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1122025
SI AÚN NO ERES,
TIENES QUE SER DE LA VIDA ALEGRE
Eso lo da la felicidad
Sombras en la oscuridad
De la pluma inédita del Zope
La Felicidad
La felicidad no hace ruido.
Camina descalza por los pasillos del alma,
se sienta junto a la ventana
y espera a que uno se dé cuenta de que ha llegado.
No vive en el futuro ni en los recuerdos,
sino en el respiro leve de un instante:
una mirada que entiende,
una canción que encaja en el día,
el olor del pan recién hecho,
el sol que toca la piel sin pedir nada.
La felicidad es ese momento
en que dejamos de perseguirla
porque ya está aquí,
pequeña, invisible,
pero tan real como el pulso.
“Sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego”
Aristóteles
La felicidad entre el instante y el sentido
Introducción
Cuando el fuego es demasiado vivo, echar un puño de maíces a la olla no evita que se vuelvan poporopos, pues maniobrando en el algoritmo de la palabra felicidad, esta proviene del latín felicitas, que deriva de la palabra felix y significa “fértil” o “fecundo.” Desde los tiempos más antiguos, la felicidad ha sido el gran misterio de la existencia humana. Filósofos, poetas, santos, científicos y artistas la han buscado, definido, perdido y vuelto a perseguir. Aristóteles la llamó eudaimonía, el florecimiento del alma; los estoicos, equilibrio; los románticos, pasión; la ciencia moderna, bienestar subjetivo. Pero en esencia, la felicidad sigue siendo la misma pregunta: ¿qué hace que una vida valga la pena y ser de la vida alegre?
Es un tema tan negro como la nieve.
Sin mucho cacareo, aunque no pueda bañarse dos veces en el mismo río, la felicidad se puede entender desde distintas perspectivas, como emoción positiva, es un sentimiento de alegría, satisfacción o plenitud que se puede experimentar en momentos específicos. Como bienestar subjetivo, haciendo una evaluación amplia de la propia vida, que incluye un balance entre las emociones positivas y negativas, y un sentido de propósito. La Eudaimonía es el concepto filosófico creado por Aristóteles, que se refiere a una vida significativa y con propósito, más allá de la simple sensación de placer. Los investigadores han descubierto que perseguir un significado en la vida conduce a un mayor bienestar a largo plazo. ¿Cómo funciona?
Está influenciada por factores internos y externos, y funciona a través de un complejo proceso que involucra la química cerebral, las relaciones sociales y la mentalidad personal y eso hasta que las velas ardan.
El espejismo de la felicidad moderna
En los largos dedos del amanecer, pensé que se vive una época que promete felicidad en cada esquina, pantallas, pancartas, anuncios, mupis, redes sociales y marcas venden la idea de que ser feliz es consumir, alcanzar metas, acumular experiencias, pero los índices de ansiedad y depresión crecen justamente cuando más “opciones para ser felices” se tienen. La felicidad, en el mundo contemporáneo, se ha vuelto un deber más. Se debe ser feliz, como si fuera una tarea pendiente o una competencia, pero la verdadera felicidad no se conquista por imposición, sino por comprensión, no se trata de tener más, sino de sentir más.
“No amo menos al hombre, pero sí más a la naturaleza”
Lord Byron
Felicidad y placer no son lo mismo.
Tan pálido como la niebla del amanecer, el placer es inmediato, una comida, una victoria, una compra, un beso, orinar, evacuar el intestino. La felicidad en cambio tiene raíces más profundas, no siempre brilla ni se anuncia, a veces se confunde con la calma, con la serenidad de saberse en el camino correcto. Epicuro, uno de los filósofos más asociados al placer, defendía la idea de un placer sobrio, disfrutar sin excesos, no depender del deseo, encontrar gozo en lo simple, pues “nada es suficiente para quien lo suficiente es poco.”
Este es un tema tan resbaloso como como piedra con musgo mojado por la lluvia.
Bien se decía en alto valyrio, Valar Morghulis debiéndose responder, Valar Dohaeris, que significa, haciéndolo simple, que la muerte es inevitable y que se debe cumplir un propósito mientras se vive.
La jarilla está a punto de hervir haciendo la pajarraca.
El que no es feliz, aunque se unte bálsamo de Fierabrás.
La ciencia de la felicidad es como novichok en la historia de la historia, la psicología positiva -una rama de esa ciencia- ha intentado medir la felicidad. Según el modelo PERMA de Martin Seligman, los cinco pilares del bienestar son:
Emoción positiva, alegría, gratitud, esperanza.
