martes, 12 de noviembre de 2024

LA MADRE DEL MUNDO QUE NUNCA TUVO HIJOS. Capítulo B. 261

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LA MADRE DEL MUNDO QUE NUNCA TUVO HIJOS


CAPÍTULO B




La contribución de Lucy

Como buena madre de la humanidad, los desastrólogos dicen que su contribución más importante fue la de impulsar una ola de investigaciones que dio como resultado el descubrimiento de muchas nuevas especies, como el Ardipithecus y el Ardoòthecus Sediba. Gracias a todos estos descubrimientos se conoce ahora que el proceso evolucionario que culminó en nosotros no fue lineal. Hubo variaciones y experimentación en el camino, y muchas especies acabaron extinguiéndose, como el hombre de Neanderthal. Como todos los años, el equipo de Johanson pronto comenzará a excavar en la región de Afar de Etiopía, cerca de donde fue hallada Lucy. Es posible que encuentren más fósiles. Pero aunque no los encuentren, desde 1974 han aparecido muchos fósiles más completos y más antiguos que Lucy, pero no hay duda de que ella ya tiene asegurado un lugar en la historia de la evolución humana, pues sigue siendo la madre. Y mi amor socrático.

AL 288-1, comúnmente conocida como Lucy o Dinkʼinesh que quiere decir eres maravillosa, es una colección de varios cientos de piezas de hueso fosilizado que comprende el 40 por ciento del esqueleto de una hembra de la especie de homínido Australopithecus Afarensis. Fue descubierta en 1974 en Etiopía, en Hadar, un yacimiento en el valle de Awash del Triángulo de Afar. Lucy es un australopiteco temprano y se lo data de hace unos 3.2 millones de años. El esqueleto presenta un cráneo pequeño similar al de los simios no homínidos, además de evidencia de una marcha bípeda y erguida, similar a la de los humanos y otros homínidos, combinación que respalda la visión de la evolución humana de que el bipedalismo precedió al aumento del tamaño del cerebro. Un estudio de 2016 propone que Australopithecus Afarensis vivía, al menos en parte, en los árboles, aunque es debatible. Después del anuncio público del descubrimiento, Lucy captó mucho interés internacional y extraterrestre, convirtiéndose en un nombre familiar en ese momento. Se hizo famosa en todo el mundo y la historia de su descubrimiento y reconstrucción fue publicada en un libro de Johanson y Edey. A partir de 2007, el conjunto de fósiles y los artefactos asociados se exhibieron públicamente en una gira prolongada de seis años por los Estados Unidos. La exposición se llamó El legado de Lucy: los tesoros ocultos de Etiopía. Se debatió sobre los riesgos de daño a los fósiles únicos y otros museos prefirieron exhibir moldes del conjunto de fósiles. Los fósiles originales fueron devueltos a Etiopía en 2013 y las exposiciones posteriores han utilizado moldes.

“De repente, alguien está allí en el torniquete

Suddenly, someone is there at the turnstile

La chica con ojos caleidoscopio

The girl with kaleidoscope eyes

Lucy en el cielo con diamantes

Lucy in the sky with diamonds”

John Lennon


Más músculo que los humanos

Para una mejor comprensión de los anales del tiempo, el equipo recreó 36 músculos en cada pierna, la mayoría de ellos eran mucho más grandes en Lucy y voluminosos que los de los humanos modernos. Por ejemplo, los músculos principales de las pantorrillas y los muslos de Lucy tenían más del doble de tamaño que los de los humanos modernos, ya que tenemos una proporción de grasa y músculo mucho mayor. De hecho, los músculos constituían el 74 % de la masa total del muslo de Lucy, frente a sólo el 50% en los humanos. Lo que es incuestionable es que era piernuda y pantorrilluda, especial para usar minifalda. Los músculos extensores de la rodilla de Lucy, y el efecto de palanca confirman la capacidad de enderezar las articulaciones de la rodilla tanto como puede hacerlo hoy una persona sana. Ashleigh Wiseman dice:

"Ahora somos el único animal que puede mantenerse erguido con las rodillas rectas pero los músculos de Lucy sugieren que era tan hábil en el bipedismo como nosotros, aunque posiblemente también se sintiera a gusto en los árboles. Es probable que caminara y se moviera de una forma que no vemos en ninguna especie viva actual." Estas reconstrucciones ayudarán a estudiar la movilidad en los seres humanos, y determinar "qué impulsó nuestra evolución" y qué capacidades "hemos perdido."


