jueves, 12 de septiembre de 2024

LA VIDA ES UNA TÓMBOLA. Primera parte. 256

 ​​Sólo aquí en monorote.com puedes encontrar estas historias reales contadas de otra manera


Cambiemos de tema.

Hoy toca comentar sobre este tema poco conocido,

así que ya tengo montado el puzzle.


“La vida es un juego de azar”

Voltaire


LA VIDA ES UNA TÓMBOLA

¿Y LA MUERTE?



“Ya sea donde te ha empujado la vida,

tu mismo elegiste el camino”

Joseph Conrad

 

Coge una moneda.

Lánzala 20 veces.

Si te sale 20 veces seguidas cara, esa es la probabilidad de que estando saludable, te mueras hoy.

Si estás leyendo esto y ya tienes algún achaque, entonces lo llevas peor todavía.

¿Cómo es eso?

Eso es probabilidad con un toque de fatalidad, 

tienes una entre un millón de posibilidades de morirte hoy.

El ser humano es muy malo calculando probabilidades de forma intuitiva, por eso la gente se arruina en los casinos.

Pero para eso ha nacido el profesor de ingeniería Ronald Howard de la universidad de Stanford para aclararnos el tema, y ha acuñado el término Micromort o Micromuerte, que es una probabilidad de una entre un millón de que te mueras. Por favor no lo vayan a confundir con pequeña muerte o petite mort que es como los franceses llaman al orgasmo, será por lo de entrar en éxtasis y dejar de ser uno mismo para fundirse con el ser que está siendo amado en ese momento, en el mejor de los casos o con un juguete vibratorio a pilas, en otros. Así se visita el limbo cada vez que se hace. Será que todo está conectado en el universo, Eros y Tanatos, alfa y omega, principio y fin.

Así es la vida en el Serengeti.



“El más fuerte, teme a la muerte. 

Quien teme a la muerte, no goza la vida. 

Por mucho que el hombre viva, pésale la partida”


El destino es más rápido de lo que se cree.

No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se venza. Es como un señuelo.

Entrémosle al asunto de una vez

MICROMUERTE

De esta manera como iconoclasta y,

para poner en contexto esta discusión,

con humor, terror y temor.

Pues sí, los problemas son un reto, así que una micromuerte es la unidad de riesgo asociada a una probabilidad de muerte de uno entre un millón.​ Sí, una muerte entre un millón de posibilidades o probabilidades, como cara de virgen asustada.

Ese genio ya no volverá a su lámpara. 

Las micromuertes se usan para medir y comparar el riesgo de actividades diarias. 

Si una microprobabilidad es una probabilidad de uno entre un millón, una micromuerte es una microprobabilidad de morir. 

El concepto como una unidad de medida lo acuñó el profesor de ingeniería de la universidad de Stanford Ronald A.  Howard, en 1980, quien es un pionero en la práctica moderna del análisis de decisiones. Las micromuertes para actividades futuras sólo pueden ser evaluaciones aproximadas, ya que las circunstancias específicas siempre tendrán su tajada del pastel. Sin embargo, las tasas de eventos pasados pueden usarse para proveer una estimación. Cada una de esas unidades implica la posibilidad de morir de uno entre un millón por eventos muy poco probables, como una bomba nuclear o practicar ciertos hobbies, que en algunos casos muestran las grandes diferencias en el riesgo de llevar a cabo distintas actividades, como el buceo que implica 5 micromuertes por trayecto y, practicar salto base son 430 unidades por cada salto, que es como caer de una mansarda de un edificio alto sin cicatería, en donde sería la noche de la noche de ayer.

Cuidado que esto de los micromuertes no es una medida de la probabilidad de morir en tal o cual actividad, pues eso depende de muchos otros factores, y en la mayoría de los casos no puede reducirse a un cálculo de probabilidades. No, más bien se trata de un juicio subjetivo del riesgo que supone una actividad, basado en la información que se tiene a mano, pues la complicidad es más útil que el amor, dado que desde el nacimiento no se piensa en la realidad de la muerte, salvo que se haya nacido bajo un mal signo o le hayan hecho ojo cuando era chiquito.



