LA TRISTACIÓN QUE LE
DICEN.
DE LAS HISTORIAS DE PERSONAJES RIALES QUE NO SABÍAS QUE EXISTIERON
EL SARVELIO:
Niño
de 9 año en 1957, de bonitas facciones, ojos negros tristones, trataba siempre
de cubrirse brazos y piernas, que sólo tiempo después me enteré del porqué.
Vivía con sus padres en la champa de la guardianía de un terreno en el Rodeo,
en el primer callejón de la 37 Avenida, Zona 7 atrás de la gasolinera Shell
Copán, que en ese entonces no existía. Todo el lugar era la finca el Rodeo que
eran pajonales y cafetales de los Aycinena.
Al Sarvelio la nana lo levantaba
del petate literalmente de 2 y hasta 5 ó 6 leñazos, con los leños para el
fuego, por si había soñado cosas malas, siendo la 4 de la mañana. Llorando, sin
desayuno, lo enviaban a la casa de la Bruja, cercana al hoy Colegio Italiano,
en la Calle de Mixco hoy Calzada Roosevelt. En esa casona llamada así porque en
la cumbrera del techo tenía una veleta con una bruja en su escoba, vendían agua
de un pozo propio.
El Sarvelio, manido, descalzo, con su sombrero de paja hecho
pedazos, su camisa ahora de manga corta pues estaba echa jirones y su pantalón
azul marino de dril al que ya no le cabían más remiendos, empujaba una carreta
hecha por su tata, con madera de desecho de una construcción y una llanta de
algún carro viejo. Sobre la plataforma llevaba 2 toneles de 54 galones cada uno
para comprar el agüita santa a 5 len cada tonel, al que luego lo tenía que
cubrir con unas mantas y amarrarlo para que no se derramara mucha agua y no
cayeran los toneles. La carreta y los toneles vacíos no pesaba menos de 50
libras, imagínese con los toneles llenos, cuando un tonel lleno de agua pesa
461 libras.
La 37 Avenida era una callecita de tierra y en la esquina con la
hoy calle Mateo Flores, antes Calle Vieja de Mixco, se encontraba el campo de
fut, en lo que hoy es un motel feyo, por el que se podía ahorrar unos pasos.
El
recorrido con todo ese peso le llevaba al Sarvelio como una hora quince
minutos. Otra hora y media para llenar los toneles y 15 minutos para
amarrarlos. El regreso le tomaba más de 2 horas. A todo eso ya eran las 9 de la
mañana, y al regresar su nana le volvía a leñacear por si había hecho cosas
malas en el camino y sólo entonces le daba un posillo de peltre desportillado
con café y un pan o 2 tortillas tostadas.
Nunca pudo jugar pues padecía de
agotamiento crónico, además que debía seguir trabajando con su tata alcohólico,
sacando basura en las casas y tirarla en alguno de los predios baldíos que
abundaban poray, además de hacer mandados en las pocas casas particulares del
lugar, y nunca faltaba la leñaceada al salir o entrar.
De almuerzo una
longaniza, con su respectivo muñeco de tortillas, pero no para él sino para
todos en la champa, y si bien iba, un poco de chirmol. Cada uno mojaba la
longaniza en el chirmol y lo envolvía en una tortilla, y lo iba jalando en
sentido contrario conforme se iban comiendo la tortilla, sólo para impregnarle
un poco de sabor, y se lo tenía que pasar al siguiente, sus 3 hermanitos pequeños,
su tata o su nana. Con las últimas 3 tortillas la longaniza se partía en 5
pedacitos y cada uno se lo podía comer con su pedazo de tortilla, reservándose
los pedazos más grandes para el tata y la nana.
Después del almuerzo volvían a
leñasear al Sarvelio por si había pensado cosas malas. De tanta leñaceada, no
creció, se quedó pequeñito y medio torcido, pues había tenido 2 fracturas de
muñeca derecha, 3 de cúbito y radio, 2 costillas, y múltiples heridas en la
espalda, brazos, piernas, cara y cabeza.
Un
día de tantos que pregunté por él para darle ropa, dinero y juguetes que mis
papás me habían dado para él, la nana me dijo:
- “El maldit, serot, chingáa,
repisad, hijo de la gran put, desgraciade, malagradecide pura mierde, se juyó saber a donde putas”, pues no amaneció en su petat.
Y nunca más fue
visto. Que El Más Alto bendiga a mi amigo el Sarvelio donde quiera que se pueda encontrar.
¿Cómo la ves poray disdiay?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario