lunes, 29 de septiembre de 2025

DONDE HAY HUMO NO NECESARIAMENTE HAY FUEGO. Segunda parte. 282

 


Si el mundo leyera otro gallo nos cantaría de madrugada, así que aquí en esta página gratuita monorote.com te dejo otra historia y, si la lees deja un comentario que hará que siga escribiendo. Puede ser en whatsapp, en la página cuidando de darle publicar, en facebook, instagram. Muchas gracias.

Parte dos de dos


DONDE HAY HUMO NO NECESARIAMENTE HAY FUEGO




6. Las aves del Estínfalo

En el caos y acción Heart of Courage de Two Steps From Hell con esa pasmosa música épica con la intensidad de los coros, que se me atraviesan en la lucha contra una bandada de aves mortales.

https://www.youtube.com/watch?v=K2iC1aCPbKA&list=RDK2iC1aCPbKA&start_radio=1


La condicional tarea era matar y expulsar las aves carnívoras con picos y plumas metálicas, trabajo que significaba la liberación del peligro oculto y el uso de estrategias creativas que se  simbolizan en las fuerzas destructivas y el caos y, la victoria sobre ellas representa la lucha contra estas fuerzas y el restablecimiento del orden con inteligencia y astucia con ayuda divina. 

Las aves del Estínfalo eran criaturas voraces y antropófagas con picos, alas y garras de bronce, con excrementos venenosos que disparaban desde el aire, habitaban en el lago Estínfalo en Arcadia. Lanzaban sus plumas de metal muy afiladas que usaban como proyectiles para matar a sus víctimas, además de defecar de heces venenosas que deponían en vuelo. Eran parecidas a las palomas y mascotas de Artemisa, la Diosa de la caza e hijas del Dios Marte, el terrible Dios de la guerra. Migraron al pantano en Arcadia para huir de una manada de hambrientos lobos rapaces. 

Se reproducían como los peces y los panes bíblicos, criaban rápido y pululaban sobre el campo, destruyendo cultivos, árboles frutales y atacando a la gente del pueblo. Eran más estremecedoras que el infame Putin.

–¿Conoces el lago Estínfalo?  con su femenina voz le gritó el rey de Tirinto desde lo alto de la muralla de su ciudad, un tipo que hablaba mucho para ser alguien que se parecía al pene de Pié Grande.

–Sí, primo, sí… ¡He oído hablar de ese lugar maldito! le contestó con su voz rauca.

La superficie del lago, situado en el centro de Arcadia, no reflejaba la luz del día, pues desde hacía mucho tiempo, se había convertido en feudo de las crueles aves que, antaño, huyendo de una invasión de lobos, habían llegado a los bosques de los alrededores. Los pájaros volaban constantemente el lago, en bandadas tan densas que sus negras aguas no conocían ni la luz del sol ni la de las estrellas en el instinto de la catástrofe.

–Muy bien, prosiguió el hortero Euristeo de pedigrí falso, de los que al menor descuido se les ve el plumero, con una fea sonrisa perversa–, pues voy a imponerte un nuevo castigo, oh digo trabajo, primito, ve al lago y líbralo de esas aves como parte de tus doce trabajos. ¡Que no quede ni una! Lo hizo como que fuera una declaración de principios en un acto de violencia verbal, pero lo que realmente buscaba es que acabaran con Heracles, pero a éste le saltaron los fusibles. Lo tenía en los genes y en la sangre.

El Pato Lucas es inmortal.

Eran tan numerosas que un ejército no habría conseguido acabar con ellas y se alimentaban de carne humana, atacaban a humanos, ganado y cultivos, contaminaban la tierra con sus excrementos venenosos. Fueron creadas sin condiciones absolutas por Ares. Ses sometían a calores para expulsar los pecados a través del sudor.

Un fétido olor tufoso apestoso le dio a entender que estaba cerca y se rascó el vástago. De trecho en trecho, las carroñas infectas de animales descuartizados se terminaban de descomponer en un espectáculo de horror y devastación. Divisó un campo de trigo arrasado y a un labrador que se lamentaba que le gritó:

–¡Ay de ti! ¡Rápido, vuelve por donde has venido! Mira cómo han dejado mi cosecha los pájaros. Hace unos años no se atrevían a llegar hasta aquí, pero se reproducen sin cesar y cada vez son más numerosos, y además parecen ser inmortales. 

No es fácil aniquilar a alguien que no se sabe quién es.

Era una  tarea difícil debido al terreno pantanoso alrededor del lago y la no finita cantidad de aves. Siguió y se adentró por un denso bosque donde resonaba el eco de las aves invisibles. Avanzaba con el arco preparado. Cuando vió el lago contempló un espectáculo espantoso, en medio de una luz crepuscular, miles de pájaros sobrevolaban hasta el horizonte sus aguas fétidas, pantanosas y malolientes, repletas de huesos y carroña que ya formaban parte del paisaje nocturno. Su llegada fue recibida con graznidos de cólera y, descendieron en picada sobre él. Sin perder la calma, se hincó listo para hacerles un servicio completo, apuntó y derribó varias presas sin fallar ni un disparo. Como si hubieran comprendido que el adversario era peligroso y difícil de roer, se alejaron temblándoles las mollejas y fueron a posarse al abrigo de los árboles que rodeaban el lago, con el síndrome de la modernidad no asumida. Al dispersarse, se fue viendo más claro. Cuando el último pájaro desapareció, la luz del día mostró todavía mejor una visión apocalíptica, el lago Estínfalo era una cloaca inmunda. 

–¡Ay de mí!. No he concluido el trabajo, sólo he matado a quince o veinte de esos monstruos y tengo que exterminarlos a todos. Los pájaros se mantenían lejos de su alcance, se habían refugiado en los matorrales y en el sotobosque de espinos absolutamente impenetrable. 


¿Cómo se iba a presentar ante el enclenque, tullido y tarado de Euristeo -que era un Rh+ o sea un rehueco positivo,- y admitir que había fracasado?

–¡Oh, Atenea! -llamada Minerva por los romanos representante de la guerra estratégica –imploró–. 

-¡Tú que eres enemiga declarada de Ares, -Marte para los romanos que simbolizaba la violencia cruda y caótica,- padre de estas aves, tú que ya me ayudaste regalándome la armadura que me permitió vencer al ejército de Ergino, te imploro una vez más que me socorras!

En el mismo momento resonó un chasquido metálico tan violento y cercano que Heracles se volvió, dispuesto a enfrentarse con algún adversario, pero vio en el suelo un magnífico cascabel de bronce que relucía al sol. La siempre fiel Atenea, observando la situación casuística, le dio  un cascabel o sonajero llamado crótalo, que Hefesto hizo especialmente para la ocasión hecho de bronce para asustar a las aves y obligarlas a volar. 

