miércoles, 22 de marzo de 2023

EL SÍNDROME DE LA VENTANA ROTA. Segunda parte. 198

 monorote.com

EL SÍNDROME DE LA VENTANA ROTA

Segunda parte

“La impaciencia de querer ganar,

asegura la derrota”

Luis XIV, ek rey sol

 


Con pálido murmullo la conclusión sería atribuir a la pobreza las causas del delito, tema en el que coinciden las posiciones de ideas aquietantes, entonces ¿por qué la ventana rota de un auto abandonado en un vecindario aparentemente seguro y de muchos recursos de dineros es capaz de disparar todo un proceso delictivo de chiringuito? Así que no me vengan con cuentos de Mongolia, pues no se trata de pobreza ni de la escacez, sino de la retorcida mente humana y las relaciones entre las gentes, sociales les llaman. En una comunidad cualquiera, si ésta enseña los calzones con muestras de deterioro y no le importa a nadie, entonces aparece el delito. Si se cometen faltas como estacionarse en un lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más jodidos con la palidez de las tinieblas.

 

"Fulanos podridos de pasta que,

aunque sin condiciones personales para ser genios de nada,

amaban la ciencia y la cultura lo suficiente 

para costear la obra de científicos y

artistas de los que se convertían en protectores"

Arturo Pérez-Reverte


Al son de las guapas mujeres y de la marimba y Guatemala Flash informando, olfatiemos que si en una empresa se empiezan a permitir y tolerar transgresiones payasas, no pasará mucho para que las empiecen a hacer cada vez más empleados y serán cada vez más grandes y más cabronas y, los jefes rascándose los ovíparos. Si el jefe llega tarde a las reuniones que él mismo convoca, no pasará mucho tiempo antes de que su equipo empiece a imitar el ejemplo y, que esa misma informalidad empiece a escalar hasta la Punta del Chorizo –que es otro lugar poco conocido del país.- y, se traslade a otras prácticas como las de no cumplir con los compromisos, los abusos de confianza e irrespeto, los robos, entre muchas otras. En toda organización donde existe una jerarquía, son los mandos superiores los que deben de mostrar el ejemplo y los principales responsables de transmitir los valores de la empresa, jalando al equipo, no sólo putiándolos. Los valores y la cultura de una empresa los forjan los empleados del conjunto día a día con su forma de ser y actuar y no aprendiendo lemas de porquería, que deberían ponerlos en el inodoro para que se usen en caso de no haber paper higiénico. No sirve una mierda tener una bonita Visión y Misión y un código de ética pegadas en la pared -que por cierto a ninguno le importa un huevo de pato, mucho menos a los clientes,- si la gente de la empresa no los aplica y los que deben dar el ejemplo, no lo dan, por andar aziguambados de culantro. Cuando hay transgresiones, hay que pararlas con un chasquido de dedos para que no se vuelva un ataque marero en contra. Lo más riesgoso es minimizarlas y no ponerles neuronas suficientes, porque se cree estúpidamente que son cosas menores que no hacen gran daño, pero van socabando los cimientos y quitando las barras de sostén del andamio. Se empieza por una ventana rota, y todo lo demás será destruido y puede ser muy tarde porque no se puede hacer regresar al huracán.

 

"Me pareció la suya una inusual emotividad. 

Casi infantil, todo el rato. 

Términos como autismo, asperger o 

alguna clase de percepción del entorno diferente

 a la habitual me pasaron por la cabeza"

Arturo Pérez-Reverte

Escarbando entre mis papeles que desbordan un orden crucial de evento que ni yo mismo me lo creo e irradiando una disposición platónica, entre arquitectos mucho se parla de la importancia de la rehabilitación para mantener la calidad y habitabilidad de cualquier edificio, espacio público, barrio o ciudad, se dice de resultados con objetivos medibles en ahorro energético, precio de venta, habitabilidad, pero se obvian las partes más relevante que marcarán el futuro de todas las decisiones, los resultados subjetivos,  los que no se ven pero pesan. El vidrio roto transmite una idea de me importa tanto como la guerra del Peloponeso y, el desinterés de brinco en brinco jugando al avión pintado en el patio,  destruye la convivencia pacífica, pues el descontento es como verle la cara de iguana mortis al presidente. Con cada nuevo ataque aumenta de forma exponencial la propia idea de apatía y acaba dando paso a un ciclo redondo como la tierna Pirulina que se hace una bella historia romántica sin fin, ante la mirada pasmada de los consumidores.

"La chica resultó lista de narices, tenía una labia, 
un valor y un carisma fascinantes, y se los trajinó a todos de maravilla. Luego fue a ponerse al frente de las tropasfranchutes, con dos ovarios"

Arturo Pérez-Reverte

Cuando la apnea del sueño y el desvelo se asoma por la ventana, muchos se han quemado las cejas en la madrugada con las veladoras de catedral por no tener un cirio pascual, con estudios que aplican el Síndrome de la Ventana Rota hasta el nivel de la virtud coralina de la fabricación de delitos, ya que en un lugar cualquiera con signos de desperfectos y averías que no parecen importarle un hígado de ganso a nadie, acaba teniendo como consecuencia un mayor índice de incidencia delictiva, asociado a otros problemas hartamente conocidos, como la refrescar el galillo con exceso de ingesta de alcohol y polvito blanco, que se extienden a los alrededores como fuga de agua. Es fácil ver la relación y la importancia de la rehabilitación urbana en la recuperación de la ciudad y del espacio público, para conseguir que las calles sean vividas y consumidas en condiciones de calidad que eviten la degradación a la que tienden los espacios olvidados por los encargados. Esta chulada es aplicable a cualquier escala y a cualquier cosa, incluyendo tu propia casa, que tiende a mantenerse en buen estado, pero una en la que no se reparan las patologías de sus ocupantes, o no se rehabilita en el momento en que se dan para las exigencias de habitabiliad y confort, se deteriora a ritmo de rock por el simple hecho de pensar que ya está en mal estado u obsoleta y, así nos va como chile guaque. Es tan sólo una consecuencia malsana, pero que marca el futuro de cualquier habitáculo. Por eso sin peros ni condiciones el mantenimiento es insustituble e irremplazable como la esposa a la que se le juró amor eterno aunque sea a la fuerza y, que llegado el momento en que empieza a quedarse atrás en higiene, habitabilidad y confort, hay que echarle un par de huevos de avestruz, para que no quede como renacuajo sin agua y se evite esa condición de la que todos deben huir, como que fueran partidos políticos, o los mormones tocando la puerta y si no ellos los de Elektra. Cuando hay algo nuevo, se intenta que no sufra rasguños o golpes y malos tratos como que fuera el primer amor, caso tipico de los teléfonos móviles o celulares, pero una vez que inicia el deterioro se descuida como cuando ese primer amor ya no cuela y, es ahí cuando comienza el principio del fin, como dijo la Kiki, el acopalipsis. Y qué de que ¿si fuera en lugar de un objeto o un inmueble sino sobre tu persona o una relación sicalíptica? La primera mancha de pinta labios en una camisa blanca molesta mucho, -más porque te la dió la otra,- la segunda afecta menos y después de éstas, relajación hasta llegar al basurero con los clavos como los de los durmientes de la línea del tren así de grandotes. Si se permite una falta de cuidado personal o un mal hábito y no se corrige al son de mariachi, se debilita de a poco y suma nuevas dolencias a las anteriores hasta terminar con una salud y una calidad de vida cada vez más de camino a la sepultura. Ocurre con las relaciones, la primera vez que se habla mal, se dice una grosería o palabrota brusca, se golpea, se traiciona un compromiso o se permite al otro que lo haga, todo se sacude como cuando se baña al perro peludo, pero si se deja pasar después se convierte en algo normal con un grado alto de deterioro relacional, hasta que colapsa. Si se mira con honestidad y en retrospectiva un vínculo roto de amistad, de una pareja, uno profesional, se sabrá cuál fue la primera ventana rota que nunca se arregló y a partir de la cual se inició la caída sin red de protección por debajo. Estas comienzan casi imperceptibles y poco a poco se hace cada vez más y más grande hasta ya no poder pararla ni contratando a Tibaud Curtois. Lo que se debe hacer es cuidar la primera ventana rota y arreglarla tan luego se quiebre si no, el mensaje es aquí no hay nadie que cuide y cualquier transgresión es válida. Una reparación a tiempo, una disculpa oportuna, un lo siento honesto y espontáneo, una reparación del daño causado al otro o a sí mismo, un asumir la responsabilidad del error cometido con o sin intención, puede evitar la caída por la catarata y mejorar una relación o salvarla del diablo cabrón como ostras frescas.

 

"El inconveniente de vivir demasiado tiempo 

es que ves desaparecer demasiadas cosas"

Artuo Pérez-Reverte

En criminología bandidesca, la teoría de las ventanas rotas sostiene que los signos visibles de la  delincuencia, el comportamiento antisocial y los disturbios civiles crean un entorno urbano que fomenta más delincuencia y desorden, incluidos maras, grupos de choque, antimotines y delitos graves. Sugiere que los métodos policíacos que se centran en atacar delitos menores, como el vandalismo, la vagancia, el consumo de alcohol y drogas en público, el cruce incorrecto de peatones y la evasión de tarifas e impuestos, ayudan a crear una atmósfera de orden y legalidad. La teoría tomó la meta de salida con el artículo de a 1982 por los científicos sociales James Q. Wilson y George L. Kelling y popularizada como el juego de taba en la década del 90 por el comisario policial de Nueva York William Bratton y el alcalde Rudy Giuliani, cuyas políticas eran influídas por la teoría, que se convirtió en objeto de debate dentro de las ciencias sociales y la pública. Se asocia a prácticas policiales discutidas, como el elevado uso de la detención arbitraria y cacheo en la ciudad. En respuesta, James Q. Wilson y George Kelling han escrito que la teoría no debe ser tratada como  tolerancia cerogrados Celcius o con fanatismo futbolístico, sino como un método que requiere "cuidadosa formación, directrices y supervisión y una relación positiva con las comunidades, vinculándola así a la policía comunitaria.”

Asigún Sousa, Kelling y Wagers  esta teoría se compone de ocho ideas principales:

1.    Una relación directa entre desorden y miedo al delito.

2.    La policía y las personas que transitan por la calle acuerdan de forma tácita y mediante su actuación, las normas o reglas para el correcto funcionamiento.

3.    Existe diferencia entre barrios en cuanto a estas reglas de la calle.

4.    Si el espacio urbano se encuentra desatendido, la comunidad no controlará ese espacio.

5.    Sin el control de esa comunidad, es más probable que esa zona acabe siendo terreno de delitos y delincuentes.

6.    Para mantener el orden, la policía debe impulsar la comunicación comunitaria, y por tanto el control informal.

7.    Crea más problemas en una zona la acumulación de diferentes individuos problemáticos que la presencia de personas individuales.

8.    Cada barrio tiene capacidades diferentes para evitar el desorden.

"Hubo, en fin, mucho mentarse a la madre y mutuas excomuniones,

y fracasaron todos los intentos de reconciliación y unidad,

y el pifostio acabó en el Gran Cisma"

