a los turistas. “A veces en los Uffizi, ciertos visitantes tienen ataques cardíacos o se sienten enfermos,” me dijo Cristina de Loreto, psicoterapeuta que vive y trabaja en Florencia. “Pero podría ser simplemente estar en un espacio cerrado con cientos de otras personas. Podría ser agorafobia, no Botticelli.”
“La belleza no es más que la promesa de la felicidad”
Stendhal
“Una reacción ante el arte no constituye un trastorno psiquiátrico, incluso si conduce o contribuye a síntomas angustiantes o peligrosos. En el momento en el que observas una obra de arte, hay áreas específicas del cerebro que se activan, como cuando ves a un hombre o una mujer hermosos. Pero no es suficiente para decir que es un síndrome. Todavía no está validado y no puede encontrarlo en el DSM-5, nuestro manual de trastornos mentales.”
Di Loreto cree que algo más puede estar en juego, que las expectativas de los turistas sobre Florencia sean tan altas, impulsadas por la ubicuidad de sus obras de arte en varios medios, hace que todo se vuelva demasiado cuando finalmente la visitan. “Puede ser una profecía autocumplida, que hace que algunos turistas sientan algo en el aire de Florencia.”
El SS está relacionado con el síndrome de Jerusalén, que hace que los visitantes de esta ciudad se derrumben en delirios psicóticos religiosos convulsivos. El síndrome de París, hace que los turistas sufran síntomas psiquiátricos agudos al descubrir que la capital francesa no cumple con sus altas expectativas irreales. El síndrome de Tikal hace que las personas sientan oprimida su alma. Las propias palabras de Stendhal, “Una especie de éxtasis por la idea de estar en Florencia,” parecen dar alguna credibilidad a esta teoría. Tal vez también esté en juego una profecía autocumplida en la cobertura mediática de supuestos casos de SS, como el de Olmastroni, los periodistas encantados con la idea romántica de que sean enfermos del arte, diagnostican desde lejos. “Aquí en Florencia, como en Venecia, puedes respirar arte,” me dijo Paolo Molino, un psicoterapeuta mientras comía en el mercado de Sant´Ambrogio de Florencia. “Dondequiera que mires en el centro de la ciudad tropiezas con algo hermoso, es como si te dieran una bofetada en la cara.” Molino está de acuerdo con Di Loreto en que es difícil describir el SS como una afección por derecho propio, o separar sus síntomas de los que podrían afectar a los viajeros fatigados, deshidratados o abrumados. Su preocupación no radica tanto en la cuestión de que Florencia acabe con los turistas, sino más bien que los turistas acaben con Florencia.
“Estar en Florencia es como estar en la Disneylandia del arte”
Paolo Molino
“No me gusta eso, me gustan los lugares vívidos. Me gusta venir y ver el tipo de lampredotto, poder caminar sin tener que abrirme camino entre la multitud.”
Habiendo vivido en Florencia desde que estaba en la escuela, Molino es ahora uno de muchos de los florentinos desterrados a vivir en un cinturón alrededor del núcleo histórico.
“Nunca voy al centro de la ciudad si puedo evitarlo, está lleno de gente.”
Me llamó la atención la afirmación de Molino de que la riqueza artística de Florencia, que se valora precisamente por lo que dice sobre la vida y la condición humana, había relegado a la ciudad a no calificar como un “lugar vívido.”