Lucy, la madre de la Humanidad, era mucho más parecida a nosotros de lo que creíamos, la homínida cambió la historia de la evolución y, sigue sorprendiéndome. Una científica descubrió que podía mantenerse de pie igual que nosotros, pero ella es la más famosa del mundo y nosotros no. Descubierta en 1974 sus restos se conservan en el Museo Nacional de Etiopía, donde fue descubierta. Su hallazgo cambió la historia de la evolución, pues se trataba de un homínido que había vivido hace más de tres millones de años. Además, casi la mitad de su esqueleto se había preservado y no como otras que conozco que no tienen ni 30 años y ya parecen fósiles.


Era más tora que nosotros. 

Lucy podía mantenerse erguida en dos pies, tal como nosotros. 

Después de recrear en 3D sus músculos, la paleoantropóloga Ashleigh Wiseman, logró probar que las piernas de la Australopithecus la podían mantener de pie. El descubrimiento fue una sorpresa, pues por décadas los científicos habían rechazado la hipótesis de que Lucy era bípeda. 

“Hoy en día, somos el único animal que puede ponerse de pie con las rodillas rectas. Los músculos de Lucy sugieren que era tan hábil en el bipedismo como nosotros, y posiblemente también se sentía cómoda en los árboles, es probable que caminara y se moviera de una manera que no vemos en ninguna especie viva hoy en día.” En la investigación publicada en Royal Society Open Science, Wiseman reconstruyó el cuerpo de Lucy y se dio cuenta de que no sólo se mantenía firmemente en dos pies, sino también de que tenía mucha más musculatura que nosotros y que partes de su cuerpo como los muslos, probablemente eran dos veces más grandes que los de un humano moderno. ¿La razón? Mientras que nuestros cuerpos se dividen en 50% grasa, 50% músculo, el cuerpo de Lucy era 74 % músculo. Mirar más allá de los fósiles, nos ayuda a mirar de una forma más completa a nuestros antepasados y, con ello, a nosotros mismos. Wiseman considera que es fundamental tomar en cuenta los músculos cuando se estudia un individuo que en su momento estuvo vivo, ya que a través de ellos se puede saber muchas más cosas de cómo eran y cómo era el mundo que los rodeaba. “Las reconstrucciones musculares ya se han utilizado para medir la velocidad de carrera de un T-Rex, por ejemplo,” señala la investigadora. “Aplicando técnicas similares a los humanos ancestrales, queremos revelar el espectro de movimiento físico que impulsó nuestra evolución, incluidas las capacidades que hemos perdido.” Muy, muy sabio.


Controversia de fondo

Desde el desarrollo de la Teoría de la Evolución a principios del siglo XIX, los biólogos reconocieron que los humanos debían estar distantemente relacionados con todas las demás especies. Sin fósiles de transición supusieron que los parientes más cercanos de los humanos eran los grandes simios que estaban relacionados con la inteligencia, cerebros grandes, uso de herramientas y lenguaje complejo. En la década de 1920, Raymond Dart descubrió al Niño de Taung. Ese esqueleto parecía bípedo a diferencia de los chimpancés, pero carecía  de espacio en el cráneo para un cerebro potente. Sin más datos para contextualizar el hallazgo de Dart, los antropólogos no pudieron probar si la bipedalidad, la inteligencia o algún otro rasgo habían distinguido por primera vez a los protohumanos de sus parientes los grandes simios.

Organizando la expedición

El geólogo y paleontólogo francés Maurice Taieb descubrió la Formación Hadar para la paleoantropología en 1970 en el Triángulo de Afar de Etiopía, entonces en la provincia de Hararghe y, reconoció su potencial como un probable depósito de fósiles y artefactos de orígenes humanos y, formó la Expedición Internacional de Investigación de Afar (IARE) e invitó a tres científicos internacionales destacados a realizar expediciones de investigación en la región. Bajo su dirección, estos fueron, Donald Johanson codirector, un paleoantropólogo americano y curador del Museo de Historia Natural de Cleveland, quien más tarde fundó el Instituto de Orígenes Humanos, ahora parte de la Universidad Estatal de Arizona; Yves Coppens (1934-2022, codirector), un paleoantropólogo francés nombrado en 1983 profesor en el Collége de France, que se considera el establecimiento de investigación más prestigioso de Francia, y Mary Leakey, la destacada paleoantropóloga británica. Pronto se organizó una expedición con siete participantes franceses y cuatro americanos. En el otoño de 1973, el equipo comenzó a inspeccionar los sitios alrededor de Hadar en busca de señales relacionadas con el origen de los humanos. En noviembre, cerca del final de la primera temporada de campo, Johanson notó un fósil del extremo superior de una tibia, que había sido cortada ligeramente en la parte delantera. El extremo inferior de un fémur se encontró cerca de él, y cuando los encajó, el ángulo de la articulación de la rodilla mostró claramente que este fósil, referencia AL 129-1, era un homínido que caminaba erguido. Este fósil fue datado más tarde en más de tres millones de años, mucho más antiguo que otros fósiles de homínidos conocidos en ese momento. El sitio se encontraba a unos 2.5 kilómetros del sitio donde Lucy fue encontrada posteriormente, en un estrato de roca 60 metros más profundo que aquel en el que se encontraron los fragmentos de Lucy.


