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DEL AMANSABURROS
AMANCEBADO PA´QUITAR LA FALTA DE IGNORANCIA QUE LE DICEN, de León y los otros
PERSONAJES RIALES
QUE NI SABÍAS QUE EXISTIERON
LA
MISITANombre de abreviación
de Miss in spamglish y misa, por ser fiel seguidora de ese culto. Solterona
residente del barrio místico del Sauce, se conducía con sus zapatos negros
puntudos de charol amarrados, vestía falda casi al tobillo de colores lúgubres,
café, negro, gris y con un pañuelo en la cabeza, por aquellos de las cagadas de
zope.
Perteneció algún día
a la orden de las Carmelitas Tishudas. Siempre iba acompañada de su Magnífica
pegada al brassiere con un gancho de ropa, el consabido Escapulario, su
Rosario, su Catecismo entre la bolsa, un poco de ceniza del miércoles del año
anterior, un tunquito de candela, un ramo seco de corozo y un vaso por si
acaso.
Se dedicaba a enseñar
el Catecismo para que los patojos del barrio no se volvieran cangrejos, y había
que aprendérselo de memoria, o se exponían a pellizcos en el culo, coscorrones
y un bibliazo en la cabeza de vez en cuando, que servía según decía pa despabilar
a los patojos con sueño y a los distraídos. Los pellizcos, coscorrones y azotes
eran también penitencia para alejar al maligno y que no se robara lo aprendido.
Solía dar clases en
la esquina de la 7ª Avenida y 4ª Calle de la Zona Roja, atrás del Palacio de
Rataro.
Había que recitar pausadamente cada párrafo, cada rezo, pues de no
hacerlo el castigo era rezar 47 Aves Marías y 1/2, 28 Padres Nuestros y 31
Salves. De vez en cuando había que recibir de castigo el Yo Pescador, pegándose
lo más duro posible en el pecho. Su hablar cadencioso y casi inaudible, como
que tuviera hueva retrasada, solía adormecer a los patojos chispudos a los que
luego castigaba.
Había que ayunar,
sobre todo los viernes y no se podía comer carne, sólo pejcao y los adultos no
podían consumir carne humana, pues era pecado. Enseñaba que los Viernes Santo,
no se debía bañar, mucho menos a las 3 de la tarde, pues se convertían en
pescado. No se podía correr ante un castigo de los padres o de ella, pues la
tierra se abriría y se lo tragaría.
Para purgar
pecados, había que visitar 7 altares de noche siempre en Viernes Santo, cargar
procesiones, y si los pecados eran muchos o muy grandes, había que cargar las
tres procesiones más pesadas, La de San José, La de la Recolección y la de
Santo Domingo, lo que daría salvación por un año, luego se podía seguir pecando
y volver a hacer la penitencia y así sustantivamente.
Otro poderoso
zahumerio era la cruz de ceniza el miércoles del mismo nombre. Por supuesto
habría que hincarse en maíces y piedrín pues todo era penitencia pa´
purificarse. A los niños que se orinaban en la cama, además de todas las
penitencias los enviaba a las calles con un costal con piedrín, el cual deberían
de vender de casa en casa, para que les diera vergüenza.
Los mayores pecados
eran masturbarse, preguntar por el pecado original vaginal y mencionar al
diablo, hacéme favor, los alumnos éramos niños de 5 años.
En resumen, para
ella el diablo era más poderoso que el mismísimo crucificado.
Decía que el Señor
de la Recolección era más poderoso que el del Calvario, que el de Santo Domingo
era más poderoso que el de la Merced, pero nunca se les vio ni echando pulsos
ni carreritas pa´ saber quién era más pilas. Se llegó a creer que entre más
mejor, así que las campeonas eran las Once Mil Vírgenes.
¿Cómo la ves disdiay?
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