La comparación de la cuna del arte y el humanismo del Renacimiento con Disneylandia, el principal símbolo mundial del artificio corporativo y comercialismo simplificado, fue igualmente discordante, pero es importante recordar de dónde proviene gran parte del arte de Florencia. Miguel Ángel y Botticelli no tallaron ni pintaron en un desván oscuro, pues fueron patrocinados por las personas más ricas y poderosas de Florencia, que utilizaron sus obras como una muestra de su poder financiero político. En la posición original del Davida frente al Palazzo Vecchio, la estatua miró desafiante hacia Roma, donde se asentaban los Goliat invasores que eran los Medici, una familia de banqueros enormemente poderosa. Durante los períodos en los que ejercieron el poder en Florencia, fueron los propios Medici quienes encargaron piezas como El nacimiento de Venus. Botticelli incluyó a los Medici en los papeles de los Reyes Magos en sus pinturas y el mismo edificio que alberga la Galería de los Uffizi fue construida por la misma familia. Estas personas usaron el arte para promover la mitología que los rodeaba, consolidando su poder y creando, como lo dijo el filósofo Jean Baudrillard de Disneylandia, una especie de hiperrealidad. Los Medici hace tiempo que no existen en este mundo, pero las obras maestras que legaron en Florencia todavía le dan a la ciudad algo de irreal y misterioso. Sin embargo, Schmidt cree que esto no es exclusivo de Florencia. “Cada vez que suceden cosas como esta en Florencia, aparece en los periódicos, pero aunque se ve como un fenómeno florentino, lo mismo podría ser cierto en lugares como Venecia y Verona.” Como él lo señala, el arte en su mayor parte, no es un peligro para la salud, sino un tónico para el cuerpo y el alma.
“En general, el arte es bueno para tí, bueno para tu corazón y tu mente”
La psiquiatra italiana que le dió ese nombre al síndrome lo hizo en honor al escritor francés debido a que este fue el primero en dejar constancia de los síntomas del mismo, en su obra Rome, Naples et Florence, en la que Stendhal narra en tercera persona la historia de un caballero de Berlín que viaja por Italia, sin embargo, cuenta en la misma sus experiencias en los viajes por el país, convirtiéndola en una crítica y una obra casi biográfica. Cuando el caballero llega a Florencia y se halla delante de la Santa Croce, queda totalmente anonadado, impresionado frente a las tumbas de hombres tan importantes a lo largo de la historia como Maquiavelo, Galileo o Miguel Ángel y sumado a la belleza de la basílica comienza a experimentar la sensación de agotamiento, mareo y taquicardias que le obligan a alejarse del lugar para poder tenerse en pie, siendo estos acontecimientos biográficos los primeros que redactan los síntomas del síndrome.
Cuando Stendhal paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia
y comenzó a sentir mareos y palpitaciones,
no sabía que estaba creando una moda vigente aún hoy
Si camina por el Prado y sus pasos le dirigen hasta El jardín de las delicias por ejemplo porque es una obra que se ha visto millones de veces en libros o buscándola en Google, pero nunca antes se había tenido oportunidad de observarla en todo su esplendor, en vivo, en directo y a todo color. Eso es lo del aura de las obras, que decía Walter Benjamin. Se plantan ante el cuadro en concreto, y de repente su belleza comienza a fascinarles hasta tal punto que su corazón se acelera, tiene palpitaciones, se marean, incluso tiemblan, como el adolescente que se enamora por primera vez. Existe y tiene un nombre, SS. Antes, ya lo sintió el autor Stendhal en el siglo XIX. Además de un trastorno psicosomático, también se convirtió en un referente durante el romanticismo debido a la sensibilidad que parece envolver este particular goce de la belleza artística. Stendhal se paseaba en 1817 por la basílica de la Santa Cruz en Florencia -dejó por escrito su periplo en tercera persona, mencionando a un caballero de Berlín, aunque está basado en su propia experiencia,- y quedó impresionado por ver las tumbas de hombres tan importantes como Galileo, Miguel Ángel o Maquiavelo. Aquello, sumado a la belleza de la basílica, hizo que comenzase a sentir palpitaciones, vértigo y confusión. Tuvo que dejar de admirar el monumento para poder recuperarse. Lo sorprendente es que, después de él, otras personas también sufrieron algo parecido mientras visitaban el arte en Florencia, especialmente la Galería degli Uffizi, desde el siglo XIX en adelante. Hay síndromes relativamente parecidos e igual de fascinantes, el Síndrome de París, por ejemplo, es un trastorno psicológico que curiosamente sufren en especial los japoneses cuando, al visitar París, sufren una gran desilusión porque no es como esperaban que fuera, hasta el punto de poder tener ansiedad, alucinaciones o despersonalización. Todo porque tienen los ojos atravesados. El síndrome de Jerusalén, por otro lado, es una enfermedad que produce psicosis y delirio cuando el turista está en Jerusalén, se identifica con un personaje de la historia del Antiguo o Nuevo Testamento y comienza a actuar como tal y hasta convulsionar. El SS se ha romantizado muchísimo hasta el punto de que no es raro encontrarse por las redes sociales gente que asegura experimentarlo cada vez una obra que le gusta especialmente o una persona. Pero, ¿hasta qué punto se trata de un síndrome que todos pueden experimentar? ¿Es pose o realmente es algo más o menos frecuente? Y, más importante, si la mayoría de la población estudiada lo ha experimentado en Florencia, ¿significa eso que es la zona donde hay más probabilidades de que suceda?