“El pobre y el cardenal, todos se van por un igual. 

El Papa y el monaguillo se van del mundo por el mismo pasillo. 

Papas y sacristanes en siete pies de tierra caben. 

Muérese el rey y el Papa, y el duque, y el prior de Guadalupe. 

La muerte y el amor, igualadores son. 

La muerte es juez severo, que a todos mide por un rasero. 

La muerte y el sueño igualan al grande con el pequeño. 

Tan presto muere el rico como el mendigo”

Romancero español


¿A quién le beso los empeines?

No sé, pero el caso es que una micromuerte es una medida de probabilidad de morir por alguna causa, una unidad de probabilidad de una entre un millón, aunque tiene infinidad de posibilidades de aplicación. Se me figura que es como la tercera ley de la termodinámica.

Y esto, además de ser fundamental para las compañías aseguradoras, tiene una aplicación de lo más divertida si se aplica a cierto tipo de actividades, como recorrer 10 km montado en moto que vale vale una micromuerte, máxime si es en Guatemala, una muerte a carta cabal. O bien viajar de 250 km en automóvil que tiene un riesgo de una micromuerte, al igual que humarse o fumarse un cigarro, una micromuerte. Echarte un par de capirulazos de buen vino, una micromuerte. Quizá pimplarte un litro de Cruzcampo con buen galío, pues igual. Tú sabrás si merece la pena.

Todo en lo menos que se tarda un gato en orinar.

Es como comprar un boleto, cuando el premio es una caja de pino para toda la eternidad.

La pura ley de la reciprocidad, creo.

Así que confesemos nuestros pecados con los sueños atravesados de los últimos días.

Oh, eso sería bonito para hacer una canción.



“Uno puede morirse de sed sin encontrar a nadie que le dé gratis  un vaso de agua”

Nena Daconte


Esto es como desperdiciar una noche sin hacer el amor como que fueran casados, pues midiendo lo que se hace en micromuertes se sabe si merece la pena o no correr el riesgo, sin contar con el efecto mariposa con perturbaciones a la velocidad de la gravedad:

-Una anestesia general para operarse son 10 micromuertes, uno de cada 100,000 ya no volverá ver el amanecer.

-Una mañana buceando son 5 micromuertes.

-Saltar en paracaídas son 7 micromuertes.

-Subir al Everest, 5,600 micromuertes, lo que lo hace no recomendable.

 ¡Ah! pero si lo que te gusta es el deporte, pues eres muy sano, échale un ojo a esto:

-Correr una maratón 7 micromuertes, al igual que saltar en paracaídas, pero más cansado y menos divertido.

Por cierto yo llevaría mascarilla y me lavaría bien las manos pues:

-enfermar de Covid con 25 años, 100 micromuertes.

-enfermar de Covid con 85 años 150,000 micromuertes.

De todos modos, hay que recordar que la mortalidad humana hasta ahora sigue siendo del 100% y, que en cien años, todos seremos calvos.

- Una persona que cumpla 59 años tiene 7% de probabilidades de morir ese mismo año y este número aumenta por cada año que cumpla. Así, una persona de 85 años tendrá 200,000 micromuertes acumulados, que se traduce a 20% de morir al cumplir esos 85 años.

- 99.5% de probabilidades que llegues a los 33 años y 5,044 micromuertes acumulables de 28 a 33 años / 1,000,000.