Compromiso, hacer algo que absorba completamente la atención.
Relaciones positivas
Sentido, pertenecer a algo más grande que uno mismo.
Logros, cumplir metas que nos importan.
En otras palabras, la felicidad no es un punto de partida, pero sí un punto de llegada, creo, sino un tejido diario de propósito, conexión y gratitud.
La felicidad como arte de vivir
Volviendo la mirada hacia atrás, los antiguos sabios sabían algo que hoy se ha olvidado, que la felicidad no es un estado permanente, sino un arte que se cultiva a diario, como el amor que si no se riega a diario se marchita. Séneca decía que “ningún viento es favorable para quien no sabe a qué puerto va,” pues la felicidad requiere dirección, coherencia entre lo que se piensa, se hace y se desea. A veces se manifiesta en el dolor comprendido, en la belleza del esfuerzo, en el perdón, en la aceptación del paso del tiempo. No se trata de eliminar el sufrimiento, sino de darle sentido.
En el instante y el silencio hay un tipo de felicidad tan discreta que pasa desapercibida, la que nace del presente. El momento en que se deja de pensar en el pasado o el futuro, y simplemente se está. Ese instante -cuando se respira sin prisa, se observa el cielo, se escucha la música o la voz de alguien querido- es quizás la forma más pura de felicidad, la conciencia de estar vivos.
“La felicidad no necesita ser transmutada en palabras”
Jorge Luis Borges
Conclusión
La felicidad no se compra, ni se vende, ni se alquila, ni se conquista, se reconoce. No es un trofeo ni un destino, sino una forma de mirar. Está en lo cotidiano, en lo imperfecto, en la gratitud por lo que aún es posible.
Para tener alguna idea, uno de los estudios globales más conocidos sobre bienestar humano es el índice Mundial de la Felicidad- World Happiness Report, que es un informe anual publicado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (UN SDSN). Se publica desde 2012 y clasifica a más de 150 países según el nivel promedio de felicidad de sus habitantes. El índice no mide la felicidad de manera directa, sino que evalúa factores sociales, económicos y psicológicos que contribuyen al bienestar.
Los principales indicadores son:
PIB per cápita: mide el nivel económico medio del país.
Apoyo social: percepción de tener a alguien en quien confiar en tiempos difíciles.
Esperanza de vida saludable: años promedio que se viven con buena salud.
Libertad para tomar decisiones vitales: sentirse libre para elegir el rumbo de la vida.
Generosidad: disposición a donar o ayudar a otros.
Percepción de la corrupción: confianza en las instituciones públicas.
Afectos positivos y negativos: frecuencia de emociones como alegría, preocupación o tristeza.
El resultado es una puntuación de 0 a 10, basada en encuestas realizadas por Gallup World Poll.
Los países más felices según la encuesta 2024 según el último informe:
🇫🇮 Finlandia
🇩🇰 Dinamarca
🇮🇸 Islandia
🇸🇪 Suecia
🇮🇱 Israel
🇳🇱 Países Bajos
🇳🇴 Noruega
🇱🇺 Luxemburgo
🇨🇭 Suiza
🇳🇿 Nueva Zelanda
Finlandia encabeza el ranking por séptimo año consecutivo, destacando en confianza social, baja corrupción y fuerte apoyo comunitario.
América Latina
Aunque los países latinoamericanos no suelen ocupar los primeros lugares, destacan por su calidez social y sentido comunitario. Aunque no es que estos países sean más felices, sino que en los otros los ciudadanos han dejado de percibir varios de los factores a calificar.
En el ranking 2024:
🇨🇷 Costa Rica (puesto 12)
🇺🇾 Uruguay (puesto 26)
🇨🇱 Chile (puesto 38)
🇲🇽 México (puesto 36)
🇬🇹 Guatemala (puesto 39)
🇨🇴 Colombia (puesto 43)
A menudo, los latinoamericanos puntúan alto en emociones positivas diarias como alegría, risa, afecto, aunque no en estabilidad económica o confianza institucional, porque la corrupción campea y no se ven satisfechas las necesidades mínimas para las que fueron creadas.
Qué representa realmente este índice
El informe no pretende decir quién “es más feliz”, sino dónde las condiciones sociales favorecen más el posible logro de la felicidad. Es una fotografía global del bienestar, útil para entender cómo la justicia, la salud, la comunidad y el propósito se entrelazan en la calidad de vida.