“En las artes, sólo lo vive lo que da continuamente placer”
Stendhal
Según el psiquiatra Marc Planella, la personalidad también tiene mucho que decir en estos casos, "es probable que se dé habitualmente en personas más sensibles y reactivas emocionalmente ante ciertos estímulos. De todas formas, como las descripciones son variadas -en general se asemejan a una crisis de ansiedad o disociativa, pero la sintomatología es bastante variada- podría englobar a otro tipo de personas. Parece que muchas de ellas ya padecen previamente algún tipo de problema de salud mental, o que los síntomas aparecen después de que les hayan sucedido eventos estresantes poco antes, o que estén muy cansadas porque hayan dormido poco... pero postureo hoy en día hay mucho en todo, sí, así que imagino que también habrá fake Stendhal's corriendo por las redes sociales.” Según explica, parece que es más fácil experimentar el síndrome con obras de más belleza o importancia histórica, "hay documentación sobre el David de Miguel Ángel, también la Mona Lisa, con ciudades como Roma, Florencia o París... de todos modos, probablemente la clave esté más en la persona que en el lugar y seguro que se da en muchos sitios que no se reportan porque no son tan conocidos. Probablemente hay un factor cultural que media también en la aparición de síntomas, con lo que como suele ser habitual en salud mental, nos hallamos delante de una combinación de factores -biológicos, de personalidad, culturales…- que interaccionan para dar estos síntomas." Y, por último, lo que más llama la atención cuando se oye hablar de este extraño síndrome, su parecido con lo que experimentamos cuando nos enamoramos. "En algunos casos lo parece, sí." "Aun así no siempre tiene que ser por eso, igual que pueden tener una reacción emocional intensa por vincular una obra con un amor, se puede vincular con otros factores emocionalmente importantes para la persona como un familiar fallecido o un evento pasado emocionalmente traumático." Y en el fondo, por mucho postureo que haya en redes, experimentar el SS no parece en realidad nada agradable. Es en realidad como un trampantojo.