El equipo regresó para la segunda temporada de campo al año siguiente y encontró mandíbulas de homínidos. Luego, en la mañana del 24 de noviembre de 1974, cerca del río Awash, Johanson abandonó un plan para actualizar sus notas de campo y se unió al estudiante de posgrado Tom Gray para buscar fósiles de huesos en la Localidad 162, pasaron dos horas en la llanura cada vez más calurosa y árida, inspeccionando el terreno polvoriento. Siguiendo una corazonada, decidió mirar el fondo de un pequeño barranco que otros trabajadores habían revisado al menos dos veces antes. A primera vista, no se veía nada de inmediato, pero cuando se dieron la vuelta para irse, un fósil llamó su atención, un fragmento de hueso de brazo yacía en la pendiente. Cerca de él había un fragmento de la parte posterior de un pequeño cráneo. Notaron parte de un fémur a un metro de distancia. A medida que exploraban más, encontraron más y más huesos en la pendiente, incluidas vértebras, parte de una pelvis, costillas y trozos de mandíbula. Marcaron el lugar y regresaron al campamento, emocionados por encontrar tantas piezas aparentemente de un solo homínido. Por la tarde, todos los miembros de la expedición regresaron al barranco para seccionar el lugar y prepararlo para una cuidadosa excavación y recolección, que finalmente llevó tres semanas. Esa primera noche lo celebraron en el campamento; en algún momento de la velada bautizaron al fósil AL 288-1 como Lucy, en honor a la canción de Lennon de 1967, que sonó a todo volumen y repetidamente en el campamento. Durante las tres semanas siguientes, el equipo encontró varios cientos de piezas o fragmentos de hueso sin duplicación, lo que confirmó su especulación original de que las piezas pertenecían a un solo individuo; finalmente, se determinó que en el sitio se había recuperado un asombroso 40% del esqueleto de un homínido. Johanson evaluó que se trataba de una hembra basándose en el hueso pélvico completo y el sacro, que indicaban el ancho de la abertura pélvica y que de seguro usaba minifalda al mushush.

Ensamblando las piezas

No, no se puede apagar. Lucy medía 1.10 mt de alto, pesaba 64 libras y después de la reconstrucción se parecía un poco a un chimpancé que son tan tiernos. La criatura tenía un cerebro pequeño como un chimpancé, pero los huesos de la pelvis y las piernas eran casi idénticos en función a los de los humanos modernos, lo que demuestra con certeza que la especie de Lucy eran homínidos que se habían mantenido erguidos y habían caminado erguidos. Con el permiso del gobierno de Etiopía, Johanson llevó todos los fragmentos esqueléticos al Museo de Historia Natural de Cleveland Ohio, donde fueron estabilizados y reconstruidos por el antropólogo Owen Lovejoy. Lucy, la homínido prehumana y homínido fósil, captó mucha atención pública, convirtiéndose un nombre familiar para la humanidad. Unos nueve años después, y ahora reunidos todos, fue devuelto a Etiopía. Durante los años 1970 y posteriores se hicieron hallazgos adicionales de Australopithecus Afarensis, lo que permitió a los antropólogos comprender mejor los rangos de variabilidad mórfica y dimorfismo sexual dentro de la especie. En 1992 se encontró un esqueleto más completo de un homínido relacionado, Ardipithecus, en el mismo valle Awash. Ardi, al igual que Lucy, era una especie de homínido que se convirtió en homínido, pero datada en 4.4 millones de años atrás, había evolucionado mucho antes que la especie Afarensis. La excavación, preservación y análisis del espécimen Ardi fue muy difícil y llevó mucho tiempo, el trabajo comenzó en 1992, y los resultados no se publicaron completamente hasta octubre de 2009. Difícil el cabroncito. 