- Muerte por accidentes 1,465 micromuertes

- Manejar motocicleta por 10km o canoa se agrega 1 micromuertes

- Manejar bicicleta por 32km se agrega 1 micromuertes

- Manejar carro por 370km se agrega 1 micromuertes

- Viajar 1,600km por avión se agrega 1 micromuertes

- Por cada 1.4 cigarrillos se agrega 1 micromuertes

- Cada píldora de Éxtasis 1 micromuertes

- Ser piloto de bus en Guatemala 750,000 micromuertes

- Conducir motocicleta en Guatemala 600,000 micromuertes

- Viajar en la canastera de un bus hacia occidente en Guatemala 585,000 micromorts

Creen hallarse a salvo de los azares del destino y, eso es como frotar dos ramas de culantro para echar chispas y hacer fuego.


TRAS LOS PASOS EXTREMOS

¿Qué tan riesgoso es practicar deportes extremos?



“Al fin y a la partida, la muerte triunfa sobre la vida. 

Pascua vendrá que no nos hallará. 

Hoy somos y mañana perecemos. 

Todo el que nace muere, sea lo que fuere. 

El amor y la muerte se apostaron a ser fuertes; 

el amor bien luchó, pero la muerte venció. 

Para la muerte no hay puerta cerrada ni casa fuerte”


Con gesto musical primitivo, los Deporte Extremos son muy llamativos, diferentes, llenan hasta el cuajito de adrenalina y andan de moda por todos lados, habiendo profesionales y aficionados que quieren sus propios héroes. Buen ejemplo de eso fue Dean Potter, quien falleció durante un intento de Salto Base, -que es un acrónimo de building, antenna, span y earth, que se refiere a puntos fijos, desde donde se puede saltar, como un edificio, una antena o torre, una cuerda colgando en el aire entre dos puntos, un acantilado,- que es una modalidad de paracaidismo desde un punto fijo y, lo quiso hacer en el parque de Yosemite en California, pero todo salió mal. Es una modalidad que posee un alto grado de riesgo, mucho mayor que un salto en paracaídas desde una aeronave de cualquier forma y tamaño. 

Pero ¿qué se considera un deporte extremo? Pues no hay una definición específica, pero en general son actividades que por su naturaleza tienen un alto grado de peligro y riesgo de lesionarse o morir en el intento y, se hacen más individualmente que por equipos. Los deportes más conocidos son paracaidismo, salto BASE, bucear por cuevas, ala delta, kitesurf, motocross, escalada o kayak por aguas rápidas, pero hay varios otros.

El británico Sir David Spiegelhalter buscó establecer qué tan riesgosos eran los deportes extremos que han desarrollado una industria de varios cientos de miles de millones de dólares en todo el mundo. Aún pensando que el riesgo es parte de la vida, estudió varias disciplinas para establecer su nivel de riesgo en relación a la micromuerte, que define el riesgo de muerte al que se está expuesto dependiendo de la actividad que realiza o escrito de otra manera, la probabilidad de muerte de uno entre un millón. Usó como referencia una estadística de la Asociación de Paracaidismo de los Estados Unidos de América con 2.6 millones de saltos anuales entre el 2,000 y el 2,010 período en el que hubo 279 muertos, con un promedio de 25 por año, que equivale a un riesgo de 10 micromuertes por salto. Pero mucho más peligroso es el salto BASE y, en uno de los lugares más populares y considerado más seguro, es el macizo de Kjerag en Noruega, donde se hicieron 20,859 saltos en 11 años, hubo nueve muertes y 82 accidentes, equivalentes a 430 micromuertes por salto. Aunque esas dramáticas cifras siguen siendo mucho menores al riesgo al que se exponen los escaladores del Monte Everest de 8,849 metros sobre el nivel del mar en los Himalayas y, si echamos una mirada de los montañeros que lo escalaron entre 1990 y 2006, hubo alrededor de 238 muertos -pues muchos están desaparecidos hasta hoy,- y ese nivel de riesgo da como resultado una media de 12,000 micromuertes por escalada. Otro estudio anterior sobre expediciones de montañistas ingleses, muestra que de 533 montañeros, 23 murieron en el intento, lo que es igual a 43,000 micromuertes por escalada, lo que supera el promedio de una misión de bombardeo en la Segunda Repartición Económica del Mundo, conocido popularmente como Guerra.