Sin dar crédito a lo que veía, alzó los ojos al cielo muy agradecido, musitó:

–¡Gracias, Diosa de la inteligencia y la sabiduría!

Se metió en el bosque, recorrió un centenar de metros, se detuvo y sonó el crótalo y asustó a las aves que volaron y parecían individuos de variopinto pelaje y, disparó a muchas con flechas envenenadas con la sangre de la hidra y, así pudo abatir a incontable cantidad. Para él, fue un juego de niños ir atravesándolos con sus flechas, pero lo atenazaba un temor, pues no se le iba de la cabeza este pensamiento: “¡No me van a alcanzar las flechas!”

Pero Atenea velaba por él: ¡por más flechas que sacaba de la aljaba, ésta nunca se vaciaba!

Cuando comprobó que el cielo estaba vacío, siguió tocando el cascabel, pero esta vez era para dar las gracias a Atenea por haberlo ayudado a llevar a cabo aquel trabajo.

El resto voló lejos, nunca volviendo a infestar Arcadia de nuevo. Trajo algunas aves muertas a Euristeo -pues se dijo más vale pájaro en mano,- como prueba de su éxito. Las aves que sobrevivieron entre sacudidas de perro mojado, hicieron un nuevo hogar en una isla del mar Euxine o Negro, donde luego las encontraron los argonautas, como los pájaros en la diáspora.

En el camino de regreso, se cruzó con un pastor y su rebaño que se dirigían al lago. Para asombro de Heracles, el hombre se postró ante él. Entonces el pastor dijo muy contento:

–¡Sabemos quién eres y que has limpiado el lago de los pájaros que lo infestaban! ¡Gracias a ti, los pueblos volverán a poblarse, las cosechas florecerán y la alegría renacerá!

“Pues entonces mis trabajos no habrán sido inútiles y pensando en fastidiarme, lo que hace Euristeo en su idiotez es ayudarme a librar al mundo de sus plagas.”

La noticia de su hazaña no tardaría en llegar a oídos de su primo. 

De repente pegó un respingo, pues oyó un rumor de alas por encima de su cabeza, pero era una alondra. Su puro instinto de cazador le hizo tensar el arco y apuntarle. Por primera vez en la vida, pensó que era cruel e inútil matar un ser vivo que no le hacía daño. Y como para darle las gracias por ello, la alondra fue a posarse en su hombro y con aquella leve carga, regresó a Tirinto. 


7. El toro de Creta



En el dominio de la fuerza Raiders March, de John Williams para Indiana Jones, música heroica con percusión, con la energía triunfal capturando el momento de someter al toro.

https://www.youtube.com/watch?v=bC77czRbjd0&list=RDbC77czRbjd0&start_radio=1


¿El trabajo? Capturar vivo al toro sagrado que escupía fuego, lo que personifica el control de la potencia bruta y de la furia destructora, ese espléndido animal que sembró de sangre la ruta.

Muerto Asterio, Minos quiso reinar en Creta, pero se lo impidieron porque hubo fraude en las urnas de votación, aunque él alegaba que había recibido de los Dioses el reino y como prueba afirmó que le otorgarían lo que pidiese y, mientras ofrecía un sacrificio a Poseidón le suplicó que saliera del fondo del mar un bello toro vergón, prometiendo inmolarlo y así Minos obtuvo el reino, pero en lugar de sacrificarlo lo envió a su vacada y sacrificó otro en su lugar como buen político aprovechado y mentiroso que era. 

Como séptimo curro se le impuso traer el toro de Creta, que había sido transportado a Europa para Zeus -que a veces le daban ataques de amnesia,- y que Poseidón lo había hecho surgir del mar en atención a las plegarias del incorrecto Minos.​ En Creta este toro que era blanco como la nieve, devastaba todo el país y especialmente la región del río Tetris, pues las fieras eran más temibles que los hombres. El toro les fue enviado a los cretenses por Poseidón porque Minos, que dominaba el mar griego, tributaba a Poseidón como un culto menos importante que a cualquier otro Dios. 

Así, sin el palito de la “eñe” Heracles navegó a Creta y, al pedir ayuda a Minos éste le contestó que le hiciera yemas y que si era tan machito luchara para apresarlo y, que se lo llevara ya que causaba estragos en los cultivos y en los muros de la huerta. En una lucha mano a pezuña, lo logró dominar después de un largo rato, lo capturó y lo envió a Euristeo en Tirinto, quien como el buen cobarde que era lo dejó libre, pues se encontraba celebrando los aminoácidos en el puticlub de Dionisio. Escapó vagando con dos cojones por Esparta y toda Arcadia hasta que finalmente alcanzó el Ática en Maratón, donde mataba a los habitantes, siendo conocido como el Toro maratoniano

Un gran éxito con un profundo fracaso. 


El mundo es un viaje sólo de ida


Como la vereda no es para todos, Poseidón, muy encabronado por la mala jugada que le hizo el fantoche rey, se dijo a otra cosa doña Rosa e hizo que Afrodita embraveciera al toro que no era un cabestro y lo hiciera objeto del amor carnal y pasional de  Pasifae la esposa de Minos, con un amor incontrolable por el toro a quien le dió de mamar por seis meses y, ella estilando humores. En su pasión carnal por el toro, contrató al arquitecto, ingeniero, inventor y carpintero real, Dédalo, quien pensó que se jugaba las córneas y, le construyó una sensual vaca vacía por dentro, con una estructura sobre ruedas y, la hizo de madera reciclada contrachapada de cinco centímetros y, le cosió alrededor la piel de una vaca bramosa desollada y, viendo el carácter casi autista del invento, lo llevó al prado donde el toro solía pacer, el que pensaba que lo bueno de las vacas putas es que sólo querían dinero, no conversación. 

Acto seguido, Dédalo metió dentro a Pasífae desnuda de culunbrón y lista para la acción chorreando feromonas. El incircunciso toro se dijo, -con su N que sonaba seca, rasposa como lija 400,- todo lo que se encuentra en el monte sin dueño es mío. Llegó, olfateó, rascó el suelo con una pata y se fue endureciendo entre los cuartos traseros. No estaba tajado y con vello en los aparejos. El secreto estaba a la vista apenas disimulado en lo obvio. Cavilaba, se me pone tan dura como a cualquier otro, emitiendo susurros obscenos subrayando la ausencia de compromiso. Saltó sobre la vaca, puso sus patas delanteras sobre las caderas de la presunta y apuntó, decidió contar hasta tres… uno y ya no siguió viendo nomás el agujero negro que se le presentaba y se dejó ir por instinto y ya estaba adentro en el lugar indicado antes de la hora del rezo, pues cada quien se organiza como puede en su sonada ironía, allí donde todos los enigmas tienen su clave oculta rozándola con el ángulo impúdico buscando el camino al rolar a la buena, moviendo el bajofondo impúdico a gusto y su cara con la indiferencia adecuada. Dios conocía a los suyos. 