Estimaciones de la edad del fósil

En 1974, Maurice Taieb y James Aronson, en el laboratorio de este último en la Case Western Reserve University, intentaron calcular la edad de los fósiles utilizando el método de datación radiométrica de potasio-argón. Estos esfuerzos se vieron obstaculizados por varios factores, las rocas de la zona recuperada habían sido alteradas químicamente o reelaboradas por la actividad volcánica, los cristales datables eran muy escasos en el material de la muestra y había una ausencia total de clastos de piedra pómez en Hadar. El esqueleto de Lucy se encuentra en la parte de la secuencia de Hadar que se acumuló con la tasa de deposición más rápida, lo que en parte explica su excelente conservación. El trabajo de campo en Hadar se suspendió en el invierno de 1976-77 y, cuando se reanudó trece años después, en 1990, Derek York, de la Universidad de Toronto, había actualizado la tecnología argón.argón, que era más precisa. En 1992, Aronson y Robert Walter habían encontrado dos muestras adecuadas de ceniza volcánica: la capa de ceniza más antigua estaba a unos 18 m por debajo del fósil y la capa más joven a solo un metro por debajo, lo que marcaba con precisión la edad de deposición del espécimen. Walter fechó estas muestras con argón-argón en el laboratorio de geocronología del Instituto de Orígenes Humanos en 3.22 y 3.18 millones de años.


Deambulación

Abriendo el baúl de los disfraces con matices reflejantes exponiendo el pecho a las balas, se encontró que una de las características más llamativas del esqueleto de Lucy es una rodilla en valgo, lo que confirma en abundancia que se movía caminando erguida contoneándose sexymente. Su fémur presenta una mezcla de rasgos ancestrales y derivados compuestos. La cabeza femoral es pequeña y el cuello femoral es corto, ambos son rasgos primitivos. El trocánter mayor es un rasgo derivado, siendo corto y parecido al humano, aunque, a diferencia de los humanos, está situado más alto que la cabeza femoral. La relación de longitud de su húmero (brazo) a fémur (muslo) es del 84.6%, que se compara con el 71.8% de los humanos modernos y el 97.8% de los chimpancés comunes, lo que indica que los brazos de Australopithecus Afarensis estaban empezando a acortarse y las piernas estaban empezando a alargarse, ambas cosas estaban ocurriendo simultáneamente. Lucy también tenía una curva lordosa, o curva lumbar, otro indicador de bipedalismo habitual. Aparentemente tenía pie plano fisiológico, que no debe confundirse con pie plano ni ninguna patología, aunque otros individuos afarensis parecen haber tenido pies arqueados. Johanson recuperó el hueso innominado -es el hueso coxal o ilíaco, que se desarrolla por la fusión de tres huesos originalmente separados, el gran isquion debajo y detrás, el pubis más livianamente construido; debajo y en frente, y el ancho ilion arriba,- y el sacro izquierdos de Lucy, aunque el sacro estaba notablemente bien conservado, el innominado estaba distorsionado, lo que dio lugar a dos reconstrucciones diferentes. La primera reconstrucción tenía poco ensanchamiento ilíaco y prácticamente ninguna envoltura anterior, lo que creó un íleon que se parecía mucho al de un simio, pero la reconstrucción resultó ser defectuosa, ya que las ramas púbicas superiores no habrían podido conectarse si el íleon derecho fuera idéntico al izquierdo. Una reconstrucción posterior realizada por Tim White mostró un ensanchamiento ilíaco amplio y una envoltura anterior definida, lo que indica que Lucy tenía una distancia acetabular interna inusualmente amplia y ramas púbicas superiores inusualmente largas. Su arco púbico tenía más de 90 grados y era derivado, es decir, similar al de las mujeres humanas modernas. Sin embargo, su acetábulo -es la cavidad de un hueso en que encaja otro, y singularmente la de la pelvis, donde entra la cabeza del fémur,- era pequeño y primitivo. Pero cuando lloraba lo hacía bajo la lluvia para que no se le notara. Pobrecita mi cachorra. Ella andaba en el traje del amor. A puro pelo.