Datos clave de contexto
En el informe 2025, Finlandia volvió a encabezar la clasificación mundial de felicidad. Gallup.com+3PBS+3The Indian Express+3. Entre los diez países más felices también figuran Denmark, Iceland, Sweden, Netherlands, Costa Rica y México. advisory.com+1
El informe evalúa factores como renta per cápita, apoyo social, esperanza de vida saludable, libertad para tomar decisiones, generosidad y percepción de corrupción. Los factores clave de la felicidad según el World Happiness Report combinan datos objetivos como economía y salud, con percepciones subjetivas como confianza y apoyo social.
“El amor no se trata de no herirse nunca, sino de luchar con uñas y dientes para remediarlo cuando sucede”
Lisa Niemi
Factores clave que determinan la felicidad en los países
1. Apoyo social es solidaridad y confianza. Es el factor más fuerte en casi todos los países felices. Se mide preguntando: “¿Tienes a alguien en quien confiar si enfrentas un problema serio?”
Las sociedades con redes comunitarias sólidas, léase familia, amigos, vecinos e instituciones confiables muestran más resiliencia ante crisis económicas, guerras o pandemias. Por ejemplo en Finlandia y Dinamarca, la gente confía en desconocidos, bancos y gobiernos. En América Latina, aunque hay poca confianza institucional, las redes familiares y amistosas son fuertes.
2. PIB per cápita o prosperidad económica. Aporta bienestar material, pero no garantiza la felicidad. Hasta cierto punto, tener seguridad económica aumenta la satisfacción después de cubrir las necesidades básicas, el efecto se estabiliza. Por ejemplo, Luxemburgo es rico y feliz, sin embargo, Estados Unidos, con alto PIB, ocupa puestos medios, porque su cohesión social es más baja.
3. Salud y esperanza de vida. Se mide como “expectativa de vida saludable” o sea años vividos con bienestar físico y mental. Los países más felices tienen sistemas de salud accesibles, buena nutrición y menor estrés laboral. Por ejemplo, Japón y Suiza destacan por longevidad y hábitos saludables, aunque su nivel de satisfacción emocional varía según la cohesión social.
4. Libertad para tomar decisiones vitales es sentirse libre para elegir el rumbo de la vida, trabajo, pareja, lugar donde vivir, lo esencial. Las sociedades donde las personas no se sienten controladas por gobiernos, tradición o pobreza tienden a reportar más felicidad. Por ejemplo, los países nórdicos puntúan muy alto en libertad personal, en cambio, países con restricciones políticas o desigualdad estructural muestran menos bienestar, como ocurre en este país.
5. Generosidad, incluye actos como donar dinero, tiempo o ayudar a desconocidos. Está estrechamente vinculada con la empatía y el sentido de propósito. Por ejemplo en América Latina y el Sudeste Asiático, la generosidad suele ser alta incluso en economías modestas, lo que refuerza la felicidad colectiva.
6. Confianza y baja corrupción. La percepción de corrupción pública o privada afecta directamente el bienestar. Cuando las personas creen que el sistema es justo, se sienten seguras y optimistas. Por ejemplo, en Finlandia o Nueva Zelanda, los ciudadanos confían en su policía y tribunales, en cambio, en países con corrupción sistémica como Guatemala, la desconfianza mina la satisfacción de vida.
7. Emociones positivas y negativas. Además de los factores estructurales, el informe mide la frecuencia de emociones, las positivas: alegría, gratitud, risa, serenidad. Las negativas: tristeza, enojo, preocupación. Este equilibrio emocional diario influye más en la felicidad que el nivel de ingresos. Por ejemplo, en Guatemala y Paraguay, la gente reporta altos niveles de “risa y afecto diario”, aunque su PIB es bajo.
En resumen, la felicidad no depende solo de la riqueza, sino del sentido de comunidad, la confianza y la libertad interior.
Los países más felices combinan tres elementos esenciales:
Bienestar material suficiente
Relaciones sociales fuertes
Instituciones justas y confiables
La felicidad es un estado subjetivo de bienestar, alegría y satisfacción que se experimenta cuando se disfruta la vida y se cumplen objetivos, y funciona a través de una compleja interacción de factores internos y externos. A nivel biológico involucra la liberación de neurotransmisores como la dopamina, serotonina, endorfinas y oxitocina. A nivel psicológico, está influenciada por las elecciones personales, la actitud ante las adversidades, las relaciones sociales y el sentido de propósito.
Si se acaba la música, hay que silbarla
Qué son las hormonas de la felicidad
Los estados emocionales no son producto de la magia.
Aunque todo el mundo ha sentido felicidad, describir esta emoción nunca ha sido tarea fácil. Es por este motivo que durante miles de años se ha discutido sobre qué es sentirse feliz, qué es lo que lo provoca, cómo el alma se comporta para sentir felicidad. No es óbice de este semanal entrar en un debate filosófico, así que voy a describir la felicidad de forma más pragmática, usando la misma definición de la que se han valido los científicos para buscarla en el cerebro, así, es la sensación de bienestar y emociones positivos que se sienten de forma subjetiva cuando se consigue algo agradable. En base a esta definición, los neurocientíficos y endocrinólogos han establecido que son un total de 4 sustancias diferentes las que toman un papel fundamental cuando se siente felicidad, las endorfinas, la serotonina, la dopamina y la oxitocina, nombradas las hormonas de la felicidad que son un grupo de hormonas y neurotransmisores que juegan un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo y de las emociones. Las hormonas son sustancias bioquímicas producidas por las glándulas endocrinas en el cuerpo, las cuales forman parte del sistema endocrino. Actúan como mensajeros químicos que se transportan a través del torrente sanguíneo hasta llegar a los órganos y tejidos. Allí, regulan numerosos procesos biológicos, como el crecimiento, el metabolismo, la reproducción y, crucialmente el estado de ánimo. Son esenciales para el funcionamiento general del cuerpo. Los cambios o desequilibrios hormonales, aunque sean pequeños, pueden tener un impacto significativo en la salud y bienestar. Los neurotransmisores son moléculas intercambiadas por neuronas, mientras que las hormonas circulan a través del torrente sanguíneo y sus efectos son menos inmediatos. Muchas moléculas que actúan como neurotransmisor son, a la vez, hormonas, dependiendo de su ubicación y contexto. Aun corriendo el riesgo de caer en una perspectiva demasiado biologicista, es un hecho que el pensamiento, sentimientos, creencias y demás aspectos psicológicos tienen que fundamentarse en un soporte biológico. Ese soporte es el sistema nervioso central, una máquina orgánica que hospeda diferentes fenómenos neurológicos y reacciones bioquímicas que están detrás de cómo se sienta y reacciona. Se hable de neurotransmisores o se hable de hormonas, el hecho es que sí existen unas sustancias que cuando se liberan en el espacio sináptico de las neuronas inducen a cambios en nuestro estado anímico. La felicidad, junto con los demás estados de ánimo, son en parte un producto de la química cerebral, la misma en la que la psicofarmacología se ha basado para crear los medicamentos orientados en mejorar la salud de pacientes con diferentes trastornos interviniendo en la producción y recaptación de ciertos neurotransmisores.
Cuando las personas experimentan momentos de esta emoción, se activan varias partes del cerebro y ahí es donde comienza la liberación de las hormonas fundamentales llamadas “el cuarteto de la felicidad”: dopamina, oxitocina, endorfinas y serotonina. Este es el cuarteto de la felicidad.
Los celos son producto de la inseguridad, por lo tanto el responsable es el gobierno
A nivel biológico en neurobiología, la felicidad funciona con Neurotransmisores, que son sustancias químicas cerebrales que actúan como "mensajeros" para generar sensaciones de bienestar, como la Dopamina que se asocia con la recompensa y la motivación, actuando como un motor de la felicidad, en que el cerebro juega un papel clave en ella a través de la liberación de neurotransmisores asociados con el bienestar, que se producen cuando se experimenta satisfacción o placer, motivando a buscar recompensas. Está asociada a las relaciones amorosas y al afecto. Sin embargo, este hecho en sí mismo da una de las claves por las que no puede ser una causa de felicidad, pues está muy vinculada a experiencias sociales, es decir, a la interacción con otras personas o seres queridos o que se aprenden a querer con el paso del tiempo. Es la hormona del placer y la recompensa, se libera cuando se hace algo que gusta o que da satisfacción. Se libera durante experiencias gratificantes, como comer un delicioso plato, alcanzar una meta, hacer ejercicio, hacer el amor, que también libera endorfinas. Cuando se realiza una actividad que gusta, se alcanza un objetivo o se disfruta de la comida favorita, se activa el área tegmental ventral del cerebro, que se encuentra en el encéfalo y forma parte del sistema nervioso, y comienza a liberar dopamina, que está vinculada con la sensación de recompensa y placer y, motiva a repetir comportamientos que brindan satisfacción.