Ella, la vaca de madera, encaramada en una montaña de emociones como buena conocedora de su oficio quedó abollada y falta de un asa. La pura obediencia del dolor. Él hizo los movimientos tal como lo estipula el manual vacuno, con sus más de 60 centímetros, acosándose y fundiéndose con urgencia por los tejidos de sus carnes con estremecimiento extremo desesperado hasta la cola y le robó su tesoro, bueno…creo que ya no tenía, sin llevar la contabilidad del debe y el haber. Sonó un grito fuerte ¡UUUUJ! o tal vez ¡MUUUU! con jadeos que sonaban a desafío con su queja interminable de animala herida como si le doliese mucho la llaga y, al principio sólo vió una oscuridad espesa, densa y negra, con sus ojos desorbitados insólitamente confusos más sorprendida que indecisa, defendiendo su honor negándose a mirar que era como la rutina ante el desastre de aspecto amenazador, pues eso a la meteorología le importaba un pito. Él se enterró como en una fosa anónima bajo auspicio de la Diosa Fortuna, oyendo la respiración agitada y los gruñidos opacos de una bestia apaleada. Tenso de agrio placer agazapado en la eternidad increíble de espantosa, dejando el ánima con mucha decencia y, así le enderezó las chakras. Cada punción sonaba a alucinación acompasada llevando el ritmo a cuatro escalas. Con su risa a medio camino, copuló con ella como si se tratara realmente de una vaca con actitud de pésame, sin otra utilidad que tajar carne forzando un poco las superficies y, hasta chorreó el monte, pues si es blanco y líquido suele ser leche, pero era viscoso y, se fue todavía temblando y, el corazón a cien por hora y la presión arterial saltándole de de 118 a 223. Ya había desenfundado la cartuchera sin barro descosiéndole las asaduras como recurso para cegar y descocer daifas animosas, aunque había visitado doctas de las artes aviesas de las que mueren sin confesión para quedar en regla con la otra vida. Pero puso la simiente en sus entrañas en el lugar apropiado, no siendo un mal final para un fracaso y sin necesidad de pastillas azules. 

Como dijo Moh Farrah, no hay garantía.


“La caza por la popa es casa larga”

Corsarios de Levante


Ella pudo haber quedado parapléjica, pero bien podría silbar boleros, pues cada quien interpreta su personaje lo mejor que puede.

A modo de inmediato preludio, aunque probable, era poco posible o algo así y, los acordes que flotaban en el monte eran de fracaso, pero alrededor de los 273 días Pasífae en medio de su griterío parió a luz de las estrella a Asterio, el Minotauro, -el toro de Minos,- despeñado al bautismo como converso reacio al tocino, un puto hereje desalmado, que tenía medio cuerpo del pubis para arriba de toro y lo demás de hombre en sus partes berrenda con todo y galanura. Ella lo nombró así en honor a su padre físico. Minotauro era el tomate de todas las salsas que siempre supo forrajear en buenos pastos, pues cada uno juega su juego combatiendo y resistiendo tanto como las posibilidades bajo la mesa lo permitan.

El maravilloso hijo de puta del Minotauro siempre pensó, si tengo razón, nos vemos en la meta.


“Cuando los malos rondan, lo normal es que tarde o temprano alguno asome la oreja”

La carta esférica


En la nostalgia de sus paraísos perdidos y no siendo uno de los que no se estiran ni se encogen puro wash´n wear, Teseo, al comienzo de sus aventuras, llegó a Atenas y Medea, que entonces vivía con Egeo, intrigó contra aquel y persuadió a éste para que desconfiara de Teseo como de un traidor. Atemorizado, Egeo, sin haber reconocido a su propio hijo, lo envió contra el toro de Maratón. El toro, cuando fue liberado en la llanura de Argos, escapó a través del istmo de Corinto hasta el territorio del Ática y hasta Maratón, y dio muerte a todos los que encontraba y también a Androgeo, el hijo de Minos y, éste, exigiendo venganza, llegó con sus naves y exigió un sacrificio periódico de siete inusadas muchachas y siete inusados muchachos para el insaciable Minotauro que se andaba alejando del oleaje de la vida mundana emitiendo procacidades sin alterar la imagen. 


“A la mujer y al viento, con mucho tiento”

Refrán


Tras consultar el oráculo de Delfos, Minos obligó al inventor, arquitecto, ingeniero, constructor y carpintero Dédalo a construir un laberinto para el contencioso Minotauro del que nunca pudiera salir esa belleza monstruosa que se hizo incontrolable y, para esconder sus vergüenzas y proteger a su pueblo, con esa sonrisa fatal. Así fue como construyó el laberinto de Creta, una estructura gigantesca ubicada en la ciudad de Cnosos, llena de intrincados corredores, de los cuales era imposible encontrar la salida, pues estaba compuesto por una cantidad incontable de pasillos y galerías de piedra que iban en distintas direcciones, entrecruzándose entre sí, de los cuales sólo uno conducía al centro de la estructura, donde el bello Minotauro fue abandonado sin piedad alguna y sin conmover la conciencia de nadie, sólo la mía, creo.


‘’Que no te haga perder la cabeza una mujer de trasero emperifollado 

que susurre palabras dulces mientras busca tu granero. 

El que confía en una mujer, confía en los ladrones”
Hesíodo


En la distancia que no acosa pero acusa, Androgeo, un hijo de Minos y Pasífae, compitió en los juegos celebrados por Egeo, rey de Atenas. Ganó todas las pruebas sin cejear, pues se reservaba el derecho de disparar a cuanto se le tercie, pero enfureciendo tanto a Egeo que hizo que lo mataran. Devastado, Minos -que no tenía pensamientos sino creencias,- declaró entonces la guerra a los atenienses, y gracias a una epidemia de peste que azotó a los asediados, conquistó fácilmente la ciudad de Megara e hizo rendir a Atenas, matando sin piedad a los descuidados y a los idiotas. Para aceptar la rendición incondicional de Atenas, Minos -un tipo de encefalograma plano,- le impuso varias condiciones, entre las cuales se encontraba que la ciudad de Atenas entregara anualmente siete efebos y siete doncellas como sacrificio para el precioso e inigualable Minotauro. Los catorce jóvenes eran llevados por mar hasta Creta e internados en el laberinto, donde vagaban perdidos durante días hasta encontrarse con el hermosísimo Minotauro, un bruto como Dios manda, sirviéndole de alimento con todo el placer más distante y vigoroso disponible en ese momento, así como el Dios bíblico no perdonaba ni por azar, ni por capricho.