La doctora Vani J. Sabesan profesora de cirugía ortopédica de la Escuela de Medicina de la Universidad Western de Michigan, condujo un estudio dado a conocer a la Academia de Cirujanos Ortopédicos de EUA en 2014, en el que hubo más de 4 millones de lesiones en un período de 11 años por la práctica de deportes extremos. Según ella, y yo, “la gente joven suele mostrar poco juicio, pues ven a Shaun White, estrella del snowboard, elevar su deporte a un nivel completamente distinto y muchos chicos tratan de emular sus trucos.” Asegura que es también un problema cultural que da luz verde a que los jóvenes intenten hacer maniobras y, además, compartir sus logros en redes sociales. Aquí cabe preguntar si ¿esos deportes en realidad son más riesgosos que la actividad de la vida diaria? Ella argumenta que para reducir el número de lesiones, no se debe al deporte en sí, sino a la falta de prevención que asumen quienes lo practican, pues no usan suficientes medidas de seguridad.

Al igual que actividades como bucear que registra un promedio de 8 micromuertes por sumersión, o correr un maratón que resulta en 7 micromuertes por cada 42,195 metros, la mayoría de los deportes extremos ofrecen un riesgo que puede ser aceptado como normal de unas 10 micromuertes por actividad. Explica la doctora que una micromuerte es aproximadamente el riesgo que se asume cada día por el simple hecho de vivir, cifra que puede variar dependiendo de la edad de la persona y del lugar donde vive. Las 10 micromuertes que promedian los deportes extremos, equivalen al riesgo de morir que tiene un hombre de 30 años durante cuatro días de su vida, que se reduce a un día si esa persona tiene 50 años. Lo realmente cierto es que son muchas las variables para determinar los riesgos y más las opciones que tienen las personas para decidir cómo quieren aprovechar su ración de micromuerte al día, como conducir un automóvil durante 400 km, rodar 32 km en bicicleta, esquiar o simplemente subir a una escalera. Pero ninguna de esas actividades es tan atractiva o diferente, o que no llenan de adrenalina o no están de moda, lo que hace que no sea tan extraño entender el por qué la gente prefiere aumentar el riesgo o número de micromuertes a su vida diaria y sin ataraxia.

Ya aquí me viene a la mente el Réquiem del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart, de 1791, composición rodeada de misterio, que le fue encargada por un desconocido enviado por el conde Walsegg que era músico aficionado que deseaba que el compositor escribiese una misa de difuntos para el funeral de su esposa. El hecho de no presentarse él mismo y enviar en su lugar a un desconocido, que vestía completamente de negro para permanecer en el anonimato, responde a su verdadera intención, que no era otra que apropiarse de la composición y hacerla pasar como propia. Mozart tenía su salud delicada y se encontraba abatido desde la muerte de su padre y, por lo que todo lo que rodeaba a este encargo secreto llegó incluso a atemorizarle, o eso dice la leyenda. Lo que sí es cierto es que el conde no pudo finalmente cumplir su cometido, ya que la enfermedad de Mozart se encontraba en un estado muy avanzado y el joven compositor murió antes de terminar la obra. Sólo llegó a componer los primeros compases del Lacrimosa, y fue su discípulo Süssmayr quien completó la instrumentación y las partes que faltaban. Sea como fuere, el réquiem constituye, sin lugar a dudas, la cúspide de su talento artístico y el dominio de su oficio como compositor, y lo erige como uno de los músicos más importantes de todos los tiempos.



El morir es cierto; 

el cuándo, el cómo y el dónde, inciertos. 

Se sabe dónde se nace, pero no dónde se muere. 