“La felicidad que se tiene deriva del amor que se da”
Isabel Allende
En un sueño demorado también está la Serotonina, que no es ninguna tocavainas, que ayuda a regular el estado de ánimo y la percepción de satisfacción, asociada con sentimientos de satisfacción y calma, unida al sentimiento de bienestar, provoca sensaciones relajantes, ayuda a mejorar la concentración y la autoestima. Sus niveles adecuados contribuyen a una sensación de calma, felicidad y satisfacción. Lo cierto es que su funcionamiento es mucho más complejo que esto, y puede desplegarse a través de múltiples vías y reacciones en cadena de varias moléculas interactuando entre sí y con las neuronas. De hecho, un exceso de serotonina puede tener consecuencias muy dañinas para el cuerpo y el máximo exponente de esto es el síndrome serotoninérgico, que puede ser ocasionado como efecto secundario de algunos psicofármacos. Es el reforzador natural del estado de ánimo, es un neurotransmisor, es decir una sustancia que utiliza los nervios para enviar mensajes entre sí y, es fundamental para mantener un estado de ánimo positivo, así como para la memoria y el aprendizaje. Meditar puede ser una excelente manera de aumentar los niveles de serotonina. Una investigación realizada por Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin reveló que los monjes budistas que meditan regularmente muestran una actividad cerebral superior en la corteza cerebral prefrontal izquierda, que se activa con emociones positivas y entusiasmo. Matthieu Ricard, un budista francés apodado “el hombre más feliz del mundo”, ha sido objeto de estudio en este contexto.
“Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras no la ame”
Oscar Wilde
Los vivos deberían de sonreír porque los muertos no pueden y, las Endorfinas, se liberan en respuesta a estímulos como el ejercicio físico intenso, actuando como analgésicos naturales y generando una sensación de euforia. Son neurotransmisores y hormonas que generan un cierto efecto sedante, por lo que ayudan a disminuir el dolor físico, proporcionando una sensación de bienestar en situaciones en las que se experimenta una repentina subida de los niveles de estrés. El aumento de endorfinas hace sentir menos dolor por las eventuales heridas sufridas en situaciones asociadas al riesgo o al peligro. El dolor está vinculado al displacer y, por ello, puede decirse que aleja a la felicidad, pero su ausencia tampoco la garantiza. Y algo se puede decir del estado de relajación que en ocasiones proporcionan las endorfinas, por ejemplo, estar calmados pero a la vez muy aburridos. Se encuentran en el encéfalo y el mesencéfalo y se liberan cuando se hace ejercicio o se ríe. La risa no sólo mejora el estado de ánimo, sino que ayuda a reducir la sensación de dolor.
“Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una”
Voltaire
A las que temo es a las ovejas, pues la Oxitocina, la hormona del amor se libera en interacciones sociales como abrazos, promoviendo la confianza y la conexión, pues está ligada a las relaciones y ayuda a construir vínculos con otras personas. Son segregadas por la glándula pituitaria y el hipotálamo. Tienen un efecto analgésico y de bienestar en el organismo, cuyo efecto es poco duradero. Se producen ante estímulos determinados y específicos, como el orgasmo, el enamoramiento, el consumo de chocolate o de picante, la excitación sexual o incluso el dolor, porque funcionan como un atenuante natural. La hormona del amor, se libera cuando se está en contacto físico con otras personas, como abrazos, caricias o besos. Está asociada a la sensación de seguridad, de mejorar las interacciones sociales y la autoestima, de fortalecer la autoconfianza. Promueve la unión y la confianza en las relaciones. Vinculada al afecto, pero no tanto al enamoramiento. Su presencia está asociada a las relaciones a largo plazo, de manera que su proceso de liberación en el cuerpo humano es más estable y sostenido por algo más allá del organismo, esas relaciones con los demás. La hormona del amor ayuda en la reducción de la actividad del sistema nervioso simpático, que se activa en situaciones de estrés o peligro. Promueve una sensación de calma y bienestar, facilitando el vínculo y la confianza entre las personas. Está relacionada con la interacción social, el apego y el sentirse seguro. La liberación de esta hormona se da en situaciones de afecto, como caricias y amistades y contribuye a fortalecerlos vínculos emocionales.
A nivel psicológico, en las elecciones personales y actitudes, la felicidad está influenciada por las decisiones que se toman y la forma en que se abordan los problemas y desafíos de la vida.
En las relaciones sociales, un fuerte apoyo social y lazos afectivos son cruciales para el bienestar emocional.
En propósito y metas, tenerlas claras y alcanzables y con un sentido de propósito en la vida contribuye a la felicidad.
En el bienestar integral, implica un equilibrio entre el bienestar físico, la salud y el descanso y, en el intelectual, resolver conflictos y en el espiritual tener armonía interior.
CONTINUARÁ...
sergiodeleonlopez