Arturo Pérez-Reverte

En Albuquerque nuevo Mxico se obtuvo un buen resultado en el 90 con el programa de Calles Seguras, operando bajo la premisa de que la gente del oeste de los USA utiliza los caminos de la misma manera que la gente del este utiliza el metro, los desarrolladores del programa razonaron que la falta de leyes en los caminos tenía el mismo efecto que los problemas individuales de los metros en Nueva York. Este programa fue extensamente revisado por NHTSA y se publicó un estudio. Como política preventiva, en los años 90, en ciudades españolas como Marbella se mejoró estéticamente zonas de la ciudad que estaban más estropeadas y se aumentó el control policial en ciertas conductas, como la mendicidad, la prostitución, la venta de drogas, el robo y la extorsión, para que los ciudadanos estuvieran más seguros en la calle y que aumentara su opinión favorable acerca de la policía. Se logró reducir la delincuencia, pero también hubo muchas críticas por la persecución de grupos como los inmigrantes ilegales de las ventas callejeras como su único medio para subsistir. Se planteó que no es una solución en sí misma ya que crea más problemas al introducir estas infracciones en las ordenanzas municipales y afecta negativamente la convivencia. Críticos, como Loic Wacquant  en su libro Las cárceles de la miseria ​del 2000, argumenta que los efectos de la política de tolerancia cero ha servido de escudo legal para prácticas discriminatorias hacia los afrodescendientes en Nueva York, así como una manera de direccionar los aspectos más represivos de las prácticas policiales hacia los barrios más pobres de la ciudad. Dice que la tolerancia cero no se aplica contra los delitos informáticos o económicos cometidos por individuos pertenecientes a capas pudientes, sino que sirve para criminalizar y restringir los derechos legales de los más pobres, representativo de lo cual son prácticas como el stop and catch da el privilegio a la policía de requisar y detener a quien desee, basado en estereotipos raciales. Otros resaltan que los efectos de tolerancia cero en los crímenes de primer grado son difíciles de desasociar de otras iniciativas que ocurrieron durante el mismo periodo. Estas iniciativas fueron: Las reformas policíacas. Programas que le dieron trabajo a más de 500,000 personas en un momento de auge económico. Cupones para alojamiento que le permitieron a familias de escasos recursos trasladarse a mejores vecindarios. Explicaciones alternativas que han sido promocionadas incluyen: La disminución de la epidemia al  crack. El crecimiento sin relación en la población de las prisiones debido a las Leyes de droga de Rockefeller. Que el número de hombres entre 16 y 24 años estaba disminuyendo debido a cambios demográficos y a que el aborto se legalizó.

Entre académicos, David Thacher profesor asistente del Departamento de Planeación Pública Urbana y Policíaca de la Universidad de Michigan publico en 2004 que: “...las ciencias sociales no han sido amables con la teoría de las ventanas rotas. Varios académicos han re-analizado los estudios iniciales que parecían soportarla. Otros presionaron con nuevos y más sofisticados estudios de la relación entre desorden y crimen. El más prominente entre ellos concluye que la relación entre desorden y crímenes de primer grado es modesta, e incluso que esa relación es el producto de fuerzas sociales fundamentales. Thacher continua diciendo que estas críticas a la teoría de las ventanas rotas todavía no han desacreditado a las políticas del mantenimiento del orden con los políticos o con el público en general. En el libro Más Armas Menos, Menos Crimen del 2000, el economista John Lott Jr. examinó el uso de la teoría de las ventanas rotas y las políticas policiacas orientadas a la resolución de problemas y la comunidad en ciudades con población mayor a 10,000 personas durante dos décadas. Encontró que el impacto de estas políticas no era consistente entre diferentes tipos de delitos. Describió el patrón como casi aleatorio  encontró que estas medidas estaban asociadas con el asesinato y el robo de automóviles y el aumento de las violaciones y la caída de hurto. El aumento de las tasas de detención, políticas que afirman el proceso de contratación policiaca y las leyes que permitían una mejor aplicación de las leyes eran mucho más importantes para explicar los cambios en las tasas de delincuencia.

En el libro Freakonomics Steven D. Levitt  y el coautor Stephen J. Dubner ponen en duda la noción de que la teoría de las ventanas rotas era la única responsable de la caída de la criminalidad en Nueva York. Notaron que antes de 1990 el aborto fue legalizado y que las mujeres que estaban menos preparadas para educar niños. las pobres, adictas e inestables. pudieron obtener abortos, así que el número de niños nacidos en familias disfuncionales fue decreciendo. La mayoría de los crímenes en Nueva York son cometidos por hombres entre 16 y 24 años y cuando este grupo demográfico decreció, la tasa de crímenes le siguió.

FIN 

segiodeleonlopez

 


2 comentarios:

  1. aymaradeleon
    Excelente Sergio! Ahora entiendo por qué hay más delincuencia en ciertos lugares

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    1. De ahí la importancia de mantener todo lo más pulcro posible

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