La muerte siempre es traidora: 

no dice el día ni la hora”


COMO LA CHISPA QUE ENCIENDE EL ARSENAL

Cuando arriba salen canas, abajo pegan ganas


“La muerte ni la temas ni la desees, ella viene cuando quiere. 

Quien piensa mucho en la muerte no la teme”


Al borde de su punto de quiebre, ni tiene nada que ver el hombre con las ganas de comer, pue el explorador británico que subió el Everest, llegó por tierra a ambos polos y se tajó o sea que se partió las puntas de sus propios dedos cuando sufrió congelamiento durante otra expedición extrema, correrá el Marathon des Sables, o Maratón de las Arenas, en el Desierto del Sahara. Se trata de mi particular amigo Sir Ranulph Fiennes. En lugar del penetrante frío y congelamiento, sus enemigos serán los vientos con arena, la insolación y la sed. Se inscribió en la carrera para recaudar dinero para la organización benéfica Marie Curie para el Cuidado de Cáncer. El Maratón de las Arenas está lejos de ser una carrera convencional como las que se hacen en las olimpíadas. Es un trayecto de 251 kilómetros a través del árido e infernal Sahara, el equivalente a correr cinco maratones clásicas y medio en seis días y no es como osear. Es como una pena letal. Los participantes deben cargar con todas sus provisiones, incluyendo un suero antivenenoso para las picaduras de serpientes y escorpiones. Hay estaciones de agua a lo largo del trayecto pero con temperaturas que alcanzan 50 grados centígrados, los competidores necesitan llevar su propio abastecimiento también. Sir Ranulph es mejor conocido por sus desafíos en bajas temperaturas. Fue la primera persona en alcanzar por tierra ambos polos y el británico más viejo en coronar la cumbre del Everest. El doctor Andrew Murray, miembro de la Facultad de Medicina del Deporte y Ejercicio en Reino Unido, también ha corrido ambas carreras polares y el Maratón de las Arenas. En climas fríos, cada centímetro del cuerpo tiene que estar cubierto para evitar congelamiento. La hipotermia es una amenaza que requiere llevar cambios de ropa adicionales. El correr en la nieve desgasta la energía y hay peligros como grietas en el Polo Sur u osos polares en el Polo Norte. Pero el desierto es más difícil, asegura. En el frío siempre se puede llevar más ropa, al correr no. 



"El cuerpo humano es eficiente para conservar el calor.

Pero le queda muy difícil despedir el calor"

Andrew Murray

 

Somos electromagnetismo hecho de energía en constante movimiento como toroides, y no es un cuento chino, pues la insolación cuando la temperatura del cuerpo sobrepasa los 40.6 grados centígrados, es un problema seriamente potencial y muy cabrón. La deshidratación es un factor de alto riesgo. Los corredores rápidos tienen que desacelerar para no perder más agua de la que pueden beber. Y, también, está la arena. "Las ampollas hacen ver los pies como si uno se hubiera metido en una pelea con una podadora de césped." Fiennes en 2013 tuvo que abandonar su intento de cruzar la Antártica en invierno pues ha sufrido dos infartos. Pero está empecinado por su obsesión numérica de recaudar US$30 millones. Actualmente ha alcanzado un poco más de US$25 millones. Esforzarse en el calor es particularmente difícil para las personas de edad, señala Fiennes que tendrá 71 años para cuando empiece la carrera. Si la termina, será el británico más viejo en lograrlo. Un francés de 80 años tiene el récord mundial en esa categoría. Fiennes supone que no será capaz de moverse después del primer día. "Físicamente voy a estar acabado bastante rápido," pero estos desafíos se libran en la mente, asegura. "Tendré una voz en mi mente diciendo que me dará un ataque al corazón, que me dará hipertermia, que tengo una familia, que es estúpido seguir adelante. Esa débil voz trata de aparentar lógica, con argumentos para abandonar. Uno tiene que luchar contra ella. Lo he hecho tantas veces." 