Y como siempre hay un chico aplicado en la clase, Teseo un hijodeputa con resonancia genética hecho a pulso, decidió entrarle a la captura del  toro enamorado de Selene. De camino a Maratón, se refugió en una choza por la tormenta Erin categoría 5, donde residía una anciana llamada Hécale, que le juró hacer un sacrificio a Zeus si conseguía capturar al toro. Después de la captura y al volver a la cabaña, Hécale, estaba más tiesa que el codo de un creyente y le construyó un demo en su honor. Entonces fue a Creta a matar a la bestia bella del Minotauro con la ayuda de la hija de Minos, Ariadna la necesitada con atrofia del lacrimal derecho.

Pero para cenar con el diablo, hay que tener invitación y seña de identidad.


‘’Las heteras las tenemos por placer, las concubinas para el cuidado del cuerpo, 

y las mujeres para procrear legítimamente 

y tener un fiel guardián de los bienes de la casa’’

Demóstenes. Contra Neera


Dieciocho años después que se iniciara aquel sangriento tributo, Teseo, hijo del rey Egeo de Atenas, decidió terminar con el humillante sacrificio que se le pedía a su patria en honor al divino Minotauro, diciéndole a los Dioses si no me ayudan, no me jodan y, se ofreció para que lo incluyeran entre los catorce jóvenes que debían ser llevados a morir al laberinto de Creta, pues de ese modo podría estar cara a cara con el bello monstruo y cortarle la existencia, aunque no sabía cómo iba a poder salir del laberinto. Le dijo a su padre que si tenía éxito, el barco que lo traería a Atenas llevaría velas blancas, pero si moría llevaría velas negras. Una vez en Creta, conoció a Ariadna, hija del rey Minos, quien se enamoró de él porque hacía rato que no le subían las cejas y, decidió ayudarle a escondidas de su padre. 

-“Toma este ovillo de hilo y cuando entres en el Laberinto ata el extremo del hilo a la entrada y ve deshaciéndolo poco a poco. Así tendrás una guía que te permitirá encontrar la salida,” le dijo, entregándole también una espada. Querer salir del laberinto era como enseñarle a Stevie Wonder a manejar. 

Avanzó a tientas en la oscuridad. Sin la cuerda, no habría tardado en perderse sin remedio en aquel laberinto de pasadizos sinuosos. Luego de largo trecho, de pronto, sus dedos rozaron una mata de pelo áspero y después la curvatura huesuda de un cuerno, bajando tocó dos cosas algo redondas y gordas y las apretó, entonces el individuo mugió ¡AUGGGHHH! Pensó, si voy muy deprisa derraparé en las curvas. El portentoso Minotauro rugió junto a su oído y lo derribó de un empujón. Lo pisoteó con sus afiladas pezuñas. Pelearon completamente a oscuras. El fascinante monstruo, mitad hombre, mitad toro, le estrujó entre sus brazos peludos y le azotó con su cola. Pero Teseo le agarró por los cuernos y los giró primero hacia un lado, después hacia el otro. Le pateó en las partes endebles, le embistió, forcejeó con él, y finalmente la bestia profirió un balbuceo ¡hijodeputa! y cayó descoyuntada, desnucada con un gesto puramente bovino. Teseo, valiéndose del ovillo de hilo 10 que le había dado Ariadna, logró salir de los intrincados vericuetos del laberinto y encontrar la salida. 

La prensa que en ese tiempo era libre, publicó: “Falleció sin ningún sacramento quien en vida fuera don Minotauro. Nuestras muchísimas más sentidas condolencias al mundo animal coitero.

Entonces arrastró al toro a Atenas andando en Maratón por la Acrópolis donde elevó sacrificio a Atenea y a Apolo como ofrenda del pueblo de Maratón, que ni maldita falta que les hacía.


No hubo un final de vino y rosas. Teseo se llevó a Ariadna, pero el Dios Dionisio, enamorado de ella, la raptó sin que el otro se diera cuenta y se la llevó a Lemnos, donde yació con ella y engendró a Toante, Estafilo, Enopión y Parapeto, porque no le daba descanso. Teseo, al que se le había saltado un resorte, triste en su viaje de regreso a Atenas, olvidó cambiar la vela negra de su barco por la vela blanca. Su padre, el rey Egeo, al ver desde la Acrópolis la tela oscura del barco, pensó que su hijo había sido devorado por el extraordinario Minotauro, así que se arrojó de cabeza de un acantilado al mar. Desde entonces, ese mar helénico se llamó Mar Egeo. 


“La maldad y la estupidez suelen ir vinculadas a la ordinariez”

AP-R. Nefertari va lista. Artículo


Taurus el toro, es una de las constelaciones observadas más antiguas, relacionado con la abducción de Europa, la seducción de Io y el toro de Creta. Las Táuridas son nombradas por el punto radiante en la constelación Taurus, de donde provienen. Ocurren a finales de Noviembre y principios de Diciembre, siendo llamadas en ocasiones bolas de fuego de Halloween.


8. Las yeguas de Diomedes



Con la acción con tonos oscuros en el salvajismo y conquista, la música de Light of the Seven de Ramin Djawadi en Game of Thrones con la tensión dramática que refleja el caos de los caballos devoradores de hombres.

https://www.youtube.com/watch?v=QJHPlKPOc78&list=RDQJHPlKPOc78&start_radio=1


Con su estólida sangre fría, capturar a las yeguas carnívoras de Diomedes, rey tracio era la nueva tarea impuesta, lo que significa el dominio de la violencia irracional, que si se abrazaban hasta podrían sentir rico. 

Las Yeguas de Diomedes, elemento central en el octavo trabajo de Heracles, eran cuatro yeguas que pertenecían al gigante Diomedes, rey de Tracia hijo de Ares -Dios de la guerra quien se las regaló,- y Cirene, que vivía en la costa del Mar Negro, -que no es el mismo Diómedes hijo de Tideo,- y que tenían la peculiaridad de ser carnívoras, alimentándose de carne humana y escupir fuego, siendo magníficamente bellas, conocidas por su ferocidad, fuerza y eran incontrolables. Su dueño las mantenía amarradas con cadenas de hierro forjado a un pesebre de bronce en la ciudad de Tirida. Diomedes, era cruel y despiadado, lo que se reflejaba en la naturaleza de sus yeguas.  Se les conocía también como las Yeguas de Tracia. Bucéfalo el caballo de Alejandro Magno era descendiente de ellas, no sé de cuál de las cuatro o las cuatro juntas, quizás. Los nombres de las yeguas eran, Podargos la veloz, Lampon la brillante, Xanthos la amarilla,  Deinos la terrible. 

Conocidas por su velocidad y agilidad sobrenaturales, estas legendarias yeguas eran una fuerza aterradora una vez desatadas de sus cadenas. Su inmensa fuerza y resistencia las hacían casi imposibles de controlar, mientras que su naturaleza salvaje y feroz las convertía en una amenaza formidable en el campo de batalla. Se alimentaban de carne humana, lo que concuerda con la naturaleza brutal de Ares y refleja el carácter salvaje de la cultura tracia, donde gobernaba Diomedes, con la demagogia del vino de medianoche, que a él se la machacaba y le repateaba el hígado en el país del miedo.

Una vez que Heracles y su equipo llegaron a la costa tracia, localizaron rápidamente los establos donde se guardaban las temibles yeguas, sin confundir la velocidad con la berreta en un gesto más íntimo y considerado con una expresión helada con determinación homicida. Eso equivalía a pasearse de la mano del diablo en el filo del abismo. Dominaron a los mozos -que todavía creían en la virginidad de la madre Teresa,- de cuadra responsables de los peligrosos animales, sometiéndolos por la fuerza, las sacaron y dirigieron al mar, para cargarlas en el barco que los esperaba. El alboroto de las yeguas y los gritos de derrota de los mozos de cuadra no pasaron desapercibidos, pues siempre hace más daño un estúpido que un malvado. La noticia del robo llegó rápidamente al rey Diomedes, -que era como Piégrande en DiscoveryChannel, difícil de pelar, pues andaba a la sombra de Caín,- el fiero rey guerrero que hacía su trabajo de exterminio con sistemática aplicación en su necesidad oscura y profunda con letal eficacia, conocido por su carácter despiadado y, por supuesto, por sus yeguas salvajes. El rey reaccionó con rapidez a la noticia, reuniendo a su igualmente formidable ejército, compuesto por la feroz tribu bistonia que habitaba esa región de Tracia que eran como ratas de alcantarilla sin perderle el respeto al poderoso. Los bistones eran conocidos por su destreza en la batalla y su ferocidad, similar a la de su rey, que los persiguieron decididos a recuperar las yeguas robadas y castigarlos por lo bajo, restregándoles su opulencia por el morro, sin más rencor que el necesario. Se produjo un brutal enfrentamiento. Heracles, haciendo gala de su fuerza y destreza en la batalla, decidió confiar las yeguas capturadas al cuidado de su joven compañero, Abdero. Con Abdero protegiendo a las yeguas, se enfrentó a Diomedes cuyos abismos de abyección los escondía en el fondo del intestino grueso y, a los bistonios que le caían encima en una feroz lucha, pero demostró ser demasiado poderoso incluso para ellos, los derrotó a puro mazo y mató al rey. Mientras Heracles estaba combatiendo, las yeguas dominaron a Abdero, que de tanto sacar procesiones a santos y vírgenes para que lloviera, lo mataron a patadas y mordidas y se lo comieron de desayuno, sin sazonar. 

Tras su triunfo regresó y sólo encontró los huesos roídos de su amigo. Afligido por la pérdida de su compañero, fundó la ciudad de Abdera, organizó juegos funerarios, una forma tradicional de honrar a los héroes caídos, que incluía competiciones atléticas como la lucha libre y las carreras de carros. Pero antes alimentó a las yeguas con el cuerpo de su ex-amo Diómedes, -pues en ese tiempo no resucitaban los muertos, todavía, pues no estaban en bendecilandia,- lo que tuvo un efecto calmante en ellas y eso le permitió vendarles el hocico, llevarlas al barco para regresar a Grecia continental, donde las entregó al troglodita de Euristeo, quien creía que era el anticristo.

Los descendientes de estas temibles yeguas fueron usados en la Guerra de Troya y sobrevivieron hasta la época de Alejandro Magno, quien montó a Bucéfalo descendiente de ellas.

Las yeguas son símbolos de las fuerzas indómitas de la psique humana y, el trabajo de Heracles representa la lucha por controlar los instintos y pasiones primarios. La lucha por el autodominio es un tema recurrente en los trabajos de Heracles, reflejando la importancia de la razón y la disciplina para superar las fuerzas caóticas de la naturaleza y la mente humana. Domar lo salvaje.

Diomedes, quien alimentaba a sus caballos con sus invitados, es la representación de una figura tiránica y ser comido por sus propias criaturas representa la caída de quienes abusan del poder, muestra de soberbia extrema, arrogancia y orgullo desmedido. Se coloca por encima de los Dioses y las leyes naturales que estos establecieron. Intenta jugar a ser Dios al alterar la naturaleza de estos animales.

Heracles las llevó al nacido mal de catadura siniestra de Euristeo, quien dedicó los caballos a Hera, ordenando que las llevaran al Olimpo para ser sacrificados a Zeus, pero éste fastidiado porque lo dejaron de segundón las rechazó y mandó lobos, leones y osos para matarlas, cosa que es como querer demandar a Herodes por el juicio final. 

La venganza es una bestia voraz que nunca está satisfecha


9. El cinturón de Hipólita



Los bellos sonidos me hacen volar y aquí con diplomacia y conflicto con la música épica con toques exóticos de Trevor Jones en The Last of the Mohicans. La mezcla de diplomacia y batalla resuena con la negociación y posterior lucha con las amazonas.

https://www.youtube.com/watch?v=9tjdswqGGVg&list=RD9tjdswqGGVg&start_radio=1


Como no podría ser de otra manera, Hipólita, era la exquisita reina de las Amazonas, poseía este cinturón mágico regalo de su padre, Ares Dios de la Guerra y, fue parida por Otrera la reina de las Amazonas. El prolífico Dios de la Guerra era además el padre de todas las Amazonas.  

Siempre hay accesorios multiuso El cinturón de Hipólita no era sólo para que no se le cayeran los calzones, ni sólo era un objeto mágico, sino también un símbolo de poder, autoridad y la relación entre hombres y mujeres, representando el poder de las Amazonas sobre la ambición masculina de dominar a las mujeres poderosas. Eran conocidas por su feroz independencia y sus increíbles habilidades en los ámbitos de la caza, la equitación, el tiro con arco y la guerra. Se extirpaban voluntariamente el seno derecho, cortándolo y quemando la herida, pues sobresalía cuando llegaban a la plenitud de sus cuerpos y les estorbaba para poder tensar sus arcos con más facilidad, mientras que conservaban el izquierdo para amamantar a sus hijas. Eso lo sabían, les iba en el sueldo con la oportunidad de abrir la lata, aunque no se cobrara y, el vendedor de piercings del Paseo La Sexta mosqueado porque ya no les podía vender más que uno para una sola teta, pues cada uno se ahoga como mejor puede. 

El pueblo de la rivera del río Termodonte se encontraba bajo el dominio de mujeres y éstas se ocupaban de los asuntos militares en igualdad de condiciones que los hombres. Una de ellas ocupaba el poder supremo y era de inusual fuerza y vigor. Tras organizar un ejército de mujeres las entrenó y sometieron a algunos pueblos vecinos. Al verse acrecentados su valor y fama, emprendieron frecuentes campañas contra los pueblos limítrofes y ampliaron su orgullo con la favorable fortuna. En cambio, a los hombres les asignó el hilado de la lana y las tareas caseras. Estableció leyes, por las que las mujeres irían al frente en las guerras mientras que a los hombres les reservaba humildad y esclavitud. A los nacidos varones, a unos mutilaban piernas o brazos, dejándoles inválidos para las tareas de las guerras, echándole la culpa a la vecina más próxima. Hipólita la semidiosa, fue sólo la segunda de las reinas amazonas, mujeres feroces que lideraron a su pueblo en campañas militares y en batalla. Las reinas más importantes fueron:

Otrera, hija de un romance entre Ares y Harmonía, fue la primera reina de las Amazonas, madre de Hipólita -fundadora del templo de Artemisa en Éfeso.- Sus hermanas como Pentesilea lideró a las Amazonas en el bando de los troyanos durante la guerra de Troya, donde fue asesinada por  el iracundo acosador cobarde de Aquiles, quien estaba enamorado de ella -aunque él convivía con su novioamante Patroclo,- y se enfadó tanto por el rumor que mató también al camarada que lo mencionó. Mirina dirigió a las Amazonas en campañas por Libia y Egipto, derrotó a los Atlantes y conquistó gran parte del territorio antes de ser derrotada y caer en combate. Talestris, la última de las reinas condujo a 300 Amazonas al encuentro de Alejandro Magno que reinó de 336-323 aC, con la intención de engendrar una raza de guerreros que poseyera la fuerza y brillantez militar de Alejandro. Estuvo con el rey durante 13 días y 13 noches, con la esperanza de concebir una hija, pero  a éste no se le paró.


“No habitaban en una sola ciudad, sino repartidas por su territorio en tres tribus. Por un lado a las que entonces acaudillaba Hipólita; por otro lado residían las del río Licasto y por las flechadoras de Cadesia otro río al oeste de Termodonte.” 

Apolonio de Rodas, Argonáuticas, Canto II, 996-1001


Con el aburrimiento que les ocasionaba a las ovejas, el pecador de la pradera Euristeo con sus ojos de rana fueránea, uno que tenía el ropero abierto, el femenino rey -en una especie de puticlub medieval sin gastarse el género,- de Micenas que si no come no irá al baño, obligó a Heracles a que robara este cinturón para su hija Admete la insaciable, que se lo había pedido pues quería poder engasado y así poseer a todos lo hombres posibles y, como un símbolo de dominio sobre las Amazonas y sus líderes femeninas, que reflejaban las preocupaciones griegas sobre el poder femenino y, significa la confrontación con sociedades extranjeras y femeninas. 


“Y yo que lo vea, lo goce y lo beba”

Don Francisco de Quevedo

Con toda su simpleza y sencillez, Heracles uno que nació después de los dolores en el año del hambre y que vio la zarza ardiente en el desierto, -que como halcón joven a toda carne se abate,- llegó al puerto de Temiscira en el mar Negro que era el fin del mundo en el mapa, la tierra de las Amazonas, acompañado de sus mejores hombres, para pedir una audiencia con la sin par Hipólita -viva de espada, rápida de daga y ligera de pies,- quien fue a reunirse con él a bordo de su barco y con su voz joven y de buen metal le pidió que le explicara por qué diantres había venido y por qué quería el cinturón si el no era trans. Él le contó la lacrimosa historia de sus trabajos y los resentimientos de la Diosa Hera -”cisne de carne aviesa, de buen paramento y con pujos de calidad,”- que le atormentaban y, así convenció a la divina Hipólita -que bien pudo ser la reina del universo y que Coco Chanel nunca le pagó regalías por fusilarse los patrones de su ropa,- para que se apiadara de él y accediera a darle el cinturón. Hera, enemiga de Heracles, cuya implacable ira no lograba apaciguarse después de tantos años, no estaba dispuesta a dejar que completara esta tarea tan fácilmente, así que manipuló la situación disfrazándose de Amazona para difundir rumores sobre que Heracles había llegado a secuestrar a la reina para hacerla suya y que pariera niños hermosos y semidioses poderosos de buen parecer. Algo, y no grato, le alborotaba la venta. Habiendo muchos estrógenos sueltos por el lugar y por el exceso, las Amazonas alarmadas, tomaron las armas y cabalgaron hasta el barco para liberar a su reina. Pensó, esta noche cenaremos con Cristo, pues parecía que se trataba de un complot traicionero de Hipólita. Atacaron la nave y, a Heracles no le quedó más remedio que hacerle ganas, pues más vale salto de mata, que la mata te mate. El feo asunto desencadenó una batalla pasmosa y terrible entre las Amazonas y Heracles. Después de fiero combate donde se vió en graves aprietos pues no enfrentaba hombres sino las mejores guerreras que se defendieron con mucha decencia y, finalmente para su desencanto Hipólita se quedó mirándole cómo se le movía algo bajo la nagua -pensando yo quisiese si se pudiese,- y en ese descuido tiró un tajo a lo loco y el otro toreando le atravesó su espada muy cerca de su inigualable, santo  y bendecido ombligo echando las asaduras puntualmente y, le pasó a dos gemes del diodeno blanco y, con más pulso que Denzel Washington en el Justiciero en menos de 3 segundo y, así permitirle morirse como Dios manda con menos agujeros que la flauta de Hamelin. Inclinó la cabeza y le vio al norte de sus rodillas, suspirando con esos extraordinarios calzones y pensó en lamerle sus divinos artejos, pero ya estaba lista de papeles. Así tuvo que cancelar cierto acto íntimo, que a su edad ya era bastante y no le quedó más que mirar a los toros desde el otro lado del cerco. El fistro con más pena que gloria le desabrochó el cinturón y todavía observó tan tremenda divinidad y belleza y, se dijo, lástima y se robó el cinturón del cadáver a precio de saldo, luchando a pelo contra las hordas de Amazonas que les hacía regar la tierra y no precisamente con agua, fibrilando por la posibilidad de que le crecieran los enanos del circo. Así sin más salió huyendo como Jason Bourne con la CIA machucándole el calcañal, sin saber a que santa prenderle una veladora en el altar de la nada y luego partir y que Dios les diera mala digestión. 

Hasta luego nunca.


No se define a un héroe por lo que hace, sino por lo que puede soportar


10. Los bueyes de Gerión



Explorando en la grandiosidad que refleja el viaje lejano y la lucha contra Gerión en un viaje y enfrentamiento con música de aventura épica de James Newton Howard,  King Kong.

https://www.youtube.com/watch?v=75dISNLTiJo&list=RD75dISNLTiJo&start_radio=1


El siguiente trabajo también era de latrocinio, pues tenía que robar el rebaño del monstruo Gerión, que estaba fundido en tres cuerpos, lo que significaba la expansión del mundo conocido y la superación de guardianes monstruosos del más allá.
Cantando en coplas, Los bueyes de Gerión eran parte del ganado del gigante Gerión -que era rey de Tartesos en España y tenía fama de ser el hombre más fuerte del mundo,- un ser con tres cuerpos unidos que lo hacía una figura imponente y temible, había nacido con tres cabezas, seis brazos y tres cuerpos unidos en la cintura y, su ganado era famoso por su belleza y fuerza, era hijo de Crisaor y de Calírroe, hija del ilustre Océano, producto de una inigualable orgía casuística. 