Sacro y columna vertebral

Al examinar los restos fosilizados de Lucy, se creyó que el sacro tenía cinco elementos fusionados, estaba en buenas condiciones y con pocos daños, aunque el sacro tenía cinco elementos fusionados, no se observó que los procesos transversales del elemento más caudal se conectaran con los segmentos craneales. Esto hizo que se concluyeran que el sacro sufrió daños fósiles que llevaron a que el quinto segmento no se conectara. A mediados de la década de 2010 hubo nuevos estudios con nuevas teorías sobre por qué el quinto segmento sacro de Lucy tiene esa forma. Algunos concluyen que tiene solo cuatro segmentos sacros. En publicación del American Journal of Physical Anthropology, se escribió que el daño fósil no acortó el proceso transversal y que el sacro estaba en este estado desde el principio y, apunta a que el sacro de Lucy tiene cuatro segmentos sacros, lo que los investigadores dicen que se ajusta al modelo de espalda larga de la evolución vertebral de los hominoideos. La espalda de Lucy está asociada con aproximadamente 9 vértebras. Aunque fue encontrada con un sacro relativamente intacto y bien conservado, le faltaban piezas en su columna vertebral. Los descubridores de Lucy y los trabajadores posteriores habían asignado a las vértebras un nivel provisional a ubicaciones dentro de la columna vertebral, pero algunas vértebras estaban peor que otras. Tenía un arco neutro torácico superior desgastado. Aún se tiene que encontrar la causa de por qué esta vértebra en particular estaba en peores condiciones que las otras piezas. Al acceder y reestructurar la columna vertebral, se notó que faltaban piezas que la dejaban incompleta. Sin incluir un arco neutro torácico superior extrañamente desgastado y las vértebras lumbares, las otras vértebras torácicas restantes se compilaron para tener una formación incompleta, organizada desde la sexta vértebra torácica, T6, hasta su extremo caudal T12, faltando la séptima vértebra torácica T7. A partir de 2015, la continuidad difiere en la serie torácica entre los investigadores y está siendo reevaluada. 

La evidencia craneal recuperada es mucho menos elaborada que su postcráneo. Su neurocráneo es pequeño y primitivo, -como algunos que yo conozco,- mientras que posee más caninos espatulados que otros simios. La  capacidad craneal era de aproximadamente 375 a 500 centímetros cúbicos. La evidencia craneal recuperada es mucho menos elaborada que su postcráneo. Su neurocráneo es pequeño y primitivo, -como algunos que yo conozco,- mientras que posee más caninos espatulados que otros simios. La  capacidad craneal era de aproximadamente 375 a 500 centímetros cúbicos.


El Australopithecus Afarensis parece haber tenido la misma caja torácica cónica que se encuentra en los grandes simios no humanos actuales, como el chimpancé y el gorila, lo que permite espacio para un estómago grande y el intestino más largo necesario para digerir materia vegetal voluminosa. El 60% del suministro de sangre de los simios no humanos se utiliza en el proceso de digestión, lo que impide en gran medida el desarrollo de la función cerebral -que se limita a utilizar aproximadamente el 10% de la circulación.- La musculatura más pesada de las mandíbulas -los músculos que operan el proceso masticatorio intensivo para masticar material vegetal,- también limitaría de manera similar el desarrollo de la caja craneana. Durante la evolución del linaje humano, estos músculos parecen haberse debilitado con la pérdida del gen de la miosina MYH16, una deleción de dos pares de bases que ocurrió posiblemente hace unos 2.4 millones de años.


Gira por Estados Unidos

Para que no se aburriera de haber estado mucho tiempo en la misma posición y viera otro mundo diferente del futuro, entre 2007 y 2013 se realizó una gira de seis años por los Estados Unidos, titulada El legado de Lucy: los tesoros ocultos de Etiopía, en la que se exhibieron la reconstrucción del fósil y más de 100 artefactos desde la prehistoria hasta la actualidad. La gira fue organizada por el Museo de Ciencias Naturales de Houston y fue aprobada por el gobierno etíope y el Departamento de Estado de los EUA. Una parte de las ganancias de la gira se destinó a la modernización de los museos de Etiopía. Hubo controversia antes de la visita debido a las preocupaciones sobre la fragilidad de los especímenes, y varios expertos, mientras que el descubridor Don Johanson, a pesar de las preocupaciones por la posibilidad de daños, sintió que la visita aumentaría la conciencia sobre los estudios de los orígenes humanos. Lucy fue exhibida -así como le gusta a la vecina de la esquina,- en la Discovery Times Square Exposition en la ciudad de Nueva York desde junio hasta octubre de 2009. También fue exhibida en México en el Museo de Antropología de México hasta su regreso a Etiopía en mayo de 2013.