A ver,

es una alta respuesta a la vida.

Sufrir de manera agónica y pensando en voz alta, es como un boceto, entre negarlo y admitirlo.

¡UPS! esto no estaba en el libreto, ni en el libro de ruta, pero ya está.


“En sana salud no se piensa en el ataúd. 

Para morir nacemos y tal vivimos, que parece que no lo sabemos. 

Piensa en que has de morir y lograrás bien vivir. 

Malo es el vivir de los que no piensan en morir”



¿SER CAPAZ DE CORRER 42KM ES SINÓNIMO DE SALUD PERFECTA?

La mera verdad es que no siempre lo es e incluso, prepararse para participar en cualquier prueba de larga distancia puede ser nocivamente perjudicial. Para la mayoría es beneficioso correr y entrenarse, pero la exigencias de un maratón estresan tanto el cuerpo que se requiere un tipo de preparación específica y una precondición física acorde con el esfuerzo a realizar. No es para cualquier corredor. El maratón de Londres, una de las cinco majors, ha tenido que dar asistencia médica a un promedio de 5,000 corredores de más de 35,000 participantes, la mayoría por lesiones leves, pero algunas graves. Desde que comenzó a realizarse en 1981 han muerto 12 personas, 11 hombres y una mujer. En los más de 3,000 maratones que tuvieron lugar en Estados Unidos de América entre 2000 y 2009 hubo 28 fallecidos según el informe del doctor especializado en medicina deportiva David Geier, quien calculó que de cada 100,000 participantes hay un promedio de fatalidad de 0.75. Esas son micromuertes. Las mayores causas de muertes están vinculadas a trastornos en el corazón, como aterosclerosis o estrechamiento de las arterias, o problemas congénitos en el músculo cardíaco. Correr afecta al corazón y aumenta su tamaño ya que debe compensar el incremento de sangre que necesita distribuir alrededor del cuerpo cuando hace ejercicio. Los corazones grandes pueden producir arritmia, o latidos irregulares, que pueden causar la muerte. Es el principal problema para los corredores, tanto por la falta de líquido como por el exceso. Una de las muertes registradas en el maratón de Londres ocurrió por el trastorno llamado hiponatremia, que es cuando la persona ingiere una cantidad excesiva de agua que reduce la cantidad de sodio en el cuerpo. Si a esto se suma una pérdida constante de sodio a través del sudor, los músculos pierden su capacidad de coordinar las transmisiones que le envía el corazón, lo que puede causar un paro cardiorrespiratorio repentino. La falta de líquido puede causar mareos y ganas de vomitar.

Los corredores están permanentemente expuestos a lesiones más leves, como torceduras o esguinces, pero también pueden sufrir problemas musculares más graves o trastornos que requieren un proceso de recuperación más largo. Es común que se produzca un desgarre en un músculo, la rotura de un menisco en la rodilla o un espolón calcáneo, que es la calcificación del talón. Además se pueden sufrir fracturas por estrés. Una rutina de ejercicios diaria puede reforzar el organismo, pero exigirle a un nivel extremo puede generar un efecto contrario. Una investigación en Reino Unido mostró que un entrenamiento muy exigente, como el que se suele hacer para las pruebas de larga distancia, deja debilitado al sistema inmunológico incluso semanas después del esfuerzo físico, lo que deja al cuerpo expuesto a infecciones respiratorias. El correr durante un período de tiempo largo ocasiona un roce constante de la piel con el material de la ropa que se está utilizando. Esta fricción puede generar irritación en diferentes partes del cuerpo, que pueden convertirse en heridas abiertas. Hay cremas para tratar de evitar el efecto del roce y ropas deportivas con materiales adecuados para las pruebas de largas distancia, pero en algunos casos estas prevenciones no son suficientes.


“A la muerte no hay cosa fuerte”


CONTINUARÁ ... sergiodeleonlopez


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