Eritia rodeada de corrientes, la isla donde Gerión pastoreaba sus bueyes de marcha basculante, situada en los confines del mundo cerca de la actual Cádiz. 

Los bueyes rojos de Geriones, animales de una belleza maravillosa, estaban guardados por el pastor Euritión, hijo de Ares, y el perro bicéfalo Ortro -anteriormente propiedad de Atlante,- nacido de Tifón y Equidna.

  • Heracles por orden del absurdo panfleto Euristeo, tuvo que robar el ganado sin comprarlo ni pedirlo, enfrentándose a Gerión y sus guardianes. 

En su viaje separó montañas para crear el Estrecho de Gibraltar entre Europa y Libia, estableciendo los límites del mundo, conocidas como las Columnas de Hércules. 


“Más estimado es reloj que da la hora que el que la señala”

Iñigo Balboa 


“Como décimo trabajo le encargó traer de Eritía los bueyes de Gerión. Eritía, ahora llamada Gadir, era una isla situada cerca del Océano, la habitaba Gerión, hijo de Crisaor y de la oceánide Calírroe; tenía el cuerpo de tres hombres, fundidos en el vientre, y se escindía en tres desde las caderas y los muslos. Poseía unos bueyes rojos, cuyo vaquero era Euritión, y su guardián Ortro, el perro de dos cabezas nacido de Tifón y Equidna. Yendo, pues, en busca de las vacas de Gerión a través de Europa, después de matar muchos animales salvajes, entró en Libia y, una vez en Tartesos, erigió como testimonio de su viaje dos columnas enfrentadas en los límites de Europa y Libia. Abrasado por Helios en el trayecto tendió el arco contra el Dios, y éste, admirado de su audacia, le proporcionó una vasija de oro en la que cruzó el Océano. Ya en Eritía, pasó la noche en el monte Abas; el perro, al darse cuenta, lo atacó, pero él lo golpeó con la maza y mató al vaquero Euritión, que había acudido en ayuda del perro. Menetes, que apacentaba allí las vacas de Hades, comunicó lo sucedido a Gerión, quien alcanzó a Heracles cerca del río Antemunte cuando se llevaba los bueyes y, trabando combate, murió de un flechazo. Heracles embarcó el ganado en la copa, y habiendo navegado hasta Tartesos, se la devolvió a Helios.” Apolodoro. 


“Fue aquel día en que arrastró los bueyes de ancha frente hasta la sagrada Tirinto, atravesando la corriente del Océano después de matar a Ortro y al boyero Euritión en su sombrío establo, al otro lado del ilustre Océano.” Teogonía, Hesíodo.


“A veces damos al diablo lo que el diablo ya tiene”

Capitán Alatriste


Estesícoro de Himera, que vivió alrededor del año 590 aC, dedicó un poema a Gerión, de nombre Geryoneis, en el que hace una alusión de la ubicación del referido asunto, situándolo en las proximidades de la desembocadura del río Tartesos, el río Betis, localizado en las proximidades de Cádiz. Arriano da a conocer los escritos de Hecateo en su obra Anábasis II, 16, 5-6, en la que comenta que:

“Gerión, contra quien Euristeo mandó a Heracles Argivo a robarle los bueyes y conducirlos a Micenas, no tiene nada que ver con esta región de Iberia, Tartessos, al igual que afirma que Heracles no fue enviado a la isla Ereteia, más allá del Gran Mar, sino que Gerión era rey en una región continental de Ambracia y de Anfiloco, y que fue de esta región de donde Heracles condujo al ganado, y que éste era el nada desdeñable trabajo que le había sido impuesto.”


“Cuando Heracles arreaba los bueyes de Geriones llegó a esa tierra que, en la actualidad, ocupan los escitas y que a la sazón se encontraba desierta. Geriones, empero, residía lejos del Ponto, tenía su morada en una isla que los griegos denominan Eriteia, que se encuentra cerca de Gadeira, ciudad ésta situada más allá de las Columnas de Heracles, a orillas del Océano.” Heródoto 


“…y Heracles, habiendo recorrido una gran parte de Libia, llegó al Océano cerca de los gaditanos y colocó estelas o columnas en cada parte de los continentes, y habiéndole acompañado la flota llegó a Iberia y habiendo percibido que los hijos de Chrysaor habían acampado en tres grandes ejércitos uno a distancia de otro, mató a todos los jefes tras citarlos a combate singular y apoderándose de Iberia se marchó conduciendo los renombrados rebaños de bueyes.”  Diodoro 


La ciencia provoca la impaciencia


Heracles derrotó a muchas fieras a su paso por Europa. Cuando llegó a Tartesos, erigió un par de columnas frente a frente que sostendrían los dos lados del estrecho, una en Europa y otra en África, para evitar la entrada de ballenas y monstruos marinos al mar Mediterráneo. Helio le prestó su copa de oro, que tenía la forma de un nenúfar, y se embarcó en ella para Eritia, utilizando su piel de león como vela, pero el titán Océano, para probarlo, hizo que la copa se agitara violentamente en las olas. Heracles estiró su arco, lo que asustó a Océano y le hizo calmar el mar. Cuando llegó, subió al monte Abas. El perro Ortro corrió hacia él ladrando pero lo mató con la clava y Euritión, el pastor de Geriones, que corrió en su ayuda también cayó muerto de la misma manera. Después, se llevó el ganado. Menetes, que apacentaba el ganado de Hades en las cercanías, le llevó el chisme de lo ocurrido a Geriones. Desafiado a combatir, Heracles disparó una flecha contra el costado de Geriones y le atravesó los tres cuerpos con una sola flecha, aunque se mantuvo firme y, le disparó tres flechas más. Como Hera se apresuró a acudir en ayuda de Geriones, Heracles la hirió con una flecha en el pecho derecho y ella huyó. Así, se apoderó del ganado sin pedirlo ni pagarlo y se embarcó en el vaso de oro, en el que navegó hasta Tartesos, y se lo devolvió, agradecido, a Helio.