Hasta hoy no se sabía cómo murió este ancestro de los humanos actuales, pero una nueva investigación revela que Lucy es uno de los esqueletos más completos y antiguos de un ancestro humano bípedo adulto. Desde su descubrimiento en 1974 en la región de Afar, Etiopía, por el antropólogo de la Universidad Estatal de Arizona Donald Johanson y el estudiante de graduado Tom Gray, Lucy ha protagonizado una intensa discusión sobre si esta antigua especie también pasaba tiempo en los árboles. Kappelman estudió a Lucy durante su recorrido por los museos de EUA en 2008, y cuando el fósil pasó por la Instalación Tomografía de rayos X de Alta Resolución de su universidad, durante 10 días su equipo logró escanear el 40% del esqueleto completo de la Australopithecus, hasta crear un archivo digital de más de 35,000 recortes de tomografía computarizada, TC. Esta máquina está diseñada para escanear a través de materiales sólidos como una roca, con una resolución mayor que la TC médica. "La TC no es destructiva. Se puede ver lo que hay dentro, los detalles internos y la disposición de los huesos,” dice Richard Ketcham, coautor del trabajo en la misma institución. "Lucy es valiosa. Solo hay una Lucy y queremos estudiarla tanto como sea posible. Cuando las múltiples heridas de Lucy salieron a la luz por primera vez, su imagen apareció en mi retina y sentí empatía en un salto a través del tiempo y el espacio. Lucy ya no era simplemente una caja de huesos, su muerte la convirtió en un individuo real, un cuerpo pequeño, roto e indefenso en la base de un árbol.” Kappelman conjetura que debido a que Lucy era tanto terrestre como arborícola, las características que le permitían moverse de manera eficiente en el suelo pueden haber comprometido su capacidad para trepar a los árboles, lo que la predispondría a ella y su especie a caídas frecuentes. El uso de los patrones de fractura puede contar en el futuro una historia más completa de cómo vivían las especies antiguas y cómo murieron. El Museo Nacional de Etiopía proporciona acceso a un conjunto de archivos en 3D del hombro y la rodilla de Lucy para que el público los pueda descargar, imprimir y evaluar la hipótesis por sí mismo. Hay materiales escolares y archivos 3D disponibles en la página web elucy.org 

Lucy, el fósil que cambió paradigmas

El fósil de Australopithecus Afarensis descubierto a finales de noviembre de 1974 pertenecía a una mujer que vivió hace 3.2 millones de años, tenía 20 años al momento de su fallecimiento. Los antropólogos Donald Johanson y Tom Gray viajaron al valle de Awash, Etiopía, a principios de la década de los 70 con la intención de desenterrar fósiles siguiendo los pasos de Maurice Taieb, paleoantropólogo francés que trabajó en el valle a finales de los 60 y principios de la siguiente década donde descubrió diversas formaciones geológicas que prometían ser terreno fértil para la investigación antropológica. Johanson y Gray enfocaron sus esfuerzos en una formación llamada Hadar, donde el equipo comenzó a desenterrar fósiles y objetos relacionados con la historia de la humanidad en el otoño de 1974. Fue en esa zona donde descubrieron los restos de una joven mujer, 52 huesos que indicaron se trataba de una hembra de casi 1.10 metros de altura, unos 59.4 libras de peso, de 20 años de edad y, posiblemente, embarazada al momento de su muerte. Lo que indicaría que al fin de cuentas si se la habrían logrado cepillar, aunque tengo mis dudas si fue Paul. Era una Australopithecus Afarensis, que más rápido que después se convirtió en el esqueleto más famoso del mundo. Fue nombrada Lucy por Johanson ese 24 de noviembre que pasó a la historia. Fue encontrada “en rocas con una edad de 3.18 millones de años y que fue considerado, principalmente por la morfología de la cintura pélvica y la posición del fo­ra­men occipital, como uno de los pri­me­ros fósiles que demuestran que en nues­tro linaje el desarrollo del bi­pe­da­­lis­mo fue un evento previo al de­sa­rro­llo de los grandes cerebros,” detallaron los investigadores Francisco Sour Tovar y Sara Alicia Quiroz Barroso en el artículo Registro fósil y evolución de homínidos en la Revista de Cultura Científica de la Facultad de Ciencias de la UNAM. Los ejemplares de Australopithecus Afarensis sólo se han encontrado en el este de Áfri­ca, en sedimentos con edades de 4 a 2.5 millones de años y, a partir de ellos se infiere que la altura de los individuos adultos variaba entre 1 y 1.5 me­tros, el volumen cerebral entre 400 y 500 cen­tímetros cúbicos, la frente era baja y plana, la cara pronunciada, los ar­cos su­praciliares prominentes, los in­cisivos y caninos relativamente grandes, con un espacio claro entre incisi­vos y caninos superiores y los molares de tamaño moderado, sobre la especie de homínido a la que pertenece Lucy. A pesar de su apariencia, todavía similar a la de un chimpancé, sobre todo en la forma de la mandíbula, el delgado grosor del es­malte dental y un cerebro apenas lige­ramente mayor, la proporción en el tamaño de las extremidades ya es más parecida a la humana. Inicialmente el descubrimiento de Johanson y su equipo fue pasado por alto, su investigación fue publicada hasta 1978, cuando apareció en la revista científica Kirtlandia. Posteriormente fueron descubiertos más esqueletos en la zona, ninguno tan completo como el de Lucy, dato que incrementó su importancia para la historia de la antropología y paleontología. Aunque la causa de muerte de la Australopithecus Afarensis no se especificó originalmente, científicos de la Universidad de Texas publicaron en el 2016 un estudio en la revista Nature donde afirman que murió por las heridas causadas por una caída desde un árbol a gran altura. Punto de contención para los antropólogos que han intentado definir si la especie de Lucy vivía parcialmente en árboles o, en cambio, si como homínidos posteriores desarrollaba su vida completamente fuera de estos.


“Es irónico que el fósil en el centro de un debate sobre el papel del arborismo en la evolución humana probablemente murió a causa de las lesiones sufridas por la caída de un árbol” 

John Kappelman 


“Esta fractura por compresión se produce cuando la mano golpea el suelo durante una caída, impactando los elementos del hombro entre sí para crear una firma única en el húmero”


El fósil más famoso del mundo que cambió la historia de la evolución humana 

y rompió el marco de nuestro propio linaje


Las diferencias hacen marcas en el espacio y tiempo pues dos características distinguen a los humanos de los demás primates, tienen un cerebro grande y pueden pararse y caminar sobre dos patas en lugar de cuatro. Antes del descubrimiento de Lucy, los científicos pensaban que nuestros grandes cerebros debían haber evolucionado primero, porque todos los fósiles humanos conocidos en ese momento ya tenían cerebros grandes. Pero para sorpresa de todos Lucy se paraba sobre dos pies y tenía un cerebro pequeño, no mucho más grande que el de un chimpancé. Esto quedó claro de inmediato cuando los científicos reconstruyeron su esqueleto en Cleveland, Ohio. Un fotógrafo tomó una foto de Grace Latimer, de 4 años, que estaba visitando a su padre, Bruce Latimer, miembro del equipo de investigación, de pie junto a Lucy y tenían el mismo tamaño, lo que proporciona una ilustración sencilla de la pequeña estatura de Lucy que no era una niña pequeña, basándose en sus dientes y huesos, que la hacen completamente en la flor de la juventud, alejándose de la adolescencia, menos que adulta o adúltera cuando murió. La foto también demostró lo humana que era Lucy, especialmente su postura. Junto con el descubrimiento en 1978 en Tanzania de huellas fosilizadas de 3.6 millones de años de antigüedad, hechas por miembros de su especie, Lucy demostró inequívocamente que estar de pie y caminar erguido era el primer paso para convertirse en humano. De hecho, los cerebros grandes no aparecieron en nuestro linaje hasta más de un millón de años después de que viviera Lucy, cuyos huesos muestran adaptaciones que le permiten una postura erguida y una locomoción bípeda. En particular, su fémur, o hueso de la parte superior de la pierna, está angulado, su columna vertebral tiene una curva en forma de S y su pelvis, o hueso de la cadera, es corta y tiene forma de cuenco, características que también se encuentran en los esqueletos humanos modernos y, eso permite, como le permitieron a Lucy, pararnos, caminar y correr sobre dos piernas sin caernos, incluso cuando estamos en equilibrio sobre un pie a mitad de una zancada. La primera reconstrucción digital de los músculos de un homínido u humano primitivo, ha demostrado que hace 3.2 millones de años, Lucy, la fósil de Australopithecus Afarensis que revolucionó el estudio de la evolución humana, caminaba ya tan erguida como nosotros. El estudio ha sido posible gracias a la publicación en abierto de nuevos datos, que permitieron al equipo de Wiseman que trazó la trayectoria muscular de Lucy, creando un modelo digital de la estructura muscular de la parte inferior del cuerpo de la homínido. Para recrear sus músculos, se utilizó resonancias magnéticas y tomografías computarizadas de las estructuras musculares y óseas de una mujer y un hombre modernos para trazar las trayectorias musculares y construir un modelo musculoesquelético digital. Después se usó los modelos virtuales del esqueleto de Lucy para rearticular las articulaciones, es decir, recomponer el esqueleto y recrear sus movimientos en vida y, por último, se los comparó con los músculos de humanos modernos.

