martes, 7 de marzo de 2017

NI ES AHORA, NI SERÁ MAÑANA. Capítulo 10. LA TERCER SERPIENTE

NI ES AHORA, NI SERÁ MAÑANA. En un solo acto
LA FIESTA DEL PESCADO VAGINAL.
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CApi Diez. 
LA TERCER SERPIENTE

           Cuando desperté, El Caserío ya no estaba.

Ya no hubo tiempo para el pánico, actuando en automático  inconscientemente sin dominio propio, sin darse cuenta de lo que ocurre o de lo que realiza pues se  presentaron impulsos de extraordinaria violencia, pero de inmediato se pasó al terror, ese estado en el que ya no hay hombre, quien apenas conserva las actividades neurovegetativas mínimas para subsistir, no hay vida psíquica y hay muerte súbita o matar.

         La guerra tronó a sapo. Un rato venía la primer serpiente desorganizada y al otro la otra organizadas, a dispararnos. 11 mujeres habían muerto 7 violadas 3 eran niñas. Disparaban desde los árboles y entre las rocas y no se veían a simple vista. 

        Llegó la fea noche y como a las 3 de la madrugada, vino la tercer serpiente. Salió de la tierra, como que fuera un gigante, la hizo sucumbir, se levantó de repente y se fue moviendo retorciéndose bajo el suelo, se levantó la tierra, formando surcos al revés. Olía muy feo a azufre con creolina. Fue tal el estremecimiento que no podíamos ni pararnos, nos gritábamos y no nos oíamos. Duró poco tiempo y salimos en puros cueros, todos en pelota, a las mujeres ni tiempo les dio de ponerse el refajo, los hombres con las vergüenzas colgando poray. La pocas casas de orcones con pocos de teja les cayó encima a sus moradores, hubo 18 muertos y destrucción total. Se secó el ojo de agua, la tierra se lo tragó.

         Cuando desperté con 3 balazos uno me rozó la cara y me cortó media oreja y me dejo como que era taza, otro en la pantorrilla derecha y el otro en el hombro, olía a carne asada. Había humo por todos lados, parecía que estaba amaneciendo. Me arrastré como pude y al asomar por las piedras grandes, el Caserío ya no estaba. El fuego venido del infierno parece que lo quemó todo, incluso a la gente, pero lo extraño es que muchos achicharrados estaban amarrados, mutilados y con agujeros de balas.

         Joseph Goebbels, decía hace 80 años: 
 «Una mentira repetida mil veces termina siendo una verdad».


FIN, sólo nomás poray disdiay
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