Una de las claves del éxito de las obras de Stendahl está en su vocación de sociólogo y psicólogo, además de su maestría como escritor. Esa vocación lo llevó a escudriñar en el interior del ser humano y de la sociedad de su tiempo, a ofrecer una penetrante visión de la vida y a explicar con pormenor las motivaciones psicológicas del protagonista. Con razón sus dos grandes novelas, Rojo y negro y La cartuja de Parma, son sus dos obras más conocidas y queridas. Uno solo de sus otros libros, Sobre el amor, ha encontrado en el más estrecho círculo de los stendhalianos lectores que lo prefieren incluso a aquellas obras. Estas se pueden colocar bajo un término genérico, son los tres libros en los que define un ideal del amor. Los relatos de las dos primeras son, de hecho, dos de las historias de amor más bellas, entrañables y conmovedoras de la historia universal. Stendhal, un romántico secreto al que le gustaba ocultarse detrás de la ironía y la fría razón, no tiene en su vida otra fe que en el amor, en la posibilidad de una pasión heroica. La buscaba en su vida y en las obras literarias de todos los tiempos, sobre todo del Renacimiento italiano. Y fue esta pasión ideal lo que representó en aquellas dos grandes novelas. La cartuja de Parma la escribió en 52 días, algo extraordinario si se piensa en que es una de las mejores novelas del siglo XIX. Y no se debió a inspiración divina. Sucedió así porque la llevaba en su interior, cristalizando gran parte de su experiencia vital, Italia, el amor, Napoleón, el liberalismo, la libertad? Es una novela quijotesca, por amplia y heterogénea, histórica, de amor, crónica de sociedad, de aventuras? La escribió en 1838, cuando tenía 55 años. El comienzo de la novela se desarrolla en Waterloo, asistiendo a la batalla más corta y la derrota más estrepitosa que sufrieron los franceses en toda su historia. Se sigue con el alma en vilo a Fabrizio, un jovencísimo idealista napoleónico que corre hacia todas partes entre el humo y el barro buscando su regimiento de húsares, oyendo estruendos y griteríos, estorbando el cortejo del mariscal Ney, pasando al lado de Napoleón sin reconocerlo, viendo sangre y muerte, el triunfo y la derrota, lo ve todo y no ve nada. Está considerado el primer campo de batalla de la literatura contemporánea. Tolstoi declaró, ¿quién antes había descrito la guerra de este modo? Lo repito, para todo lo que yo sé de la guerra, mi primer maestro es Stendhal.” Otros muchos escritores la consideran una obra influyente, como para Honoré de Balzac que es la novela más importante de su tiempo, mientras que André Gide pensaba que era la novela francesa más grande de todos los tiempos.
Lo bello es deleite y goce estético, pero sus estímulos pueden ser abrumadores.
Se trata de una afección psicosomática capaz de desatar reacciones fisiológicas como palpitaciones o vértigo
Echar unas lagrimillas delante de una obra no es motivo de vergüenza, inevitablemente es normal sentir fuertes emociones ante la belleza, de cualquier índole. Sin embargo, el síndrome aglutina síntomas algo más puñeteros, desde la taquicardia, la sudoración o el agotamiento súbitos a la alteración del sentido de la realidad y de la identidad, turbaciones sensoriales o ya, en última instancia, hasta alucinaciones. Esto es, que existe y se puede dar pero no es ni mucho menos una enfermedad. Lo que sí pone sobre el tapete de la mesa la ciencia es que las zonas cerebrales implicadas en las reacciones emocionales en general se activan durante la contemplación de obras artísticas, y la presencia de otros factores hace que uno tenga sensaciones muy intensas que, a priori, no encajan con el momento que se está viviendo. Emocionarse ante el arte y la belleza es normal y lo que puede ocurrir para que la emoción desborde y se dé el SS puede deberse a la propia magnitud de lo que en ese momento envuelve al individuo. Ante grandes escenarios o grandes obras, el propio escenario seguramente hace que sea más propicio el que el síndrome en cuestión tenga lugar. También el cansancio, la temperatura, la deshidratación, el hambre y otros factores que pueden ser frecuentes en el turista y en el viajero, o el visor, pueden acentuar esas sensaciones. Y es que tiene mucho sentido tener en cuenta las circunstancias personales del viajero, horario, comidas, que pueden afectar al organismo más de lo que se piensa. Aún así, ¡Ay, Florencia! Que bonita eres mija.