11. Las manzanas del Jardín de las Hespérides



Buscando música misticismo y astucia con toques mitológicos suena en el altavoz Dead Can Dance The Host of Seraphim, con atmósfera etérea evocando el jardín sagrado y la búsqueda mística.

https://www.youtube.com/watch?v=hThAlY3Q2Kw&list=RDhThAlY3Q2Kw&start_radio=1


Como siempre la idea es que se volviera ladrón, ahora robando las manzanas doradas propiedad de Hera, lo que significa la búsqueda del conocimiento y la inmortalidad.
Las manzanas del Jardín de las Hespérides eran manzanas de oro que otorgaban la inmortalidad, un regalo de bodas de Gea la Diosa de la Tierra a Hera, por su boda con Zeus. Este jardín en los confines del mundo en Tartessos en el sur de la península Ibérica, en un lejano rincón de occidente, era guardado por las ninfas Hespérides o atardecer, Egle brillo o esplendor, Eritea tierra roja y Hesperetusa de ojos de vaca, hijas de la Noche y el dragón de cien cabezas Ladón. Comer una de estas manzanas concedía la inmortalidad a quien las consumiera. Era un huerto mágico. A veces se las llamaba doncellas de occidente, hijas del atardecer o Eritreas, Diosas del ocaso, todas ligadas a su situación en el distante oeste. Además de cuidar del jardín obtenían gran placer al cantar. Eritía también fue la única de sus hermanas que tuvo un hijo de Ares, Euritión que fue pastor de Gerión.
El nunca bien ponderado rey Euristeo ordenó a Heracles robar las manzanas doradas del Jardín de las Hespérides, con la nostalgia de sus paraísos perdidos alejándose entre la marejada de la vida. Para conseguir las manzanas, Heracles encontró al titán Atlas sosteniendo el planeta Tierra sobre sus hombros. Tras una negociación, Atlas fue a buscar las manzanas mientras Heracles soportaba la carga del mundo. Al regresar, Atlas intentó engañar a Heracles para que cargase con el peso para siempre, entonces éste le dijo que se lo sostuviera por un momento mientras él se ponía su piel de león para que no le raspara el lomo. Entonces Atlas se lo volvió a cargar entre los omoplatos, dándole las manzanas y así escapó, llevándoselas a el energúmeno de Euristeo, pero Atenea, por no querer que las manzanas estuvieran fuera de su lugar, las devolvió al jardín. Trabajo por gusto, sólo para incordiar al otro. Las manzanas doradas eran un símbolo de valor y el conocimiento de la inmortalidad, por lo que los Dioses y héroes la deseaban. Los manzanos fueron plantados en las ramas. A las Hespérides se les encomendó la tarea de cuidar de la arboleda, pero ocasionalmente recolectaban la fruta para sí mismas. Como no confiaba en ellas, Hera también dejó en el jardín un dragón de cien cabezas, Ladón, como custodio añadido.


Sin saber el camino, al azar, Heracles caminó a través de Grecia. En Macedonia encontró al bandolero Cicno, hijo de Ares, al que tuvo que matar para liberar a los viajeros que había capturado. Capturó primero al anciano del mar Halios Geron, el Dios marino que cambiaba de forma, para saber dónde estaba ubicado dicho jardín. Conoció al final de su trabajo a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en contacto con su madre, Gea, la Tierra, lo mató sujetándolo en vilo y aplastándolo con un abrazo de oso.


12. Capturar a Cerbero



En el descenso al inframundo la música oscura y sobrenatural de Clint Mansell Lux Aeterna, Requiem for a Dream con intensidad emocional y tonos sombríos del descenso al Hades y la captura del guardián.

https://www.youtube.com/watch?v=aOHmfq2AUaU&list=RDaOHmfq2AUaU&start_radio=1


Para terminar de cagársela a Heracles, le obligó a atrapar vivo al perro guardián de tres cabezas del inframundo y traerlo a la superficie, lo que nada menos significa el dominio sobre la muerte. Fue el clímax de su expiación, descender al inframundo y regresar vivo. Para capturar a Cerbero, descendió al Inframundo y obtuvo permiso del Dios de los muertos Hades para llevarse a la bestia siempre y cuando no le hiciera ni un rasguño y, la condición fue que no usara armas sólo su fuerza. Una vez en el infierno, liberó a varias almas, entre ellas, la de Teseo. Luego de una intensa lucha con el animal a pesar de su ferocidad, lo logró dominar con sus propias manos al rascarle la panza y así lo llevó a la superficie para presentarlo ante el rey Euristeo y, lo devolvió al reino de Hades, cumpliendo así su última y más peligrosa misión. 

Se enfrentó a Cerbero, el guardián de tres cabezas del Inframundo, y lo venció gracias al cariñito. Lo llevó dócilmente, hasta el palacio de Euristeo. La visión del monstruo aterrorizó al pusilánime rey, que se escondió temblandole hasta la cerviz. Una vez completada la tarea, lo devolvió sano y salvo al Inframundo. 

La captura de Cerbero fue el duodécimo y último de los trabajos impuestos. Cuyo acto simboliza el dominio sobre el miedo, la mortalidad y el Inframundo, además de la importancia de la fuerza, el coraje y la obediencia a la autoridad divina. 


¿Por qué tuvo que hacer esos trabajos?

Por la pinche culpa y purificación a la que fue sometido injustamente. Los trabajos representaban su proceso de redención por el inducido asesinato de su familia y los hizo sin alterar la imagen y sin decir procacidades. Fue la imposición de un poder injusto, ya que Euristeo, inferior a Heracles, le impuso tareas humillantes para rebajarlo. La pura insurrección con redención. Cada trabajo simbolizó la lucha del ser humano contra sus propios monstruos internos, ira, culpa, miedo y los desafíos externos de naturaleza salvaje, muerte, lo desconocido.


No me cuelgues para que me seque


Nacido del ardiente e insaciable sexual el Dios Zeus y de la mortal Alcmena, fue odiado desde su infancia por Hera, la celosa esposa y hermana de Zeus. Con una fuerza que superaba a cualquier hombre y una mente que no conocía el temor, parecía invencible. Pero un día, la Diosa descargó sobre él la más cruel de las venganzas, una terrible loquera, la locura. En un arrebato ciego de esa loquera impuesta por la Diosa Hera, mató a su esposa Mégara a sus hijos y dos sobrinos, porque le había hecho creer que eran los de su primo y enemigo el rey Euristeo. Cuando recobró la razón, su alma quedó como rompecabezas. La Pitia del oráculo de Delfos le ordenó un destino de humillación y purificación, doce trabajos al servicio del rey Euristeo, un hombre débil que lo odiaba, pero que gozaba de la autoridad de los Dioses. Tuvo varios hijos con diferentes mujeres, incluyendo a Hilo con Deyanira, pero murió debido a una camisa envenenada que ella le envió, quien creía que era un hechizo de amor. Después de su muerte, fue llevado al Olimpo y se convirtió en un Dios.


Los que no tienen ruido es que no tienen alma, pues la debilidad pudre por dentro


Los Dioses lo declararon redimido, no sólo había vencido monstruos externos, sino también los internos, su culpa, su ira, su locura. Los trabajos representan la eterna lucha humana contra las fuerzas del caos, la naturaleza, la muerte y uno mismo.

FIN

sergiodeleonlopez