En los 50 años transcurridos desde el descubrimiento, su impacto en la comprensión de los orígenes humanos ha sido inconmensurable. Ha inspirado a estudiar áreas inexploradas, plantear nuevas hipótesis y desarrollar y utilizar técnicas y metodologías novedosas. A pesar de que se descubren nuevos fósiles, Lucy sigue siendo fundamental para la investigación moderna sobre los orígenes humanos, ella sigue siendo el punto de referencia para comprender la anatomía de los primeros ancestros humanos y la evolución de nuestros propios cuerpos. El conocimiento del registro fósil humano y la evolución de nuestro linaje ha aumentado exponencialmente, basándose en el descubrimiento de Lucy.


Imagínate en un barco en un río

Picture yourself in a boat on a river
Con árboles de mandarina y cielos de mermelada

With tangerine trees and marmalade skies

Si alguien te llama, respondes muy despacio

Somebody calls you, you answer quite slowly

Una chica con ojos caleidoscopio

A girl with kaleidoscope eyes

Flores de celofán de amarillo y verde

Cellophane flowers of yellow and green

Elevándose sobre tu cabeza

Towering over your head

Busca a la chica con el sol en sus ojos

Look for the girl with the Sun in her eyes
Y se ha ido

And she's gone

Lucy en el cielo con diamantes

Lucy in the sky with diamonds


Un nuevo hallazgo demuestra que el sexo entre Neandertales y Homo Sapiens fue más común de lo que se creía.

No sé si con los Australopithecus Afarencis también pasó, pero el sexo con humanos llevó a los neandertales a la extinción hace 28,000 años. El Homo Sapiens, que no le atina a perdonar ni perder el tiempo guió a los Neandertales a la extinción sin violencia, según los investigadores del Museo de Historia Natural de Londres, pues sólo les bastó tener sexo con ellos para acabar con la especie para siempre. Ese fue el síndrome de absorción. Durante casi 5 mil años, los Homo Sapiens fundaron familias prehistóricas con otros homínidos primitivos, pues no le ponían talanqueras a nada. Al hueso, queso. Esto no es novedad, pues existen amplios registros genéticos que arrojan luz sobre el mestizaje entre ambas especies. Sin embargo, un nuevo estudio sugiere que el sexo entre Neandertales y Homo Sapiens guió a la especie a la extinción. Síndrome de la sustitución. Por el contrario, con el paso del tiempo, las relaciones sexuales entre ambas especies redujo el número de neandertales en la Tierra. Ésta es la razón. Sexo y más sexo sin medida ni clemencia.

De acuerdo con un estudio publicado en PalaeoAnthropology, la interacción intensa entre Homo Sapiens y Neandertales condujo a esta última especie a la extinción hace 28 mil años y, no existe evidencia de que los humanos hayan influido en el acervo genético neandertal. Por el contrario, el sexo entre Neandertales y humanos prehistóricos se ha documentado en el genoma humano. Actualmente, cerca del 2% de los seres humanos contemporáneos contamos con genes neandertales. Así que hágase revisar por si acaso. Por el contrario, el Homo Sapiens absorbió continuamente a individuos de los grupos fértiles de la otra especie. Si los neandertales fértiles eran absorbidos regularmente  por los grupos de Homo Sapiens, también eran eliminados de las reservas genéticas de los neandertales y, una fuga tan constante de individuo jóvenes no es algo que pudiera mantenerse durante mucho tiempo en pequeños grupos de cazadores recolectores. En la actualidad, no se sabe si el flujo genético era unidireccional. Es más, ni siquiera se tiene certeza sobre el éxito de la reproducción entre ambas especies. Lo que es una realidad es que el sexo entre Neandertales y Homo Sapiens sucedió durante milenios. Lo más probable, es que “los genomas neandertales que tenemos no son representativos.” Sin embargo, hasta ahora sólo se han secuenciado completamente 32 genomas neandertales. A medida que se secuencien más genomas de las especies, será posible saber “si algún ADN nuclear del Homo sapiens pasó a los neandertales y demostrar si esta idea es correcta o no.” Las coincidencias genéticas entre Neandertales y Homo Sapiens demuestran que existió un intenso mestizaje entre ambas especies de homínidos. Desde 2010 se tenía conocimiento de las relaciones sexuales entre Neandertales y Homo Sapiens, el hallazgo de una dentadura prominente de unos ejemplares en Jersey, una isla del Canal de la Mancha, arroja nueva evidencia de la reproducción exitosa entre especies humanas. Y más aún, da pistas de que ambos  homínidos criaron hijos juntos durante casi 5 milenios. Ésta es la razón. ya decía yo que los ingleses tienen cara de mono pálido.

FIN

sergiodeleonlopez


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