“Ir sin amor por la vida es como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro, como ir por el mar sin estrella que nos oriente”
Stendhal
TOMADOS POR LA BELLEZA
Sí, podemos ser tomados por la belleza, que se ha tratado en la película de misterio El síndrome de Stendhal de 1996, el director italiano Dario Argento muestra cómo una detective de policía queda presa del vértigo en la sala donde están expuestas la Medusa de Caravaggio y La primavera de Botticelli. El psicópata al que está investigando sabe que ella padece el síndrome así que la dirige hasta la galería para tenderle una trampa frente al objeto artístico que atrae y que la seduce hasta capturarle el cuerpo. Pero no se trata sólo de ficción, ni de un malestar de décadas pasadas. Pero, aunque la cuna del Renacimiento es la ciudad por excelencia donde los viajeros quedan tomados por la belleza, diversos lugares alrededor del mundo son considerados potenciales para producir el SS, com El Taj Mahal en India, Angkor Wat en Camboya, Machu Picchu en Perú, Petra en Jordania, la Mezquita-Catedral de Córdoba, la Capilla Sixtina en los Museos Vaticanos, la Alhambra de Granada, Tikal en Guatemala, son sólo algunos ejemplos de muchos otros que existen. Apreciar la belleza, ya sea del arte, de la arquitectura o de la naturaleza, es una de las cualidades más humanas. Está claro que lo que se considera bello puede variar según la subjetividad de quien observa, pero existen en el mundo algunas obras y paisajes que definitivamente contienen una significativa carga estética que, en ocasiones, es capaz de poner al observador, como dicen investigadores del Departamento de Neurociencia de la Universidad del Rosario, al borde mismo de la existencia. Y es que, en palabras de Apollinaire, la belleza, ese monstruo, es capaz de producir un placer psíquico que puede llevar a la descompensación física y emocional. Pero, como bien dice el poeta francés, no es eterna. Y tampoco su sobredosis.
La buena música no se confunde,
va directamente al fondo del alma en busca de la pena que devora
Stendhal
El SS puede afectar a cualquier persona, independientemente de su edad, género o condición física. Sin embargo, existen ciertos factores que pueden aumentar la probabilidad de experimentar este fenómeno. Sensibilidad emocional. Las personas que son especialmente sensibles a estímulos artísticos o emocionales pueden ser más propensas a experimentar el SS, por su historia personal, como individuos que hayan experimentado eventos traumáticos o tengan antecedentes de trastornos emocionales pueden ser más vulnerables a reacciones intensas frente a la belleza. Aquellas personas que tienen expectativas muy altas o excesivas o idealizadas sobre la experiencia estética pueden ser más propensas a sentirse abrumadas por la belleza. El entorno cultural y social en el que se encuentra la persona puede influir en la percepción de la belleza y en la intensidad de la respuesta emocional.
A lo largo de la historia, el SS ha sido tema de interés en la literatura, el cine y otras manifestaciones artísticas. Muchos escritores, directores y artistas han explorado este fenómeno y han dado forma a narrativas que abordan la relación entre la belleza, las emociones y la fragilidad humana. En la novela El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez, el autor hace referencia al SS como una metáfora de la pasión desbordante y avasalladora que experimentan los protagonistas. Esta obra literaria destaca cómo la belleza y el amor pueden desencadenar reacciones intensas y transformadoras en los seres humanos. La película La Grande Bellezza del director italiano Paolo Sorrentino aborda de manera poética y provocativa la búsqueda de la belleza y el significado en la vida de un escritor en la ciudad de Roma. A través de imágenes deslumbrantes y diálogos profundos, la cinta explora la idea de la belleza como un motor de inspiración y desesperación.
Recomendaciones para quienes experimentan el SS. Si alguna vez se ha sentido abrumado por la belleza hasta el punto de experimentar emociones intensas y síntomas físicos, es importante que tome en cuenta algunas recomendaciones para gestionar estas experiencias. Respire profundamente. Practicar ejercicios de respiración profunda puede ayudarle a calmarle y a controlar la ansiedad en momentos de intensa emoción. Permítase sentir. Acepte sus emociones y permítase experimentarlas sin juzgarse. La aceptación de tus sentimientos puede ayudarte a gestionar mejor la intensidad de la experiencia. Busque apoyo. Si siente que las reacciones frente a la belleza le abruman o afectan su bienestar emocional, considere buscar la ayuda de un profesional de la salud mental para explorar estas emociones y aprender estrategias de afrontamiento.
En definitiva, el SS invita a reflexionar sobre la capacidad del ser humano para emocionarse y conectarse con la belleza de una manera profunda y transformadora. A través de la exploración de este fenómeno, se puede comprender mejor la compleja relación entre las emociones, la estética y la psicología humana.
FIN
sergiodeleonlopez
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